descargar - Dirección Cultural UIS - Universidad Industrial de ...
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los tres al unísono, seducidos por aquella voz musical y por<br />
sus dientes casi perfectos.<br />
Veinte minutos <strong>de</strong>spués estaban en un centro comercial<br />
buscando unas pastas en la farmacia para el dominicano, una<br />
chaqueta para el costarricense y el cepillo <strong>de</strong> dientes para él.<br />
Al comienzo no se atrevió a mencionarle que no era un cepillo<br />
<strong>de</strong> dientes sino un calcetín lo que le faltaba para acompañar<br />
el traje que se pondría en la disertación <strong>de</strong>l día siguiente. Pero<br />
a un <strong>de</strong>scuido <strong>de</strong> sus dos compañeros se atrevió a revelarle<br />
el verda<strong>de</strong>ro motivo <strong>de</strong> su búsqueda, no sin sonrojarse y sin<br />
<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> temblarle las rodillas, como un adolescente. Ella <strong>de</strong><br />
inmediato lo tomó <strong>de</strong>l brazo y lo condujo a la sección <strong>de</strong> ropa.<br />
Quince minutos <strong>de</strong>spués estaban <strong>de</strong> regreso en el punto don<strong>de</strong><br />
habían acordado encontrarse. No habían hallado el calcetín,<br />
pero a él esos quince minutos le parecieron estupendos.<br />
Fueron a almorzar en el mall <strong>de</strong> comidas <strong>de</strong>l mismo edificio<br />
comercial. El resto <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> los cuatro recorrieron la estación<br />
<strong>de</strong> incendios y el centro histórico. Hacia las seis, en el malecón<br />
<strong>de</strong> la Guancha, comieron helados <strong>de</strong> piña, coco y parcha.<br />
No fue difícil <strong>de</strong>jarse seducir por la majestad y sencillez <strong>de</strong><br />
aquella sultana salida <strong>de</strong> un relato mágico, como los que<br />
atesoraba en su biblioteca. Ahora recuerda que en busca <strong>de</strong><br />
esos relatos había ido a Oriente, luego a Macao, don<strong>de</strong> por<br />
dos meses hizo la ruta <strong>de</strong> la sal y <strong>de</strong> las especias, en procura<br />
<strong>de</strong> encontrar un manuscrito <strong>de</strong>l que le habían hablado en<br />
Alejandría. Hasta Japón había ido y si le quedaban restos, hasta<br />
el fin <strong>de</strong>l mundo, para sumar una joya más a su colección. De<br />
ello trataría su disertación en la mesa que le había asignado<br />
la organización <strong>de</strong>l evento. Allí esperaba encontrarse con<br />
un exiliado cubano que tenía un montón <strong>de</strong> libros <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />
tiempos <strong>de</strong> Batista, antes <strong>de</strong> la revolución. Luego lamentó que<br />
el cubano hubiera cancelado el encuentro aduciendo que el<br />
FBI le estaba pisando los talones en la isla.<br />
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