Abril Nº 113 - Biblioteca Virtual El Dorado

entra de lleno al campo de la literatura, ejerce la enseñanza,
amplía su espíritu con los viajes, se hace editor, gana premios
i;n concursos literarios, lleva su nombre alhmde las fronterai'
de la patria y se convierte en figura culminante de las bellas
letras, y en diseminador fecundo de la cultura en el medio panameño.
Si en Sinán Onda fue la revelación, Plenilunio fue la conmg-raci6n.
Plenilunio alcanzó el primer premio en el concurso
Ricardo Miró de 1945. Esa formidable novela. de tema
(.scabroso y de realismo crudo, deja en el ánimo la convicción
de que su autor es un hombre de sólida mentalidad, un penetrante
observador de la vida. un maestro de la descripción, un
admirable técnico de la trama, un narrador insuperable, y por
Lncima de todo, un escritor orig-inal por la forma y por el fondo,
polifacético por la variedad de los géneros que cultiva, y
f,iempre fiel a las características que config-uran su personalidad
literaria. Su prosa de frases cortas, ágil, nerviosa y
vniformemente pulcra, imprime a sus escritos un sello inconfundible.
En los años trancurridos entre Onda. y Plenilunio Sinán
produce Incendio, poema en tres tiempos denominados La Voz
del Pánico, La Voz de la Agonía y La Voz de la Ple~aria. exornados
con sendos Purgatorio y el Paraíso del Dante. La selección
de estos epigrafes, la armonía entre ellos y el conteni~
do de los versos a que preceden, revelan En SináÏl no solamente
una robusta erudición sino también la delicada sensibildad
artística y el tino con que sabe hacer uso de GlIa. En ese poema
me impresionó hondamente una metáfora que estimo como
tina de las más bellas, más originales y más lyráficas que jamas
hayan brotado del plectro de un poeta.
"Los cántaros del alba se rompieron y el Santo Graal del
sol ~ya derramado~ se reg-ó por el cielo!"
Durante aquellos mismos años Sinán enseña el castellano
en el Instituto Naeional, que había sÎuo su alma maler, y pone
fin a sus actividades docentes con ia presentación en el Teatro
Nacional d esu farsa infantil La Cucarachila Mandinga, que
alcanza éxito resonante. A este mismo g'énero pertenece Chi.
quilinga o La Gloria de ser Hormiga, pieza en que el autor,
valiéndose de personajes animales, echa a volar su fantasía
para trazar un cuadro ingenuo y confortante del triunfo de la
justicia en las luchas de la vida.
Terminadas sus labores de enseñanza, ingresa Sinán al
servicio exterior de la República como CÓnsul cTra1. en Calciita,
lo que le da oportunidad de viajar extensamente y con prò~
vecho. Fnlto de aquellos viajes, con los cuales compfetó una
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