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UNA HISTORIA PIRATA - Ajuntament de Mont-roig del Camp

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LL<strong>UNA</strong> ROJA:<br />

<strong>UNA</strong> <strong>HISTORIA</strong> <strong>PIRATA</strong>


CAPÍTULO 1: EL ORIGEN<br />

Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l año 1500, en pleno siglo XVI, cuando la historia cuenta que<br />

comenzó la Edad <strong>de</strong> Oro <strong>de</strong> la Piratería, gobernaron nuestros mares temibles<br />

corsarios como Arudj Barbarroja. Su nombre <strong>de</strong>scribía a su singular barba<br />

rojiza. Nacido en Berbería, región ubicada en el norte <strong>de</strong> África, e hijo <strong>de</strong> un<br />

alfarero, Arudj Barbarroja empezó su historia <strong>de</strong> amor con la navegación como<br />

timonel en un humil<strong>de</strong> barco <strong>de</strong> mercancías. Con los años consiguió ser el<br />

almirante <strong>de</strong> su propio navío y <strong>de</strong>dicarse a la piratería, convirtiéndose en el<br />

corsario más temido <strong>de</strong> aquellos tiempos. Se estableció en Túnez, don<strong>de</strong><br />

habitaba con su hermano, Jeireddin, quien siguió sus pasos y superó al<br />

maestro, aunque no lo hiciera en fama.<br />

El pirata Jeireddin <strong>de</strong>dicó buena parte <strong>de</strong> su vida a perpetrar saqueos y<br />

abordajes, protagonizando episodios <strong>de</strong> la más temible <strong>de</strong> las piraterías. Como<br />

solían hacer los piratas más po<strong>de</strong>rosos, buscó un lugar <strong>de</strong> reposo en tierra y se<br />

estableció en Argel, Orán y Tánger, tres ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong> África cercanas<br />

a su región <strong>de</strong> origen. Estos lugares le servían como puntos <strong>de</strong> partida en sus<br />

campañas piráticas. Fue en Orán don<strong>de</strong> conoció a la princesa Fadhila, nieta <strong>de</strong>l<br />

último rey musulmán <strong>de</strong> Granada, Boabdil el Chico, expulsado <strong>de</strong> los territorios<br />

hispanos por Fernando e Isabel, los Reyes Católicos <strong>de</strong> la po<strong>de</strong>rosa Castilla.<br />

Jeireddin, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> poseer el carácter sanguinario <strong>de</strong> su hermano, tenía<br />

cierta sensibilidad cultural e interés por las ciencias y la política, características<br />

que le sirvieron para conquistar a Fadhila. De ese amor prohibido nació una<br />

hija, <strong>de</strong> tez morena y cabellos rojizos, <strong>de</strong> una belleza singular y <strong>de</strong> nombre<br />

Âmar, Luna en su significado árabe. La princesa Fadhila logró ocultar a su<br />

padre el nacimiento <strong>de</strong> la niña pidiéndole meses antes po<strong>de</strong>r visitar durante<br />

una temporada a su hermano Abenalsid, que moraba en Tánger. Abenalsid era<br />

un estudioso <strong>de</strong> las ciencias más avanzadas <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> aquel tiempo,<br />

heredadas <strong>de</strong> la virtud científica <strong>de</strong> la antigua Al-Andalus. Era un hombre <strong>de</strong><br />

pensamiento libre y avanzado para su época, y tenía por <strong>de</strong>bilidad a su<br />

hermana pequeña, por lo que aceptó con cariño protegerla <strong>de</strong> su padre,<br />

procurando por ese amor proscrito y por el buen nacimiento <strong>de</strong> su sobrina.<br />

Poco tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> nacer Âmar fue <strong>de</strong>scubierto el amor <strong>de</strong> Jeireddin y<br />

Fadhila por el padre <strong>de</strong> ésta, nuevo Sultán <strong>de</strong> Orán, y ante la con<strong>de</strong>na a muerte<br />

que dictaminó para ambos, huyeron a un <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>sconocido y <strong>de</strong>l que nunca<br />

regresaron, <strong>de</strong>jando en manos <strong>de</strong> su sabio hermano la crianza <strong>de</strong> la niña.


CAPÍTULO 2: LA LEYENDA DE LL<strong>UNA</strong> ROJA<br />

Âmar creció, así, envuelta en estudio y disciplina, arte, ciencia, matemáticas,<br />

filosofía, cultura y astronomía. En su adolescencia tenía ya amplios<br />

conocimientos sobre la navegación, un arte que adoraba y en el que soñaba su<br />

<strong>de</strong>stino. Cumplidos dieciocho años, justo antes <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su tío, diseñó<br />

su propio navío, una goleta <strong>de</strong> perfil excepcional y cualida<strong>de</strong>s anteriormente<br />

nunca vistas. Gracias a los amplios conocimientos en ciencia que había<br />

cultivado pudo aplicar en el diseño avances poco habituales <strong>de</strong> la época,<br />

convirtiendo a esa goleta en el barco más veloz que nunca había surcado el<br />

Mediterráneo.<br />

Bautizó el navío con el nombre <strong>de</strong> Nahla, que significa gota <strong>de</strong> agua, pues era<br />

así como uno se sentía cuando navegaba en él: ante la inmensidad <strong>de</strong>l mar, se<br />

<strong>de</strong>slizaba tan fácilmente que parecía <strong>de</strong>saparecer entre las aguas como lo<br />

haría una gota. Nahla sería su sustento, puesto que al haber muerto su tío, ser<br />

hija bastarda y proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> una dinastía <strong>de</strong>puesta, no tenía otra opción <strong>de</strong> vida<br />

que no fuera renunciar a su libertad casándose. Sin el amparo <strong>de</strong> un tutor<br />

varón que se lo permitiera, y difícil era encontrar a alguien la mitad <strong>de</strong> liberal<br />

que su tío, no podría seguir viviendo como quería. Sólo le quedaba la opción <strong>de</strong><br />

embarcarse en una vida totalmente distinta y, sobretodo, libre <strong>de</strong> cualquier<br />

atadura.<br />

Gracias a una pequeña dotación económica que le había <strong>de</strong>jado su tío a<br />

escondidas <strong>de</strong> la familia, y con ayuda <strong>de</strong> algunos conocidos, Âmar pudo poner<br />

a punto la embarcación para flotarla en mar abierto. Y así empezó a surcar el<br />

Mediterráneo, viajando <strong>de</strong> un lado a otro, conociendo <strong>de</strong>stinos, ciuda<strong>de</strong>s y<br />

pueblos: buscaba dotar su barco <strong>de</strong> una tripulación talentosa, formada a partir<br />

<strong>de</strong> las mejores experiencias <strong>de</strong> cada cultura, <strong>de</strong> cada pueblo. Conoció a<br />

cristianos, berberiscos, caviles y moriscos, y a medida que pasaba el tiempo<br />

más se enfurecía con las injusticias que los tiranos <strong>de</strong> esos pueblos cometían<br />

con sus gentes.<br />

Decidió, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> unos pocos años <strong>de</strong> ser observadora <strong>de</strong> penurias y<br />

opresión, <strong>de</strong>sempeñar la piratería, con el objetivo <strong>de</strong> luchar contra aquellos<br />

tiranos, contra los que aprovechaban su po<strong>de</strong>r para humillar y <strong>de</strong>sgraciar a<br />

gentes sencillas y trabajadoras. Al fin y al cabo, el oficio le venía <strong>de</strong> familia,<br />

tenía los suficientes conocimientos <strong>de</strong>l mar y la navegación como para<br />

<strong>de</strong>sempeñarla, contaba con el mejor navío y con grupos <strong>de</strong> fieles seguidores,<br />

<strong>de</strong> pueblos distintos <strong>de</strong>l Mediterráneo, con los que había contactado en sus<br />

viajes, y que le servirían <strong>de</strong> apoyo en su nueva aventura.<br />

En pocos años ya había logrado convertirse en toda una leyenda. Empezó a<br />

conocérsela por el apodo <strong>de</strong> Lluna Roja, por su nombre árabe y por el color <strong>de</strong><br />

sus cabellos. Pero también por la manera como actuaba en su empresa pirata.<br />

Había perfeccionado <strong>de</strong> tal manera sus asaltos y técnicas <strong>de</strong> abordaje, <strong>de</strong><br />

nuevo utilizando su talento y sus conocimientos científicos, que no se le conoce<br />

un solo intento fallido. Sólo actuaba una vez al mes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> estudiar y<br />

preparar al <strong>de</strong>talle cada asalto, siempre escogido, y cuando había luna llena.<br />

Perpetraba abordajes a otras embarcaciones <strong>de</strong> pueblos tiranos en los<br />

plenilunios, y asaltaba ciuda<strong>de</strong>s aprovechando las pocas lunas llenas rojizas


que se producen al año, habitualmente no más <strong>de</strong> dos o tres, puesto que la luz<br />

que producían provocaban confusión entre los vigías a la hora <strong>de</strong> divisar su<br />

flota pirata. Sus conocimientos <strong>de</strong> astronomía también le proporcionaron, así,<br />

un sistema <strong>de</strong> ataque imbatible.<br />

En los poblados costeros <strong>de</strong>l Mediterráneo temían las noches en las que veían<br />

aparecer en el horizonte una luna llena rojiza. Sabían <strong>de</strong> la posibilidad <strong>de</strong> ser<br />

asaltados por la temible Lluna Roja. Tal era su leyenda, tal su fama, que en<br />

esos días hombres y mujeres solían recogerse pronto, y a los niños se les<br />

asustaba con que la pirata los raptaría si no se portaban bien en esas noches.


CAPÍTULO 3: MIRAMAR<br />

En una pequeña población costera, Miramar, conocían la leyenda <strong>de</strong> la temible<br />

pirata Lluna Roja. Había llegado como lo hacían muchas otras noticias, por el<br />

pequeño puerto cargador con el que contaban, al que llegaban historias <strong>de</strong><br />

todo tipo, reales e inventadas. Las gentes <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a vivían <strong>de</strong> las cargas y<br />

<strong>de</strong>scargas <strong>de</strong> las embarcaciones, <strong>de</strong> la pesca y <strong>de</strong>l pequeño comercio <strong>de</strong> trigo<br />

y otro tipo <strong>de</strong> grano. El alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> esa población era Guillem Martí.<br />

Vivía en Miramar un joven <strong>de</strong> poco más <strong>de</strong> veinte años <strong>de</strong> figura esbelta,<br />

cabello moreno, piel tostada y ojos negros. Se llamaba Jaume Fontcuberta y<br />

había quedado recientemente huérfano <strong>de</strong> padre y madre. Como única familia<br />

le había quedado su hermano pequeño, <strong>de</strong> seis años, Josepet. De familia<br />

humil<strong>de</strong> pero muy querida por sus vecinos, el joven había trabajado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />

catorce años como campesino en las tierras <strong>de</strong>l Señorío <strong>de</strong>l Arzobispo <strong>de</strong><br />

Tarragona, en fincas cercanas a la población <strong>de</strong> Reus. Pasaba largas<br />

temporadas alojado en una casa <strong>de</strong> payeses que se encontraba en las propias<br />

tierras <strong>de</strong> labranza, y regresaba a su casa siempre que tenía ocasión para ver<br />

a su familia. Con la muerte <strong>de</strong> sus padres, Jaume se había visto obligado a<br />

<strong>de</strong>jar las labores <strong>de</strong>l campo y volver a Miramar para hacerse cargo <strong>de</strong> su<br />

hermano.<br />

Como bien <strong>de</strong>cíamos, los vecinos <strong>de</strong> Miramar tenían en mucha estima a la<br />

familia Fontcuberta, y no dudaron en ofrecer ayuda a Jaume para que pudiera<br />

tirar a<strong>de</strong>lante en el pueblo. El alcal<strong>de</strong> no le pudo ofrecer un trabajo con salario,<br />

pero sí un techo don<strong>de</strong> morar él y su hermano, el Torreón <strong>de</strong>ls Penyals, a<br />

cambio <strong>de</strong> que ejerciera <strong>de</strong> vigía <strong>de</strong>l pueblo. El objetivo era po<strong>de</strong>r prever los<br />

ataques piratas que se sucedían cada vez con más asiduidad en poblaciones<br />

costeras cercanas.<br />

Jaume pescaba lo que podía, y aceptaba todo tipo <strong>de</strong> pequeños trabajos que<br />

sus vecinos le encargaban a cambio <strong>de</strong> unas pocas monedas. Josepet y él<br />

comían <strong>de</strong> lo que conseguía <strong>de</strong>l mar, y ahorraba todo lo que podía para que el<br />

pequeño pudiera apren<strong>de</strong>r a leer y, así, labrarse un futuro mejor <strong>de</strong>l que él<br />

podría llegar a tener. No era un hombre culto, aunque sí listo, autodidacta e<br />

interesado en apren<strong>de</strong>r y saber <strong>de</strong> todo cuanto pudiera. Leía a duras penas<br />

gracias a su propio empeño, pero sabía que no podría saciar su hambre <strong>de</strong><br />

cultura y ciencia. Su obsesión era su hermano, vivía y se <strong>de</strong>svivía por él y para<br />

él: representaba todas las oportunida<strong>de</strong>s que hubiera querido para sí mismo y<br />

a las que había tenido que renunciar.<br />

En una noche cálida <strong>de</strong> julio, menos calurosa <strong>de</strong> lo habitual, Jaume vio<br />

aparecer sobre el mar la luna llena, una luna llena que empezó a teñirse <strong>de</strong><br />

rojo. Sabía que <strong>de</strong>bía agudizar su atención aquella noche, pues conocía, como<br />

todos, la posibilidad <strong>de</strong> un ataque inminente por parte <strong>de</strong> la gran pirata Lluna<br />

Roja.


CAPÍTULO 4: EL ASALTO<br />

No le dio tiempo a escapar. Jaume había divisado tar<strong>de</strong> la flota, como tantos<br />

otros vigías. Solo pudo advertirle a su hermano que permaneciera escondido<br />

en la torre, y empezar a correr gritando “Ens ataca Lluna Roja! Ens ataca Lluna<br />

Roja!”. Le tomaron preso antes <strong>de</strong> que pudiera llegar siquiera a casa <strong>de</strong>l<br />

alcal<strong>de</strong>.<br />

Lluna Roja llevaba semanas preparando el asalto. Había escogido a Miramar<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> interrogar a uno <strong>de</strong> sus esclavos, apresado en la última contienda<br />

en el puerto <strong>de</strong> Ciuta<strong>de</strong>lla <strong>de</strong> Menorca. De todos aquellos prisioneros que hacía<br />

en cada asalto solía escoger al que le parecía más listo, más culto, más lí<strong>de</strong>r o<br />

más valiente. Eran aquellos <strong>de</strong> los que Lluna Roja sacaba más información, o<br />

al menos, la información más fiable, suficiente para po<strong>de</strong>r perfeccionar su<br />

técnica <strong>de</strong> asaltos. No sucedió así con Bernat Major, un ladronzuelo <strong>de</strong>l tres al<br />

cuarto que pasaba como pequeño merca<strong>de</strong>r e imitaba finas maneras, pero que<br />

en realidad trapicheaba con todo cuanto podía, y rateaba en los puertos<br />

pequeñas cantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las mercancías que se <strong>de</strong>scargaban con el objetivo <strong>de</strong><br />

hacer contrabando. La noche en que fue apresado, quería aprovechar la tenue<br />

luz que había en el puerto para ratear <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los cargamentos recién<br />

llegados unas botellas <strong>de</strong> vino <strong>de</strong> Oporto, una nueva variedad que se estaba<br />

labrando buena fama y <strong>de</strong> las que podría sacarse unas cuantas monedas. Las<br />

botellas acabaron en Nahla, igual que él, que fue apresado durante el asalto<br />

antes <strong>de</strong> caer en la cuenta <strong>de</strong> lo que le estaba pasando.<br />

En su interrogatorio, Lluna Roja le sonsacó información, una tanta <strong>de</strong> la buena,<br />

y otra tanta bien poco fiable, propia <strong>de</strong> un pícaro como Bernat, que era capaz<br />

<strong>de</strong> ven<strong>de</strong>r el pellejo <strong>de</strong> su madre a cambio <strong>de</strong> salvar el suyo propio o conseguir<br />

sus fines. El ladrón le contó que era una suerte haber sido apresado por la<br />

tripulación <strong>de</strong> la más famosa <strong>de</strong> las piratas, puesto que él mismo la había<br />

buscado durante meses para unirse a sus contiendas.<br />

“Y por qué creéis, insensato, que yo os querría en mis contiendas? Qué podéis<br />

ofrecerme?”, le instigó malhumorada Lluna Roja. Él, con arrogante seguridad,<br />

le contestó que <strong>de</strong>streza y buena voluntad. La pirata soltó una carcajada <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sprecio, y a punto estaba <strong>de</strong> quitarse <strong>de</strong> encima <strong>de</strong> una patada a tal infeliz<br />

cuando Bernat corrigió sus palabras y le gritó: “Y el secreto <strong>de</strong> un <strong>de</strong>stino al<br />

que asaltar, plagado <strong>de</strong> buenas riquezas y un alcal<strong>de</strong> tirano que maltrata a<br />

pobres familias campesinas y pescadoras!”. Cambiando el semblante<br />

sarcástico, Lluna Roja se interesó por ese lugar, que Bernat conocía por haber<br />

trapicheado en su pequeño puerto. La al<strong>de</strong>a era Miramar, y sería el siguiente<br />

<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>stinos.<br />

Así se produjo, y así también fue como Jaume acabó en una bo<strong>de</strong>ga húmeda,<br />

fría y atestada <strong>de</strong> otros prisioneros en la imponente Nahla. Olía a podredumbre,<br />

<strong>de</strong>sesperación y ratas. El joven nunca se había imaginado en tal situación: era<br />

pru<strong>de</strong>nte, trabajador y su curiosidad por la cultura siempre le había llevado a<br />

imaginarse en lugares más elegidos. No creía merecer aquel <strong>de</strong>stino.<br />

Entristecido y preocupado por cómo estaría su hermano pasó inquieto lo que<br />

quedaba <strong>de</strong> noche. Al amanecer, unos brutos lo arrastraban <strong>de</strong> los pelos hasta<br />

la cabina <strong>de</strong> la capitana Lluna Roja.


CAPÍTULO 5: ASÍ EN EL MAR…<br />

Nada más entrar a empujones en la cabina <strong>de</strong> la capitana, que le esperaba<br />

para interrogarle, Jaume vio su silueta a contraluz. Entrecerró los ojos hasta<br />

que pudo poner rostro a la oscura figura. Divisó entonces un semblante dulce,<br />

singular. Le sorprendió su largo cabello rojizo y <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado que llevaba sin<br />

recoger. Le impactó su belleza, su porte fino pero insolente, sus ojos brillantes<br />

y su media sonrisa burlona. Lluna Roja era una mujer hermosa, diferente al tipo<br />

<strong>de</strong> bruja que siempre había imaginado, y lejana a la imagen que se contaba <strong>de</strong><br />

ella.<br />

La pirata cogió una vara <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra para empujarlo hacia el suelo, con objetivo<br />

<strong>de</strong> que quedara agachado y tuviera que mirarla <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una altura inferior,<br />

puesto que era así como vasallos y esclavos habían <strong>de</strong> mirar y dirigirse a sus<br />

amos. Lluna Roja empezó entonces su interrogatorio.<br />

“Así que sois el vigía <strong>de</strong> Miramar… un perro fiel a sueldo <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong>...”, dijo.<br />

Antes <strong>de</strong> que Jaume pudiera contestar, la pirata le hizo una señal para que se<br />

callara y continuó. “Veréis, estoy muy furiosa. Siempre consigo lo que me<br />

propongo, y en esta empresa pensaba hacerme con más mercancías y<br />

riquezas <strong>de</strong> las que mi tripulación me ha traído. Bienes, os recuerdo, que<br />

vuestro alcal<strong>de</strong> le ha quitado a las gentes sencillas <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a. Creo que las<br />

guarda a buen recaudo, y mis hombres no han sido capaces <strong>de</strong> encontrarlas. Y<br />

creo también que vos sabéis don<strong>de</strong> se escon<strong>de</strong>n”, le expresó imperativamente.<br />

Lejos <strong>de</strong> empequeñecerse y haciéndose fuerte gracias a la sarta <strong>de</strong> falseda<strong>de</strong>s<br />

que estaba oyendo, las primeras palabras que le espetó Jaume a Lluna Roja<br />

fueron: “Señora, estáis equivocada. Mi al<strong>de</strong>a es humil<strong>de</strong> y carece <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s<br />

riquezas. El alcal<strong>de</strong> es uno más entre las gentes sencillas <strong>de</strong>l pueblo. Y yo soy<br />

un vigía sin sueldo, un pescador y un buscavidas”. La mirada segura y<br />

<strong>de</strong>safiante que le <strong>de</strong>dicó a la capitana <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> soltar estas palabras turbó a<br />

Lluna Roja, causándole una sensación que nunca antes había experimentado<br />

con ningún prisionero. Era extraño que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que un pobre <strong>de</strong>sgraciado<br />

la <strong>de</strong>safiara no se sintiera enfurecida. Al contrario, le provocó una sonrisa que<br />

intentó escon<strong>de</strong>r, y le contestó impostando exageradamente la voz: “Sois muy<br />

osado al creer que podéis <strong>de</strong>safiar a la pirata más sanguinaria y temida <strong>de</strong>l<br />

Mediterráneo. Me gustaría saber si sois así <strong>de</strong> insensato porque no teméis a la<br />

muerte o por impru<strong>de</strong>ncia…”. Después <strong>de</strong> una pausa tensa continuó: “Tenéis<br />

un hablar y unos modales poco corrientes para un pescador buscavidas…Creo<br />

que me serviréis mejor en esta goleta que vendiéndoos en el mercado <strong>de</strong><br />

esclavos. Necesito un vigía que no me exija un sueldo y un buscavidas que<br />

sepa pescar cuando se me antoje un galludo”, dijo Lluna Roja irónicamente.<br />

Así fue como Jaume se encontró trabajando en las tripas <strong>de</strong> Nahla haciendo<br />

todo tipo <strong>de</strong> encargos a cada cual más absurdo y al antojo <strong>de</strong> la capitana:<br />

or<strong>de</strong>nar <strong>de</strong> más a menos gastadas las cartas <strong>de</strong> navegación, limpiar sus<br />

limpias botas diez veces seguidas, sacar brillo a las bombas <strong>de</strong> pólvora <strong>de</strong> los<br />

cañones, bañar al gato que había a bordo… Cada vez que Jaume iba en busca<br />

<strong>de</strong> la capitana para informarle <strong>de</strong> que había acabado el trabajo encargado, por<br />

supuesto como ella le había or<strong>de</strong>nado, la pirata le volvía a encargar otra


estúpida tarea, improductiva y cada vez más rápida <strong>de</strong> ejecutar. Después <strong>de</strong><br />

una semana <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su llegada al barco, Jaume ya se encontraba cara a cara<br />

con su captora, al menos, unas diez veces al día.<br />

Lluna Roja, claro, no le encargaba esas tareas sin sentido, como él creía.<br />

Aprovechaba cada encuentro para comprobar las reacciones <strong>de</strong> Jaume, <strong>de</strong>l<br />

que empezaba a estar preocupantemente interesada. En cada mirada y cada<br />

palabra buscaba en él una señal en la que ver que el interés se había<br />

convertido en algo mutuo. Con cada encargo que ella le hacía surgían dos,<br />

quizá tres preguntas sobre cuestiones vanas: qué le parecía esto, qué aquello,<br />

cómo veía a tal o cual cosa. Jaume siempre mostraba interés en contestar lo<br />

que pensaba, y veía con curiosidad las reacciones <strong>de</strong> la pirata, sus<br />

alocuciones, los temas <strong>de</strong> los que le hablaba. Era un pozo <strong>de</strong> sabiduría, y sin<br />

darse cuenta empezó a admirar todo cuanto ella era.


CAPÍTULO 6: …COMO EN LA TIERRA<br />

De las numerosas cortas veces que la capitana y Jaume se veían al día,<br />

pasaron a tener muchas y largas conversaciones. Ciencias, navegación,<br />

cultura, política… Compartían su estima por el conocimiento, algo que les fue<br />

uniendo sin darse cuenta. Día tras día Lluna Roja fue transmitiéndole más y<br />

más sobre lo que sabía, mientras Jaume hacía menos y menos tareas<br />

absurdas. Y así llego el primer beso. Y luego llegaron tres más. Ocho o diez al<br />

cabo <strong>de</strong> pocos días. Y otros días <strong>de</strong>spués llegó el contacto natural que les llega<br />

a dos personas que están abocadas a ser amantes.<br />

Nunca antes, ni Lluna Roja ni Jaume, habían vivido algo igual. En sus vidas<br />

pasadas no habían <strong>de</strong>jado espacio para el amor. La misión libertaria <strong>de</strong> una y<br />

la responsabilidad familiar <strong>de</strong>l otro les habían privado, hasta el momento, <strong>de</strong> tal<br />

distracción. Los siguientes días fueron los más apasionantes, apasionados y<br />

pasionales que uno pueda llegar siquiera a imaginar a bordo <strong>de</strong>l navío pirata<br />

más célebre <strong>de</strong> aquellos tiempos.<br />

Habían pasado ya cinco semanas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que Jaume fuera apresado, cinco<br />

semanas en las que su vida había cambiado totalmente <strong>de</strong> rumbo. También los<br />

quehaceres diarios <strong>de</strong> la gran pirata habían experimentado cambios. Empezó a<br />

confiar mucho más en su tripulación, se sentía más <strong>de</strong>spierta, ilusionada,<br />

alegre y feliz. Bromeaba, era más benevolente con los presos, se la oía reír a<br />

carcajadas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cualquier rincón <strong>de</strong>l barco. A todo el mundo a bordo le<br />

sentaba bien ese cambio <strong>de</strong> carácter, y a pesar <strong>de</strong> tener una actitud menos<br />

dura no disminuyó el respeto que se le merecía, más bien al contrario.<br />

Lluna Roja se dio cuenta <strong>de</strong> que su tripulación trabajaba con más ganas. Su<br />

historia <strong>de</strong> amor la hacía feliz a ella y a su gente. Pero, ¿y a Jaume? ¿Era más<br />

feliz estando con ella?. “Jaume, sois feliz a mi lado?”, le preguntó un día. El<br />

joven contestó con una franca sonrisa “Feliz soy a vuestro lado”, unas palabras<br />

tras las que se produjo un hondo silencio. La pirata le volvió a hacer esa misma<br />

pregunta al día siguiente, y al siguiente, y al otro. Y siempre recibía la misma<br />

respuesta: “feliz soy a vuestro lado”, y <strong>de</strong> nuevo un silencio al que Lluna Roja<br />

no replicaba. Ella insistía e insistía con su pregunta, puesto que a pesar <strong>de</strong><br />

parecer sincera, esa respuesta no le bastaba. Le obsesionaba ver que la<br />

aparente felicidad que él le mostraba no se correspondiera con la tristeza que<br />

intentaba disimular.<br />

Un día Lluna Roja le volvió a formular la pregunta, y <strong>de</strong> nuevo Jaume le<br />

respondió como acostumbraba. Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l silencio que siguió la pirata sí<br />

replicó: “Entonces por qué tenéis tristeza en vuestros ojos?”, dijo. Jaume la<br />

miró durante unos segundos que parecieron eternos. Y, finalmente, le contó por<br />

qué era feliz a su lado pero no podía <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> la tristeza que le<br />

acompañaba. Le contó que pa<strong>de</strong>cía por su hermano, por su pequeño, <strong>de</strong>l que<br />

no sabía nada. No conocía cuál había sido su <strong>de</strong>stino, si estaba vivo o muerto,<br />

si alguien se ocupaba <strong>de</strong> él. Que pensaba en él todos los días, y que la<br />

felicidad sería completa cuando se hubiera reunido con el niño.


Lluna Roja suspiró <strong>de</strong> alivio, dado que se había imaginado lo peor: que<br />

estuviera ya casado y tuviera cinco hijos, o que realmente no la quisiera como<br />

ella a él. La capitana le dijo que no se preocupara, que irían a buscar al<br />

pequeño y que podría vivir con ellos en la goleta. Jaume negó con la cabeza.<br />

“He pensado mucho en ello, y no creo que la piratería sea vida para un niño.<br />

Tiene que seguir en Miramar y labrarse un buen futuro gracias al estudio y el<br />

trabajo. Sólo yo puedo hacerme cargo <strong>de</strong> él para que eso suceda. Soy feliz en<br />

vuestro navío pero es en Miramar don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bería estar”.<br />

La pirata se enfureció y le gritó que no pensara ni por un momento que<br />

renunciaría a él por un mocoso. Claro que no tenía nada contra Josepet, ni<br />

contra ningún niño, ella adoraba a los pequeños. Pero le pudo la rabia, el<br />

egoísmo y sus fuertes sentimientos hacia Jaume, y se negó siquiera a pensar<br />

en la posibilidad <strong>de</strong> renunciar a su amado. Tampoco quiso escuchar al joven<br />

cuando le propuso que <strong>de</strong>jara una vida tan dura y se retirara con ellos en<br />

Miramar, así podrían estar siempre juntos. Le cegaba la ira al oír esas<br />

palabras. Ella era Lluna Roja. Era la pirata más temida <strong>de</strong>l Mediterráneo. La<br />

capitana más valiosa. La corsaria más conocida. Tenía todavía muchas<br />

aventuras por vivir, muchos lugares a los que arribar, <strong>de</strong>masiados tiranos a los<br />

que acosar. ¡Ella era Lluna Roja, qué insolencia pensar en que podría<br />

renunciar a su <strong>de</strong>stino! Le gritó que habían acabado, por supuesto, y que se<br />

tomaría unos días para <strong>de</strong>cidir qué hacer con él.<br />

Los siguientes días fueron fríos y silenciosos para ambos. Nadie en el barco<br />

volvió a hablar <strong>de</strong> los amantes. Él volvió a la bo<strong>de</strong>ga fría <strong>de</strong> los prisioneros,<br />

sumiéndose aún más en la tristeza <strong>de</strong> la que hablaban sus ojos, mientras ella<br />

endurecía <strong>de</strong> nuevo su carácter con su tripulación y los esclavos.<br />

Pasaron cinco días, con sus cinco noches, y por fin Lluna Roja llamó a Jaume a<br />

su cabina. Ya estaba <strong>de</strong>cidido. Después <strong>de</strong> reflexionar, reflexionar y reflexionar<br />

llegó a una conclusión: no quería prescindir <strong>de</strong> él por tanto que lo amaba, pero<br />

tanto lo amaba que no podía más que prescindir <strong>de</strong> él. Le <strong>de</strong>volvería a tierra,<br />

junto a Josepet.<br />

Y así lo hizo. Desembarcó a Jaume en Miramar, prometiéndole con lágrimas en<br />

los ojos que se encontraría con él todas las veces que le fuera posible. Él<br />

pasaba horas ante el mar, suspirando por que cada nuevo día fuera el que los<br />

reuniera <strong>de</strong> nuevo. A veces cada seis meses, otras veces cada diez, venía<br />

siempre por sorpresa, pero cada vez repleta <strong>de</strong> tesoros y buenas mercancías<br />

para todos los al<strong>de</strong>anos <strong>de</strong> Miramar. Y siempre que volvía, nunca <strong>de</strong> noche, ni<br />

con luna llena, ni roja, sino cuando <strong>de</strong>spuntaba el sol, todos los habitantes <strong>de</strong>l<br />

pueblo organizaban una fiesta en su honor que duraba todo el día y toda la<br />

noche.


EPÍLOGO<br />

Cuenta la leyenda que un día, <strong>de</strong> repente, Lluna Roja <strong>de</strong>sapareció. Nunca más<br />

se le vio postrada en proa, dirigiendo sus navíos y <strong>de</strong>safiando a las tiranías <strong>de</strong>l<br />

mundo mo<strong>de</strong>rno. No se volvieron a repetir saqueos contra al<strong>de</strong>as y ciuda<strong>de</strong>s<br />

costeras. Nunca, nadie, volvió a verla. Cuenta la leyenda que <strong>de</strong>sapareció <strong>de</strong><br />

los mares para pasar el resto <strong>de</strong> su vida en una pequeña al<strong>de</strong>a llamada<br />

Miramar junto a los suyos, junto a Jaume, Josepet y otros que vinieron<br />

<strong>de</strong>spués, y que <strong>de</strong>jaron huella generación tras generación hasta las que hoy<br />

pueblan este lugar <strong>de</strong>l mundo.

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