Encuadre, revista de la enseñanza del diseño.
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29. Ad l e r, M., y C. Va n d o r e n . 2000. Cómo leer un<br />
libro. Barcelona: Debate.<br />
cánones que corre<strong>la</strong>cionaban cada tipo <strong>de</strong> texto con <strong>de</strong>terminadas fuentes, tamaños y formas <strong>de</strong><br />
organizar <strong>la</strong> página, pretendiendo racionalizar en forma <strong>de</strong> recetas lo que, ante los ojos <strong>de</strong> un<br />
tipógrafo sensible, habría <strong>de</strong>bido ser un análisis particu<strong>la</strong>r con respuestas específicas para cada<br />
caso. En muchas escue<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>diseño</strong> sigue siendo más importante para el alumno <strong>la</strong> obtención<br />
<strong>de</strong> recetas prácticas con resultados garantizados, repetibles, incluso p<strong>la</strong>giables, que el <strong>de</strong>sarrollo<br />
<strong>de</strong> su sensibilidad, su colección <strong>de</strong> referentes y su capacidad <strong>de</strong> analizar cada caso específico en<br />
su propio contexto.<br />
Dibujábamos antes un lector racional, enfrascado en <strong>de</strong>bates que absorben toda su atención;<br />
un lector agra<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> que <strong>la</strong> tipografía no lo haga <strong>de</strong>tenerse ni distraerse <strong>de</strong> lo que<br />
realmente le interesa. Ese lector paradigmático aprecia una tipografía <strong>de</strong> cuerpo <strong>de</strong> texto que no<br />
le estorbe, tersa y olvidable como un camino bien pavimentado o, recuperando <strong>la</strong> metáfora <strong>de</strong><br />
Beatrice War<strong>de</strong>, como una copa <strong>de</strong> cristal que no opaca <strong>la</strong> belleza <strong>de</strong>l vino que contiene.<br />
Estamos a punto <strong>de</strong> caminar en círculos: el lector más racional es justamente aquél que<br />
prefiere <strong>la</strong>s páginas canónicas, <strong>la</strong>s que mejor aís<strong>la</strong>n al logos <strong>de</strong>l ruido distractor que producen <strong>la</strong><br />
visualidad y <strong>la</strong> materialidad: <strong>la</strong>s páginas <strong>de</strong> <strong>la</strong> racionalidad, <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura, <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia, <strong>la</strong>s que<br />
sueñan con el grado cero, con <strong>la</strong> retórica confinada a <strong>la</strong> poesía, con un texto puro y <strong>de</strong>sprovisto<br />
<strong>de</strong> diálogo con su materialidad. Ojo. Este personaje paradigmático es un lector legítimo y <strong>de</strong>bemos<br />
tratar <strong>de</strong> ofrecerle páginas que le ayu<strong>de</strong>n a leer mejor. No obstante, <strong>la</strong>s limitaciones <strong>de</strong><br />
nuestros propios esquemas conceptuales nos siguen tendiendo trampas: hay muchos otros<br />
lectores. Ello nos obliga a p<strong>la</strong>ntear <strong>la</strong> siguiente pregunta.<br />
V. ¿Quién es el lector?<br />
Pongámoslo c<strong>la</strong>ro una vez más: no existe La Lectura, en general y “con mayúscu<strong>la</strong>s”; tampoco<br />
lo que l<strong>la</strong>mamos “todo público” o “el lector”. Lo que hay son innumerables actos <strong>de</strong> lectura que<br />
están, como los actos <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>, regidos por re<strong>de</strong>s pragmáticas <strong>de</strong> convenciones, re<strong>la</strong>ciones e<br />
interacciones sociales, y por <strong>la</strong> actitud <strong>de</strong> cada lector en cada circunstancia.<br />
Empate técnico. Ni el texto ni el <strong>diseño</strong> <strong>de</strong>terminan que el acto <strong>de</strong> lectura sea estético o<br />
eferente, voluntario u obligatorio, intensivo o extensivo, cómodo o incómodo, rápido o lento,<br />
motivado o <strong>de</strong>smotivado, por <strong>la</strong>s buenas o <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s, lineal, <strong>de</strong> consulta, paralelo, espiral o por<br />
libre asociación. Po<strong>de</strong>mos ayudar o estorbar, pero esto lo <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n el lector y su entorno.<br />
Cada persona ama o <strong>de</strong>testa diferentes cosas, y pone o quita su atención en diferentes<br />
cosas. Un lector inspirado y con los referentes apropiados pue<strong>de</strong> hacer una lectura poética<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> Guía Roji o <strong>de</strong>l Cálculo diferencial e integral <strong>de</strong> Granville. Un lector obligado por sus<br />
maestros y presionado por <strong>la</strong> hora <strong>de</strong>l examen pue<strong>de</strong> convertir un monumental viaje poético,<br />
como Las flores <strong>de</strong>l mal <strong>de</strong> Bau<strong>de</strong><strong>la</strong>ire, en una experiencia totalmente prosaica.<br />
Muchos autores han insistido, como ya en 1940 lo hacía Mortimer Adler, 29 en que se usan<br />
diferentes estrategias <strong>de</strong> lectura para distintos tipos <strong>de</strong> texto. Leer <strong>la</strong> Bioquímica <strong>de</strong> Lehninger,<br />
La tierra baldía <strong>de</strong> T. S. Eliot, un letrero que dice “95-D Cuernavaca cuota” o un frasco <strong>de</strong><br />
raticida no implica, ni pue<strong>de</strong> implicar, <strong>la</strong>s mismas estrategias y acciones.<br />
Los literatos organizan los textos en distintas corrientes, los editores en distintas colecciones,<br />
los diseñadores en distintos estilos, los comerciantes en distintas repisas, pero se sigue hab<strong>la</strong>ndo <strong>de</strong>l<br />
lector como si fuera un extraño. No. El lector es el único sujeto activo <strong>de</strong>l acto <strong>de</strong> leer. Nuestro<br />
esquema conceptual sólo nos <strong>de</strong>ja ver el bosque (“los lectores”) y no <strong>la</strong> abrumadora diversidad<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong>s formas <strong>de</strong> vida que lo habitan. La tipografía sólo funciona si es lo que el lector<br />
espera que sea; luego entonces necesita teorías que le <strong>de</strong>n una mirada experta,<br />
esto es, sensible al <strong>de</strong>talle, en el universo <strong>de</strong> los lectores.<br />
Las reg<strong>la</strong>s tradicionales datan <strong>de</strong> una época en que ser racional era ser culto,<br />
y ésta era <strong>la</strong> so<strong>la</strong> alternativa a ser inculto; no<br />
había tantos conceptos <strong>de</strong> cultura,<br />
Vol. II, núm. 13, octubre <strong>de</strong> 2008. Especial <strong>de</strong> tipografía.<br />
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