descargar - Dirección Cultural UIS - Universidad Industrial de ...
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Des<strong>de</strong> caño Cristales hasta Peroles había una hora <strong>de</strong><br />
trayecto pandito, pero <strong>de</strong> ahí hasta el río Negro la jornada<br />
era extenuante, por un terreno que se hacía más ascen<strong>de</strong>nte<br />
hasta convertirse casi en una pared en el punto entre Toretes<br />
y Sacamujeres. Luego se recorría un breve camino, en pleno<br />
páramo, entre los caños Cachimbero y Lin<strong>de</strong>ros, para enfilar,<br />
por último, hasta La Putana. De ahí en a<strong>de</strong>lante todo era un<br />
secreto.<br />
De su silencio habían <strong>de</strong>pendido muchas cosas, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
entonces ya habían transcurrido varios abriles hasta ese día,<br />
en el que transportaba el último bulto <strong>de</strong> su libertad. Apuró el<br />
paso, pese a la carga que lo sofocaba.<br />
Aquel día no iba <strong>de</strong> camuflado. Se había alzado la ropa con<br />
la que lo capturaron ya hacía tres años. No se sentía a gusto;<br />
las botas le habían lacerado los pies y la ropa ya no le tallaba.<br />
No alcanzaba los uno setenta, pero era <strong>de</strong> complexión fuerte<br />
y <strong>de</strong> rostro anguloso, cortado por unos ojos sin brillo. Llevaba<br />
el cabello largo, muy largo, trenzado con una cuerda; en su<br />
hombro <strong>de</strong>recho, se imponía el tatuaje con la silueta <strong>de</strong> una<br />
mujer <strong>de</strong>snuda y en su muñeca izquierda una pulsera <strong>de</strong> coral,<br />
último recuerdo <strong>de</strong> su disipada vida en Nueva York.<br />
Nadie había querido medírsele al asunto; ni siquiera por toda<br />
la plata <strong>de</strong>l mundo que los comandantes <strong>de</strong> los treinta y dos<br />
frentes habían ofrecido. Subir los bultos era algo así como<br />
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