Abril Nº 113 - Biblioteca Virtual El Dorado

Mientras tanto, las labores del ferrocarril continuaban.
Poco a poco las vias se iban tendiendo a través de pantanos y
selvas. La" deserciones y la enfermedad seguían causando
bajas y en ocasiones, las lluvias torreneIales destruían diques
o terraplenes cuya construceIón había costado "emanas de ardua
labor. Pero en julio de 1852 se habían terminado treinta
y siete kilómetros de vía. A fines del siguiente año, estaban
abiertas al tráfico cincuenta y dos y en mayo de 1854 la línea
p1cstaba sfrvicio hasta Gorgona, eliminando por completo la
neccsid...d del viaje en piragua para remontar el Chagres.
Mientras tanto, se habían estado enviando trabajadores y
materiale" pOI' la ruta del cabo de Horno" v "e comenzaron las
labores desde-la eÎudad de Panamá. El 27 de enero de 1655
las do" cuadrilas de obreros encargada" de colocar rieles se
encontraron a media noche, bajo un fuerte aguacero f' in"talaron
el último tramo. Había quedado terminado el primer ferrocarril
trascontinental del hemisferio, un año antes de que
otro atravesara el río Misi"ipí en lo" F.stados Unidos.
Inmediatamente después de inaugurar la línea, la compañí~~
ferrocarril era estableció un hor¡ir'io dI' sprvkio diario entre
Colón y Panamá. Mediante posteriores mejoras, las cuatro o
cinco horas que duraba el viaje pudieron reducir"e a tre" y,
más adelante, a hora y media,
Los directores de la empre"a fijaron unas tarifas que ellos
mi"mos reconocieron que eran exorbitantes: cineo dólares el
pasaje, diez centavo" por libra de equipaje personal y diez dólares
por el derecho a usar como camino el terraplén del ferrocarriL.
Con gran sorpresa .v ventaja, encontraron que, con
,,610 pocas protestas el públieo estaba dispue"to a pagar esos
~)l'ecios. En verdad, antel'ormente los viajeros habían tenido
que pagar más por atravesar el i"tmo en pil'agua y a lomo de
mula, medio de transporte que no podía compararse con el tren
('n comodidad, seguridad y rapidez.
M uchas líneas na vieras hicieron uso de 1 as instalaciones
ferroviarias y. así los primeros catorce años de funcionamiento
del fûnocal'il fueron de prosperidad. El capital inicial de la
compañía, de un millón de dólares, se multiplicó por más de
cien. Durante los doce años que siguieron a su inauguración,
e! ferroct~rril transportó oro en polvo y en pepitas v oro y plata
en monedas por más de setecientos cincuenta milones de dólare"
cobrando un cuarto del uno por ciento del valor de cada
embarque. Sus accione" se convirtieron en las de más alta cotización
en la Bolsa de Nueva York y, en 1868, pagaron a los
accion!sta" dividendos del 44 por tiento.
Sin embargo, el ferrocarril no complacía a todo el mundo.
Aunque el pueblo panameño había puesto sus esperanzas en
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