Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Y las aletas de la nariz del que llevaba<br />
la mancera se ensanchaban con esa lujuriosa<br />
casta del animal que huele su nido.<br />
—¡Vamos! ¡Vamos, que esto tiene que<br />
quedar acabado hoy! —gritaba Bernardino.<br />
—No va a dar tiempo… —le hacía ver<br />
su hijo.<br />
—¿Cómo que no? ¡Tira para adelante, tira<br />
para adelante!<br />
Las horas, cortadas por la guadaña como<br />
el herrén, caían sumisas en la frescura del<br />
surco regado. Y se quedaban dormidas.<br />
—¡Da la vuelta! Y no los hagas tan anchos.<br />
—¡Careto! ¡Sigue, ladrón!<br />
—Vas a ver cómo lo dejamos todo hecho.<br />
¡Mira lo cerca que están los bardos…!<br />
—Lo peor son los bueyes… Si siguen tirando<br />
de esta manera…<br />
—¡Pícales! ¡Que aguanten un poco más!<br />
No les preocupaba más que el sudor que<br />
les corría a los animales por la ijada. Al celo<br />
egoísta de sus dueños, se unió un íntimo<br />
sentimiento de justicia, que distinguía el <strong>trabajo</strong><br />
voluntario del esfuerzo que se les imponía<br />
a las bestias.<br />
Hasta que el día, cansado también, llegó<br />
a su fin.<br />
—¡Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo!<br />
—¡Sea por siempre bendito y alabado!<br />
102