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12.05.2013 Views

A LA SALUD DE LA SERPIENTE Yo canto el calor con rostro de recién nacido, el calor desesperado. 11 Le toca al pan romper al hombre, le toca ser la belleza del amanecer. IV En la ronda de la golondrina una tormenta se forma, un jardín se diseña. V Siempre habrá una gota de agua que dure más que el sol sin que el ascendiente del sol sufra por eso. VII Lo que viene al mundo para no trastornar nada, no merece ni consideración ni paciencia. XI Tú harás deJ alma que no existe, un hombre mejor que ella. XX No te encorves sino para amar. Aun muerto, sigues amando. XXIV Si habitamos un relámpago, allí está el corazón de lo eterno. XXVI La poesía es de todas las aguas claras la que menos se demora ante los reflejos de sus puentes. Poesía, vida futura en el interior del hombre que ha ganado en calidad. Le Poeme pulvérisé DECLARAR EL PROPIO NOMBRE* Yo tenía diez años. El Sorgue me engastaba. El sol cantaba las horas sobre la esfera tranquila de las aguas. La despreocupación y el dolor habían inmovilizado al gallo de hierro sobre el tejado de las casas y juntos se soportaban. Pero. ¿qué rueda en el corazón del niño al acecho giraba más fuerte, giraba más de prisa que la del molino de su incendio blanco? * Traducción de Alicia Bleiberg. René Cbar, Común presencia, Edición Bilingüe, Alianza Editorial, Madrid, 1986, 392 pp. 36 818l10mA O[ MEmO

EL ADOLESCENTE ABOFETEADO JUVENTUD DE LOS NÉVONS En el recinto del parque, el grillo sólo se calla para imponerse más En el parque de los Névons Ceñido de praderas, Un arroyo sin pendiente. Un niño sin amigo Difiíminan su tristeza Y viven mejor así. En el parque de los Névons Un rebelde se ha unido Al arroyo, al niño, A su mismo espejismo. En el parque de los Névons Mortal sería el verano Sin la voz de un grillo Que, un instante, se calla. Los mismos golpes que lo arrojaban contra el suelo lo lanzaban al mismo tiempo vida adelante, hacia los años futuros en los que, cuando sangrara, ya no sería por la iniquidad de uno solo. Semejante al arbusto al que sus raíces reconfortan y que apoya sus ramas herídas contra su tronco resistente, se replegaba a continuación en el mutismo de ese saber y en su inocencia. Al fin se escapaba, huía y se sentía soberanamente dichoso. Llegaba hasta el prado y la barrera de cañas cuyo limo acariciaba y cuyo seco estremecimiento percibía. Parecía que lo que la tierra había producido de más noble y de más perseverante lo había adoptado, en compensación. Volvería a empezar así hasta el momento en que, desaparecida la necesidad de romper, se irguiera atento entre los hombres, a la vez más vulnerable y más fuerte. ¡VIVA... ! Este país no es más que un deseo del espíritu, un contrasepulcro. En mi país se prefieren las tiernas pruebas de la primavera y los pájaros mal vestidos a las metas lejanas. La verdad espera la aurora al lado de una vela. No se presta atención al cristal de ventana. Qué le importa al hombre vigilante. En mi país, no se interroga a un hombre conmovido. No hay sombra maligna sobre la barca volcada. Buenos días apenas, es desconocido en mi país. Sólo se toma prestado lo que puede devolverse con creces. 37 siwaDErálco

A LA SALUD DE LA SERPIENTE<br />

Yo canto el calor con rostro <strong>de</strong> recién nacido, el calor <strong>de</strong>sesperado.<br />

11<br />

Le toca al pan romper al hombre, le toca ser la belleza <strong>de</strong>l amanecer.<br />

IV<br />

En la ronda <strong>de</strong> la golondrina una tormenta se forma, un jardín se diseña.<br />

V<br />

Siempre habrá una gota <strong>de</strong> agua que dure más que el sol<br />

sin que el ascendiente <strong>de</strong>l sol sufra por eso.<br />

VII<br />

Lo que viene al mundo para no trastornar nada, no merece<br />

ni consi<strong>de</strong>ración ni paciencia.<br />

XI<br />

Tú harás <strong>de</strong>J alma que no existe, un hombre mejor que ella.<br />

XX<br />

No te encorves sino para amar. Aun muerto, sigues amando.<br />

XXIV<br />

Si habitamos un relámpago, allí está el corazón <strong>de</strong> lo eterno.<br />

XXVI<br />

La poesía es <strong>de</strong> todas las aguas claras la que menos se<br />

<strong>de</strong>mora ante los reflejos <strong>de</strong> sus puentes.<br />

Poesía, vida futura en el interior <strong>de</strong>l hombre que ha ganado en calidad.<br />

Le Poeme pulvérisé<br />

DECLARAR EL PROPIO NOMBRE*<br />

Yo tenía diez años. El Sorgue me engastaba. El sol cantaba las horas sobre la<br />

esfera tranquila <strong>de</strong> las aguas. La <strong>de</strong>spreocupación y el dolor habían inmovilizado<br />

al gallo <strong>de</strong> hierro sobre el tejado <strong>de</strong> las casas y juntos se soportaban. Pero. ¿qué<br />

rueda en el corazón <strong>de</strong>l niño al acecho giraba más fuerte, giraba más <strong>de</strong> prisa que<br />

la <strong>de</strong>l molino <strong>de</strong> su incendio blanco?<br />

* Traducción <strong>de</strong> Alicia Bleiberg. René Cbar, Común presencia, Edición Bilingüe, Alianza Editorial, Madrid, 1986, 392 pp.<br />

36<br />

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