Abril Nº 113 - Biblioteca Virtual El Dorado

Los problemas laborales fueron un continuo quebradero
de cabeza para el ferrocarril de Panamá. Con la mayor parte
de los panameños en la lucrativa nctividad de proveer a las
necesidadeR del creciente número de viajeroR que atravesaban
el istmo, la compañía tenía que buscar en otras parteR sus
obreros. LaR primeraR ¡aboreR se emprendieron con hombres
llevados de Nueva Granada, Jamaica y lOR Estados Unido:,. La
mayor parte de los recién llegadoR, sin embargo, encontraron
insoportableR laR condiciones de vida, el clima y laR enlermedades
tropicales y, o bien cayeron enfermos, o desertaron
de SUR empleos atraídos por la tentación del oro de California.
AgenteR de la compañía recorrieron Europa y el Oriente en
busca de reemplazantes. Nuevos trabajadoreR llegaron de Inglaterra,
Irlanda, Francia, Alemania, Austria, India y China.
Un grupo de irlandeses que llegó atraído por los anuneios de
"dinero, aventura y mujeres" fue pronto víctima de la endémica
"fiebre de Panamá". De unos ochocientos chinos traídoR
de Hong Kong, más de cien cayeron enfermos durante la primera
Remana. Muchos otros se sintieron deprimidoR, llcgando
hasta el Ruieidio. Después de uriOR cuantos me Res, sólo quedaban
alrededor de doscÍentoR obreros y IOR f'uncionarioR de la
compañía decidieron embarcarlos para Jamaica y retornar con
negros jamaicanos, que habían demostrado ser los que mejor
Re adaptaban a aquel tipo de trabajo.
Otros problemas abrumaban, además, a los dirigentes de
la empresa ferroviaria. Los viajeroR que cruzaban el istmo
enfrentaban desde hacía mucho tiempo el peligro de ntaque
por parte de los bandidos que infestaban la zona. Como el
gobierno de Nueva Granada estaba afrontando en aquella época
un periodo de disturbios políticos en Bogotá, poca atencióri
podía prestar al mantenimiento de una fuerza policial efica?:
para proteger a laR transeúntes del lejano Panamá. Dio, Rin
embargo, permiso a la compañía del ferrocarril para establecer
su:, propias medidaR de polieía. InveRtidoR de tal autoridad 10R
emr~reRarioR contrataron los Rcrvícios de un esbelto exguardabosque
de 'r-exaR llamado R~1n Runnels para que organizara la
guardia del iRtmo. Runnels, comerciante y agente comisioniRta
establecido en Panamá desde 1851, llevaba algún tiempo dando
escolta a SUR propios trenes de mulaR que atnwesaban el
istmo. Los cuarenta guardias que seleccionó merecieron a un
viajero el siguiente comentario: "Es un grupo de deRcamisados
descalzos, sin orden ni concierto, que pudieran muy bien
pasar por los cuarenta ladrones. . . " Actuando en secreto les
fue posible deRcubrir la identidad de los jefes de las bandas
de ladrones. y una noche descargaron su golpe. A la mañana
siguiente, los vecinos de Panamá se encontraron al deRperIar
con que treinta .Y siete cadáveres colgaban dela muralla
del puerto de su ciudad. AcciÓn tan sumarísima, repetida
cada vez que era necesario, dio resultados efectivos.
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