Encuadre, revista de la enseñanza del diseño.
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Los caracteres irreconocibles y <strong>la</strong>s puestas en página extravagantes, al igual que <strong>la</strong>s erratas, <strong>la</strong>s discordancias<br />
lógicas o los enredos sintácticos, causan interrupciones y distracciones porque obligan al lector a<br />
olvidarse <strong>de</strong>l bosque cada vez que se <strong>de</strong>tiene a reconocer un árbol o una hoja. Para <strong>la</strong> persona que mira el<br />
bosque, lo que <strong>de</strong>fine a los árboles y a <strong>la</strong>s hojas es el lugar que ocupan en el conjunto, no su existencia individual.<br />
Los signos tipográficos irreconocibles tienen muchas causas materiales, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un <strong>diseño</strong> <strong>de</strong>ficiente hasta<br />
<strong>la</strong> ganancia <strong>de</strong> punto, pero el esfuerzo <strong>de</strong>dicado al estudio biomecánico y lingüístico <strong>de</strong> <strong>la</strong> lectura ha sos<strong>la</strong>yado <strong>la</strong><br />
experiencia cognitiva <strong>de</strong>l lector como nexo entre ambos.<br />
El proceso <strong>de</strong> adquisición <strong>de</strong>l lenguaje es <strong>la</strong>rgo y complejo. Los sustantivos se adquieren con los nombres <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />
cosas; los verbos más simples se adquieren junto con el sentido <strong>de</strong> cada acción; los subjuntivos pue<strong>de</strong>n tardar más<br />
allá <strong>de</strong> los cinco años. Los adjetivos aparecen tan pronto como se pue<strong>de</strong> c<strong>la</strong>sificar <strong>la</strong>s cosas por sus cualida<strong>de</strong>s. A los<br />
dos años <strong>de</strong> edad aparecen <strong>la</strong>s frases “telegráficas”, formadas por dos pa<strong>la</strong>bras: dos sustantivos o un sustantivo con un<br />
adjetivo o con un verbo. Los adverbios <strong>de</strong> negación y afirmación se adquieren pronto, no así otros más abstractos.<br />
La conjunción copu<strong>la</strong>tiva aparece antes que <strong>la</strong> disyuntiva; otras esperan a que se <strong>de</strong>sarrolle el pensamiento complejo<br />
y <strong>la</strong>s oraciones puedan coordinarse. Las preposiciones requieren un concepto <strong>de</strong>l espacio y <strong>de</strong>l sentido figurado que<br />
aparece alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> los tres años. Cuando se pue<strong>de</strong> pensar en <strong>la</strong>s cosas sin su nombre aparecen los pronombres y<br />
así <strong>la</strong>s oraciones pue<strong>de</strong>n subordinarse.<br />
Para leer, primero se adquiere <strong>la</strong> noción <strong>de</strong> letras como símbolos que están en vez <strong>de</strong> otras cosas; <strong>de</strong>spués<br />
sus formas y sonidos, su capacidad <strong>de</strong> formar pa<strong>la</strong>bras, su forma visual y su correspon<strong>de</strong>ncia con los significados<br />
orales. Nuestra competencia lingüística retroce<strong>de</strong> casi a cero cuando no conocemos <strong>la</strong>s letras, cómo suenan o<br />
cuál es su lugar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un sistema lingüístico extraño. El proceso se repite, a otra velocidad, al adquirir una<br />
nueva lengua. Volvemos a <strong>la</strong> edad agramatical cuando <strong>de</strong>cimos “yo mañana tren Praga”.<br />
El vocabu<strong>la</strong>rio se construye junto con una colección <strong>de</strong> referentes. A partir <strong>de</strong> pa<strong>la</strong>bras como mamá, papá<br />
o leche, <strong>la</strong> perspectiva se abre gradualmente hacia protón, cuasar, dialéctica, capacitor, cortical o apolíneo. La aparición<br />
<strong>de</strong> nuevas pa<strong>la</strong>bras no significa nada si no se acomodan en estructuras cognitivas que hagan pensables<br />
los conceptos. La legibilidad, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> re<strong>la</strong>cionarse con el entrenamiento psicomotor <strong>de</strong> los ojos, tiene que<br />
ver con <strong>la</strong> capacidad <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r: no hay <strong>diseño</strong> tipográfico que haga legible a Hei<strong>de</strong>gger o <strong>la</strong> programación<br />
<strong>de</strong> computadoras para un lector que no posee los necesarios referentes previos.<br />
Esta explicación preten<strong>de</strong> dar sentido a <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>la</strong> invisibilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> tipografía. El lector mira letras,<br />
luego pa<strong>la</strong>bras, luego oraciones, luego párrafos, luego capítulos, luego discursos <strong>de</strong> los que extrae i<strong>de</strong>as.<br />
Apren<strong>de</strong>r cada nivel exige mucho esfuerzo. A medida que el lector adquiere experiencia, pone su atención<br />
en niveles <strong>de</strong> organización más altos: cuando apren<strong>de</strong> <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras, el reconocimiento individual<br />
<strong>de</strong> cada letra se automatiza y le <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> prestar atención, a menos que ciertas letras no se entiendan<br />
o parezcan fuera <strong>de</strong> lugar. Cuando interpreta oraciones sólo le importan <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que no conoce;<br />
cuando interpreta párrafos sólo le importan <strong>la</strong>s oraciones poco c<strong>la</strong>ras; cuando interpreta capítulos olvida<br />
los párrafos individuales. La mente humana no se <strong>de</strong>tiene en lo que pue<strong>de</strong> resolver por una vía más<br />
rápida; el esfuerzo que representa <strong>la</strong> atención individual se <strong>de</strong>scarta por ineficiente.<br />
Metáfora: es imposible conocer cada grano <strong>de</strong>l pavimento. Su número es inaprehensible; no imposible<br />
<strong>de</strong> contar, sino <strong>de</strong> una magnitud carente <strong>de</strong> significado. El lenguaje se rige por un principio <strong>de</strong><br />
economía; <strong>la</strong> capacidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> memoria es limitada, excepto para <strong>la</strong>s cosas que han sido categorizadas; <strong>la</strong><br />
atención es selectiva. Mientras no exista un interés específico por lo individual (¡cómo olvidar <strong>la</strong> piedra<br />
que rompió aquel parabrisas, ni aquel bache que me voló una l<strong>la</strong>nta!), su lugar en <strong>la</strong> memoria es <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong> una categoría: “pavimento”. Si esta categoría hace lo que se espera <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, <strong>la</strong> olvidamos y viajamos con<br />
<strong>la</strong> mente puesta en metas mayores: lo que haremos al llegar o el sentido <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida. La mejor señal <strong>de</strong> que<br />
el pavimento está bien es que lo olvidamos. A él y a sus piedras individuales.<br />
El bosque está formado por millones <strong>de</strong> hojas y el pavimento por millones <strong>de</strong> piedras. El lector normal<br />
usa el bosque para estar en contacto con <strong>la</strong> naturaleza o usa el pavimento para llegar a una cita. Las hojas y <strong>la</strong>s<br />
piedras no le importan mientras estén don<strong>de</strong> <strong>de</strong>ben, como parte <strong>de</strong> algo más gran<strong>de</strong>. Tiene su atención puesta<br />
en otra cosa. A veces un botánico va al bosque a ver hojas o un ingeniero va a <strong>la</strong> carretera a ver piedras. A eso<br />
van. Son expertos: poseen suficientes categorías subordinadas para ver y hacer significativas <strong>la</strong>s diferencias entre<br />
un individuo y otro. Les interesa y ponen atención. Pero no tienen <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> culpar a los <strong>de</strong>más mortales si no<br />
los ven, no les importan o se cansan pronto <strong>de</strong> ellos.<br />
Vol. II, núm. 13, octubre <strong>de</strong> 2008. Especial <strong>de</strong> tipografía.<br />
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