Abril Nº 113 - Biblioteca Virtual El Dorado

El estatutu de 1904 fue elaborado por numerosos consti.
tuyentes, de edad madura, que habian conocido e incluso intervenido
en la redacción de varios de los anteriores instrurn
pntos.
La Constitución de 1904 -que sirvió de base a la de 1941
\" ésta a su vez a la de 1946- es el resultado de una lenta evolución
constitucional que se inició formalmente en la Carta de
1841 y que luego cristalizó, con la independencia, en la de 1904.
No fue la improvisación de una Comisión de la Asamblea Constitucional,
sino eR el fondo el resultado de una tradición constitucional,
que subyaeía, como una corriente subterránea que la
nutre, en la conciencia colectiva. La Asamblea Constituyente
de 1904 no pudo ~ustraerse de esa tradición constitucional y
darle la espalda. Si recogió los principios tradicionales era
porque en esa sociedad, en ese momento, eran considerados
como indispensables. Esa Constituyente vivia en el pasado y
el pasado estaba en ella.
Un examen de los distintos instrumentos que nos han regido,
desde 1841 hasta 1904, sugiere las siguientes observaciones:
1. Se advierte una continua evolución tendiente a consignar,
cada vez con más amplitud y con más fuerza, las garantías
individuales para proteger al ciudadano en contra de
los actos arbitrarios del poder público; 2. En las últimas constituciones
se insinúa una tendencia a tomar en cuenta la neeesidad
social y (~i orden público; 3. La Constitueión de 1904
constituye una prolongación o continuación de una serie de
normas y principios que habían empezado a aparecer en la
Constitución desde 1841; 4. La Constitución de 1904 incurrió en
dertos defectos y omisione,: que no hubiera incurrido, si
se hubiera aprovechado en su totalidad de la enseñanza de los
estatutos anteriores, tales como el sistema de control constitucional
atribuído a la Corte, la separación y autonomía del
organismo electoraL, la concepción del Consejo de Gabinete con
atribuciones consultivas expresas, etc. 5. A pesar de las muta..
ciolles de los estatutos y de las vicisitudes, se ha mantenido invariable
una Rerie de principios, instituciones y normas, que
forman parte de nuestra tradición y de nuestra conciencia co~
lectiva, como, por ejemplo, la forma republicana de gobierno;
la separación de las funciones legislativas, ejecutiva, judicial
y electoral; el reconocimiento de que en el país predomina la
religión católica, pero separación completa del Estado y la
Iglesia, y libertad completa de credo; poder ejecutivo unitario,
elegido popularmente, una vez por elecciones indirectas,
preferentemente directas, pero siempre temporal y no reele~
gible para el período próximo; régimen fundamentalmente
presidencial; votación secreta; inmunidad de los diputados;
la Corte Suprema con facultad para proponer reformas a los
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