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CONCURSO BERMEO - Alberto Lopez Arquitecto

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ESTRCUTRAS URBANÍSTICAS DE LOS PUERTOS VASCOS<br />

Normalmente hasta la misma orilla del mar sigue habiendo en el País Vasco, población<br />

diseminada rural, pero cuando se llega a los puertos las casas se pegan y estrechan<br />

acometiéndose unas contra otras en la disputa por el suelo edificable. A diferencia de la<br />

edificación rural, la falta de suelo apropiado plantea problemas parecidos a los de la<br />

ciudad burguesa: mala circulación, alta densidad, problemas de servicios,… producto de<br />

esto, las casa de los pescadores resultan pequeñas en superficie, aprisionadas entre<br />

medianeras y estiras en altura.<br />

Tal concentración es producto de dos circunstancias. En primer lugar, lo encrespado de<br />

la costa, sin apenas zonas llanas de expansión que hagan posible un trazado regulador.<br />

El puerto, normalmente, se suele encontrar en un pequeño recodo natural, protegido de<br />

los fuertes vientos y al abrigo de los embates del mar. El hombre lo cierra después por<br />

medio de un espigón donde rompen las olas.<br />

Las laderas que bajan al puerto, resultan muy pronunciadas, y son las que se pueblan,<br />

ordenándose las edificaciones en el sentido longitudinal de las curvas de nivel,<br />

creándose filas de casa entre medianeras o con pequeños callejones empinados de<br />

separación, que corren a lo largo de estrechas calles.<br />

La unión de estas calles situadas a distinto nivel se realiza por medio de los<br />

mencionados callejones medianeros, que a veces se convierten en estrechas y empinadas<br />

escaleras.<br />

En segundo lugar el hecho de que toda la vida del pueblo se desarrolla en la parte baja,<br />

es decir, en el propio puerto, consecuencia de que en torno a él gira la vida. Se descarga<br />

y se carga el pescado, entran y salen barcos. Allí está la lonja donde se realizan las<br />

transacciones, la cofradía, la fábrica de hielo, los comercios de suministros navales,<br />

bares y tiendas en general. Todo esto es la vida y es lo que hace al pescado querer estar<br />

allí, ver su lugar de trabajo y su lugar de ocio, ver pasar a sus amigos y compañeros y<br />

saludarles incluso desde su mismo balcón de casa.<br />

Así las casas se amontonan para poder observar ese espectáculo tan maravilloso y tan<br />

lleno de color, como es la vida en un puerto pesquero de nuestro país.<br />

La estructura urbanística general resulta muy intricada, rota con muchos callejones y<br />

recovecos. Esta ordenación tan quebrada haría temblar de indignación a un Le<br />

Courbusier tan adorados de la línea recta. Nuestros puertos tiene el encanto de lo<br />

retorcido, de lo inesperado. Un intento de regulación con principios racionalistas<br />

resultaría un desastre, un endurecimiento del quebrado de una calle acabaría con ella.<br />

Solamente desde una poética orgánica que se perdiese en valoraciones del trazado<br />

medieval sería comprensible y aceptable el planteamiento de reforma urbanística en un<br />

caso de estos.<br />

Frente a la primera fila de casas, ya junto al puerto, hay un petril ancho de defensa que<br />

normalmente se suele convertir en el eje de vida y de circulación de todos los<br />

pescadores. En este muelle se realiza la carga y descarga del pescado. Hay unas<br />

www.albertolopezarquitecto.com info@albertolopezarquitecto.com

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