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Encuadre, revista de la enseñanza del diseño.

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<strong>Encuadre</strong>, <strong>revista</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>enseñanza</strong> <strong>de</strong>l <strong>diseño</strong>.<br />

Imagen entregada por el autor <strong>de</strong>l texto<br />

El “efecto marioneta”, <strong>de</strong>scrito por William Addison Dwiggins.<br />

Imagen entregada por los autores <strong>de</strong>l texto.<br />

Esta a<strong>de</strong>cuación no es sólo o no es siempre lógica, sino<br />

también ética y estética, lo que implica que no siempre se pue<strong>de</strong><br />

enunciar verbalmente su racionalidad. Lo ético y en especial lo<br />

estético operan <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esquemas más profundos que lo lógico;<br />

pocas veces pue<strong>de</strong>n enunciarse con c<strong>la</strong>ridad en sus propios<br />

términos y se expresan mejor con metáforas. De ahí que haya<br />

tipos y ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> página a los que no po<strong>de</strong>mos c<strong>la</strong>sificar sino<br />

como festivos, clásicos, aburridos, dinámicos, elegantes, imperiales,<br />

literarios, barrocos, rebel<strong>de</strong>s, etcétera. Los diseñadores se suelen ver<br />

en <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> explicar su propio trabajo usando metáforas.<br />

Abordaremos algunas metáforas usadas por gran<strong>de</strong>s diseñadores<br />

tipográficos para categorizar, enten<strong>de</strong>r y explicar lo in<strong>de</strong>cible,<br />

lo inaprehensible <strong>de</strong> su trabajo. Ello quizá nos permita iniciar una<br />

especie <strong>de</strong> catálogo <strong>de</strong> metáforas, que podría ampliarse con <strong>la</strong>s<br />

que usan hoy los diseñadores. Para eso hay que reconocer, por un<br />

<strong>la</strong>do, que los diseñadores que <strong>la</strong>s usan son o se dicen expertos y,<br />

como tales, son dados a emplear categorías subordinadas; por el<br />

otro, que <strong>la</strong> capacidad <strong>de</strong> una metáfora para poner en común lo<br />

inaprehensible está <strong>de</strong>terminada por su área <strong>de</strong> coposesión semántica<br />

y por los lugares comunes que existen entre los diseñadores y<br />

los lectores. Estos lugares pue<strong>de</strong>n variar significativamente.<br />

Luego convendría estudiar <strong>la</strong>s metáforas que usan los lectores<br />

para <strong>de</strong>scribir <strong>la</strong>s diferencias que perciben entre distintas fuentes<br />

y ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> página, sabiendo por ahora que <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong><br />

ellos empleará categorías superor<strong>de</strong>nadas o básicas, pero algunos<br />

intentarán parecer expertos mirando <strong>la</strong>s letras y usando<br />

categorías subordinadas. Metafóricamente, c<strong>la</strong>ro; esto es, empleando<br />

analógicamente los términos correspondientes a otras<br />

realida<strong>de</strong>s. Un posible resultado sería saber hasta qué punto los<br />

diseñadores están logrando comunicarse con los lectores, o esforzándose<br />

por crear e<strong>la</strong>boradísimos ethos y pathos que <strong>la</strong> gente<br />

no logra ver. Otro sería explicitar mejor <strong>la</strong>s conexiones entre<br />

los textos y sus representaciones, y también generar argumentos<br />

para respon<strong>de</strong>r o <strong>de</strong>sechar preguntas como “¿para qué contratar<br />

un diseñador, si el texto así se entien<strong>de</strong>?” o “¿para qué hacer<br />

nuevas fuentes, si ya hay muchas?”.<br />

Una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s metáforas tipográficas más interesantes es el<br />

efecto marioneta. El norteamericano William Addison Dwiggins,<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> <strong>de</strong>dicar su vida a ser artista y tipógrafo, diseñaba, esculpía<br />

y vestía marionetas. En su doble vida parale<strong>la</strong> entre <strong>la</strong><br />

tipografía y el teatrino, Dwiggins observó que <strong>la</strong> puesta en<br />

escena tenía afinida<strong>de</strong>s con <strong>la</strong> puesta en página. Por una parte,<br />

los caracteres son como los personajes <strong>de</strong> un teatro: no son nada<br />

o pue<strong>de</strong>n ser cualquier cosa, hasta que aparecen en lugar <strong>de</strong> algo<br />

inmaterial para prestarle por un rato su materialidad y <strong>de</strong>sempeñar<br />

cierto papel. Por <strong>la</strong> otra, <strong>la</strong>s marionetas se ven distintas<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> cerca o <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos: <strong>de</strong> cerca distinguimos perfectamente<br />

sus rasgos particu<strong>la</strong>res, que a <strong>la</strong> distancia se pier<strong>de</strong>n fundiéndose<br />

con el todo. De <strong>la</strong> misma forma, cuando leemos <strong>de</strong> muy cerca o<br />

en cuerpos muy gran<strong>de</strong>s vemos los rasgos <strong>de</strong> cada carácter, pero<br />

a <strong>la</strong> distancia o en cuerpos más pequeños los vemos per<strong>de</strong>rse y<br />

fundirse en pa<strong>la</strong>bras, oraciones, líneas y párrafos.<br />

Los actores <strong>de</strong> teatro y los constructores <strong>de</strong> marionetas saben<br />

que este efecto los obliga a exagerar mucho algunos rasgos,<br />

como los ojos, <strong>la</strong> boca o <strong>la</strong>s cejas, para no per<strong>de</strong>r parte <strong>de</strong> su capacidad<br />

expresiva en <strong>la</strong> distancia. Dwiggins llevó esta exageración<br />

a su trabajo tipográfico, haciendo más evi<strong>de</strong>ntes los rasgos <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s letras que permitieran una mejor lectura a <strong>la</strong> distancia<br />

o en cuerpos pequeños. La sensación <strong>de</strong> armonía y expresividad<br />

que se produce al apreciar <strong>de</strong> lejos <strong>la</strong> letra o <strong>la</strong> marioneta,<br />

puesta en página o en escena, será totalmente diferente si <strong>la</strong> apreciamos<br />

muy <strong>de</strong> cerca o en tamaños monumentales. Las mismas<br />

cualida<strong>de</strong>s que ayudan a <strong>la</strong> tipografía a leerse mejor en puntajes<br />

reducidos, se vuelven rasgos grotescos, burdos y exagerados en<br />

puntajes altos. Dwiggins le dio a este fenómeno el nombre <strong>de</strong><br />

efecto marioneta, probablemente por <strong>la</strong> dificultad <strong>de</strong> explicarlo<br />

c<strong>la</strong>ramente en sus propios términos.<br />

Al diseñar o seleccionar una fuente tipográfica es ma<strong>la</strong><br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>cidir según <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> cada carácter por separado, y es<br />

preferible analizar su capacidad para componerse en conjunto<br />

en el cuerpo o cuerpos específicos que p<strong>la</strong>neamos usar. El efecto<br />

marioneta también pone en evi<strong>de</strong>ncia que una fuente para puntajes<br />

gran<strong>de</strong>s no tiene <strong>la</strong>s mismas características formales que

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