Las Sectas Destructivas y Demoníacas en España - Prolades.com

védica. Durante los años 70 adquirió una gran difusión entre la
juventud, hasta la muerte del líder en 1977, pero aún así, unos 20.000
jóvenes de todo el mundo siguen la ascética doctrina de Su Divina
Gracia: dieta escasa y vegetariana, dormir poco, trabajar mucho y
recitar 1.728 veces diarias el mantra: “Hare Krishna, Hare Krishna,
Krishna, Krishna, Hare, Hare, Hare Rama, Hare Rama, Rama, Rama, Hare,
Hare”. No es de extrañar que fuera detectada una curiosa relación de la
cúpula de los Hare Krishna con el programa de la CIA Mk Ultra para el
control mental y lavado de cerebro.
Hay cuatro categorías de Hare Krishnas: 1ª) los Brahmacari o estudiantes
del espíritu (cabeza
rapada, túnica de color naranjarosado).
Viven en comunas o
comunidades, dedicados al estudio
de los libros sagrados, trabajan
en las granjas, predican por las
calles; 2ª) integrada por los
casados (los Grihasthas); 3ª) los
casados que renuncian a la vida
familiar, se separan de su esposa
e hijos y se consagran a la práctica
permanente de yoga para
progresar en la conciencia de Krishna. Visten túnica de color rosado;
4ª) los sanyasines o "ascetas", que han renunciado a todo lo del mundo,
aunque usen lo necesario para subsistir, pero sin apego a nada ni deseo
alguno. Se dedican sobre todo a la predicación, al testimonio y a la
formación de los principiantes o Brahmacari. Sin morada fija en un
lugar determinado viajan predicando. Visten de color naranja. Los de
los cuatro grupos son célibes; los casados tienen relación sexual
solamente para tener un hijo.
Daniel Molina Gil Fillán (Devasi Dasa), es el "Brahmana-sacerdote"
en la Vrajamandala de Brihuega (Guadalajara).
Un albañil de Tarragona cuenta la triste historia de un amigo
suyo: “Conocí a Pablo hace dos veranos. Acababa de salir de una granja
que tiene una secta que se llama Hare Krishna o algo así en la
provincia de Guadalajara. Era un tío estupendo, pero con el coco
completamente comido. Se había salido de allí porque conoció a una
chica y los de la secta no le dejaban vivir con ella porque no era de
los suyos. Un grupo de amigos a los que el chaval nos había caído de
cine le buscamos trabajo y le aficionamos a salir con nosotros en bici
los domingos, pero no se le quitaba de la cabeza que tenía que volver a
la granja, que si no lo hacía se condenaba o yo qué sé que empanada le
habían metido; y que si lo pescaban lo matarían. Un domingo, delante de
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