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carteras se les había caído. Yo no sé qué fue exactamente lo
que ellas le respondieron, pero parece que una de ellas en
lugar de darle las gracias le dijo que por qué no les había dicho
antes, que era que si se quería robar la cartera o algo así. Y ahí
empezó todo señor agente, por eso empezaron las cosas, por
una cartera.
El señor ya muy ofendido les dijo que no era cierto, que él no
era ladrón, que él no había visto antes la cartera. Que por eso,
tan pronto la vio, les dijo. Pero las señoras no le creyeron, y
bueno, como el problema no era conmigo, yo seguí pensando
en mi nietecita y en que ya me había cogido la tarde, que tal
vez caminando hasta la quince y luego tomando otra ruta
hasta hubiese llegado más rápido. Es que mire señor agente,
de pura verdad, yo soy un hombre pacífico, siempre me recojo
muy temprano, con nadie me meto. Ni siquiera le dije nada al
chofer del bus, pese a que iba tan lento.
¿Este cuchillo? Es un cuchillo cecino, como un compañero,
siempre anda conmigo. Pero siempre va envuelto, en esta
mochila, que también siempre llevo conmigo, señor agente,
para que nadie sospeche que ahí va envuelto. Pero le juro
señor agente que esta vez hasta se me había olvidado que lo
llevaba conmigo. Como le decía, yo soy un hombre pacífico,
con nadie me meto. Mi hija siempre se preocupa, pero es que
ese cuchillo lo cargo desde siempre, desde mucho antes de que
ella naciera, es que es como mi tercera mano, usted no sabe
señor agente de cuántas cosas este cuchillo me ha salvado.
¿Que le siga contando de lo otro? Bueno, le sigo contando.
El caso es que el señor les insistió a las dos señoras que él jamás
se iba a robar una cartera, que él era un hombre honrado, que
lo que pasaba era que no había visto antes la cartera, y yo le
creí señor agente, hasta el muchacho debió también creerle,
pero las señoras no. Yo le creí señor agente, porque el señor
se subió en La Feria, y como usted puede ver él es casi de
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