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descargar - Dirección Cultural UIS - Universidad Industrial de ...

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En el último año había sido más útil preparando yerbajos,<br />

encajando huesos o ligamentos y en ciertos casos aplicando<br />

los conocimientos <strong>de</strong> los seis semestres <strong>de</strong> medicina que había<br />

cursado antes <strong>de</strong> irse para Nueva York. De manera que allí<br />

abajo el ambiente estaba muy relajado. Renombrada su fama<br />

<strong>de</strong> brujo en los treinta y dos frentes, se cubrió <strong>de</strong> un hálito<br />

misterioso. Sus compañeros veían cómo había aprendido a<br />

cargarse los bultos sin inmutarse, en tanto que ninguno <strong>de</strong><br />

ellos se atrevía a acercarse al lugar don<strong>de</strong> éstos se encontraban.<br />

No era inmune a los gases <strong>de</strong>l explosivo, ni tampoco al miedo<br />

que le tasajeaba los nervios cuando se alzaba la carga y sus<br />

compañeros lo <strong>de</strong>spedían como a un fantasma. Pero todo<br />

le era indiferente; lo único que anhelaba era estar al lado <strong>de</strong><br />

su viejo para aliviarle el cáncer que lo consumía, según se lo<br />

había hecho saber su compadre Everardo cada vez que traía<br />

noticias <strong>de</strong>l llano.<br />

Como siempre, el camino era un <strong>de</strong>sierto sin vida, como si<br />

los malditos guañuces lo presintieran y con sus graznidos <strong>de</strong><br />

locos espantaran todas las almas. Ya en el páramo, la cosa era<br />

distinta: sólo él y el tenue sonido <strong>de</strong>l agua. Horas <strong>de</strong> intenso<br />

dolor por la carga, apaciguadas por intermitentes silencios.<br />

Su familia no había hecho más que llorarlo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su época<br />

<strong>de</strong> estudiante en la Facultad <strong>de</strong> Medicina, cuando se entregó<br />

a la droga y ya no se quería ni a sí mismo. En Nueva York<br />

había llegado a ser <strong>de</strong>svalijador <strong>de</strong> carros, intermediario <strong>de</strong> los<br />

carteles, cabrón <strong>de</strong> putas y acróbata <strong>de</strong> circo, hasta el día que<br />

lo remitieron al quirófano con el <strong>de</strong>do gordo <strong>de</strong>l pie girado<br />

hasta el tobillo. Cuando le dieron <strong>de</strong> alta, un tipo <strong>de</strong> la DEA,<br />

latino, había tenido el cuidado <strong>de</strong> conducirlo, no sin insultos,<br />

por los pabellones <strong>de</strong> los enfermos <strong>de</strong> heroína. Fue aterrador.<br />

En el primero, aquellos <strong>de</strong> los miembros hinchados que ya no<br />

tenían un solo espacio para pincharse. “Si ve H.P., eso es para<br />

que vea”. En el segundo, a los que ya sólo les quedaba espacio<br />

para pincharse en los ojos y la nuca. “Si ve, poca cosa”. En el<br />

tercero, los terminales, aquellos a los que se les <strong>de</strong>sprendían sus<br />

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