Diosero
Diosero Diosero
70 qué er'antes? Pos triste jicarero de la casilla de mi compagrito Matfas Lobato." -Pero -pregunté- ¿no me dijo usted que don Donato Becerra está enfermo? -Enfermo de mala enfermedá... Verá, en junta todititos los mazahuas, pos de plano resolvimos acabar con don Donatito, a qu'en Dios guarde algunos meses más siquera... La suerte quiso que los que le sonaran jueran los de Tlacotepé... y l'otra noche, cuando el hombre estaba borracho, un pobrecito garriento se le arrimó y le pidió unos centavos; cuando don Donatito echaba mano a la bolsa, pos nomás le brotaron tres manchotas de sangre en el lomo... Del pobrecito garriento pos ni se supo onde jué a parar. Muy malo si'ha puesto el cristiano, pero ni nosotros los de Atlacomulco, ni tampoco los de Orocutfn, queremos que se pele. Si si 'alivia, pos la suerte quiso que jueran los de Orocutfn quienes le den otra vez pa sus tunas ... y si por el milagro que ahoy le venemos a pedir todos en junta al Siñor de Chalma, don Donatito queda con vida, nosotros los de Atlacomulco seremos los que le suénemos, entonces si, hasta que se le frunza pa siempre... Ora si que, como dijo el dicho, "a las tres va la vencida"... -La cosa está complicada, Tanilo Santos... -Ni tanto... ¡El Siñor de Chalma es carero, pero cumplidorcito! Amanecía en Chalma. Era el seis de enero, día de Reyes; por la vereda bajaban los de Xochimilco; un bosque de fragancias, una masa de colores y un eco de alabanzas los envolvía, en tanto los cohetes se elevaban hasta reventar en el cielo, como las urgidas preces de los mazahuas, de los tarascos, de los otomíes, de los pames, de los matlazincas ...
71 NUESTRA SEÑORA DE NEQUETEJE EL "TEST" de la psicoanalista nos interesó a todos. Ella había llevado a la expedición un álbum con reproducciones de obras maestras de la pintura. Ahí estaban, por ejemplo, la rolliza y saludable Lavinia de Ticiano; el Napoleón de David con el índice erecto, el gesto brioso y jinete en potro plateado; la Gioconda de Leonardo de Vinci, sonriente al arcano; la Isabel de Valois, a quien Pantoja de la Cruz colmó de prestigio y realeza en mueca y joyas; el "Hombre" visto por Theotocópuli; el "Sollozo" de Siqueiros, donde la mujer empuña el dolor en escalofriante actitud; el patético "Tata Jesucristo" de Goitia; el "Zapata" de Diego, santón bigotudo, baqueano de hambrientos y portaestandarte de causas albeantes como los calzones blancos y la blanca sonrisa de los indios; la "Trinchera", encrucijada de tragedia y nidal de maldiciones, en que José Clemente Orozco vació la intención en forma y erigió la protesta en colores y, en fin ... Los indígenas de aquel lugarejo -Nequetejé-, de aquella aldehuela perdida en las rugosidades de la Sierra Madre, miraban y miraban con admiración callada las láminas que despertaban en ellos excelencias y calidades agazapadas entre el moho de sus afrentas y el humazo de sus recelos. La vista punzante sobre los cromos y en las pupilas dilatadas por el pasmo, las gamas, los tonos y las formas reflejadas con la misma saña, con la misma furia con que el impacto estético había lesionado más los corazones que los cerebros.
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NUESTRA SEÑORA DE NEQUETEJE<br />
EL "TEST" de la psicoanalista nos interesó a todos. Ella<br />
había llevado a la expedición un álbum con reproducciones de<br />
obras maestras de la pintura. Ahí estaban, por ejemplo, la<br />
rolliza y saludable Lavinia de Ticiano; el Napoleón de David<br />
con el índice erecto, el gesto brioso y jinete en potro plateado;<br />
la Gioconda de Leonardo de Vinci, sonriente al arcano; la<br />
Isabel de Valois, a quien Pantoja de la Cruz colmó de<br />
prestigio y realeza en mueca y joyas; el "Hombre" visto por<br />
Theotocópuli; el "Sollozo" de Siqueiros, donde la mujer<br />
empuña el dolor en escalofriante actitud; el patético "Tata<br />
Jesucristo" de Goitia; el "Zapata" de Diego, santón bigotudo,<br />
baqueano de hambrientos y portaestandarte de causas<br />
albeantes como los calzones blancos y la blanca sonrisa de los<br />
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maldiciones, en que José Clemente Orozco vació la intención<br />
en forma y erigió la protesta en colores y, en fin ...<br />
Los indígenas de aquel lugarejo -Nequetejé-, de aquella<br />
aldehuela perdida en las rugosidades de la Sierra Madre,<br />
miraban y miraban con admiración callada las láminas que<br />
despertaban en ellos excelencias y calidades agazapadas entre<br />
el moho de sus afrentas y el humazo de sus recelos. La vista<br />
punzante sobre los cromos y en las pupilas dilatadas por el<br />
pasmo, las gamas, los tonos y las formas reflejadas con la<br />
misma saña, con la misma furia con que el impacto estético<br />
había lesionado más los corazones que los cerebros.