descargar - Dirección Cultural UIS - Universidad Industrial de ...

de la guerrilla, haría doce horas de viaje en plena lluvia y con
amenaza de tormenta entre Pasto y Pereira. Y todo porque el
aeropuerto de Pasto se había nublado. Los demás pasajeros
harían en autobús dieciséis horas desde Pasto hasta Medellín,
mal que bien, acomodados en la silletería reclinable, con
espacios apenas justos para estirar las piernas. La mezcla de
gasolina y olor a vómito al interior del autobús, enrarecía la
atmósfera climatizada.
–Muy raro, es la primera vez que el bus sale lleno desde Pasto
–le dijo el conductor, como para apaciguar su ira contenida,
ahora que quiso, sin suerte, ponerse el cinturón de seguridad
de la silla auxiliar y éste se encontraba raído en uno de los
extremos.
Durante doce horas iría como un balancín de atrás hacia
delante, según las pendientes o los huecos y troneras de la
carretera y de un lado para el otro, según las curvas en zigzag.
Desde que salieron de Pasto, cuatro horas atrás, no paraba de
llover y él se había resignado a sostenerle una charla al chofer
con monosílabos. El ayudante se había ido a descansar a una
de las sillas reclinables del interior, no sin antes levantar a un
joven de cabello rubio al que había enviado a la parte delantera
del autobús. En cinco o seis horas el ayudante relevaría al
conductor; este último se echaría en el pasillo y pondría el
cojín como almohada y el joven de cabellera rubia volvería a
la silla reclinable. Así había sido el acuerdo entre el ayudante,
el conductor y la madre del joven, cuando ésta se percató, en
Pasto y justo antes de entregar la planilla de salida, que tres
pasajeros se quedaron sin puesto, entre ellos su hijo.
–¿Entonces no pudo salir del aeropuerto de Pasto? Eso ocurre
dos o tres veces por semana. La pista sólo pudieron hacerla en
la planada de Chachagüi, entre esa montonera de faldas. Con
tanto pico y desfiladero no hubo dónde más. A más de uno
le ha tocado irse hasta Cali en bus para hacer las conexiones
66