Abril Nº 113 - Biblioteca Virtual El Dorado

La Leyes incorruptible; la Justicia es seguridad para todos;
la Libertad es un derecho natural según la cultura de los
pueblos.
Justicia sin venganzá; severidad sin odios; cumplimiento
de la Ley sin presión de arriba ni amenazas de abajo. Justicia
con dignidad y honor para que la República se salve. Su
prestigio internaeional y su paz interna vale mucho más que
cualquier juego de grupos en el mercado negro de la política.
La sangre que se derrame injustamente, será reclamada
con creces en el Surco abierto de la República para la siembra
del bien.
Pero si realmente queremo~ que la República tenga vida
propia y camine por los cauces legales, si queremos que entre
nosotros no se entronice la anarquía que todo lo acaba, tenemos
que sometcrnos a la Ley, para merecer el respeto de propios
y extraños; tenemos que saturar el ambiente de confianza;
tenemos que darle garantías al ciudadano para que en el
libre juego de todas las ideas y de todos los derechos encuentre
perfecto asiento la República.
N ecesitamos un gobierno del pueblo cuya fuerza y poder
radique en sus gobernados; en donde sea práctica permanente;
en donde sea perdurable, la voluntad absoluta del pueblo;
en donde impere la Constitución y las Leyes. No es posible
que se haga vano alarde de acatamiento a lo que hoy conviCtie
a determinados intereses, y mañana cuarwi) ¡as circunstancias
sean adversas, no se acojan esos mismos principios de
derecho; las interpretaciones constitucionales y jurídicas, se
olviden o se pasen por alto, en detrimento de esa misma Justicia
a la que siempre invocamos en los momentm; de prueba.
La administración de justicia en un país cualquiera, es
la más alta recomendación del grado de cultura y de gobierno,
de un pueblo y Ella dá solidez y prestigio a SiiS gobernantes,
si la misma es fiel intérprete de la honestidad en que sus magistrados
desempeñen tan elevado ministerio.
Es por eso que las sentencias de nuestros más altos Tribunales
de Justicia, tienen que estar sobre toda sospecha, tanto
de quienes administran leyes, como de aquellos que están
obligados moralmente a respetarlas y hacerlas cumplir.
Gobernar para todos, con nobleza de espíritu y moral pública,
es el camino para la conservación del orden público ya
que no es conveniente, por ningún motivo, alterar maliciosamente
la acción òel gobierno para la protección de la vida,
honra y hacienda del ciudadano, como la guarda de los intereses
colectivos; la estabildad de los negocios; la seguridad
social que la misma Constitución del Estado reclama; dan la
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