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Plácido Santiago. Por la boca de la anciana brotó una<br />
jaculatoria que corearon voces graves.<br />
El más viejo tomó la iniciativa; dos jóvenes lo ayudaron a<br />
descargar el pollino.<br />
-Habrá harto pulque en el velorio -dijo uno, cuando abrazó<br />
con satisfacción la bota henchida. -Habrá -confirmó otro,<br />
mientras cargaba a sus espaldas el pellejo.<br />
-Tú, Tomás, llévate el tercio de leña... Es la herencia de<br />
Plácido Santiago pa mi comadre Trenidá -dijo el viejo, a<br />
quien llamaban todos Tío Roque.<br />
Luego, entre varios hombres, treparon el cadáver en el burro:<br />
las piernas abiertas, rígidas, colgaban en compás sobre la<br />
barriga de la bestezuela; los dedos, que asomaban por entre<br />
los huaraches, eran racimos amarillentos, como frutos<br />
malogrados por la helada; la pelambre de la cabeza,<br />
fantásticamente braquicéfala, se revolvía al impulso del aire<br />
friolero de diciembre.<br />
Tras del pollino iban los hombres y las mujeres a paso lento,<br />
solemne; el animal de vez en cuando tiraba tarascadas a los<br />
renuevos de grama, sin curarse de la azotaina que seguía a los<br />
golosos intentos ... Mas en una de ésas, el cuerpo estuvo a<br />
punto de rodar; hubo alarma y gritería. Roque Higuera, el Tío,<br />
dispuso que un muchacho trepara a la grupa del jumento y<br />
mantuviera en equilibrio los despojos de Plácido Santiago.<br />
La caravana siguió su marcha, hasta torcer por la vereda que<br />
llevaba a Panales; a la retaguardia, "Tlachique", vivo el ojo y<br />
la lengua colgante, jadeaba al trotecilIo lobuno que había<br />
tomado.<br />
La comadrita Trenidá recibió sin lágrimas el (cadáver de su<br />
marido Plácido Santiago; la pena, que