descargar - Dirección Cultural UIS - Universidad Industrial de ...
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saludar a la muerte, y para qué una muerte heroica, si al fin y<br />
al cabo era la muerte.<br />
El cargamento había permanecido por varios meses en<br />
el mismo lugar. La cuadrilla ya estaba aculillada y así se lo<br />
habían hecho saber al comandante para zafarse <strong>de</strong> cualquier<br />
responsabilidad. Eran dos mil bultos <strong>de</strong> trinitroglicerina, los<br />
que necesitaban, al otro lado <strong>de</strong> la cordillera, el 9º frente <strong>de</strong>l<br />
nororiente para volar, si fuera necesario, dos ciuda<strong>de</strong>s enteras.<br />
Pero tanto bulto amontonado podía llevarse en un santiamén<br />
a toda la cuadrilla y <strong>de</strong> paso la laguna que suministraba el<br />
lecho seco <strong>de</strong>l llano. Un <strong>de</strong>sastre que los pueblos <strong>de</strong> abajo<br />
jamás perdonarían.<br />
¿Qué otra cosa podía haber hecho? Fue una acción muy rápida<br />
cuando llegaron al Brama<strong>de</strong>ro y se lo cargaron <strong>de</strong> nuevo pa’l<br />
monte a seguirle un consejo <strong>de</strong> guerra por <strong>de</strong>sertor. No lo<br />
había podido creer, aún se acordaban <strong>de</strong> él. ¿Pero cómo no se<br />
iban a acordar, si lo acusaban <strong>de</strong> haberse cargado la plata que<br />
había necesitado el 9º para abastecer la tropa por un año?<br />
No eran tiempos para jugar a ser héroe, y menos cuando la<br />
moral <strong>de</strong> las tropas andaba por los suelos. Cuando lo pusieron<br />
frente al comandante, acaso éste lo miró <strong>de</strong> soslayo para<br />
impartir la or<strong>de</strong>n. Des<strong>de</strong> su huida nada había cambiado; ahí<br />
estaban los dos verdugos que dispararían, los mismos que con<br />
el comandante y su compadre Everardo se habían empotrado<br />
en el mando. Los <strong>de</strong>más miembros <strong>de</strong> la cuadrilla rotaban y<br />
se movían según las circunstancias, pero nunca eran más <strong>de</strong><br />
diez.<br />
Reanimado por la luz <strong>de</strong>l sol, luego <strong>de</strong> permanecer por varias<br />
semanas expuesto a los gases en la cueva don<strong>de</strong> almacenaban<br />
el cargamento, le alcanzó a gritar al comandante, no sin la<br />
ayuda <strong>de</strong> su compadre Everardo, quien, segundos antes <strong>de</strong><br />
que se cumpliera la or<strong>de</strong>n, había intercedido por él.<br />
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