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¿Que qué hacía en un bus de La Feria? Tiene razón, yo soy
del barrio Santander, pero como el bus de las Mercedes no
pasaba, Ruta Uno, usted sabe señor agente, decidí caminar
unas diez cuadras hasta La Feria para tomar este bus, que
pensándolo bien me dejaría en la puerta de mi casa. Yo soy un
hombre pacífico, señor agente, con nadie me meto, es la pura
verdad. El bus venía muy lento, como siempre, sobre todo
cuando casi no trae pasajeros porque es día de fiesta, usted
sabe, y los dos nos subimos en la misma parada: el señor y yo.
Él se sentó atrás, al lado de las señoras con un niño de brazos,
y yo busqué puesto adelante; en un bus desocupado es mejor
adelante, usted sabe.
Pero mire cómo son las cosas señor agente, es que todo estaba
para que sucediera lo que pasó. Yo casi siempre camino, pero
es que me demoré mucho en la casa de mi hija, allá en el
Santander; ella tuvo una nietecita, de ojos así como los míos,
usted sabe, y entonces me cogió la tarde.
Ah, sí, sí, ¿ese joven? Pues el joven se subió una cuadra
después, y ese bus a paso de tortuga; nada que andaba, y yo
tan tarde. Yo siempre acostumbro llegar a la casa a las seis;
por eso, como ya le dije, cogí este bus de La Feria. Todo pasó
unas cuadras después, antes de llegar a la 15, sí, aquí, subiendo
por la 28. Yo venía pensando en mi nietecita y en que iba a
llegar muy tarde, cuando de pronto, el señor, el que se subió
conmigo, muy amable, les dijo a las señoras que una de las
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