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trabajo - Confiar

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Queríamos llevarlo en hombros hasta la<br />

aldea:<br />

—No, no, hijos míos; primero que todo,<br />

tengo que darle de comer a mi molino…<br />

¡Imagínense! ¡Hace tanto tiempo que no tiene<br />

nada que masticar!<br />

Todos teníamos lágrimas en los ojos al<br />

ver al pobre viejo moverse de un lado para<br />

el otro, vaciando los sacos, vigilando la molienda,<br />

mientras el grano era triturado y el fino<br />

polvo de trigo candeal volaba hacia el cielo<br />

raso.<br />

Para hacernos justicia: a partir de ese día,<br />

jamás dejamos que al viejo molinero le faltara<br />

<strong>trabajo</strong>. Después, un día, el patrón Cornille<br />

murió, y las aspas de nuestro último molino<br />

dejaron de girar, para siempre esta vez…<br />

Muerto Cornille, nadie tomó su puesto. ¡Qué<br />

vamos a hacerle, señor!… Todo tiene un fin en<br />

este mundo, y hay que creer que el tiempo de<br />

los molinos de viento pasó como aquel de los<br />

coches sobre el Ródano, de los parlamentos y<br />

de las chaquetas de grandes flores.<br />

98<br />

De Cartas de mi molino.<br />

Traducción de Anita Gómez de Cárdenas

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