Abril Nº 113 - Biblioteca Virtual El Dorado

viaiias fueron presentados al gobierno de Nueva Granada (Colombia),
a cuyo país se había anexado Panamá a raíz de obtener
su independencia de España. Sin embargo, todas aquellas
proposiciones fueron rechazadas. En la década de 1830 a
1840, (iÒs grupos de empref'arios obtuvieron concesiones para
cOlli4truir un ferrocarril a través del istmo, pero sus planes
nunca se realizaroii.
Hacia 1846, cuando la colonización norteamericana hacia
el oeste había comenzado y los Estados Unidos adquirieron el
tenItorio de Oregón, se hizo esencial el establecimiento de
alguna ruta que enlazara el Atlántico con el Pacífico. El año
anterior, Asa Whitney había solicitado del gobierno norteamericano
una concesión de tierras para construir un ferrocarril a
través de los Estados Unidos. Los funcionarios gubernamentales
consideraron que su plan era fantástico debido a las fuertes
nevadas del invierno y al peligro de los indios a lo largo
de la ruta. Ante las alternativas de los extensos recorridos
en carreta, igualmente peligrosos, para atravesar los llanos
y las montañas, y la de la travesía marítima alrededor del
cabo de Hornos, que tardaba seis meses, los viajeros volvieron
los ojos hacia el istmo de Panamá como el medio más rápido
y seguro de llegar al oeste. Después de que en 1848 se establecieron
servicios por agua tanto de Nueva York al río Chagres,
como desde la ciudad de Panamá a Oregón, el único
problema era el dü la tediosa jornada de cuatro o cinco días
a través del istmo. Para hacer el trasbordo los viajeros debían
suIrir una fatigante travesía de dos a cuatro días remontando
el curso del Chagres en piraguas, haciendo noche en sucios
paradores a lo largo del río, "comiendo una correosa carne de
cürdo y tomando un café terroso y un coñac detestable", según
reza la queja de uno de aquellos viajeros. Al llegar a los
puestos fIuviables de Gorgona o de Cruces, los viajeros debían
continuar a lomo de mula para salvar las dificiles y frecuentemente
peligrosas treinta milas de tierra continental que les
separaban de la ciudad âe Panamá.
Un ferrocarril que atrhvesara el istmo eliminaría los peligros
e incomodidades del viaje y aumentaría la utilzación de
aquella ruta para el tráfico trascontinental. Wiliam J. Aspin-
\VaIl astuto hombre de negocios y finaneIero de Nueva York,
fundador de la compañía Panama City.Oregon Pacific 1\ail
Steamship, conocía esta realidad y, de hecho, había establecido
su servicio mhrítimo contemplando especificamente la idea
de un ferrocarril a través del istmo.
J ohn L. Stephens explorador y autor de crónicas de viajes,
y James L. Baldwin, experto ingeniero civil, recorrieron la ruta
proyectada a través de las intrincadas selvas e infectas pantanos
de Panamá. Su inspección confirmó la opinión de Aspin-
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