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podría <strong>de</strong>cir que era un niño sucio. Si Carmen estuviera aquí le<br />
diría que no era su culpa. Madre tampoco entendía.<br />
El olor <strong>de</strong> la aguapanela en las noches lo transporta siempre<br />
a casa, al televisor <strong>de</strong> la sala don<strong>de</strong> veía los matachos con<br />
Abue, a los ojos <strong>de</strong> pulpo <strong>de</strong> hermana cuando los árboles eran<br />
doblados hasta el piso por las tormentas y granizadas, y al<br />
cajón, al enorme cajón <strong>de</strong> tapa abierta y ma<strong>de</strong>ra negra que<br />
brillaba preciso ese día en que <strong>de</strong>spertó y no pudo sentarse<br />
con Abue a mirar los matachos.<br />
A veces duerme en el cuarto <strong>de</strong> padre y madre porque ve<br />
cosas. Pero que los dos, él y hermano, hayan dormido en el<br />
cuarto <strong>de</strong> ellos, en un colchón extendido en el piso, nunca<br />
había ocurrido. Des<strong>de</strong> que se conoce, ve en las noches rostros<br />
<strong>de</strong>formes, seres <strong>de</strong> cachos y patas, a veces con pezuñas y rabo.<br />
Otros con muecas <strong>de</strong> espanto y dolor, sólo dolor. A pesar <strong>de</strong><br />
que duerme con abuela y en las noches escucha la voz <strong>de</strong> ella<br />
cuando lo llama, la ventana <strong>de</strong> su cuarto hacia la calle es un<br />
espejo <strong>de</strong> mil caras. Después <strong>de</strong>l cajón, el enorme cajón en la<br />
sala, lo ve en las noches, en el cuarto, al lado o frente a la cama.<br />
El fino bigote recortado en cuadro, el color <strong>de</strong> veladora en la<br />
piel y la túnica violeta que le cubría el cabello y las orejas.<br />
Después <strong>de</strong> que apareció el cajón en la sala, cada que llueve,<br />
sólo piensa en Abue y en las historias <strong>de</strong> mamá, por lo borracho<br />
que él era. Borracho <strong>de</strong> todos los días y <strong>de</strong> cómo llegaba a casa<br />
a meterse con Abuela. Hasta que él nació. Seguía tomando,<br />
pero llegaba a casa en silencio a dormir. A veces lo llevaba a<br />
él <strong>de</strong> tienda en tienda: a la <strong>de</strong> Salomón, a la <strong>de</strong>l cruce. Don<strong>de</strong><br />
Fermín. En la otra tienda <strong>de</strong>l plan <strong>de</strong> la cancha. Don<strong>de</strong> Roque<br />
en La Gallera. Y en cada parada una copa. Hasta la penúltima,<br />
en Buenos Aires. Y la última, antes <strong>de</strong> irse a dormir con los<br />
carrillos hinchados y rojos <strong>de</strong> tanto esfuerzo por cargarlo a él.<br />
Abuelo y padre no se llevaron bien. Es que Abuelo era muy<br />
él. Eso <strong>de</strong>cía Madre. Abuelo nunca fue al médico. Tampoco<br />
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