Abril Nº 113 - Biblioteca Virtual El Dorado

co emocional que se manifiesta en la comunicacion de nuestro
pensamiento, de las ideas o de nuestras acciones a las personas
que más apreciamos.
Así Claudia cuenta a su amiga Tulia Hersilia lo que su
corazón no puede callar;
"Me suplicas, mi fiel amiga, que te de cuente de los sucesos
acaecidos desde nuestra separación. La voz pública habrâ
llevado alg-unos hasta ti, y el misterio en que parecen 1'0dearnos
te inquietarán acerca de mi suerte. Para çorrespondel'
a tu deseo voy a reunir los que forman, por decirlo así,
el conjunto de toda mi vida, y si algunas veces estas cil'cuns.
taneIas admiran a tu razón ilcuerdate que poderes superiores
han rodeado nuestro nacimiento, niiestra existencia y nuestra
muerte, y que no corresponde a los débiles mortales sondear
el secreto de sus designios. No hablaré de mis primeros años
pasados en Narbona bajo la égida de mi padre y la guarda de
tu amistad.
No ignoras que cumplidos mis dieciseis años. fui ungida
en matrimonio a Poncio, de antigua y noble familia romana
y que ocupaba entonces un cargo importante en la Iberia.
Apenas nos retiramos del Altar me vi obligada a marchar y
acompañar a Poncio a su gobierno. Y mientras tanto, yo os
llevaba, dulce casa paterna, cielo puro de Narbona, hermosos
monumentos, frescas sombras de mi país; os saludaba con los
oj os arrasados en lágrimas".
Es así con~o Claudia comenzaba a dar escape a sus senti.
mientos, a sus emoiones y a sus preocupaciones de esposa y
madre, a pesar de su juventud.
"Los primeros años de mi matrimonio se pasaron tranquilamente.
Fuí madre de un hijo, que me era más querido que
la luz del día; a él, a la práctica de mis deberes y a los placeres
permitidos a las mujeres de mi rang-o, dedicaba todo mi
tiempo. Mi hijo tenía cinco años cuando Poncio, por especial
favor, fue nombrado pro-cónsul en la Judea".
Para nuestro propósito de cumplir con el plan trazado
desde el comienzo ùe este ensayo, nos apartaremos con dolor
de las narraciones interesantf1s de la vida de Claudia que en
lenguaje elegante, le hace a su apreciada amiga Fulvia, para
entrar en el terreno de apreciaciones y determinaciones de
nuestros personajes centrales. Y es la mujer de Poncio la que
nos dice; "En los raros momentos que estaba con vehemencia,
Claudia. Mi autoridad es un mito ante este pueblo amotinado, y
créeme que quisiera ponerme entre él y ese justo.
Diciendo estas palabras Poncio se levantÓ n:ás inquieto
que de costumbre; quedé sola dice Claudia, pensativa, trému-
LOTERIA
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