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–Mire, la cosa es muy sencilla. Fue Paola la que inició todo. –¿Paola? ¿Tu prima? –Sí, pero nadie sabe todavía. –Bueno, y qué tiene que ver Paola. Antes de viajar, ella almorzó conmigo y hablamos en buenos términos. ¿Sí se hizo todo como lo indiqué? –Sí, sí, sí profe. Eso fue lo de menos. Pero al final, cuando entregó los parciales la gente se rebotó. Usted dijo que iba a hacer recuperación, pero la gente tiene miedo. Usted sabe lo que cuesta un semestre en la U. Aún no entendía los argumentos de Jorge. Paola había sido su monitora en los últimos dos años. Fue hasta la cocina y tomó un vaso de agua, mientras Jorge le comentaba otros pormenores. Sentía que su oído iba a estallar y cambió el auricular de posición. –Bueno, pero hasta aquí no hay nada claro. Te pregunto otra vez: ¿qué tiene que ver Paola en todo esto? –Bien, profe, aquí es donde le voy a contar, pero por favor no me vaya a echar a la guerra. Usted sabe, profe, que Johana, la de las faldas cortas y las tetas grandes, ella va perdiendo su materia. Bueno, eso lo sabe todo el salón, pero lo que usted no sabe, profe, es que a ella le gusta de todo. Usted me entiende, profe, y Paola cayó y yo me he tenido que aguantar. –¿Bueno y qué tengo que ver yo en todo esto? –Pues muy sencillo profe, que Johana presionó a Paola para que le dijese cuanta cosa supiera de usted. Que usted cambia notas, que presiona a las estudiantes, que ha salido con varias. 132
¿Me entiende, no? Y ahí mismo Leo, su cuasi enemiga, inició una investigación. Eh, profe es que con el hambre que le carga a usted; y ahora con el salón rebotado, la vieja está envalentonada. No quería seguir escuchando y lo hubiera despachado con una excusa, pero debía escuchar lo que la facultad en pleno estaría comentando a sus espaldas. Tomó otro vaso de agua mientras ponía en orden lo que parecía evidente: una acusación que lo pondría de patitas en la calle o frente a un escarnio público. Por un momento dejó de escuchar la voz del estudiante. Se dirigió al sofá, apagó el televisor e intentó respirar tranquilamente, pero nada surtía efecto. Recuperó el diálogo. –Ok, Jorge, muchas gracias por tu interés. Te debo una. Hablaremos luego, me está entrando una llamada. ¿Nos vemos el lunes después de semana santa, ok? –No, no, no profe, espere, falta otra cosa. Pero por favor, profe, le repito, no me vaya a echar a la guerra. Yo quiero mucho a Paola, yo sé que lo que pasó con ella y lo de Johana fue algo que ella hizo sólo por experimentar con otras chicas. Pero ahora Johana la está presionando, mejor dicho, la está extorsionando. El caso fue que Johana obligó a Paola a firmar una carta. Ahí le cuento, profe. –¿Y sabes qué dice la carta?. –No, profe, no me la dejaron ver, pero por lo que sé es una carta tenacísima, de esas que dan miedo. –Está bien, no te preocupes. Esto es entre nosotros. Te debo una, tengo que colgar. Hablamos el lunes. –No, no profe, espere un momento, es que hay otro asunto. 133
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