PORTADILLA - Informe sobre Desarrollo Humano en Bolivia - (PNUD).

PORTADILLA - Informe sobre Desarrollo Humano en Bolivia - (PNUD). PORTADILLA - Informe sobre Desarrollo Humano en Bolivia - (PNUD).

12.05.2013 Views

24 TensIOnes IRResueLTAs: BOLIvIA, PAsADO y PResenTe Recapitulando, por una u otra vía, el dualismo asimétrico de la sociedad colonial continuó y hasta se agudizó con el neocolonialismo republicano. Pero al mismo tiempo, como contrapunto, este enfoque nunca contó con la sumisión pasiva de los pueblos originarios dominados. Desde su gestación y parto, Bolivia no sólo es una sociedad multicultural sino que este rasgo ha tomado y mantenido el perfil y la clara asimetría de una sociedad neocolonial. Ésta es la gran estructura fundante, el “pecado original” que, de una u otra forma, sigue condicionando al país de manera reiterada a lo largo de toda su historia. El Estado del 52 y los campesinos La derrota de Bolivia ante el Paraguay en la Guerra del Chaco provocó una profunda crisis nacional y la búsqueda colectiva de un nuevo estilo de país. Algunos de esos nuevos lineamientos se perfilaron en la Asamblea Constituyente de 1938 (Barragán, 2005: 359-371), pero el cambio real tuvo que pasar por la sangrienta Revolución del MNR en 1952, que llevó a la presidencia a su jefe, Víctor Paz Estenssoro. Surgió así el llamado “Estado del 52”, que con cambios significativos pero secundarios persistió hasta su desmantelamiento en 1985. Éste fue el intento más largo y logrado de la historia de construir una estructura estatal relativamente sólida e inclusiva del conjunto de la población, en contraste con lo que George Gray (2006) llama “el Estado [boliviano] como modus vivendi”. En términos económicos, se caracterizó por la concentración de empresas o “corporaciones” estatales, empezando por la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), fruto de la nacionalización de las minas, y Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y siguiendo con otras varias empresas a la sombra de la Corporación Boliviana de Fomento (CBF). En términos políticos, la tendencia del nuevo régimen, inspirada en otras experiencias contemporáneas como las del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México y el peronismo en Argentina, era consolidar un partido omnipotente y omnipresente –el MNR– al que debían responder las diversas organizaciones sociales. El MNR, que había subido al poder con el apoyo de la Policía contra el Ejército, complementó a la primera con su temido mecanismo represivo de “control político” y sustituyó al segundo con sus “milicias populares”, formadas principalmente por mineros y campesinos y equipadas con los viejos fusiles Máuser de la Guerra del Chaco, aunque después abrió de nuevo el Colegio Militar con la vana esperanza de formar un nuevo Ejército fiel a su Revolución. Con ese modelo, se implementó una serie de transformaciones públicas y sociales, entre las que sobresalen, para nuestro tema, el voto universal, incluso para las y los indígenas analfabetos, que eran todavía la gran mayoría del país; la masificación de escuelas rurales (sin cuestionar su típico enfoque castellanizador y

LARgA memORIA De LO éTnIcO en BOLIvIA, cOn TemPORALes OscILAcIOnes 25 “civilizatorio”); las nuevas organizaciones sindicales campesinas fomentadas por el Gobierno y una nutrida y leal “brigada parlamentaria campesina” en el Congreso. Con la ayuda y, a veces, la iniciativa de estos nuevos “sindicatos” campesinos, la Reforma Agraria logró desmantelar el tradicional sistema de haciendas en la región andina. Sin embargo, sentó a la vez las bases para una nueva estructura agraria dual en la frontera agrícola que se fue expandiendo en las promisorias tierras bajas del Oriente, con miras a la autosuficiencia, modernización y diversificación agropecuaria del país, mediante grandes fincas y empresas al lado de las pequeñas propiedades de los colonizadores. Empezó así a incubar lo que, con los años, sería la cara contrarevolucionaria del MNR (la nueva oligarquía terrateniente y agroindustrial del Oriente) y uno de los mayores conflictos estructurales internos del país. Como consecuencia de la Reforma Agraria, en el occidente andino, los “campesinos” pasaron a ser los más leales aliados del régimen que hacían frente militantemente a cualquier intento subversor. Más aun, en la región quechua del Valle Alto de Cochabamba, donde los campesinos ya habían luchado contra los patrones y donde se firmó el decreto (y futura ley) de Reforma Agraria (Dandler, 1984), y en algunas otras regiones, como los valles quechuas del Norte de Potosí y la región aymara de Achacachi, llegaron a funcionar los llamados “superestados campesinos”, donde los dirigentes asumían de hecho las principales funciones del Estado, con notables márgenes de autonomía aunque sin cuestionar su lealtad al Gobierno del MNR. Es célebre el regimiento popular de los ucureños (provenientes del lugar donde se inició y firmó la Reforma Agraria), presente siempre que había alguna asonada contra el Gobierno, no sólo en Cochabamba sino también en lugares más distantes como las minas estatales, cuyos obreros pronto se distanciaron del Gobierno, su nuevo “patrón”, y Santa Cruz, donde se impusieron a la rebelde oligarquía terrateniente, en uno los primeros conflictos abiertos entre collas y cambas (Albó y Barnadas, 1995: 217-226; Albó, 1999: 467-471). Pero el costo de la incorporación orgánica del sector rural fue que el Estado desconoció y pretendió borrar las identidades culturales de estos pueblos. Bajo el legítimo argumento de eliminar la discriminación racial contra los “indios”, se los empezó a llamar “campesinos” y sus organizaciones comunales se transformaron en “sindicatos campesinos”, aunque ya no tuvieran patrón ni reivindicaciones claras como la recuperación de sus tierras. En los primeros años, los propios interesados, por lo general, aceptaron con ilusión y hasta con orgullo este cambio, incluso en áreas que nunca tuvieron haciendas ni patrones, pensando que era el camino para liberarse de la explotación y la discriminación y llegar a ser ciudadanos plenos y modernizados dentro del Estado. En medio de estas indudables transformaciones, el nuevo Estado del 52 no siempre tuvo éxito en sus pretensiones, ya sea por los conflictos entre sus alas internas, o por problemas económicos y de gestión en Comibol y otras empresas estatales, o por la creciente dependencia de Estados Unidos para cu-

LARgA memORIA De LO éTnIcO <strong>en</strong> BOLIvIA, cOn TemPORALes OscILAcIOnes 25<br />

“civilizatorio”); las nuevas organizaciones sindicales campesinas fom<strong>en</strong>tadas por el<br />

Gobierno y una nutrida y leal “brigada parlam<strong>en</strong>taria campesina” <strong>en</strong> el Congreso.<br />

Con la ayuda y, a veces, la iniciativa de estos nuevos “sindicatos” campesinos, la<br />

Reforma Agraria logró desmantelar el tradicional sistema de haci<strong>en</strong>das <strong>en</strong> la región<br />

andina. Sin embargo, s<strong>en</strong>tó a la vez las bases para una nueva estructura agraria dual<br />

<strong>en</strong> la frontera agrícola que se fue expandi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> las promisorias tierras bajas del<br />

Ori<strong>en</strong>te, con miras a la autosufici<strong>en</strong>cia, modernización y diversificación agropecuaria<br />

del país, mediante grandes fincas y empresas al lado de las pequeñas propiedades<br />

de los colonizadores. Empezó así a incubar lo que, con los años, sería la cara contrarevolucionaria<br />

del MNR (la nueva oligarquía terrat<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te y agroindustrial del<br />

Ori<strong>en</strong>te) y uno de los mayores conflictos estructurales internos del país.<br />

Como consecu<strong>en</strong>cia de la Reforma Agraria, <strong>en</strong> el occid<strong>en</strong>te andino, los<br />

“campesinos” pasaron a ser los más leales aliados del régim<strong>en</strong> que hacían fr<strong>en</strong>te<br />

militantem<strong>en</strong>te a cualquier int<strong>en</strong>to subversor. Más aun, <strong>en</strong> la región quechua del<br />

Valle Alto de Cochabamba, donde los campesinos ya habían luchado contra los<br />

patrones y donde se firmó el decreto (y futura ley) de Reforma Agraria (Dandler,<br />

1984), y <strong>en</strong> algunas otras regiones, como los valles quechuas del Norte de Potosí<br />

y la región aymara de Achacachi, llegaron a funcionar los llamados “superestados<br />

campesinos”, donde los dirig<strong>en</strong>tes asumían de hecho las principales funciones del<br />

Estado, con notables márg<strong>en</strong>es de autonomía aunque sin cuestionar su lealtad al<br />

Gobierno del MNR. Es célebre el regimi<strong>en</strong>to popular de los ucureños (prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes<br />

del lugar donde se inició y firmó la Reforma Agraria), pres<strong>en</strong>te siempre que<br />

había alguna asonada contra el Gobierno, no sólo <strong>en</strong> Cochabamba sino también<br />

<strong>en</strong> lugares más distantes como las minas estatales, cuyos obreros pronto se distanciaron<br />

del Gobierno, su nuevo “patrón”, y Santa Cruz, donde se impusieron a la rebelde<br />

oligarquía terrat<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> uno los primeros conflictos abiertos <strong>en</strong>tre collas<br />

y cambas (Albó y Barnadas, 1995: 217-226; Albó, 1999: 467-471).<br />

Pero el costo de la incorporación orgánica del sector rural fue que el Estado<br />

desconoció y pret<strong>en</strong>dió borrar las id<strong>en</strong>tidades culturales de estos pueblos. Bajo el<br />

legítimo argum<strong>en</strong>to de eliminar la discriminación racial contra los “indios”, se los<br />

empezó a llamar “campesinos” y sus organizaciones comunales se transformaron <strong>en</strong><br />

“sindicatos campesinos”, aunque ya no tuvieran patrón ni reivindicaciones claras<br />

como la recuperación de sus tierras. En los primeros años, los propios interesados,<br />

por lo g<strong>en</strong>eral, aceptaron con ilusión y hasta con orgullo este cambio, incluso <strong>en</strong><br />

áreas que nunca tuvieron haci<strong>en</strong>das ni patrones, p<strong>en</strong>sando que era el camino para<br />

liberarse de la explotación y la discriminación y llegar a ser ciudadanos pl<strong>en</strong>os y<br />

modernizados d<strong>en</strong>tro del Estado.<br />

En medio de estas indudables transformaciones, el nuevo Estado del 52<br />

no siempre tuvo éxito <strong>en</strong> sus pret<strong>en</strong>siones, ya sea por los conflictos <strong>en</strong>tre sus<br />

alas internas, o por problemas económicos y de gestión <strong>en</strong> Comibol y otras<br />

empresas estatales, o por la creci<strong>en</strong>te dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de Estados Unidos para cu-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!