Descargar PDF completo - Archivo FX

Descargar PDF completo - Archivo FX Descargar PDF completo - Archivo FX

fxysudoble.com
from fxysudoble.com More from this publisher
11.05.2013 Views

Una tesis de 1985 afirmaba que Ciutat Badia no podía considerarse una ciudad debido a la movilidad total de sus habitantes tanto para cuestiones laborales como para asuntos de ocio. La lógica de estos desplazamientos, de esta movilidad total que haría de Badia más bien un campamento, quedaba truncada sin embargo en la órbita deportiva. La construcción de un polideportivo municipal, inaugurado en 1977, en las afueras de Ciutat Badia permitió pivotar sobre este espacio el mayor número de relaciones sociales que finalmente iban a construir la comunidad de vecinos de Badia del Vallès. Aunque la edificación se produce en las afueras del perímetro radial de la ciudad, ese que puede dibujarse con la forma de la Península Ibérica, desde el primer día se constituyó en el espacio simbólico más importante del lugar, una suerte de Atlántida si continuáramos el juego de símiles geográficos. El polideportivo de Badia era la instalación deportiva más importante de esta zona del Vallès y la propia Universitat Autónoma de Barcelona lo ofreció al uso de sus alumnos como instalaciones propias. La piscina aclimatada y su campo de fútbol se convirtieron en acicates para la “movilización” de las gentes de la comarca. El gran número de socios alcanzado por la entidad gestora de sus instalaciones –comparables en Badia sólo a entidades como la Peña Flamenca–, así como el éxito de su cantera de futbolistas, convirtieron estas edificaciones en un modelo de ciudad: impulsaron el asociacionismo vecinal, despertaron la competencia municipal, se transformaron en un hito ciudadano. En este mismo orden de cosas podemos observar una cierta compensación simbólica entre la fama de Badia como ciudad delincuente y su apuesta por ser reconocida por los éxitos deportivos de sus habitantes. El caso más significativo es, desde luego, el de Busquets, singular portero del fútbol Club Barcelona, que llevaba como apellido permanente su procedencia de Badia del Vallès. Es cierto que las singularidades del portero –vida disipada, extravagancias en el juego, falta de disciplina, etc.– convertían no pocas veces este apellido en apodo sospe- 557

Una tesis de 1985 afirmaba que Ciutat Badia no podía<br />

considerarse una ciudad debido a la movilidad total<br />

de sus habitantes tanto para cuestiones laborales como<br />

para asuntos de ocio. La lógica de estos desplazamientos,<br />

de esta movilidad total que haría de Badia más bien un<br />

campamento, quedaba truncada sin embargo en la órbita<br />

deportiva. La construcción de un polideportivo municipal,<br />

inaugurado en 1977, en las afueras de Ciutat Badia permitió<br />

pivotar sobre este espacio el mayor número de relaciones<br />

sociales que finalmente iban a construir la comunidad<br />

de vecinos de Badia del Vallès. Aunque la edificación se<br />

produce en las afueras del perímetro radial de la ciudad,<br />

ese que puede dibujarse con la forma de la Península<br />

Ibérica, desde el primer día se constituyó en el espacio<br />

simbólico más importante del lugar, una suerte de Atlántida<br />

si continuáramos el juego de símiles geográficos. El polideportivo<br />

de Badia era la instalación deportiva más<br />

importante de esta zona del Vallès y la propia Universitat<br />

Autónoma de Barcelona lo ofreció al uso de sus alumnos<br />

como instalaciones propias. La piscina aclimatada y su<br />

campo de fútbol se convirtieron en acicates para la<br />

“movilización” de las gentes de la comarca. El gran número<br />

de socios alcanzado por la entidad gestora de sus<br />

instalaciones –comparables en Badia sólo a entidades como<br />

la Peña Flamenca–, así como el éxito de su cantera de<br />

futbolistas, convirtieron estas edificaciones en un modelo<br />

de ciudad: impulsaron el asociacionismo vecinal, despertaron<br />

la competencia municipal, se transformaron en un<br />

hito ciudadano.<br />

En este mismo orden de cosas podemos observar una<br />

cierta compensación simbólica entre la fama de Badia<br />

como ciudad delincuente y su apuesta por ser reconocida<br />

por los éxitos deportivos de sus habitantes. El caso más<br />

significativo es, desde luego, el de Busquets, singular<br />

portero del fútbol Club Barcelona, que llevaba como<br />

apellido permanente su procedencia de Badia del Vallès.<br />

Es cierto que las singularidades del portero –vida disipada,<br />

extravagancias en el juego, falta de disciplina, etc.–<br />

convertían no pocas veces este apellido en apodo sospe-<br />

557


choso, lo cierto es que toda Cataluña empezó a reconocer<br />

el sitio de Badia en las salidas de este portero fuera del<br />

área, en sus regateos a delanteros del equipo contrario,<br />

en el lanzamiento de faltas muy cerca ya del medio campo.<br />

Los antecedentes deportivos que podemos encontrar<br />

a la hora de establecer una prehistoria de Badia, no<br />

significarían nada en una sociología reglada de este<br />

hábitat ciudadano. Sin embargo, la hipertrofia simbólica<br />

de nuestra ciudad vacía sí que hace especialmente relevante<br />

que el doctor Moragas, esposo de Elisa Badia, la<br />

propietaria de algunos de los terrenos en los que se edificaría<br />

el polígono de viviendas Badia, fuese el médico del<br />

Barcelona y una institución en ese club de fútbol. Y también<br />

que Miquel Badia, en la cadena arqueológica de propietarios<br />

de esos mismos terrenos, hiciese el saludo en el<br />

Parlament de Catalunya a los representantes de la Olimpiada<br />

Popular que debía celebrarse en Barcelona entre<br />

el 19 y el 26 de julio de 1936 y que fue abortada por el<br />

golpe militar de esas mismas fechas. La prensa de esos<br />

días revolucionarios recordaba con énfasis las palabras de<br />

Miquel Badia dedicadas al fútbol como “un folklore y una<br />

religión verdaderamente populares” y nombraba como<br />

selección alemana de fútbol a los once de Ernst Thaelmann,<br />

un grupo de deportistas germanos que se había unido<br />

a las columnas antifascistas que marchaban hacia el<br />

frente de Aragón. La última intervención pública de Miquel<br />

Badia, que justificaba de alguna manera sus argumentos<br />

antropológicos en pos del deporte moderno, socialista<br />

y popular, es la que recogen los periódicos como “defensa<br />

pública de unos milicianos que practicaron singularmente<br />

el fútbol con la cabeza de unos santos de madera”, seguramente<br />

en los sucesos del sant Crist de Salomó de los<br />

que hablaremos más adelante. El hecho de que la Barcelona<br />

revolucionaria de esos días estuviese habitada por<br />

cientos de participantes –6.000 deportistas y 20.000 espectadores–<br />

en la órbita del deporte socialista de todo el<br />

mundo que se habían reunido para celebrar la Olimpiada<br />

Popular como alternativa a las Olimpiadas oficiales que<br />

habían manipulado y acaparado los Estados fascistas,<br />

558


marcaría singularmente algunas de las batallas de la<br />

propaganda nacionalista contra el Gobierno oficial de<br />

la República. En estos anecdóticos combates debemos<br />

enmarcar los sucesos iconoclastas de Salomó y algunos<br />

otros efectos difundidos por la propaganda fascista: en<br />

la parroquia de San Antonio, en Madrid, unos milicianos,<br />

los delanteros Cachuca y Castorín, le arrancaron la cabeza<br />

al santo titular y jugaron con ella al fútbol, al terminar<br />

el partido, el “delantero centro” se sentó a comer unos<br />

chorizos apoyándose el fusil en el pecho y, tras un tiro<br />

accidental de su propio fusil, le entró la bala por debajo<br />

de la barbilla y le voló los sesos, cayendo el cuerpo<br />

masacrado cerca de la imagen decapitada del santo;<br />

en Barajas de Melo, provincia de Cuenca, todas las imágenes<br />

fueron decapitadas y se organizaron torneos de<br />

fútbol con sus cabezas pidiéndose luego, en la represión<br />

fascista, que se fusilara a los rojos en grupos de once<br />

“jugadores”; en Los Vallares, provincia de Jaén, se montó<br />

a las imágenes en unos columpios de feria y la cabeza<br />

de los santos monacales, muy apreciadas por la redondez<br />

que le daban sus tonsuras, fueron empleadas en distintos<br />

partidos de fútbol en los que intervinieron también las<br />

mujeres, muchas de las cuales fueron rapadas después<br />

de la guerra y a María Esteban, que se libró, se le fue<br />

cayendo el pelo hasta el día de su muerte; etc.<br />

Ya señalaba monseñor Montero Moreno que “conocedores,<br />

a fin de cuentas, de las principales prácticas<br />

del culto católico, siempre había quien en tales trances<br />

burlescos imitase alguna de ellas”. Pero la trascendencia<br />

de estos relatos lleva las cosas mucho más allá. Como<br />

afirma Manuel Delgado existe una simetría absoluta entre<br />

los relatos de descubrimiento y adoración de las imágenes<br />

y los relatos de su persecución y destrucción dándole<br />

al suceso iconoclasta un carácter ejemplar. El hecho de<br />

que la “venganza divina” por las agresiones anticlericales<br />

tenga un cumplimiento simbólico semejante al de la<br />

agresión misma confirma que estos relatos marcan una<br />

horma en el proceder de la colectividad, una forma que<br />

en los anecdóticos sucesos de corte deportivo alcanza<br />

559


hasta nuestros días. No se trata ya de señalar al fútbol<br />

y otros deportes de masas como depositarios de la violencia<br />

estructural que sacude nuestras sociedades, sino de<br />

observar cómo las formas de esa violencia son necesarias<br />

para la constitución de nuestra comunidad, aparezcan<br />

éstas con los trajes de la fiesta o con los del conflicto<br />

político y social. Los sucesos de Salomó, en la provincia<br />

de Tarragona, pueden entenderse como un correlato de<br />

los ajustes simbólicos que lo deportivo traza en la comunidad,<br />

tal y como la estamos relatando en la ciudad vacía.<br />

“Salomó era conocida en toda Cataluña por la existencia<br />

y veneración de un sant Crist milagroso. Al estallar<br />

la persecución de 1936, aquella imagen venerada va<br />

a ser el gran objetivo de los revolucionarios contra Dios.<br />

Trasladada al campo de fútbol, propiedad de la Parroquia,<br />

fue satánicamente destrozado y quemado, menos su mano<br />

derecha, que piadosamente recogida y guardada, es la<br />

que ahora tiene la imagen que reproduce a la profanada<br />

en aquella persecución. Después, en aquel campo de<br />

fútbol donde se había quemado al sant Crist de Salomó,<br />

se sembró trigo. Y todos pudieron comprobar, unos con<br />

devoción y otros con temor, que donde crecía el trigo con<br />

mayor fuerza, lo iba a hacer en forma de cruz, en el lugar<br />

exacto donde habían quemado la imagen adorada por<br />

unos y odiada por otros.” Así es presentada la historia<br />

en Màrtirs del Penedès de Salvador Novell i Bru en 1984.<br />

Se dan después distintas variaciones del relato: donde no<br />

crece el trigo es precisamente en el lugar donde se quemó<br />

el sant Crist y precisamente dejando un hueco con la<br />

forma de cruz; se jugó al fútbol con la cabeza del sant Crist<br />

antes de quemarlo y el sacrílego que jugó de portero en<br />

aquel partido perdió durante la guerra su mano derecha;<br />

no quedó otra reliquia del sant Crist que la redonda corona<br />

de espinas labrada en plata que se entregó como trofeo<br />

al ganador de aquel sacrílego partido de fútbol; incluso<br />

otra más alejada y cruel, al párroco de Salomó, Martí<br />

Francàs Escaler, se le atrapó en un bosque cercano, se le<br />

martirizó cruel y sádicamente, se le cortaron sus órganos<br />

genitales y, en su presencia, se jugó con ellos al fútbol.<br />

560


Una versión ilustrada de estos sucesos mitológicos<br />

nos la proporciona Antoni Virgili, historiador que ejerce<br />

actualmente de cronista local de la villa de Salomó y cuyo<br />

comunicado, no exento de curiosas explicaciones científicas,<br />

dice así: “He tenido la suerte de haber hablado con<br />

testigos directos y presentes de los disturbios que acabaron<br />

con la profanación de la iglesia de Salomó y la capilla<br />

del sant Crist, ya que, aunque muy jóvenes, echaron ‘una<br />

mano’ a los que llevaban la batuta en aquellos sucesos.<br />

Por la noche, después de cenar, se reunieron los simpatizantes<br />

del Comité Revolucionario y procedieron a quemar<br />

todo cuanto había en la iglesia. El altar mayor lo quemaron<br />

in situ, y también prendieron fuego en la capilla del sant<br />

Crist, ardiendo las pinturas y los retablos de la parte inferior.<br />

El resto lo sacaron fuera y lo quemaron en el campo de<br />

fútbol. El sant Crist lo echaron al fuego entero: no se cortaron<br />

ni manos ni cabeza, y por tanto, no se jugó un partido<br />

con ella. Es cierto que se dijo, en forma de rumor, que lo<br />

habían hecho, pero no es verdad. También se dijo –más<br />

en los pueblos vecinos que en el nuestro– que al arrojar la<br />

imagen al fuego se elevó una llamarada que iluminó durante<br />

un tiempo la noche: nada de eso sucedió, claro. A la hoguera<br />

echaron el resto del material de madera, como: bancos,<br />

altares, imágenes, etc., con lo cual ardió durante horas,<br />

provocando una gruesa capa de cenizas que quemó, incluso,<br />

la tierra. Por esa razón, cuando sembraron el campo –es<br />

cierto que lo hicieron campo de labor a pesar de haberse<br />

convertido ya en terreno de juego desde el año 1934–,<br />

el trigo apenas nació en el círculo que había ocupado<br />

la hoguera. Por tanto, no es que el trigo fuese más crecido<br />

y en forma de cruz en el lugar donde fue quemado, sino<br />

que apenas nació, y no había ninguna forma de cruz,<br />

ni nada parecido, pero fue a causa del propio fuego, que<br />

había dejado la tierra sin capacidad productiva. En cuanto<br />

a la corona, haremos una fotografía cuando tengamos<br />

las escaleras lo bastante altas para tomar una buena<br />

imagen, y lo suficientemente cercana, pero tendremos que<br />

esperar a deshacer el escenario del Ball del sant Crist,<br />

que es cuando tendremos todo lo necesario.” La corona de<br />

561


espinas, el único resto que queda de aquellos sucesos<br />

es la que tenemos impresa sobre los globos que animan<br />

la entrada Arquitectura prematura del <strong>Archivo</strong> F.X. El Ball<br />

del sant Crist es una celebración folklórica que aún se<br />

conserva en Salomó y de la creemos que el partido de<br />

fútbol de 1936 hace las veces de relato inverso, de mito<br />

contracultural en el sentido más literal de la palabra.<br />

El Ball de sant Crist representa con música, textos<br />

hablados y danzas un relato mitológico sobre construcción<br />

de lazos en la comunidad a partir de la aceptación de<br />

prácticas comerciales nuevas en la estructura económica<br />

feudal que caracterizaban a esta ciudad y la legitimidad<br />

alcanzada a los ojos del poder religioso, es decir, un relato<br />

sobre la instauración del capitalismo moderno y la aceptación<br />

de su práctica por parte de la Iglesia católica. La<br />

narración nos cuenta cómo el mercader Josep Nin –con<br />

unos inciertos orígenes judíos a los que ayudan la toponimia<br />

de Salomó y su escudo con el candelabro de siete brazos–<br />

va a rescatar la imagen de un Cristo crucificado que se<br />

hallaba abandonado en los almacenes de un comerciante<br />

mahometano en las costas de Argel. El viaje a tierras del<br />

infiel se hizo por culpa de la hambruna que asolaba la<br />

comarca, haciendo para la ocasión excepcional la compra<br />

de trigo al infiel a cambio de monedas de oro. El mercader<br />

tiene que elegir, sin embargo, entre el trigo y la imagen,<br />

y frente al prestigio usurero de los mercaderes éste, no sin<br />

la intervención de Dios, elige el Cristo de madera. La escena<br />

más sorprendente se produce en el milagro ante el cadí<br />

musulmán en el que se ponen en una balanza la imagen<br />

de Cristo en un plato frente a las monedas de oro del otro<br />

plato. Con sólo unas monedas el peso del oro supera al<br />

del enorme crucificado de madera, pudiéndose resolver<br />

así la cuestión, volviendo Josep Nin a Salomó con el trigo<br />

y el sant Crist. Por supuesto a partir de aquel suceso los<br />

campos de la comarca vuelven a producir trigo a la vez<br />

que al mercader se le rinden los honores de la ciudad.<br />

Esta alianza se selló con el fuego de las lámparas que<br />

iluminarían permanentemente al sant Crist alimentadas<br />

por aceite de las tierras de la familia Nin. La representa-<br />

562


ción tiene además todo tipo de ingredientes dramáticos<br />

y coreográficos entre los que destaca la gran figura acrobática<br />

en la que la comunidad semeja la figura del sant<br />

Crist ganando en peso al oro y coronando el monte de<br />

su altar. Si bien es cierto que las representaciones actuales<br />

han mermado la violencia de sus bailes los referentes históricos<br />

de los mismos –antes del actual aggiornamento<br />

historicista al que los sometió Fabià Puigserver y el Institut<br />

del Teatre de Barcelona– demuestran una adaptación<br />

continua de los mismos a las modas y afectaciones de<br />

cada tiempo. Del mismo modo el texto original encargado<br />

a Marc Fuster se fue renovando con la incorporación<br />

de elementos contractuales en cada nueva versión.<br />

De esa forma la versión de 1940 del párroco Marçal<br />

Martínez incorpora la cremà de 1936: “Durante siglos<br />

y siglos / nunca recibió mal trato / y nadie le hizo burla<br />

/ a Imagen de tanto valor. / Sólo las hordas salvajes /<br />

del marxismo malhadado / hijos bastardos de un pueblo<br />

/ que fue siempre buen cristiano / troncharon tanto<br />

respeto / Patria y pueblo traicionando / y entre sacrílegas<br />

burlas / la santa Imagen quemaron.” Sólo queda apuntar<br />

un dato, pues el campo de fútbol empezó a funcionar a<br />

instancias de la parroquia –cediendo para ello los terrenos<br />

colindantes– desde finales de los años veinte y como<br />

campo reglado desde 1934. Tenemos que tener en cuenta<br />

que desde 1925 no se celebraba el Ball de sant Crist<br />

y que esta operación futbolística la realizó la Iglesia con<br />

la intención de acercar a los fieles. Hasta los años 1939<br />

y 1940 no se volvió a restaurar el orden y el Ball del<br />

sant Crist a instancias ya de la Falange Española y de<br />

las JONS, si exceptuamos la excepcional celebración<br />

invertida de dicho baile tres años antes, pues podemos<br />

convenir que no se celebró otra cosa con el popular<br />

asalto, rescate y cremación del sant Crist en julio de 1936.<br />

La entrada Arquitectura prematura en el <strong>Archivo</strong><br />

F.X. que ilustra la fotografía de una corona de espinas,<br />

adornada con motivos de vegetación, labrada en plata<br />

y vagamente desfigurada por haber estado sometida<br />

a la abrasión de abundante fuego, se refiere desde luego<br />

563


a la cadena de sucesos que hasta ahora hemos relatado.<br />

De todas las presentaciones de Isidoro Valcárcel Medina<br />

que llevan ese nombre quizá morfológicamente debería<br />

elegir el Edificio para parados, la Casa del viento o el<br />

proyecto natural de Tierra-aire, pero la asociación con<br />

el genérico Estadio Municipal y Plaza de los Monumentos<br />

que proyectó para la ciudad de León en 1990 es inmediata.<br />

La ficha tal y como aparece en Ir y venir de Valcárcel<br />

Medina dice así: “El plan municipal de trasladar su estadio<br />

de fútbol a una zona menos céntrica ha sido acogido aquí<br />

con un afán esclarecedor de ciertas realidades. Los antiguos<br />

terrenos se van a usar para concentrar en ellos, en<br />

la llamada ‘Plaza de los Monumentos’, todas las estatuas,<br />

imágenes, monolitos o lo que quiera que sea, que salpican<br />

o pueden salpicar la ciudad. La utilidad de la medida<br />

queda clara por cuanto bastará una visita para ponerse<br />

al tanto de toda la monumentalidad urbana. En lo que<br />

toca al Estadio, se ha planteado de acuerdo con otro<br />

proyecto del autor sobre el cambio del reglamento<br />

y organización de los lugares futbolísticos, así como de<br />

las competiciones. Se ha hecho hincapié en las medidas<br />

de seguridad (fosos, policía, separación de la hinchada…)<br />

y en las de socorro (médicos, quirófano, helipuerto…).<br />

A la vez, se ha restringido en lo posible la autonomía del<br />

espectador con el fin de obstaculizar su natural ‘furia’.”<br />

Tenemos que entender la propuesta de Valcárcel<br />

Medina dentro de un proceso de identificación de sus propuestas<br />

artísticas con las de la ciudad. La selección de<br />

imágenes de su “Estado de sitio”, de 1994, que hace José<br />

Díaz Cuyás puede servirnos para ello: “El público del arte<br />

es el ciudadano, en su más noble sentido; es decir, el que<br />

está en la ciudad. / Distinto es salir de la ciudad para<br />

entrar en el lugar del arte, aunque, claro está, este lugar<br />

se halle en la ciudad. / Es este salir de la ciudad para no<br />

salir, en realidad, de ella lo que deja ver el sinsentido del<br />

arte urbano, urbanizado y, por semejanza, el arte como<br />

elemento de urbanidad. / Me siento en la imperiosa necesidad<br />

de establecer una ligazón entre el público y el espacio<br />

por él ocupado, su espacio, que se convierte en espacio<br />

564


público. / La urbanización que padecemos los que somos<br />

territorio del arte es, sin embargo, lo más lejano a la ciudad...<br />

/ Y al ser el arte terreno urbano, nosotros –urbanizados sin<br />

urbe– nos convertimos en ese sinsentido del que hablaba /<br />

Venimos a demostrar a cada paso que somos desarraigados<br />

de la realidad. Pero no desarraigados en un aspecto literario,<br />

sino en otro real. Somos realmente desarraigados porque,<br />

justamente, estamos desarraigados de la realidad. / Si yo<br />

salgo a la ciudad desde mi lugar de desarraigo no es que<br />

haga lo contrario de lo dicho antes: (salir de la ciudad para<br />

entrar en el lugar del arte), no; es que, si quiero entrar, no<br />

debo (o no tengo que) salir, porque todo es y está en la<br />

ciudad.” Entendiendo su obra como el constructo de una<br />

vasta ciudad, asignaríamos a esta Arquitectura prematura<br />

el espacio y lugar en que lo simbólico desencadena la lucha<br />

sin fin de los juegos agónicos, la velocidad imparable de la<br />

competencia agresiva, la construcción del capitalismo en<br />

base a la competitividad del grupo social. Pero en Valcarcél<br />

Medina la expresión de esta lucha entre fuerzas dispares,<br />

la exposición de este campo de tensiones simplemente se<br />

muestra. Asimilar la estatuaria monumental y la competencia<br />

futbolística en un solo paradigma no puede resultar más<br />

obvio ante los ojos del sociólogo o el antropólogo cultural.<br />

Es importante, pues, aprender bien esta herramienta de<br />

Valcárcel Medina que vamos a hacer nuestra. Se trata<br />

de sumar su paradigma a nuestro relato para intentar entender<br />

cómo los juegos agónicos –deportes, concursos, juegos de<br />

rol, etc.– en su despliegue simbólico encarnan el cuerpo<br />

social, construyen las formas y la vida de la ciudad, traman<br />

las relaciones de la comunidad marcando el carácter<br />

económico, político y social que las constituye. No es que<br />

tengan que elegir, como un Don Juan moderno, entre ser<br />

estatua o ser deportista, entre ser futbolista o ser monumento.<br />

Como señala José Díaz Cuyás: “Sus Arquitecturas prematuras<br />

son un ejemplo paradigmático. En ellas se enfrentan en el<br />

lugar dos sistemas –dos razones– contradictorios que la<br />

ciudad mantiene activos y en pugna permanente, el de la<br />

lógica común y utilitaria de la edificación y el de la lógica<br />

privada y privativa de la construcción pública. Nada más<br />

565


opuesto al utopismo, a lo deseado imaginado, que estas<br />

arquitecturas vinculadas a lo que su autor define como un<br />

arte de Perogrullo, o sea, ese arte que consistiría en hacer<br />

ver lo evidente, no lo que uno trae consigo, sino lo que está<br />

allí a los ojos de todos.”<br />

Tomemos a nuestros particulares Cachuca y Castorín,<br />

los milicianos castigados por jugar al fútbol con la cabeza<br />

de San Antonio, en las figuras de Christopher Lasch y Rafael<br />

Sánchez Ferlosio y pongámoslos en el terreno de juego.<br />

Nos centraremos en una sola jugada, la que atiende a<br />

la calidad agónica del juego y la importancia que tiene<br />

en los modos y las formas que hacen comunidad. Ninguno<br />

niega esos lazos aunque se calibra de distinto modo su<br />

cualidad. La jugada de ataque de Ferlosio proviene de<br />

uno de los ensayos de El alma y la vergüenza, el que lleva<br />

por título El deporte y el estado. El contraataque súbito<br />

de Lasch está en su ensayo La cultura del narcisismo, exactamente<br />

El ocio como escape, el capítulo final de la parte<br />

titulada La degradación del deporte. Debo decir que las<br />

jugadas se presentan con algunas modificaciones, pero<br />

básicamente respetan la intención del juego de ambos<br />

entrenadores. Lo más artificial del mismo, el nexo teatral<br />

que unifica los dos textos no es ninguna dramatización sino<br />

un reflejo del gusto de los dos autores por la figura del grito,<br />

cuando se trata de hablar de deportes.<br />

“Pero el que el deporte agónico, en la repetitiva<br />

e ilimitada sucesión de sus propios e internos avatares<br />

(como, por ejemplo, los resultados de los partidos o la<br />

superación por milésimas de segundo de cualquier marca<br />

de velocidad y de memez), no pueda ser considerado de<br />

interés público en modo alguno quiere decir que no lo<br />

sea la invasora y avasallante existencia del deporte como<br />

fenómeno social y especialmente la hipertrofia sin precedentes<br />

alcanzada por el fútbol, con su alarmante poder de<br />

monotematizante y monomaniaticante demenciador de<br />

masas, y, por añadidura, protegido y potenciado bajo el<br />

concepto de interés de Estado. ¡No vean ustedes cómo<br />

me pusieron hasta los amigos una vez que se me ocurrió<br />

decir –aunque escudando lo unilateral de la afirmación<br />

566


tras la advertencia “por decirlo en la jerga elemental<br />

y expeditiva de los estudiantes del 68”– que el deporte<br />

agónico de masas es intrínsecamente fascista!... Es cierto<br />

que –prescindiendo de la Antigüedad grecorromana–<br />

la pasión agonista ya tenía en la Era Moderna sus juegos<br />

de competición propios de cada pueblo, pero fue sólo a<br />

partir de la internacionalización incoada por la restauración<br />

de los Juegos Olímpicos cuando los Estados empezaron<br />

a interesarse por sus campeones. No obstante, tras la experiencia<br />

de la Italia fascista y la Alemania nazi, que descubrieron<br />

y explotaron el deporte agónico como un formidable<br />

instrumento pedagógico para el más fervoroso encuadramiento<br />

de las masas en la hybris ultranacionalista, extraña<br />

que los Estados democráticos no hayan dado en mirar<br />

con nueva suspicacia y reconsiderar con más circunspección<br />

el torvo potencial congénito en el origen mismo del<br />

deporte agónico, sino que se hayan entregado sin reservas<br />

y hasta con entusiasmo acrecentado a su culto y a su<br />

dedicación. En cierta parte, puede achacarse simplemente<br />

al hecho de que un Estado, por democrático que sea, no<br />

pierde las servidumbres del prestigio, y una vez inscrita<br />

entre los “prestigios obligados” la victoria deportiva, ningún<br />

Estado puede permitirse renunciar a ella, y tanto menos<br />

si, como en la Guerra Fría, era “apuntarse un tanto” para<br />

la democracia frente al totalitarismo. Con todo, creo que<br />

hay otro factor más profundo y relevante para que los<br />

Estados democráticos fomenten el culto y el cultivo del<br />

deporte agónico de masas: su valor pedagógico para la<br />

educación moral y para las exigencias de adaptación social<br />

que mejor se adecuan al liberalismo y a la economía de<br />

mercado. Nuevamente nos veríamos, por tanto, aunque en<br />

otra variante, ante una cuestión de pedagogía social. Si<br />

el culto y ejercicio del puro antagonismo, vacío de todo<br />

sentido o contenido que no sea la victoria como un fin en<br />

sí mismo, tal como es propio del deporte agónico, hacía de<br />

éste la educación idónea para el nacionalismo nazi, en<br />

cuanto puro impulso de dominación, y para la concepción<br />

de la política, según Carl Schmitt, como asunto “de amigos<br />

o enemigos”, por otra parte, la mentalidad agonista<br />

567


(el predatory temperament del viejo maestro Veblen) que<br />

el deporte enseña y alimenta ocupa un lugar central entre<br />

las capacidades que hacen triunfar al individuo en el<br />

mercado de libre competencia. Y hubo de ser precisamente<br />

el ABC el que, en su número del 9 de julio de 1996, nos<br />

señalase esta segunda y admirable ejemplaridad educativa<br />

del deporte agónico, en un zigzag sobre Induráin del<br />

que entresaco estas palabras: “Dicen que el magnífico<br />

corredor navarro nunca ha sido del agrado del socialismo,<br />

en la medida en que aquel régimen enfermizo arremetía<br />

siempre contra la excelencia individual, por lo que podía<br />

representar de ‘mal ejemplo’ para sus conciudadanos y se<br />

dedicaba a incentivar ese ‘motor de la historia’ que es la<br />

‘envidia igualitaria’, la mejor forma de que los pueblos<br />

terminen por no ir a ninguna parte y se agosten y consuman<br />

en su propia, inmóvil y sesteante mediocridad.” Se olvidaba<br />

el autor de estas líneas de que los regímenes de izquierdas<br />

han cuidado el deporte agónico de masas con no<br />

menos desvelo que los regímenes fascistas y de que ni<br />

Fidel Castro tuvo el mínimo de decencia de retirar a sus<br />

atletas de los Juegos Olímpicos de México tras la infame<br />

matanza de estudiantes de izquierdas en la Plaza Mayor,<br />

¡tan valiosas consideraba para el prestigio del Estado<br />

–prácticamente coincidente con el suyo propio– las posibles<br />

medallas que los campeones cubanos llegasen a ganar!<br />

En cualquier caso, no deja de ser cierto que el liberalismo<br />

puede encarecer los altísimos valores del deporte<br />

agónico para las sociedades de mercado libre, ilustrándolos<br />

con toda su consabida retahíla de virtudes: la voluntad<br />

de autoafirmación y autorrealización, el afán de superación,<br />

la aspiración a la excelencia, el ardor competitivo, el<br />

amor por el trabajo, el espíritu de sacrificio, la impavidez<br />

y resistencia ante el esfuerzo y el dolor..., todas ellas, en<br />

fin, puras y simples perversiones funcionales comunes<br />

a las culturas helénica y cristiana o tomadas de la una<br />

o de la otra… Siempre se me ha antojado bastante verosímil<br />

que el ensayo fascistoide El origen deportivo del<br />

Estado, fechado por Ortega veinticinco años después de<br />

la publicación de la Theory of the Leisure Class, de Thorstein<br />

568


Veblen, bien podría haber sido escrito expresamente<br />

contra éste. Pues bien, fue justamente en esas páginas<br />

de Ortega donde me enteré de que el nombre de la<br />

ascética fue recogido por el cristianismo de la palabra<br />

griega askésis, que designaba los duros ejercicios de<br />

entrenamiento a que se sometían los gimnastas griegos<br />

para convertir sus cuerpos en instrumentos de victoria.<br />

Habría, pues, un parentesco entre los gimnastas de la<br />

Hélade y los “atletas de Cristo” o “de la Fe”, confirmado,<br />

incluso, al parecer, por ciertas prácticas de los primeros<br />

ascetas cristianos, eremitas o especialmente estilitas,<br />

que se desafiaban en competiciones, por ejemplo a ver<br />

quién aguantaba más tiempo en ayunas en lo alto de<br />

la columna, sin más que el día y la noche por techo y por<br />

amparo. Pero estas competiciones no son más que una<br />

anécdota; subsiste la importante diferencia de que,<br />

mientras para el gimnasta griego el cuerpo tiene que<br />

ser cuidado, fortalecido y entrenado como instrumento<br />

especializado en la función agónica, para el asceta<br />

cristiano es, en cambio, la “bestezuela” que tiene que<br />

ser macerada, lacerada y mortificada para mayor libertad<br />

de la vida del espíritu, dedicada exclusivamente a Dios.<br />

Sin embargo, lo capital es lo que queda de común: los<br />

apetitos de la carne y las pasiones del alma, “desordenados”<br />

por definición, tienen que ser doblegados y reprimidos<br />

como una despreciable chusma amotinada, hasta ser<br />

sometidos a la voluntad y al mando del capitán, ya sea<br />

el lógos hegemonikós de los estoicos, ya sea la férula de<br />

la santidad cristiana… Ciertamente, en un principio, no<br />

serían sino los fines de la dominación lo que estaba tras<br />

el dominio de sí mismo y el menosprecio de las debilidades<br />

del alma y de la carne; en la torva autocomplacencia<br />

del dominio de sí mismo y del castigo de la propia carne<br />

estaban prefigurados los furores de la dominación, así como<br />

hoy es esa mala pasión de la victoria lo que alimenta el<br />

“espíritu de sacrificio” de los deportistas. Y si la Iglesia<br />

misma se ha adherido, con sus bendiciones, al “espíritu<br />

olímpico” de Atlanta es porque en la tan encarecida y<br />

admirada nobleza del “espíritu de sacrificio” del deportista,<br />

569


que somete su cuerpo, como si fuese su propio caballo<br />

de carreras, a todo el castigo y a todo el esfuerzo necesarios<br />

para llevarlo a la victoria, siente la grata satisfacción<br />

moral de adivinar el viejo parentesco que lo une con<br />

la sucia y rencorosa complacencia del flagelante que<br />

descarga contra su propio cuerpo todo el odio que le ha<br />

sido inculcado hacia los limpios goces de la carne y los<br />

cálidos ocios del amor… “Y el pueblo, ¿qué dice últimamente?”,<br />

preguntaba uno en un chiste de Chumy; y el otro<br />

le respondía: “Sigue diciendo lo de siempre: ¡Gooool!”<br />

“El grito de protesta angustiado del verdadero fanático<br />

–que aporta a los deportes una noción de lo reverencial<br />

sólo para descubrir la corrupción en su interior debido<br />

a la difusión de la ‘ética del entretenimiento’– ilustra mejor<br />

la degradación del deporte que los reparos de los críticos<br />

de izquierda, que aspiran a abolir la competencia, destacan<br />

el valor del deporte como ejercicio que promueve<br />

la salud y propician una concepción más ‘cooperativa’<br />

de la actividad –que, en otras palabras, quieren hacer del<br />

deporte una herramienta terapéutica individual y social–.<br />

El análisis anterior, sin embargo, minimiza el alcance del<br />

problema y tergiversa su causa. En una sociedad dominada<br />

por la producción y el consumo de imágenes, ningún<br />

aspecto de la vida continúa inmune a la invasión del<br />

espectáculo. Y no cabe responsabilizar de esa invasión<br />

al espíritu de desenmascaramiento. Ella surge, en forma<br />

paradójica, precisamente del intento de crear una esfera<br />

autónoma del ocio, no contaminada por el mundo del<br />

trabajo y la política. Por su misma naturaleza, el juego<br />

siempre se situó a un lado de la vida laboral; con todo,<br />

retiene un nexo orgánico con la vida de la comunidad<br />

en virtud de su capacidad de dramatizar la realidad<br />

y proveemos de una representación convincente de los<br />

valores comunitarios. La vieja conexión entre juego, ritual<br />

y festividades públicas sugiere que, aunque los juegos<br />

ocurran dentro de límites arbitrarios, arraigan a pesar de<br />

todo en tradiciones compartidas a las cuales conceden<br />

expresión objetiva. Las competencias deportivas y atléticas<br />

constituyen una apostilla dramática de la realidad, no<br />

570


una evasión; una reescenificación elevada de tradiciones<br />

comunitarias, no su repudio. Sólo cuando se empieza<br />

a valorar el juego y el deporte exclusivamente como una<br />

forma de escape pierden su capacidad de brindarnos<br />

ese escape… El auge de una concepción escapista del<br />

‘ocio’ coincide con su organización como extensión de<br />

la producción de mercancías. Las mismas fuerzas que<br />

organizaron la fábrica y la oficina organizaron a su vez<br />

el ocio, reduciéndolo a mero apéndice de la industria. En<br />

conformidad con ello, el deporte fue dominado no tanto<br />

por un énfasis indebido en el triunfo, sino por la urgencia<br />

desesperada de evitar la derrota. Los entrenadores, y no<br />

los capitanes de equipo, organizan el juego, y el aparato<br />

gestor realiza todo tipo de esfuerzos para abolir el riesgo<br />

y la incertidumbre, que es lo que contribuye de manera<br />

tan fundamental al éxito ritual y dramático de cualquier<br />

actividad competitiva. Cuando ya no podemos practicar<br />

ningún deporte con la entrega apropiada, éste pierde<br />

la capacidad de exaltar el espíritu de jugadores y espectadores<br />

y transportarlos a un campo superior de la existencia.<br />

La prudencia, la cautela y el cálculo, tan prominentes<br />

en la vida cotidiana pero tan opuesto al espíritu<br />

deportivo, comienzan a moldear el deporte tal como<br />

moldean todo lo demás… Al tiempo que deplora la subordinación<br />

del deporte al entretenimiento, nuestro autor<br />

da por sentada esta separación de trabajo y ocio que provocó,<br />

en primera instancia, esta invasión del juego por<br />

los criterios del mundo laboral cotidiano. No repara en<br />

que la degradación del juego proviene de la degradación<br />

del trabajo, la que a su vez crea la necesidad y la oportunidad<br />

de la ‘recreación’ comercializada. Como sugirió<br />

Huizinga, precisamente cuando el factor lúdico desaparece<br />

del derecho, del arte de gobernar y de otras expresiones<br />

culturales los hombres no se vuelven hacia el juego<br />

para asistir a una reescenificación dramática de su vida<br />

habitual, sino en busca de diversión y sensaciones. En<br />

ese punto, los juegos y el deporte, lejos de considerarse<br />

con excesiva seriedad, como concluyera erróneamente<br />

Huizinga, se vuelven, por el contrario, ‘algo sin consecuen-<br />

571


cias’. Como Edgar Wind nos hace ver en su análisis del<br />

arte moderno, la trivialización del arte ya estaba implícita<br />

en su exaltación modernista, la cual suponía que<br />

‘la vivencia del arte será más intensa si éste saca al espectador<br />

de sus hábitos y preocupaciones rutinarias’. La<br />

estética modernista garantiza el estatus socialmente marginal<br />

del arte a la vez que lo expone a la invasión de la<br />

moda comercializada: un proceso que culmina, por una<br />

lógica curiosa aunque inexorable, en la exigencia posmoderna<br />

de abolir el arte y subsumirlo en la realidad… La<br />

evolución del deporte sigue este mismo patrón. El intento<br />

de crear un dominio autónomo de lo puramente lúdico,<br />

absolutamente aislado del trabajo, da pie a lo contrario:<br />

a la insistencia, en los términos de nuestros autores, en<br />

que ‘los deportes no están separados y aparte de la vida,<br />

ni son un ‘país de las maravillas’ singular donde todo es<br />

puro y sagrado y queda al margen de la crítica”, sino que<br />

es un asunto de negocios, sujeto a los mismos criterios<br />

y expuesto al mismo escrutinio que cualquier otro negocio.<br />

Las posturas de nuestros autores están simbióticamente<br />

interrelacionadas y surgen ambas del mismo desarrollo<br />

histórico: la irrupción del espectáculo como forma<br />

dominante de expresión cultural. Lo que partió como un<br />

intento de revestir el deporte de una significación religiosa,<br />

y por cierto de convertirlo en una religión subrogante,<br />

culmina en la desmitificación del propio deporte, en su<br />

asimilación al mundo del show business.”<br />

Atendamos ambas jugadas por igual siguiendo el<br />

razonamiento que hace Giorgio Agamben del texto de<br />

Walter Benjamin, El capitalismo como religión: “Podremos<br />

decir que el capitalismo, llevando al extremo una tendencia<br />

ya presente en el cristianismo, generaliza y absolutiza,<br />

en todos los ámbitos, la estructura de divisiones que define<br />

la religión. Donde el sacrificio señalaba el pasaje de<br />

lo profano a lo sagrado se encuentra ahora un único,<br />

multiforme, incesante proceso de separación, que todo<br />

lo inviste, cada lugar, cada actividad humana, para dividirla<br />

de sí misma, y que es del todo indiferente a la cesura<br />

sagrado/profano, divino/humano. En su forma extrema,<br />

572


la religión capitalista realiza la pura forma de la separación,<br />

sin que quede ya nada por separar. Una profanación<br />

absoluta y sin residuos coincide con una consagración<br />

en igual grado vacua e integral. Como sucede con las<br />

mercancías, donde la separación es inherente a la forma<br />

misma del objeto, que se escinde en valor de uso y valor<br />

de cambio, y se transforma en un fetiche inaprensible; así<br />

todo aquello que es actuado, producido y vivido –incluso<br />

el cuerpo humano, incluso la sexualidad, incluso el lenguaje–<br />

es dividido de sí mismo y dislocado en una esfera<br />

separada, que no define ya ninguna división sustancial<br />

y en la que todo uso se vuelve duraderamente imposible.<br />

Esta esfera es el consumo. Si, como se ha sugerido, llamamos<br />

espectáculo a la fase extrema del capitalismo que<br />

estamos viviendo, en la que todo es exhibido en su separación<br />

de sí mismo, entonces espectáculo y consumo<br />

son las dos caras de una misma imposibilidad de uso.<br />

Aquello que no puede ser usado es, como tal, consignado<br />

al consumo o a la exhibición espectacular. Lo cual significa<br />

que la profanación se ha vuelto imposible (o, al menos,<br />

exige procedimientos especiales). Si profanar significa<br />

restituir al uso común aquello que había sido separado en<br />

la esfera de lo sagrado, la religión capitalista en su fase<br />

extrema apunta a la creación de un Improfanable absoluto.”<br />

Si retornamos a un arte de Perogrullo, tras leer estas<br />

líneas, podemos entender que el gesto contenido en nuestra<br />

Arquitectura prematura acertaba al formularse como una<br />

crítica de la separación. En una ciudad que es toda arte,<br />

la coincidencia de la estatuaria pública y el estadio de<br />

fútbol no es una denuncia del carácter espectacular<br />

del fútbol ni de su dimensión económica, en modo de capital<br />

simbólico que administren y manipulen los poderes del<br />

Estado, sino un llamamiento irónico a la intervención en<br />

la cosa pública, en la república ciudadana, en el común,<br />

precisamente allí, actuando en los elementos que construyen<br />

la comunidad. Por eso cuando reconstruimos el relato de la<br />

destrucción del sant Crist de Salomó nos era impensable<br />

hacerlo sin considerar la posibilidad del partido de fútbol.<br />

Como en el caso de los bailes colectivos en el Ball, está la<br />

573


posibilidad de juego y está la posibilidad de hacerlo en<br />

comunidad.<br />

En los posavasos que hemos titulado El Plano se desarrollan<br />

esos modelos del asociacionismo deportivo para<br />

el trabajo en cooperación. Se trata de extrapolar el trabajo<br />

realizado en Badia del Vallès, la ciudad con el mayor<br />

porcentaje de asociaciones vecinales del Estado español.<br />

¿Qué línea subterránea enlaza al Club Futbol Sala La<br />

Sardana de Badia del Vallès con El Caracol Maya, asociación<br />

de solidaridad con las comunidades indígenas de<br />

Chiapas? ¿O al Club de Fútbol Veteranos Atlético Troya<br />

de Badia del Vallès con la Associació Catalana D’Amics<br />

del Poble Saharaui? Son trazas que desde luego no pueden<br />

ser contempladas sin ironía, sin risas, sin una cierta burla.<br />

Líneas que no pueden entenderse sin el ánimo del juego.<br />

¿Por qué puede parecernos tan aberrante comparar<br />

Indymedia con la Associació TIC –tecnologies de la informació<br />

i les comunicacions– Badia del Vallès? ¿Qué diferencia<br />

insalvable hace incomparables Hangar con la<br />

Associació de l’Art de Badia? ¿Dónde está la imposibilidad<br />

de dar un territorio común a madeinbarcelona y a la<br />

Associació socio-cultural PROBVOS de Badia del Vallès?<br />

Así, Eduardo Galeano: “En su forma actual, el fútbol<br />

nació hace más de un siglo. Nació hablando en inglés,<br />

y en inglés habla todavía, pero ahora se escucha exaltar<br />

el valor de un buen sponsor y las virtudes del marketing,<br />

con tanto fervor como antes se exaltaba el valor de un<br />

buen forward y las virtudes del dribbling. Los campeonatos<br />

responden al nombre de quien paga. El campeonato<br />

argentino se llama Pepsi Cola. Se llama Coca-Cola el<br />

campeonato mundial de fútbol juvenil. El torneo intercontinental<br />

de clubes se llama Copa Toyota. Para el hincha<br />

del deporte más popular del mundo, para el apasionado<br />

de la más universal de las pasiones, la camiseta del club<br />

es un manto sagrado, una segunda piel, el otro pecho.<br />

Pero la camiseta se ha convertido, además, en un cartel<br />

publicitario ambulante. En 1998, los jugadores del club<br />

Rapid de Viena exhiben cuatro avisos a la vez: en las<br />

camisetas llevan anuncios de un banco, de una empresa<br />

574


comercial y de una marca de automóviles, y en los pantalones<br />

hacen la publicidad de una tarjeta de crédito.<br />

Cuando River Plate y Boca Juniors disputan, en Buenos Aires,<br />

el clásico del fútbol argentino, Quilmes juega contra<br />

Quilmes: ambos equipos lucen, en sus camisetas, la marca<br />

de la misma cerveza nacional. En plena globalización, River<br />

también juega para Adidas, y Boca para Nike. Y hablando<br />

en plata, bien se puede decir que Adidas venció a Nike<br />

cuando Francia derrotó a Brasil en la final del Mundial 98.”<br />

Para La Casa decidimos trabajar un caso particular<br />

en la dinámica de la competitividad en Badia del Vallès.<br />

El único piso “liberado” en una ciudad en la que el ciento<br />

por ciento de sus pisos son vivienda social. Debemos<br />

exceptuar el Cuartel de la Guardia Civil, que pertenece<br />

al Ministerio de Defensa y este piso, el 5ºA de la calle<br />

Cantábrico, número 33, liberado por un fraude de ley<br />

durante la década de los noventa y cuyo delito nadie<br />

sabe cómo prescribió. ¿Cómo marcar el único espacio<br />

habitable de Badia que juega en el libre mercado? ¿Modificó<br />

esta peculiaridad su fisonomía? ¿Han cambiado por esta<br />

situación liberal sus condiciones de vida? ¿Algunas de<br />

sus instalaciones han notado esta plusvalía económica<br />

en el mercado? ¿La nueva cotización de su renta mejoró<br />

la práctica de sus ventanas y puertas? No se nos ocurrió<br />

otra cosa que señalarlo, marcarlo con un baile, una<br />

danza que midiera su espacio, un dispositivo de gestos<br />

que pudiera recoger, no sin cierta ironía, estos nuevos<br />

intangibles. Nunca las huellas fueron tanto las marcas.<br />

Así, Enrique Vila-Matas: “Al leer que el futbolista Saviola<br />

echa en falta en el Mónaco, por encima de todo, los<br />

autógrafos que firmaba cuando la pasada temporada<br />

jugaba en el Fútbol Club Barcelona, he sentido una<br />

repentina y muy intensa nostalgia de los días en que<br />

yo firmaba dedicatorias de mis libros y andaba siempre<br />

quejándome de lo mucho que me agobiaban los<br />

lectores cuando, en realidad, si en alguna ocasión, en<br />

un acto público, nadie se acercaba para pedirme alguna<br />

firma, me quedaba desolado, temeroso de haber sido<br />

olvidado.”<br />

575


Claro que no estamos hablando de fútbol, estamos<br />

hablando de cómo se hace una ciudad.<br />

Empezamos este escrito con la negación a Ciutat Badia<br />

de su condición de ciudad en base a la movilidad de<br />

sus habitantes. En 1996 en su texto La ciudad nonata<br />

Valcárcel Medina nos disertaba sobre la inutilidad de esta<br />

afirmación: “Según lo dicho, nuestra civilización, urbana<br />

desde hace siglos, se está desurbanizando (y esto lo digo<br />

en todos los sentidos de la palabra). Pero no lo está<br />

haciendo como resultado de un abandono de la ciudad,<br />

¡todo lo contrario! Lo está haciendo porque, engrosando<br />

sin cesar su volumen, se instala en ella sin espíritu urbano.<br />

Las grandes cantidades de gente que, viviendo en la<br />

ciudad, los días laborables repiten el camino, como antes<br />

decía, sin opción a la sorpresa, y los días festivos no salen<br />

de casa o se van de excursión...; estas masas de gente<br />

está claro que no viven en una ciudad... Y no quiero<br />

aquí meterme en la idea de que, realmente, no viven en<br />

ningún sitio; pero no estaría mal hacer un análisis de cómo<br />

experimenta el hombre medio de hoy sus cambios circunstanciales<br />

de domicilio. La verdad es que no los experimenta.<br />

Y todos los presentes sabéis que nadie de entre<br />

los que ‘propagandísticamente’ viven en ‘la naturaleza’<br />

como ellos dicen, han dejado de vivir en la ciudad; conservan<br />

horarios urbanos y hábitos que son repetición de<br />

los que tienen o tenían en su cotidianidad urbana. Pero,<br />

en fin, lo que aquí nos interesa es el ‘no vivir la ciudad’<br />

que desempeñan los habitantes de ésta; o, para ser más<br />

gráfico: los usuarios de ella. No usar la ciudad da lugar<br />

a la ciudad no usada; es decir, nos encasqueta encima<br />

un aparato sin utilidad. Y este aparato, esta máquina de<br />

habitación, este núcleo de convivencia, se deteriora por<br />

falta de uso; los engranajes se anquilosan, las arterias<br />

se oxidan, la luz se consume inútilmente. Pues bien, este<br />

desgaste del fluido que no surte efecto es el defecto<br />

que fomenta el urbanita que no se siente tal. Pero no<br />

se siente como ‘ciudadano’ porque su vida, inexpresiva<br />

en cualquier sitio, no le permite vivir la ciudad, como<br />

no le permitiría vivir el campo.”<br />

576


Arquitectura<br />

prematura


Arquitectura prematura<br />

Otras entradas relacionadas:<br />

Isidoro Valcárcel Medina<br />

Tierra-aire<br />

Casas del viento<br />

Edificio para parados<br />

Arquitectura prematura 579


Corona de espinas del sant Crist. Salomó. Tarragona. En julio de 1936 la imagen fue vejada,<br />

decapitada y se jugó con la cabeza al balompié antes de ser quemada en el campo de fútbol<br />

municipal, situado al lado de la capilla. Fotografía reciente de la corona de plata que se salvó<br />

del incendio. Facilitada por Antoni Virgili en 2005.<br />

Arquitectura prematura. Estadio Municipal y Plaza de los Monumentos. Proyectos a partir del<br />

campo de fútbol. Isidoro Valcárcel Medina. León. 1991. Concentración de todos los monumentos<br />

de León en el solar del estadio municipal. Plano general, superficie de estadio y corona.<br />

Facilitada por Isidoro Valcárcel Medina en 2005.<br />

Salomó era conegut a tot Catalunya per l’existéncia i veneració del seu sant Crist miraculós.<br />

En esclatar la persecució de 1936, aquella imatge venerada va ser el gran objectiu dels<br />

revolucionaris contra Déu. Traslladada al camp de futbol, propietat de la Parròquia, fou<br />

satànicamente destrossada i cremada, menys la seva mà dreta, que pietosament recollida<br />

i guardada és la que avui té la imatge que reprodueix la profanada en aquella persecució.<br />

Després, aquell camp de fútbol on havien cremat el sant Crist de Salomó el sembraren de blat.<br />

I tots pogueren comprovar, uns amb devoció i altres amb temor, que en créixer el blat, aquest<br />

ho va fer molt més i en forma de creu, en el lloc exacte, on havien cremat la imatge estimada<br />

per uns, i odiada pels altres. Un dels Srs. Rectors que després han regit aquella parròquia, Mn.<br />

Camps, ens ho ha testificat.<br />

Estadio Municipal y Plaza de los Monumentos. El plan municipal de trasladar su estadio<br />

de fútbol a una zona menos céntrica ha sido acogido aquí con un afán esclarecedor de ciertas<br />

realidades. Los antiguos terrenos se van a usar para concentrar en ellos, en la llamada Plaza<br />

de los Monumentos todas las estatuas, imágenes, monolitos o lo que quiera que sea, que<br />

salpican o pueden salpicar la ciudad. La utilidad de la medida queda clara por cuanto bastará<br />

una visita para ponerse al tanto de toda la monumentalidad urbana. En lo que toca al<br />

Estadio, se ha planteado de acuerdo con otro proyecto del autor sobre cambio del reglamento<br />

y organización de los lugares futbolísticos, así como de las competiciones. Se ha hecho<br />

hincapié en las medidas de seguridad (foso, policía, separación de hinchadas...) y en las de<br />

socorro (médicos, quirófano, helipuerto...). A la vez, se ha restringido en lo posible la autonomía<br />

del espectador con el fin de obstaculizar su natural “furia”.<br />

En el propio Madrid y en la parroquia de San Antonio, la imagen del titular fue sacada a la<br />

carretera, donde dos milicianos, apodados Cachuca y Castorín, dispararon a placer sobre ella,<br />

le arrancaron la cabeza y la utilizaron para jugar al fútbol. Del segundo de ellos se ha dicho<br />

que “al terminar la faena se puso a comer un chorizo con el fusil apoyado en el pecho; éste se<br />

disparó, entrándole la bala por debajo de la barbilla y quedando muerto cerca de la imagen”.<br />

También se jugó al fútbol con la cabeza del Santo Cristo en Salomón, provincia de Tarragona,<br />

con la cabeza de un San Antonio en Trevélez, provincia de Granada y con la cabeza de un Niño<br />

Jesús amamantado por su Madre en el templo nacional del Tibidabo, Barcelona.<br />

La idea debe enmarcarse entre las Sugerencias de un forastero al Plan General de León. Se trata<br />

básicamente de trasladar al estadio de fútbol de nuestra ciudad los monumentos y estatuas de<br />

diversa índole que hasta ahora la adornan. El estadio va a ser trasladado a las afueras y así, en<br />

el solar restante, se pretende instalar este curioso parque de estatuas. Lo que este artista murciano,<br />

residente en Madrid, quiere proponernos no resulta ofensivo para la ciudad puesto que se trata<br />

de una proposición poética. Si acaso no da resultado más chocante la idea de transformación<br />

582 Arquitectura prematura <strong>Archivo</strong> F.X.


de los usos y espacios del nuevo estadio de León. Como todos sabemos la violencia en el fútbol<br />

nunca ha caracterizado a nuestros aficionados y no vemos necesaria la intromisión.<br />

He tenido la suerte de haber hablado con testigos directos y presentes de los disturbios que<br />

acabaron con la profanación de la iglesia de Salomó y la capilla del Santo Cristo, ya que, aunque<br />

muy jóvenes, echaron “una mano” a los que llevaban la batuta. Por la noche, después de cenar,<br />

se reunieron los simpatizantes del Comité Revolucionario y procedieron a quemar todo cuanto<br />

había en la iglesia. El altar mayor lo quemaron in situ, y también prendieron fuego en la capilla<br />

del Santo Cristo, ardiendo las pinturas y los retablos de la parte inferior. El resto lo sacaron<br />

fuera y lo quemaron en el campo de fútbol. El santo Cristo lo echaron al fuego entero: no se<br />

cortaron ni manos ni cabeza, y por tanto, no se jugó un partido con ella. Si es cierto que se dijo,<br />

en forma de rumor, que lo habían hecho, pero no es verdad. También se dijo –más en los pueblos<br />

vecinos que en el nuestro– que al arrojar la imagen al fuego se elevó una llamarada que iluminó<br />

durante un tiempo la noche: nada de eso sucedió, claro. A la hoguera echaron el resto del material<br />

de madera, como: bancos, altares, imágenes, etc., con lo cual ardió durante horas, provocando<br />

una gruesa capa de cenizas que quemó, incluso, la tierra. Por esa razón, cuando sembraron el<br />

campo –es cierto que lo hicieron a pesar de haberse convertido ya en terreno de juego desde<br />

el año 1934, creo–, el trigo apenas nació en el círculo que había ocupado la hoguera. Por tanto,<br />

no es que el trigo fuese más crecido y en forma de cruz en el lugar donde fue quemado, sino<br />

que apenas nació, y no había ninguna forma de cruz, ni nada parecido, pero fue a causa del<br />

propio fuego, que había dejado la tierra sin capacidad productiva.<br />

Granio Marcelo, pretor de Bitinia, escapa de la muerte de modo milagroso. Había cometido<br />

un delito consciente y voluntario de lesa majestad: osó decapitar una estatua del recién desaparecido<br />

Augusto, pero no para echarla por tierra, sino para sustituir su cabeza por la de Tiberio. Su<br />

salvación estuvo en que fue este último el que tenía que dilucidar la culpabilidad y, como es<br />

natural, a él el delito no le parecía tan grave como a los juristas. Marcelo, que lo que en verdad<br />

quería era, con la excusa del emperador muerto, escarnecer a la imagen rectora del Imperio, se<br />

amparó en que, en apariencia, su acción, salvajemente sarcástica, pretendía glorificar, por encima<br />

de todo, incluso de la muerte, la divinidad del gobernante supremo, que era el de la actualidad,<br />

el vivo, en una palabra. El hecho que pretendo rememorar es tan sólo esta peregrina traslación<br />

capitular, pero, de paso, hago saber algunas de las faltas imperdonables que se podían cometer<br />

con las efigies de los emperadores. Así, no se permitía orinar en su proximidad, ni cruzar a su<br />

lado con un rebaño de ovejas, aunque se perdonaba si se le daba una pedrada sin querer. Se<br />

podían fundir las estatuas ya desechadas, pero no desechar por cuenta propia alguna de ellas;<br />

estaba permitido vender imágenes imperiales aún no consagradas, pero no se podía consagrar<br />

ninguna por deseo personal, aunque estuviera sufragada por el promotor. Generalmente, a la<br />

muerte de un emperador solía seguirle un festival de monumentos derribados, de caballos<br />

volcados y de cabezas convertidas en pelotas callejeras (esto fue particularmente grave con<br />

Domiciano; y lo mismo ocurrió, aunque por motivos diferentes, con las múltiples estatuas que<br />

adornaban el colosal mausoleo de Adriano, cuando Vitiges y sus godos cercaron Roma en el<br />

año 573; entonces, las masas marmóreas eran arrojadas desde lo alto sobre los invasores a modo<br />

de proyectiles).<br />

Hom recorda també les eleccions del febrer de 1936 i, sobretot, la repercussió que va tenir a<br />

Salomó la rebel·lió militar del 18 de juliol, que significà l’inici de la Guerra Civil, fins l’any<br />

1939. El suport d’una bona part de la jerarquia eclesiàstica als militars intensificà la violència<br />

anticlerical. Cal indicar que l’arquebisbe de Tarragona, el cardenal Vidal i Barraquer, es negà a<br />

<strong>Archivo</strong> F.X. Arquitectura prematura 583


subscriure la Cruzada, i que, tot i això, va estar a punt de ser afusellat per un escamot anarquista;<br />

morí a l’exili l’any 1943. En els llocs on el cop militar fou avortat es desencadenà un decidit<br />

corrent revolucionari. Ambdós processos tenen el seu reflex a Salomó. Es constituí el Comitè<br />

de Milícies Antifeixistes de Salomó, i, immediatament, l’església fou convertida en un gran<br />

magatzem (es recorden les altes piles de garrofes a l’angle de l’altar de la Puríssima, i quan va<br />

cedir el terra amb el pas d’un bocoi), les imatges foren destruïdes –entre les quals hi havia la<br />

del sant Crist–, així com l’arxiu parroquial, del qual no queda ni un sol document, i es calà<br />

foc a la capella del sant Crist. El rector, mossèn Martí Francis, abandonà el poble precipitadament,<br />

però fou identificat i capturat a la Múnia (Alt Penedés); lliurat al Comitè Revolucionari de<br />

Vilafranca, i afusellat en rebre la conformitat del Comitè de Salomó. Altres persones foren<br />

objecte de persecució: mitja dotzena de persones van ser tancades al “barco”, el vaixell presó<br />

Río Segre, al port de Tarragona. A Joan Recasens, de cal Figueres, un dels principals propietaris<br />

locals, el van treure del vaixell i l’assassinaren a Alcover.<br />

La invitación se hace al artista y la presentación tiene lugar en la galería Tráfico de Arte, de<br />

León, entre enero y febrero de 1991, bajo el título Sugerencias de un forastero, Valcárcel Medina,<br />

al Plan General sobre León. Las intervenciones que se proponen afectan al Estadio Municipal<br />

y Plaza de los Monumentos, La Chantría y la calle Cercas. Bajo la escritura Proyectos a partir<br />

del campo de fútbol se nos presentan tanto los planos y modificaciones propuestas para los<br />

usos del estadio de fútbol actual, entre las calles Murillo, Castaño y Ladreda, como las sugerencias<br />

de adaptación del nuevo estadio en construcción al nuevo reglamento futbolístico que<br />

ha desarrollado el autor, Valcárcel Medina. Es decir, se presenta un plano de la Plaza de los<br />

Monumentos, con las propuestas de uso del nuevo estadio, la definición del solar, los puntos<br />

de colocación de diez de las estatuas que adornan las calles de León, y los nuevos usos de las<br />

instalaciones deportivas cubiertas: talleres, estudios, salón de actos, etc. Y también se presenta<br />

el proyecto de edificación del nuevo Estadio Municipal en los terrenos del río Torio, siguiendo<br />

la carretera que sigue al camino vecinal de Presa Blanca. En éste se presta especial atención<br />

a las zonas de aparcamientos para turismos y vehículos de transporte públicos. Un plano<br />

anexo desarrolla bajo el título conjunto de Plaza de los Monumentos y Estadio Municipal las<br />

peculiaridades de la nueva construcción propuesta: fosos de agua para separar las aficiones<br />

con su respectivo sistema de drenaje, peculiaridades del cuarto de árbitros, reforzamiento<br />

de las medidas de seguridad mediante la incorporación de diversas policías nacionales<br />

y locales, trampas, fosos, pasadizos, etc., y de las medidas de socorro ampliando los servicios<br />

hospitalarios y previendo un helipuerto para la rápida evacuación de heridos de carácter grave.<br />

También se baraja la idea de instalar un tanatorio entre los servicios propios del nuevo estadio<br />

municipal.<br />

El notable conjunt artístic que formava la capella fou parcialment destruït el 24 de juliol de<br />

1936 en el decurs del procés revolucionari que seguí la rebel·lió militar del 18 de juliol i que<br />

significa l’inici de la Guerra Civil. El crucifix fou cremat al camp de futbol; també s’incendià<br />

el retaule, i es cremaren tots els quadres i els àngels de sota la cornisa. Miraculosament, es va<br />

poder salvar la resta. El 3 de maig de 1939 es reposà la imatge de Crist crucificat, molt semblant<br />

a la centenària, i es netejaren les parets.<br />

Sus Arquitecturas prematuras son un ejemplo paradigmático. En ellas se enfrentan en el lugar<br />

dos sistemas –dos razones– contradictorios que la ciudad mantiene activos y en pugna permanente,<br />

el de la lógica común y utilitaria de la edificación y el de la lógica privada y privativa de la<br />

construcción pública. Nada más opuesto al utopismo, a lo deseado e imaginado, que estas<br />

arquitecturas vinculadas a lo que su autor define como un arte de perogrullo, o sea, ese arte<br />

584 Arquitectura prematura <strong>Archivo</strong> F.X.


que consistiría en hacer ver lo evidente, no lo que uno trae consigo, sino lo que ya está allí a<br />

los ojos de todos.<br />

La devoción creciente al sant Crist culminó en la construcción de la capilla entre los años<br />

1708 y 1715, probablemente bajo el amparo y el impulso de la Cofradía del sant Crist instituida<br />

y fundada en el año 1691, y también de Joan de Nin Vidal, que fue proclamado caballero<br />

pocos años antes por designación del rey Carlos II de Austria. La capilla forma una planta de<br />

cruz griega cubierta por una cúpula octogonal rematada por un tragaluz con ocho ventanas.<br />

Las conchas están cubiertas por los cuatro evangelistas. El más espectacular era el retablo<br />

barroco donde destacaba la imagen del Cristo y los lienzos al óleo, obra del pintor Jaime Ponts<br />

Monravá (1671-1730), destacado seguidor del “tenebrismo” hispánico. El conjunto pictórico<br />

lo formaban 16 cuadros. La reacción revolucionaria que siguió a la rebelión militar de julio<br />

de 1936 se encarnizó sobre la iglesia y muy especialmente sobre la capilla, que fue incendiada.<br />

El retablo barroco desapareció bajo las llamas, así como la imagen y una parte del conjunto<br />

pictórico.<br />

El nuevo uso del actual estadio se concretaría en la llamada Plaza de los Monumentos. Las diez<br />

estatuas que se han propuesto trasladar al estadio de fútbol se encuentran ahora mismo<br />

diseminadas por toda la ciudad de León. Tenemos el monumento a la Inmaculada situado en<br />

la plaza Calvo Sotelo. A Rubén Dario está dedicada la estatua situada en el Jardín Romántico.<br />

También la escultura dedicada al padre Isla, situada frente a la estación de FEVE. Del paseo<br />

de Papalaguinda trasladaríamos el monumento al maestro Odón Alonso. Desde la plaza de<br />

San Isidoro el homenaje instituido a la Legión VII. En la plaza de los Reyes se levanta el<br />

monumento dedicado a los actuales reyes de España, Juan Carlos y Sofía, que también será<br />

trasladado. Situado en la plaza de San Francisco, un monumento levantado en honor del<br />

historiador Don Claudio Sánchez Albornoz también sería objeto de traslado. Desde la glorieta<br />

del mismo nombre se transportaría el dedicado a Guzmán el Bueno. Igualmente redundantes<br />

serían los traslados de las estatuas levantadas en honor de San Francisco de Asís y Quevedo<br />

desde los respectivos parques que llevan sus nombres. Destacaremos, en fin, que la idea tiene<br />

como consecuencia final dejar las calles leonesas desiertas a la contemplación de cualquier<br />

monumento público.<br />

En la parroquia de San Antonio, en el propio Madrid, unos milicianos le arrancaron la cabeza<br />

al santo titular y jugaron con ella al fútbol. Al terminar el “partido”, uno de ellos se sentó a<br />

comer apoyándose el fusil en el pecho. Un tiro accidental le voló los sesos. Ya se ha aludido<br />

a cómo, en Salomó, el veneradísimo sant Crist fue quemado públicamente en el campo de<br />

fútbol. Durante la guerra, aquel espacio sirvió para sembrar trigo. En el punto exacto donde<br />

se había destruido la sagrada imagen los habitantes de Salomó pudieron ver cómo crecían las<br />

espigas mucho más que en el resto del campo. Lo hacían, además, conformando una cruz.<br />

Justo el año siguiente al “Coloquio-conferencia”, empecé a hacer, en serio, una cosa que desde<br />

mi primera juventud había hecho a salto de mata: proyectar edificaciones. Lo que ocurre es<br />

que éstos no eran proyectos “puros”, sino contaminados por orígenes sociales o culturales.<br />

Eran ideas que se expresaban arquitectónicamente, pero que podían hacerlo en otro lenguaje.<br />

El uso de los planos, y, sobre todo, de unos planos tan ortodoxos, es un recurso no menos<br />

irónico que las ideas mismas en ellos testimoniadas. La finalidad de esta arquitectura no es<br />

más que meter el dedo en la llaga del poder; el cual, pudiendo hacer no mueve un dedo, y se<br />

regocija en su propia inmundicia.<br />

<strong>Archivo</strong> F.X. Arquitectura prematura 585


Por descontado que los propios fieles continuaron aceptando la misma lógica adecuada a una<br />

pasión personal y aplicaron a los restos conservados una tecnología no menos martirial que la<br />

empleada para someterle a tormento. La veneración de una reliquia –es decir, de aquello que<br />

los diccionarios establecen que es “lo que queda del cuerpo de lo santos, de los personajes<br />

sagrados”, Larousse– del sant Crist, exhibida al lado de la figura sucedánea, lo confirma de una<br />

manera inequívoca, como ocurre con otra reliquia parecida: la de una de las manos del milagroso<br />

sant Crist de Salomó, salvada de su quema en el campo de fútbol de aquella población<br />

tarraconense, aquel mismo verano de 1936.<br />

Tras observar el contenido moral e ideológico de estas intervenciones urbanas, fácilmente se<br />

puede deducir que a través de las mismas entra en juego una profunda actitud combativa e<br />

irónicamente beligerante, una actitud que, puesta en práctica asimismo en una línea similar<br />

por Krzysztof Wodiczko por medio de sus instrumentos y vehículos, convierte las intervenciones<br />

de Valcárcel Medina en genuinas instala(c)ciones, es decir, en verdaderos ambientes performizados<br />

en los que los conceptos de instalación y acción quedan unificados mediante un trabajo procesual<br />

que supone la profunda y radical alteración de la propia vida del artista.<br />

El trasbalsament que suposà per al nostre país la Guerra Civil del 1936, amb el seu seguici<br />

d’odis, persecucions i profanacions religioses, també es feu sentir damunt la gloriosa imatge del<br />

sant Crist de Salomó i la seva capella. El 24 de juliol la Imatge era públicament cremada en<br />

l’actual camp de futbol, i hom calà foc a la capella, la qual, amb tot, no quedà pas totalment<br />

destruïda. No sabem pas com explicar-nos-ho, però hem de suposar que, possiblement per falta<br />

de ventilació, el foc quedà somort i limitat a la part baixa de la capella, ja que, incomprensiblement,<br />

el resistiren quasi totes les teles dels quadres situats per sobre de la cornisa i el gran Sopar de<br />

sobre l’arcada d’entrada. Tots, emperò, quedaren terriblement ennegrits com el conjunt de la<br />

capella. En canvi el retaule barroc i tots els altres quadres desapareguren del tot. Acabada<br />

la guerra, l’any 1939, essent rector Mn. Marçal Martínez, es va fer una vertadera proesa de<br />

celeritat, tant pel que respecta a la nostra capella com a la restauració de tot el temple parroquial.<br />

La capella fou ràpidament netejada amb la cooperació i entusiasme de tots els joves, utilitzant<br />

diferents procediments, dels quals el que més recorda tothom és el de fregar les parets amb ceba.<br />

La falta de tècnica pogué perjudicar alguns elements decoratius, però desaparegué el fum de<br />

les parets i tornà a aparèixer l’antiga decoració a base d’or; la capella oferí altra vegada un joliu<br />

aspecte amb el seu altar provisional, les seves cortines i algun altre element que ho completava.<br />

I d’aquesta manera, el 3 de maig de 1939, una nova imatge, facsímil de l’anterior, podia ocupar<br />

el lloc on tradicionalment l’han venerada els seus devots.<br />

Roma fue pródiga en incendios generales y parciales, no en vano, en el año 308, el prefecto<br />

Pretextato habría de suprimir los balcones y voladizos de las casas romanas por lo rápidamente<br />

que ardían; y tampoco es casualidad que el cuerpo de bomberos fuera de los más prestigiados<br />

del Imperio, como lo prueba el título de clarissimus et perfectissimus que alcanzaron dos de sus<br />

miembros, Postumio Isidoro y Rupilio Pisoniano. Pues bien, 190 es el año de uno de los cuatro<br />

incendios generales que padeció la urbe (los otros fueron en 64, 80 y 283). Dion Cassio es uno<br />

de los cronistas de aquel suceso pavoroso: “El fuego dio comienzo en una casa y se pasó al<br />

templo de la Paz (...) No pudo ser apagado por mano de los hombres, sino que después de<br />

haber consumido todo lo que alcanzó, cesó por agotamiento”. La descripción sigue de un modo<br />

casi lírico del que no quisiera privar al lector: “El cielo estaba sereno aquella noche y no se había<br />

oído tronar. Sólo se percibieron algunas ligeras sacudidas, como de terremoto, y tal vez el fuego<br />

lo produjo alguna tormenta por la noche o bien nació del mismo temblor de tierra” (desde<br />

luego, en el interior de la tierra hay fuego). Pero lo sonado de este siniestro caso es que la zona<br />

586 Arquitectura prematura <strong>Archivo</strong> F.X.


dañada fue la de la nobleza, las casas más ricas, las mansiones de los senadores, los palacios y los<br />

templos, entre ellos el de Vesta, cosa que ocasionó que quedara a la vista de las masas la estatua<br />

del Palladium, nunca observada, que había sido traída por Eneas, desde Troya. Burckhardt ha<br />

dicho que lo que más profundamente nos separa de los antiguos (y los romanos estaban<br />

esclavizados a lo antiguo) es que ellos creían en la posibilidad de la predicción del futuro. Pero<br />

Eneas no sabía nada de lo por venir… ni nosotros hoy, claro.<br />

Los sucesos revolucionarios de 1936 acabaron con la imagen del sant Crist y de alguna manera<br />

repitieron su leyenda. La historia venía repitiéndose a lo largo del siglo XIX. Pero antes de ese siglo<br />

XIX, acontecería un hecho que motivaría el Ball del sant Crist. En el XVIII se documenta, por<br />

primera vez, sobre un hecho acaecido aún antes, tal vez dos siglos atrás. Era época de hambre,<br />

tal vez de sequía, algo tan habitual en el mundo del agro hasta fechas todavía recientes, y vivía<br />

allí un rico comerciante, Josep Nin de nombre, dispuesto a desplazarse hasta L’Alger en busca<br />

de trigo. Salió de Altafulla, se dirigió hacia tierra de moros, entró en tratos con un tal Mahomet<br />

y compró el trigo para transportar hacia su pueblo y aliviar así las penurias. Cuando va a cargarlo<br />

descubre un crucifijo que el moro tenía en el almacén medio abandonado, fruto de un botín<br />

obtenido por su abuelo, corsario para más señas, quien se lo dejó con el encargo de azotarlo<br />

todos los viernes. El cristiano desea comprar la imagen a precio de plata, tantas monedas como<br />

pesara la imagen, y al moro se le disuelven los juramentos hechos al abuelo como azucarillo en<br />

agua caliente. Al pesar la imagen, Josep Nin iba dejando caer las monedas una a una; cuando<br />

llegó a la número treinta, la misma cantidad por la que Judas vendió a Jesucristo siglos atrás,<br />

el fiel de la balanza se niveló, ante el estupor de Mahomet. Hubo de intervenir el rey, el cual<br />

presenció el mismo prodigio, y al final la imagen fue cargada rumbo a Altafulla para, desde allí,<br />

ser conducida a Salomó, no sin antes haber vivido otro episodio, al negarse el barco a moverse<br />

y darse cuenta de que se debía a la falta de un dedo en la mano del crucificado, que había sido<br />

arrancado por Mahomet, deseoso de participar en la propiedad de tan prodigiosa imagen.<br />

Aunque la hambruna digna de recordarse se sitúa generalmente en el año 585, o ya debía de<br />

haber ocurrido ocho años antes, si hemos de creer al infatigable cronista Gregorio de Tours,<br />

obispo por más señas, que ha referido las angustias del año 577 con la simplona frase: “Este año<br />

se cometen muchos crímenes”, que debía de ser cierta, por lo demás, si creemos a George de<br />

Leger cuando comenta que cada uno identificaba la justicia con su santa voluntad. Sobre todo,<br />

se detuvo en contar los desafueros cometidos por los mercaderes y comerciantes, los cuales<br />

abusaban escandalosamente de su posición como poseedores de algunos alimentos, a cambio<br />

de los cuales esclavizaban a los famélicos. Pero como hombre de iglesia al fin y al cabo, no se<br />

privaba de relatar los hechos sorprendentes o milagrosos que llegaban a sus oídos. Así, afirma<br />

haber escuchado a un comerciante de Poitou los detalles de un milagro acontecido en el año<br />

577 a un mercader de Tréveris, en el otoño de ese mismo año; éste se dirigió a Metz para adquirir<br />

sal, embarcándose en su propia barcaza para hacer el camino por el cauce del río Mosela. Pero<br />

fuera por cansancio o por descuido, el caso es que toda la escasa tripulación se durmió cuando<br />

ya llegaban a su destino. Entonces, el barco, a la deriva, avanzando por una zona llena de escollos,<br />

los devolvió a la mañana siguiente a su punto de partida. Indudablemente, cuesta trabajo<br />

encontrarle la gracia a este milagro; nadie se benefició de él, ni material ni espiritualmente.<br />

También hubo dudas sobre quién lo había realizado, ya que a ningún santo se le había pedido<br />

semejante despropósito; con todo, se haya recogido en el Liber de virtutibus sancti Martini.<br />

Ahora bien, cabe una esperanza: es posible que la acción prodigiosa estuviera escondida en el<br />

hecho de que el mercader pensara especular de forma culposa con su mercancía, y el milagro,<br />

al privarle de ella y volverle a su lugar de origen, le hiciera recapacitar sobre su entorpecida mala<br />

acción, ya que la acción mala se suele llamar torpe.<br />

<strong>Archivo</strong> F.X. Arquitectura prematura 587


Ja després de la guerra, i havent estat destruïda la imatge de la capella l’any 1936, es muntaren<br />

dues representacions els anys 1939 i 1940. La primera, seguint la versió castellana de 1900 i la<br />

segona, amb una nova versió lliure, deguda a Mn. Marçal Martínez, rector que fou de Salomó<br />

entre 1939 i 1942. La representació del 1939 és explicable pels actes d’exaltació religiosa del<br />

“nacionalcatolicismo” franquista un cop acabada la guerra. Per això, aquestes seran les dates<br />

en qué es representaran per darrera vegada els pocs balls hagiogràfics del baix Gaià i els seus<br />

voltants que encara mantenien una certa tradició. Aquests, però, no passaren d’aquesta primera<br />

exaltació, el de Salomó sí. A part de la voluntat dels salornonencs i del pes de la trajectòria<br />

històrica de la devoció, no podem obviar, a partir de la representació de 1940, el propi pes de<br />

la figura de Mn. Marçal Martínez Balaguer, poeta i autor –sempre en català, fins i tot en els<br />

temps més durs de la postguerra– d’alguns Pastorets i del text de la Passió d’Esparraguera que s’hi<br />

representà des del 1952 fins al 1960. Mn. Marçal, doncs, no era un simple vilatà que hagués<br />

refet el text de la millor manera que va saber, però sense cap intenció literària, sinó que era un<br />

escriptor que, amb més o menys encert, coneixia l’ofici.<br />

Y no digamos la cultura. Construir museos en una época en la que no hay obras para guardar<br />

(entre otras cosas porque “críticamente” se dice que el arte de hoy no es para preservarlo, sino<br />

que es efímero)... no es sino un regodeo en la propia sinrazón. Ahora, institucionalmente, se<br />

argumenta que en estos momentos el museo es una obra en sí... ¿y cuándo no lo ha sido? En<br />

fin, son excusas de niños tontos, pero resabiados. Es por todo eso por lo que unos proyectos que<br />

se limitan a poner a las claras la evidencia, necesitarían, para ser viables, otra época y otra<br />

mentalidad, es decir, son prematuros. Pero, como a la vez, son tan fáciles técnicamente y tan<br />

sencillos ideológicamente, pues, estando como estamos en un momento histórico donde se<br />

potencia tanto la tergiversación, está claro que no ha llegado aún su hora. Los que los tachan<br />

de utópicos están diciendo una soberana tontería porque, contrariamente, son los más tópicos,<br />

es decir, los más unidos al lugar.<br />

La contemplació d’aquesta magnífica obra ens és molt més necessària per a historiar la devoció<br />

de Salomó al sant Crist, quan no ens resta de l’época en què fou construida cap document escrit,<br />

si exceptuem el que ens en diuen els articles “Salomó” i “Pons i Monravá, Jaime” de l’Enciclopedia<br />

Espasa, dels quals no hem pogut saber les fonts, per haver estat destruïts els arxius d’aquesta tan<br />

important enciclopèdia universal del nostre país. Sortosament, la crema de l’any 1936 no afectà<br />

totalment la capella; on es destruí, però, a més de la sagrada Imatge, l’altar, el retaule i algunes<br />

de les pintures, de la majoria de les quals s’han trobat els respectius clixés a l’arxiu fotográfic del<br />

Sr. Català Pic, a Barcelona, obtinguts per aquest senyor uns anys abans de la crema, quan residia<br />

a Valls. Això i l’encertada restauració que es va fer de l’esmentada capella els anys 1963-1965<br />

ens permet de reviure la magnífica obra sortida de les mans de Jaume Pons i Monravá.<br />

La actitud planteada por nuestro artista a lo largo de toda su trayectoria es, sin lugar a dudas,<br />

la de un francotirador que actúa de una manera pertinaz y resistente. El sentido político de esta<br />

resistencia queda evidenciado tanto en las Sugerencias de un forastero al Plan General de León<br />

(León, 1991) como en los proyectos de arquitectura prematura; recordemos, entre otros muchos,<br />

La Torre para suicidas (1984), el Edificio para parados (1984), Okupa y resiste (1987), la Cárcel<br />

del pueblo (1989) o el Edificio torpe para oficinas (1992), unos proyectos de intervenciones<br />

urbanas y arquitectónicas que pudieron ser observados no sólo junto a trabajos de Christo,<br />

Kosuth y Stella en Architectures (galería Urban, París, 1989) o en la muestra individual que<br />

nuestro artista llevó a cabo en la galería Alfonso Alcolea (Barcelona, 1991), sino, también, en<br />

la exposición que bajo el título de Territorio Plural se desarrolló en el Centre Cultural de Bancaixa<br />

(Valencia, 1992).<br />

588 Arquitectura prematura <strong>Archivo</strong> F.X.


El comentario histórico exige que, si en el folleto del año 1930, que textualmente hemos citado<br />

más abajo, hace constar la queja de 1702 del Reverendo Salvador Lletjet que aseguraba “que<br />

si no quedaba constancia de los libretos era porque las guerras habían destruido los archivos<br />

de Salomó”, mucho más difícil será en la actualidad precisar qué elementos históricos y qué<br />

otros de carácter legendario se cantan en la tradición popular y en la devoción que los salomonenses<br />

han mantenido desde siempre a su sant Crist, y que, como decíamos al principio, ha estado en<br />

el centro de la vida salomonensa desde hace más de cuatrocientos años. La dificultad principal<br />

está en que durante el año 1936 no sólo se destruyó la Imagen y se abrasó y ennegreció la capilla,<br />

sino que también fue quemado totalmente el archivo parroquial. Tres son las fuentes principales<br />

de que podemos valernos para fundamentar históricamente dicha tradición: unas informaciones<br />

proceden de los archivos; otra de las inscripciones e imágenes de carácter monumental; y una<br />

tercera, es folklórica, además de los tres folletones mencionados en la primera parte de este<br />

prematuro trabajo. Las pruebas de archivo proceden del <strong>Archivo</strong> Diocesano de Barcelona,<br />

especialmente de la sección de visitas Pastorales. Es la procedencia más fiable con datos más<br />

antiguos, concretos e históricamente seguros. El <strong>Archivo</strong> Parroquial de Salomó ya hemos dicho<br />

que se quemó junto con la imagen del sant Crist. La parte monumental nos la proporciona la<br />

magnífica capilla del sant Crist, construida por los antepasados de los salomonocenses entre los<br />

años 1708 y 1715. En ella se verá la verdadera importancia y la fuerza que tiene para sus<br />

constructores la devoción del sant Crist. Ya hemos recordado cómo en un solo día de 1936<br />

todos estos datos e informaciones fueron ultrajados. Finalmente, la parte folklórica está<br />

representada por el Ball del sant Crist, baile hablado que tradicionalmente se representaba cada<br />

década y que desde 1972 se viene representando cada año alrededor de las fiestas de la santa<br />

Cruz, el 3 de mayo. Esta representación nos renueva informaciones sobre el aire popular de la<br />

tradición. Curiosamente, desde el incendio de 1936 ha sido el cauce de información más<br />

renovado, que con más fuerza resurgió de las cenizas con que nos castigó la historia.<br />

El momento histórico (al que también se llama actual o contemporáneo, y al que los cursis<br />

llaman puntual) es la fuente de ideas para el arte. Los planes que derivan de una tal realidad<br />

disfrutan, bien sea que en potencia, de cierta garantía de futuro. La actuación de los poderes<br />

genera también, casi con idéntica garantía, un estímulo ideal para la intervención. Hay múltiples<br />

disparates –en los que tal vez un ciudadano normal no hubiera reparado– que salen a la luz<br />

gracias a la forma de solución que le dan los que disponen de recursos, económicos o políticos,<br />

para afrontarlos. La realidad social, por su parte, provee de otro buen número de motivos para<br />

actuar sobre ella. El medio al que se nombra como natural (como si todo lo demás no lo fuera)<br />

es igualmente razón cómoda para la crítica. Ante tanta oferta, el verdadero artista, como hace<br />

siempre, no puede proponer sino ejemplos (a los que sería aceptable llamar bocetos)... Y es que<br />

tampoco es necesario que haga más. La única función que yo quise encomendar a mis proyectos<br />

es la de dejar al descubierto cuán fácil resulta encontrar tema; hasta qué punto se amontonan<br />

las sugerencias y las demandas; qué sencillez basta para la creación; cómo, en fin, el arte es un<br />

ejercicio y no una obra... En suma, lo que se entiende por proyecto. Conforme ha ido pasando<br />

el tiempo, aquella arquitectura ante la que los descomprometidos se ponían eufóricos llamándola<br />

utópica –pero que yo siempre he titulado “prematura”–, se ha visto confirmada en su sensatez.<br />

Dos de mis planes gratuitos para solares escuálidos de Madrid han sido ocupados con viviendas<br />

estereotipadas que no caben en ellos. Los museos sin número ni contenido que se agolpan ante<br />

la estupefacción del peatón urbano o pueblerino han hecho deseable un almacén ruinoso. El<br />

solar en el que ha venido a instalarse El Corte Inglés, en León, fue un proyecto agrícola, lúdico<br />

y convivencial. Por último, de momento, nunca imaginé que, como ha ocurrido en el Viaducto<br />

madrileño, se intentara tan burdamente taponar la certeza del suicidio, eso si, a cambio de ver<br />

borroso el horizonte.<br />

<strong>Archivo</strong> F.X. Arquitectura prematura 589


La versión impresa de 1900 tiene la fuerza y la estructura propia de los bailes hablados. Se<br />

compone, primeramente, de un prólogo que en realidad funciona como una loa. A continuación,<br />

la parte dramática, mucho más extensa que en otras versiones, que se divide en tres cuadros<br />

y cada cuadro en escenas, como si se tratara de una obra de teatro convencional. Al principio<br />

de cada cuadro se presentan unas pautas a seguir para ambientar la escena de manera adecuada.<br />

Se debe remarcar que la presencia de la música no es acusada como en las versiones anteriores<br />

en las que marca cada cambio de escena. La última parte está conformada como un epílogo en<br />

el que el argumento de la obra desemboca en afirmar la voluntad de Josep Nin en hacer<br />

testamento por el cual sus sucesores estarán al cuidado del crucificado por el resto de los tiempos.<br />

El texto mecanografiado en castellano de 1940 es una adaptación, con muy pocas variaciones,<br />

del anterior. El autor, Mn. Marçal, ha normalizado la ortografía y ha cambiado algunas<br />

construcciones gramaticales, además de adecuar el léxico. Se comienza con la loa primera e<br />

incorpora en la loa final, como se hacia en las versiones del baile primitivas, los sucesos de la<br />

destrucción de la imagen en 1936 y la restitución por otra imagen de similares características.<br />

El párrafo añadido dice así: “Durante siglos y siglos/ nunca recibió mal trato/ y nadie le hizo<br />

burla/ a Imagen de valor tanto./ Sólo las hordas salvajes/ del marxismo malhadado/ hijos<br />

bastardos de un pueblo/ que fue siempre buen cristiano/ troncharon tanto respeto/ Patria<br />

y Cielo traicionando/ y entre sacrílegas burlas/ la santa Imagen quemaron./ Y el pueblo de<br />

Salomó/ tan feliz y afortunado/ otra Imagen como aquélla/ con su piedad ha tallado/ con buril<br />

de cien virtudes/ y con fervor cristiano/ pues no quería quedar/ sin Patrón, sin Abogado”. Repite<br />

las escenas en las que el rector decide entrevistarse con el obispo y la voluntad de Josep Nin<br />

de otorgar testamento. Cambia la parte final al incorporar el canto de un ángel, a manera de<br />

epílogo. Las versiones de los últimos años introducen el papel de un narrador que hace las veces<br />

de cronista, lo que permite seguir mejor el argumento de la obra y nos proporciona una versión<br />

inédita con respecto a las anteriores representaciones. Ahora es en el recitativo del epílogo donde<br />

se hace mención a la destrucción de la Imagen.<br />

Hoy por hoy, pienso que la obviedad (la bobada, si se quiere) es el máximo de la creatividad,<br />

del mismo modo que la ética es el más urgente camino de la vanguardia. El hombre integrado<br />

(que dispone del mejor de los remedios contra la lucidez) no acepta gustosamente ni la sorpresa,<br />

ni la diversificación. Sin embargo, está bien pendiente de las sorpresas ligueras y de la diversificación<br />

empresarial; esas cosas le irritan... ¡Y no digamos otras como la paradoja o la sencilla ironía! En<br />

lugar de planificar desde ya mismo la multinacional de la chabola, se aconseja otra simpleza<br />

aún mayor que las que yo defiendo: luchar contra la evidencia a costa de mantener una misérrima<br />

parcela de integridad territorial y cultural. ¡Ya!, ya comprendo que mentar la cultura no viene<br />

a cuento en este asunto; estamos ahora en el emporio de la transitoriedad y del lenguaje vacuo:<br />

hablar sin trasfondo y hacerlo sólo de lo secundario...; lo más apetecible es que el contenido<br />

se diluya en el contenedor, que el embalaje retrase el contacto con la mercancía. Los observadores<br />

al uso no es ya que no se integren en el campo de lo observable, sino que no quieren que éste<br />

último pase de ser una imagen. No les agrada, por ejemplo, que mis dibujos no compitan en<br />

el plano arquitectónico, que ese aspecto sea nada más que un vehículo...; ¡con lo saludable que<br />

sería tener que ver solamente lo que está en el papel! Incluso un profesional (aunque tal vez ahí<br />

estuviera la causa), un arquitecto me dijo que lo que me convenía era contratar a un buen<br />

delineante..., si bien a continuación reconoció que los planos se entendían... (a lo mejor<br />

demasiado para él). Y es que las mascaradas en las que se vive nunca se llevan a término; de<br />

ellas solamente se coge la apariencia, como si ésta fuera lo importante. Aún estamos esperando<br />

“el gran teatro del mundo” en el que los anfiteatros, las plateas, los gallineros se enfrenten entre<br />

sí, ¡que es de lo que se trata!, y no a un escenario en el que tan sólo se ve la farsa recitada.<br />

590 Arquitectura prematura <strong>Archivo</strong> F.X.


Excèntrics Retenciones en Badía del Vallés Francisco Correal Arquitectura prematura 591


La calle San Jacinto es como una prolongación del puente<br />

de Triana que algunos atribuyen a un discípulo de Eiffel.<br />

Nadie lo conoce por su nombre oficial, puente de Isabel II.<br />

En esa calle quedábamos en el bar Los Dos Hermanos, que<br />

en realidad eran tres, originarios de la población manchega<br />

de Manzanares. Siempre utilizaban el mismo reclamo contra<br />

la prisa: “No vayas tan ligero y tómate un Yuntero.” El bar<br />

cerró y ahora es una tienda de ropa masculina. Motivo<br />

fundamental para que Badía y yo nos veamos muchos menos<br />

que antes en la calle San Jacinto. Cogí el autobús C3 y me<br />

bajé en la parada del Barranco, que también se lo atribuyen<br />

a un discípulo de Eiffel. No creo que sea el mismo. Crucé el<br />

puente más mimado por los letristas de sevillanas y me dirigí<br />

a la Cruz Roja de Triana con la invitación de la presentación<br />

de mi libro para Badía. A mitad de la calle vi muchísima<br />

gente; un control policial impedía el acceso del tráfico. Un<br />

cuerpo yacía en el centro de la calzada, a dos pasos de la<br />

puerta del colegio Protectorado, en cuyo interior medio millar<br />

de niños asistían a sus clases ajenos a lo que ocurría en el<br />

exterior. La vendedora de claveles señalaba a los curiosos<br />

el vehículo causante del atropello. Un todoterreno lleno de<br />

instrumentos musicales. Primero dijeron que era un extranjero.<br />

Les confundió la coleta, que la gente de edad considera un<br />

atributo foráneo. Los vecinos no ocultaban su sorpresa: el<br />

conductor era un joven músico de Triana, antiguo miembro<br />

del grupo Caledonia Blues Band. Ciudad Caledonia fue el<br />

nombre que Cernuda utilizó para llamar a Glasgow en Ocnos,<br />

su refugio escocés en el exilio, “vómito de niebla y fastidio”.<br />

Ya le hubiera gustado al joven músico estar a esa hora en<br />

Glasgow o en cualquier otro sitio. Bendita la niebla, bendito<br />

el fastidio. Nunca en la calle San Jacinto, prolongación del<br />

puente de Triana. Todavía no había llegado el juez para el<br />

levantamiento del cadáver. Tenía que avisar al periódico. Me<br />

había gastado la calderilla en comprar el pan y el periódico,<br />

ese binomio hermanado por Proust cuando dice del periódico<br />

que es un pan espiritual. Dejé a la vendedora de claveles en 43<br />

Los discípulos de Eiffel<br />

Francisco Correal<br />

Hacía casi un año que no veía a mi amigo Badía. Tenía muchas<br />

ganas de verlo y de contarle la historia de Ciudad Badía.<br />

Mi amigo Antonio Badía, vive en Ciudad Aljarafe, que para<br />

mí, por la relación tan afectuosa que mantengo con Badía,<br />

es como si fuera Ciudad Badía. Es una barriada de nueva<br />

creación, como el modelo literario del que le quería hablar<br />

a Badía, un conjunto de edificios que no llegan a la obsesión<br />

del enjambre y que, por encontrarse en lo alto de una colina,<br />

son percibidos como rascacielos desde la metrópolis. Ciudad<br />

Aljarafe pertenece al término municipal de Mairena del Aljarafe,<br />

el que más ha crecido demográficamente en la comarca que<br />

los árabes convirtieron en su vergel y los toreros en su lugar<br />

de esparcimiento. En la planta más alta del edificio más<br />

alto de Ciudad Aljarafe tiene Badía su estudio, su caballete,<br />

sus latas de Litoral para las emergencias. Tiene una vista<br />

impresionante y dice que en algunas ocasiones ha llegado<br />

a divisar las estribaciones de la sierra de Grazalema. Pero<br />

lo que más le emociona es la llegada de la temporada del<br />

mosto y su búsqueda por los lagares y bodegas.<br />

Llevaba meses sin ver a Badía, que a partir de unas fotografías<br />

de Atín Aya retrató al pastel a mis hijas Andrea y Carmen en<br />

estampas que presiden el salón de mi casa. Quedamos el<br />

día 8 de noviembre en la puerta de la Cruz Roja de Triana,<br />

en la calle San Jacinto. Le iba a dar la única invitación que<br />

me quedaba para la presentación de mi libro Plaza de España,<br />

una especie de tiovivo con historias de 48 personas nacidas<br />

en otras tantas provincias españolas y afincados en Sevilla.<br />

Cada uno retratado en el banco correspondiente de la plaza<br />

que diseñó Aníbal González para la Exposición Iberoamericana<br />

de 1929. Badía está rodeado de familiares de salud delicada<br />

y edad avanzada y casi siempre queda cerca de un hospital.<br />

592 Arquitectura prematura Francisco Correal Los discípulos de Eiffel Excèntrics<br />

42


monjas asomadas a la puerta del colegio deseosas de que<br />

aquello acabara cuanto antes para que los niños no se<br />

encontraran un panorama tan desagradable a la salida de<br />

clase. De pronto apareció Badía. El retratista de los trianeros<br />

populares, desde Campito, el abuelo de la actriz Paz Vega,<br />

al Chaque de Triana, el limpiabotas que fue legionario y<br />

cantaba por bulerías mientras le lustraba los zapatos a<br />

Naranjito de Triana. Le di la invitación. El juez procedió al<br />

levantamiento del cadáver: una anciana de ochenta y tres<br />

años con un DNI de los antiguos que facilitó su identificación.<br />

Llegaron los de la funeraria, la metieron en un ataúd camino<br />

del Anatómico Forense, aparecieron los del servicio de<br />

limpieza, que limpiaron las manchas de sangre. Todo volvía<br />

a ser como antes. Me despedí de Badía. Ya le contaría por<br />

la tarde, al término de la presentación de mi libro, lo de<br />

Ciudad Badía. Al final no apareció. Quedaré con él en Salomón,<br />

rey de los Pinchitos, y le devolveré el euro a Isaac. Que con<br />

la mano ensangrentada parecía Abraham después del<br />

sacrificio. Mi periódico fue el único que publicó la fotografía.<br />

sus tareas de reportera improvisada, atravesé la masa de<br />

gente y seguí hasta la Cruz Roja de Triana, confiado en<br />

que allí estuviera Badía y me dejara su teléfono móvil,<br />

artilugio del que carezco, para llamar al periódico. Llegué<br />

a la hora convenida y Badía no estaba. Siempre es puntual.<br />

Las enfermeras regresaban del café a la Cruz Roja de Triana.<br />

Imploraba por cruzarme con alguien conocido a quien pedirle<br />

una moneda para hacer una llamada. Me dirigí a un cajero.<br />

Sus impertinentes preguntas me disuadieron y recogí la<br />

tarjeta. No se puede salir sin dinero a la calle, me dije.<br />

Tampoco se debe llegar tarde a una cita. En el barrio del<br />

Tardón, donde según la vendedora de claveles residía la<br />

mujer atropellada, hay un bar muy conocido en la zona.<br />

Salomón, rey de los Pinchitos. Salomón era el patriarca, un<br />

judío procedente de Melilla que se especializó en pinchitos<br />

morunos. Le dejó el negocio a sus hijos David e Isaac, uno<br />

bético, otro sevillista. Esa dualidad la utilicé para un reportaje<br />

antes de un partido entre los dos equipos de la ciudad. Me<br />

acerqué y en la cocina estaba Isaac. Se acordaba de mí,<br />

porque me saludó con mucho afecto. Buena señal. Le<br />

extendí la mano, pero se excusó del protocolo mostrándome<br />

la suya llena de sangre, estaba en plena faena de preparado.<br />

No pude evitar la asociación de su mano ensangrentada<br />

con la sábana blanca que cubría el cuerpo yerto y la mancha<br />

de sangre en el centro de la calle San Jacinto, junto a las<br />

aulas del colegio Protectorado. El hijo del rey de los Pinchitos,<br />

que debe ser el príncipe de los Pinchitos, me dijo que en<br />

su reino no había teléfono. Le pedí una moneda para llamar<br />

desde la cabina más cercana. Me dio dos monedas de<br />

cincuenta céntimos. Con una me bastó para comunicar la<br />

noticia al periódico, que envió raudo al fotógrafo. Me quedé<br />

con la otra moneda por si acaso. Todavía le debo las dos.<br />

Un euro con intereses a los hijos de Salomón. Volví al lugar<br />

del atropello. Todo seguía igual: el cadáver bajo la sábana<br />

blanca, el conductor abatido en el asiento trasero de su<br />

propio vehículo, la policía interrogando a los testigos, las<br />

Excèntrics Los discípulos de Eiffel Francisco Correal Arquitectura prematura 593<br />

44 45


Nombre:<br />

Entrada (Arquitectura prematura).<br />

Entrada: Arquitectura prematura.<br />

<strong>Archivo</strong> F.X./La ciudad vacía/Comunidad.<br />

Dispositivo:<br />

Edición de globos blancos serigrafiados con corona del sant Crist e instalación<br />

con sistema de hinchado manual o mecánico (2005).<br />

Recomendaciones de exposición: adaptar a una pequeña barra con bebidas<br />

a disposición del público de manera gratuita. Acompañar de conexión<br />

web al <strong>Archivo</strong> F.X. (www.fxysudoble.org). Acompañar de la edición completa<br />

de <strong>Archivo</strong> F.X./La ciudad vacía/Política.<br />

Presentación objeto:<br />

Edición de globos blancos, 8 cm de diámetro en corona, goma gruesa,<br />

serigrafiados en negro. Instalación a libre disposición del público, que<br />

puede hincharlos en la sala, colgarlos, llevárselos, darles un uso particular.<br />

594 Arquitectura prematura Entrada


Arquitecturas prematuras.<br />

Globos (oxígeno)<br />

Pelotas hinchadas.<br />

El habitáculo y la estancia.<br />

La ciudad como “casa” del cuerpo social.<br />

Una observación del orden de lo simbólico que organiza a la gente.<br />

Los deportes, los espectáculos, las manifestaciones y, sobre todo, el fútbol.<br />

Organigrama social, alineación.<br />

La pieza de Valcárcel Medina.<br />

Reorganización de lo simbólico en la ciudad de León.<br />

Rediseñar los espacios del público en el nuevo pabellón deportivo y<br />

transformar el solar del viejo estadio en un parque con todas las estatuas de la ciudad.<br />

Transportar, llevar las estatuas.<br />

Salomò, campo de fútbol, esquemas, mapa, localizar la fotografía.<br />

En Salomò, cerca de Tarragona.<br />

Los revolucionarios asaltan la iglesia del pueblo,<br />

cortan la cabeza al Sant Crist y juegan con ella al fútbol<br />

en el campo cercano a la Parroquia que albergaba al crucificado.<br />

Varias versiones del mismo hecho. Varias retransmisiones.<br />

Después se producen los milagros.<br />

A modo de trofeo: sólo resta de aquel evento la corona de plata del Sant Crist<br />

que no se quemó con la madera del resto.<br />

Buscar también una mano perdida.<br />

Cabeza y manos: el portero.<br />

La corona de Valcárcel Medina y la corona de espinas.<br />

La corona como esquema, como plano de arquitectura.<br />

Serigrafiar plano, esquema… líneas.<br />

El plano como organización de fuerzas y la corona del estadio.<br />

Ciutat Badia, una organización social en torno al fútbol: Busquets.<br />

El héroe martirizado: leyendas de un portero de Ciutat Badia.<br />

El prestigio del polideportivo y estadio de fútbol en la comarca del Vallès.<br />

Ciutat Badia como cantera de ciudadanos.<br />

Diagrama del cuerpo social, ¿dónde está la mano perdida?<br />

El balón, hinchar un globo como balón.<br />

Serigrafiar en el globo el exvoto, la reliquia, el fetiche: la corona de espinas.<br />

Proponer hinchar ese globo, soplar dentro, insuflarle aire al balón.<br />

Pompa de vanidad, melancolía.<br />

Globo del mundo, con el que juegan a punta y tacón.<br />

Factor móvil y variable en el cuadro de la ciudad. El balón como pulsión social.<br />

Lo que se constituye como esfera.<br />

La ciudad articulada y desarticulada por el balón… patada y gol.<br />

Alentar, echar aire, soplar, gasear.<br />

El campo de fútbol como campo de concentración.<br />

La ciudad como campo, el balón como deseo, intangible, incógnita, lo desconocido.<br />

El factor indeterminado.<br />

El puntero loco que dibuja y re-dibuja, en el software, el plano de la ciudad.<br />

Función de equis. El objeto a.<br />

Todos los ritos de la ciudad, todos los sacrificios.<br />

Lo que los mueve.<br />

No son ni las reglas del juego, ni los jugadores, ni la asistencia del público.<br />

Un globo, dos globos, tres globos.<br />

La ciudad que así se organiza: orgánica, aérea, humo.<br />

Modelo de organización social, lo que relaciona a la gente, lo que les vincula, el chicle.<br />

Los antropólogos en el campo de fútbol, un páramo de noche, el haz de luz redondo de la<br />

linterna apuntando a todos lados, están buscando la sociedad.<br />

Entrada Arquitectura prematura 595


596 Arquitectura prematura Entrada


Entrada Arquitectura prematura 597


Nombre:<br />

El Plano.<br />

Entrada: Arquitectura prematura.<br />

<strong>Archivo</strong> F.X./La ciudad vacía/Comunidad.<br />

Dispositivo:<br />

Edición de once posavasos e instalación en bar (2005).<br />

Recomendaciones para la exposición: Adaptar una pequeña barra<br />

con bebidas a disposición del público de manera gratuita. Acompañar<br />

de conexión web al <strong>Archivo</strong> F.X. (www.fxysudoble.org). Acompañar de<br />

la edición completa de <strong>Archivo</strong> F.X./La ciudad vacía/Política.<br />

Presentación objeto:<br />

Impresión en papel absorción, 8 cm x 8 cm, 200 g, de libre disposición.<br />

Uso libre del público en el bar, en su casa. Adaptación del bar a las<br />

circunstancias del espacio, utilidad de servicio, disponibilidad de servicio<br />

de restauración, normas sanitarias, etc. Edición según estimación del<br />

número de visitantes. Puede llevarse gratis.<br />

598 Arquitectura prematura El Plano


El Plano.<br />

Arquitecturas prematuras.<br />

Cartografías y unos mapas.<br />

Una parodia.<br />

Una visita al Museo del Barça: efecto Koolhaas y otras chorradas.<br />

Asociaciones todas: desde Indymedia hasta las asociaciones rocieras.<br />

Cartón con las asociaciones de Badia al <strong>completo</strong>.<br />

Ciutat Badia con el mayor porcentaje de asociacionismo vecinal del país.<br />

Las luchas agónicas que construyen la ciudad.<br />

Una oficina que vigile la libre competencia.<br />

Lo que nos une.<br />

El grupo como espacio social.<br />

La plaza pública.<br />

El modelo de las asociaciones deportivas como célula social.<br />

Un modelo orgánico.<br />

El disfrute del tiempo ciudadano.<br />

Potenciar el asociacionismo extra laboral, extra sindical.<br />

Reorganización de la ciudad en torno al tiempo de ocio.<br />

Juntos podemos.<br />

El deporte de masas y la comunión social.<br />

La comunidad como comunidad deportiva.<br />

El sport como vanguardia.<br />

Los clubes, los hinchas, la afición.<br />

Los ritos del bar…<br />

Abrir un bar, una cafetería, un restaurante y ponerle el televisor para ver juntos<br />

los partidos de fútbol.<br />

Editar posavasos con todos los clubes y asociaciones de Badia.<br />

Multitud y trabajo colectivo.<br />

Ponernos a hacer los planos con estas preguntas:<br />

¿qué línea subterránea enlaza al Club Futbol Sala La Sardana de Badia del Vallès con El Caracol<br />

Maya, asociación de solidaridad con las comunidades indígenas de Chiapas?, ¿o al Club de<br />

Fútbol Veteranos Atlético Troya de Badia del Vallès con la Associació Catalana D’Amics del<br />

Poble Saharaui?, ¿por qué puede parecernos tan aberrante comparar Indymedia con la<br />

Associació TIC –tecnologies de la informació i les comunicacions Badia del Vallès? ¿Qué hace<br />

que Hangar y la Associació de l’Art de Badia sean incomparables? ¿Dónde está la imposibilidad<br />

de dar un territorio común a madeinbarcelona y a la Associació Sociocultural PROBVOS de<br />

Badia del Vallès?<br />

Trazar las líneas secretas: los posavasos, las botellas, el bar…<br />

Dibujos: las marcas del vaso en la barra, el arrastre del vino sobre la mesa…<br />

Maquetas: vasos usados de plástico, botellas vacías, tapones y corcho…<br />

La gente en el bar, tomando algo, hablando…<br />

Todo se conecta.<br />

Un descanso a la ciudad.<br />

Invitar a una copa.<br />

El mapa imaginario de las relaciones sociales.<br />

Psicogeografía del bar.<br />

En las estribaciones de París, Debord enseña a Goytisolo los bares de españoles.<br />

Regalar la ciudad, derroche del espacio urbano, bebidas gratis.<br />

Happy tour.<br />

La única obra de arte moderno posible: unos amigos beben vino y cervezas en el bar.<br />

Fluidos, la ciudad entrando por el pescuezo, saliendo por la portañuela.<br />

Una economía borracha de los flujos urbanos.<br />

Los situacionistas borrachos desbarrando sobre la planta urbana de una ciudad, agarrados al<br />

cuello de las botellas, dejando las marcas de sus vasos.<br />

El Plano Arquitectura prematura 599


600 Arquitectura prematura El Plano


El Plano Arquitectura prematura 601


Nombre:<br />

La Casa.<br />

Entrada: Arquitectura prematura.<br />

<strong>Archivo</strong> F.X./La ciudad vacía/Comunidad.<br />

Dispositivo:<br />

Vídeo DVD. Duración: 20 min 37 s (2005).<br />

Edición 1 de 7.<br />

Con la colaboración de Israel Galván.<br />

Cámara y realización: Aleix Gallardet.<br />

Recomendaciones de exposición: mostrar preferiblemente en televisor<br />

de gran pantalla de uso doméstico. Acompañar de conexión web al <strong>Archivo</strong><br />

F.X. (www.fxysudoble.org). Acompañar de la edición completa de<br />

<strong>Archivo</strong> F.X./La ciudad vacía/Política.<br />

Presentación objeto:<br />

Vídeo en formato DVD.<br />

602 Arquitectura prematura La Casa


La Casa.<br />

La competencia.<br />

Arquitecturas prematuras.<br />

Luchas agónicas en la construcción de la ciudad moderna.<br />

El modelo del fútbol.<br />

Trabajo en equipo e individualidades.<br />

Con Israel Galván,<br />

con balón, sin balón.<br />

Marcar el espacio, el espacio marcado.<br />

Tendría que localizar el teléfono de la casa aquella, ¿recuerdas?, la única liberada de todo<br />

Badia, la dirección era C/ Cantábrico 33, piso 5.º A,<br />

Josefa Calvet, su segunda propietaria,<br />

Montse y Víctor, ¿tienes los teléfonos de los nuevos inquilinos?<br />

Manuel Chamorro, María Figueroa.<br />

Tendría que hablar o verme con sus propietarios en estos días.<br />

La única propiedad privada absoluta entre los bienes muebles de Badia.<br />

Un piso liberado.<br />

El capitalismo como marca liberadora.<br />

El arte que funciona como vanguardia del capital. Enajenación y liberación.<br />

Marcas de tiempo.<br />

Coreografías como topografías.<br />

Marcar el piso con bailes…<br />

Recoger en vídeo una sesión de baile dentro del piso.<br />

La diferencia, marcar la diferencia.<br />

Un argumento cómico: la camiseta del Betis-Badia se transforma en la del Barça.<br />

Una casa, más que un club.<br />

Todo el ritual de la casa.<br />

Casi como quiromancia.<br />

El trabajo del zahorí, cuerpo que va marcando el espacio.<br />

Hacerse capital, capitalizarse.<br />

El gesto artístico y los orígenes del capitalismo: la libertad, el liberalismo…<br />

Grabarlo todo en vídeo, la cámara quieta, recogiendo solamente una visión del espacio<br />

y los bailes.<br />

El espacio marcado, vivido, habitado, capitalizado:<br />

el hall, la cocina amueblada, el cuarto de la lavadora, el salón comedor, el saloncito de juegos,<br />

el cuarto de baño, el estudio de trabajo, el pasillo distribuidor,<br />

el dormitorio matrimonial, el cuarto de los niños.<br />

La casa como hucha de gestos, almoneda de gestos…<br />

Gestos y gastos.<br />

No se por qué, al final, la camiseta del Barça que cae…<br />

Inmovilismo inmobiliario.<br />

El fracaso del proyecto social.<br />

Desarticulación social por el capital y reorganización en la vía del fútbol.<br />

El espacio íntimo de la burguesía: sus restos, sus huellas… lo que queda.<br />

¿Qué hay de Edith Warton en un piso de Badia?<br />

Henry James como el bailarín, el bailaor…<br />

La ciudad como adición de casas, de hogares.<br />

La casa del ser y el hogar primordial gitano: chiste y mito.<br />

Fracaso del polígono de viviendas y articulación del espacio: Ikea, El Corte Inglés…<br />

Algo que el capital no alcanza.<br />

Las marcas de los pies, el sonido de los pies en el piso como banda sonora.<br />

Los pies como punto de vista cualificado para ver la ciudad.<br />

Concentración: el spleen, el paseo, la deriva…<br />

Esa cosa solitaria del cuerpo del bailaor que se lanza, una y otra vez a medir la casa, los brazos<br />

abiertos, los dedos del psicoanalista cuantificando el espacio.<br />

La Casa Arquitectura prematura 603


604 Arquitectura prematura La Casa


La Casa Arquitectura prematura 605


El escudo<br />

Cuando González salió de la cárcel por pegarle una<br />

paliza a su mujer se tuvo que marchar también del pueblo,<br />

un poco por miedo a los hermanos y a los primos de ella,<br />

pero sobre todo porque ya nadie le traía motos ni coches<br />

al taller y cada semana le hacían pintadas con insultos<br />

en la puerta de metal y, además, en los bares le giraban la<br />

cara o directamente no le servían, como en lo de Alfredo.<br />

Decidió entonces dejar Burguillos del Cerro, el pueblo<br />

de Badajoz en el que había nacido, y venir a Cataluña,<br />

a Badia del Vallès, sólo porque estaba al lado de Barberà,<br />

donde vivía su hermana, y porque era un sitio barato. Aquí<br />

alquiló un piso en la avenida Cantábrico, pagó la fianza de<br />

dos meses y compró un coche de segunda mano con el dinero<br />

que le habían dado por vender el taller. Su hermana y él<br />

fueron al mercadillo de los viernes a buscar dos pares de<br />

pantalones, tres camisas y una docena de calzoncillos. Le<br />

dio mil pesetas a cada uno de sus tres sobrinos y, por último,<br />

se afeitó en el barbero del barrio, el sábado temprano, a<br />

eso de las ocho y cuarto de la mañana.<br />

Caminó después por los descampados de los alrededores<br />

y se quedó observando, extrañado, las hileras de bloques<br />

de pisos. Ascendió por la cuesta de la Montañeta, chutó<br />

con rabia y precisión una lata de cerveza vacía contra<br />

un palo que había clavado en un claro de la vegetación.<br />

Arrancó una rama de hinojo y se metió el tallo en la boca,<br />

mordisqueándolo con fuerza mientras observaba, desde<br />

lo alto, la silueta incomprensible del pueblo donde seguramente<br />

viviría los próximos años, dejando la vista fija en<br />

606 Arquitectura prematura Valentín Roma La memoria<br />

75


77<br />

el señor Rubio, el míster de los juveniles, se armó de valor<br />

y al finalizar el entrenamiento de los viernes fue hacia la<br />

barra del bar y le dijo: “Perdone la indiscreción, ¿no será<br />

usted González, aquel portero del Badajoz que fichó el Atléti<br />

el año cincuenta y nueve junto con Adelardo?”; el González<br />

de ahora, subiéndose las gafas con uno de sus largos dedos<br />

llenos de cortes por la ferricha le contestó: “¿Y usted no<br />

será Julián Rubio del Cádiz, al que le domaba las botas de<br />

juvenil Manolín Bueno y que se tuvo que retirar por una<br />

entrada criminal de De Felipe en el campo del Español?”<br />

Aquí se acabó la conversación y unos segundos más<br />

tarde también finalizó el silencio de todos los que estaban<br />

en la barra esperando a ver qué decía el nuevo vecino de<br />

Badia. “¡No, qué va! Yo lo más que llegué fue a primera<br />

regional con un filial del Granada. Decían que tenía maneras<br />

pero mi padre me sacó del fútbol enseguida para trabajar<br />

con él de peón”, le contestó, un poco nervioso, el señor<br />

Rubio. González se giró entonces hacia su chato de vino,<br />

lo acabó de un trago y dijo a la gente, con Dios, mientras se<br />

marchaba hacia el piso de la avenida Cantábrico. Allí pensó<br />

que le hubiese gustado ser extremo derecha y no portero,<br />

aunque de todas formas lo de portero le evitaba tener que<br />

saber tocar el balón con cierta clase, porque él había sido<br />

un gran aficionado al fútbol pero en su vida había jugado<br />

en ningún equipo, sólo algunos domingos, con los amigos,<br />

chutaban una pelota de trapos para entretenerse, aunque<br />

a ninguno se le daba del todo bien, porque ellos lo que sí<br />

sabían hacer, y además de maravilla, era jugar al truque.<br />

Entretanto el corrillo del bar, con dos o tres padres,<br />

el señor Rubio y Dionisio, el utillero del campo, comentaban<br />

los campos de fútbol recién alisados, donde una pequeña<br />

figura humana ataviada con colores chillones y plastificados<br />

encalaba las líneas del terreno de juego, consiguiendo que<br />

de pronto, como por arte de magia, del trozo de tierra marrón<br />

que se veía a lo lejos saliese, preciso y rotundo, un rectángulo<br />

pulcro, impoluto unos instantes antes de que los chiquillos<br />

de verde y blanco saltasen a él para ensuciarlo y para desdibujar<br />

sus contornos.<br />

González empezó a ir al bar del campo de fútbol casi<br />

a diario. Se colocaba en un extremo de la barra, pedía chatos<br />

de vino blanco y se mantenía en silencio, vuelto hacia la<br />

portería más cercana, escrutando las maniobras de los jugadores<br />

que entrenaban y haciendo ver que estaba absorto<br />

en el póster que había detrás de las botellas, firmado por<br />

Carles Busquets, el antiguo portero del Barça. De vez en<br />

cuando mascullaba “eso es chaval, eso sí” pero no hablaba<br />

con nadie.<br />

Empezaron entonces los rumores: que si era el padre<br />

desaparecido de alguno de los Expósito, quizá del pequeño<br />

que también era rubio; que si era ojeador de un club grande,<br />

del Madrid o del Barça o del Español, y que estaba siguiendo<br />

a Titi y a Moreno... También comenzó a decirse que había<br />

sido un jugador importante, que se lesionó cuando lo iba<br />

a fichar el Atlético de Madrid.<br />

González dejaba que todos estos bulos fuesen corriendo<br />

y seguía yendo cada día al bar del campo, fascinado con<br />

esa fama que le estaban construyendo inexplicablemente<br />

los habitantes de Badia y que le permitía, de un mismo<br />

y único golpe, olvidar su pasado y alimentar esos deseos<br />

de ser famoso que desde niño había sentido. Por eso, cuando<br />

76<br />

La memoria Valentín Roma Arquitectura prematura 607


a Badia y de mi casa a la SINTERMETAL y tú tres cuartos<br />

de lo mismo, allí metido en la SEAT, a hacer tornillos como<br />

si fueses un robot”; “déjalo ya Mariano que siempre estás<br />

igual, desde que te hiciste de las CC.OO. y te metiste en el<br />

comité no tienes otro tema, un día te van a enganchar por<br />

ahí rajando y te despiden, que con las regulaciones de plantilla<br />

la cosa está muy jodida, y ya me dirás qué ibas a hacer,<br />

con cuatro en casa y todo hembras...”; “dejad la cosa quieta,<br />

que os vais por peteneras a la mínima de cambio y lo que<br />

se tiene que hacer es hablar con el presi y que le diga algo<br />

a González, coño, que a todos nos beneficiaría mucho que<br />

entrase en el club, y seguro que él también lo está deseando.”<br />

Durante la semana siguiente González no fue ningún<br />

día al campo. Todo el mundo estaba muy extrañado por<br />

ello y más sabiendo que el viernes había un partido de veteranos<br />

entre la U.D. Badia y el Barça, que traía a Charly<br />

Rexach, Fusté, Costas, Pereda, De la Cruz y Asensi. Al acabar<br />

la contienda el señor Rubio abordó a Fusté, que por ser<br />

el más viejo llevaba el brazalete de capitán, y le soltó “nos<br />

habéis ganado ocho a uno pero es que nos faltaba el portero,<br />

uno que es la figura del equipo y que seguro conoces bien.<br />

¿A que no sabías que está con nosotros González, el que<br />

fichó con Adelardo por el Atléti de Madrid en tiempos<br />

de Domingo Balmanya? Con ése seguro no entran los goles<br />

tan fácil ¿o no?”, dijo con una sonrisa de satisfacción.<br />

Fusté, acostumbrado a los comentarios desordenados e<br />

incomprensibles de los aficionados le contestó: “Bueno,<br />

bueno..., ya lo veremos en el partido de vuelta, aunque<br />

eso explícaselo a Pereda, que con cincuenta y nueve años<br />

aún se apunta los goles que marca para que no le quiten<br />

exaltados: “Ya os lo decía yo que ese tío había mamado<br />

fútbol, si sólo había que ver los comentarios que hacía cuando<br />

un chaval tiraba a puerta...”; “y cómo se miraba la foto del<br />

Busi..., claro, un portero que ha llegado allí arriba sabe de<br />

qué va el tema”; “eso es nostalgia, coño, Mateo, la pena<br />

de decir: yo he sido como tú y mira ahora”; “es verdad,<br />

porque con los duros que debe haber ganado ése y ya lo<br />

ves, tampoco parece que se le caigan los billetes del bolsillo,<br />

además viviendo aquí, en Badia...”; “oye, no te pases, ni<br />

que vivir en Badia fuese una deshonra, ¡no te jode! Que de<br />

este pueblucho han salido ya varios futbolistas, Busquets,<br />

Canito, los hermanos Pirri...”; “dejaos de hostias, hay que<br />

hablar con el presidente y que le proponga algo a ese hombre.<br />

Sería del género tonto tener una figura aquí y no aprovecharlo<br />

para que les enseñe lo mucho que debe saber a los chavales.<br />

Además se pasa las tardes muertas en el bar del campo,<br />

¿qué más le dará ponerse un chándal y entrenar un rato?<br />

Igual así se le alegra la cara que trae el pobre”; “eso,<br />

y de paso también beberá menos, que me he fijado yo y le<br />

da al alpiste que es un gusto..”; “joder, no digas más barbaridades,<br />

que ahora va a resultar que es un borracho”;<br />

“oye, que lo de borracho lo estás diciendo tú, que yo<br />

sólo he dicho que bebe vino”; “y tú también, y yo, y éste,<br />

¿o no?, pero nosotros somos unos currantes que desde hace<br />

veinte años nos explotan unos cabrones a los que nunca<br />

les hemos visto la cara, y ese hombre es otra cosa, ése ha<br />

salido al campo de fútbol y le han aplaudido..., ¿cuántos...?,<br />

¿cincuenta, setenta, cien mil tíos...?, ese hombre ha viajado<br />

por todo el mundo, ha estado en hoteles de cinco estrellas<br />

y en restaurantes carísimos, ¿y nosotros qué? Yo de Linares<br />

608 Arquitectura prematura Valentín Roma La memoria<br />

79<br />

78


81<br />

más de dos mil afiliados. Desconozco si estaría en condiciones<br />

de aceptar esta propuesta, pero sepa que es una<br />

ilusión muy grande que tenemos la junta directiva y muchos<br />

de los chavales, que ven en usted un verdadero ídolo.”<br />

En medio del silencio González hizo un gesto intraducible,<br />

sacó de su bolsillo un pañuelo muy blanco y se<br />

secó las manos, luego golpeó un par de veces el suelo con<br />

la punta de su zapato izquierdo y le dijo a todos los que le<br />

miraban: “¿Podría decirme usted, presidente, qué he hecho<br />

en los últimos cuarenta segundos?” El señor Anselmo se<br />

puso un poco nervioso, miró a derecha e izquierda, como<br />

pidiendo ayuda a los otros directivos, y cuando iba a contestar<br />

que no sabía a qué se estaba refiriendo, González<br />

se anticipó y, seguro de sí mismo, soltó: “He sacado mi<br />

pañuelo con la derecha, he limpiado mis manos y he golpeado<br />

tres veces el suelo con la punta del pie. Eso son<br />

exactamente, y sin tener que mirar ningún reloj, cuarenta<br />

segundos, es decir, lo que tarda un futbolista que va a lanzar<br />

un penalti en ponerse en el borde del área, mirar hacia<br />

delante y decidir por qué lado chutará. Esos cuarenta segundos<br />

son los que yo utilizaba para intimidar al lanzador<br />

con la mirada y para decidir a qué lado me tiraría. Sólo le<br />

diré una cosa: en cinco temporadas paré diecinueve penaltis.<br />

Se preguntarán ustedes cuál es la moraleja de este cuento:<br />

pues que en los pequeños detalles, en lo más insignificante,<br />

está la clave del éxito.<br />

“Les pido que me dejen tres o cuatro días para pensar<br />

su oferta. Tengo algunas cuestiones profesionales resolviéndose<br />

y querría evaluar detenidamente los pros y los<br />

contras. Soy hombre de palabra y cuando me comprometo<br />

el pichichi, ¿eh, Chus?”, y entonces todos comenzaron<br />

a reír mientras se estrechaban las manos y se despedían<br />

diciendo hasta el año que viene.<br />

Pero el martes apareció González nuevamente. Le esperaban<br />

en el bar el presidente del club, don Anselmo, que<br />

también había fundado la Peña de Petanca La Macarena,<br />

y los entrenadores de los benjamines, alevines y del infantil.<br />

“Buenas tardes”, dijo González muy serio y con gran solemnidad.<br />

“Buenas”, le contestaron casi al unísono todos los<br />

presentes. “¿Qué tal está usted señor González? Soy Anselmo<br />

Fuertes, presidente de la U.D. Badia, y quería comentarle,<br />

si no le importa, un par de cuestiones. Antes de nada le<br />

doy recuerdos de parte de Fusté. Estuvieron el otro día aquí<br />

los veteranos del Barça jugando un partido contra nuestros<br />

veteranos y tanto él como Chus Pereda (que parecía le tenía<br />

un cierto miedo, ¿no, chicos?) nos dijeron que a ver si el<br />

año próximo se pasa usted a saludarlos.<br />

“Bueno, en fin, no me ando con más rodeos. Creo que<br />

hablo en nombre de toda la directiva del club y por eso<br />

quería proponerle que se hiciera usted cargo de la coordinación<br />

de la entidad. Su experiencia y prestigio sería<br />

para nosotros un salto cualitativo importante que ahora<br />

mismo necesitamos urgentemente. Por supuesto, y como<br />

sabemos que este cargo le obligaría a dedicar bastante<br />

tiempo a nuestro club, le ofrecemos unos honorarios mensuales<br />

de ochenta mil pesetas más incentivos en función<br />

de los éxitos deportivos. Este dinero lo sacaríamos de las<br />

cuotas que cada padre paga por tener aquí a sus hijos,<br />

pues no sé si sabe usted que para jugar en la entidad es<br />

obligatorio hacerse socio por lo que, a día de hoy, somos<br />

80<br />

La memoria Valentín Roma Arquitectura prematura 609


me gusta cumplir a rajatabla.” “Por supuesto, faltaría más...”,<br />

contestó el señor Anselmo de forma súbita, como despertando<br />

del limbo en el que le había sumido el discurso del<br />

nuevo vecino de Badia.<br />

Finalmente, González aceptó hacerse cargo de la<br />

coordinación del fútbol base de la U.D. Badia. Consiguió<br />

que le aumentasen el salario mensual hasta noventa y cinco<br />

mil pesetas. Presentó una especie de plan de reestructuración<br />

de todas las categorías que se centraba en la imagen que<br />

el club tenía respecto a los pueblos de los alrededores.<br />

Ya en ese momento Badia era conocida en todo el Vallès<br />

como “la ciudad sin ley” y circulaban numerosos rumores<br />

de violentas pandillas juveniles, tráfico de drogas, robos<br />

y gamberrismo general. Para que la disciplina y el orden<br />

fuesen las señas de identidad de los distintos equipos impuso<br />

las siguientes normas: uno, todos los chicos deberían ir<br />

obligatoriamente con el mismo chándal el día del partido<br />

y de forma opcional para los entrenamientos; dos, siempre<br />

que hubiese una persona mayor delante se le tenía que<br />

saludar dándole la mano; tres, después de los encuentros<br />

cada jugador felicitaría al contrario y a los árbitros, independientemente<br />

del resultado final; cuatro, al acabar los<br />

partidos el equipo en bloque debía situarse en el círculo<br />

central del campo y agradecer al público el apoyo recibido,<br />

aunque sólo estuviesen en la grada los cuatro o cinco padres<br />

que venían siempre.<br />

González trajo una remesa de chándales grabados con<br />

el escudo del club a través de un amigo de su cuñado y se<br />

pusieron a la venta al precio de cinco mil pesetas la unidad.<br />

Algún padre se quejó de que eran muy caros pero finalmente<br />

610 Arquitectura prematura Valentín Roma La memoria<br />

83<br />

todos tuvieron que pasar por las oficinas y pagar en metálico<br />

lo que les correspondía.<br />

Empezó la temporada y con ella los éxitos deportivos.<br />

En la jornada dieciséis la U.D. Badia no tenía ningún equipo<br />

por debajo de la quinta posición, lo que tampoco resultaba<br />

muy extraño si se repasaban los últimos cuatro años del<br />

club. Sin embargo, había en el ambiente cierto triunfalismo<br />

general, una atmósfera de orgullo y satisfacción surgida<br />

de la idea que, además de ganar partidos, se estaban disipando<br />

todas las leyendas y prejuicios negativos a través<br />

de los cuales solía juzgarse Badia del Vallès y cualquiera de<br />

sus numerosas asociaciones sociales. Para certificar este<br />

estado de euforia, o para recrearse en él, fue convocada<br />

por el señor Anselmo una junta extraordinaria, donde se<br />

analizaría la marcha de los equipos y se revisarían las cuentas<br />

generales del club.<br />

Cuatro días antes de la reunión, González faltó por<br />

primera vez al entrenamiento de los martes y también<br />

al del día siguiente. El jueves por la mañana el señor Rubio,<br />

el entrenador de los juveniles, aprovechando que debía<br />

ir al zapatero de la avenida Cantábrico, se acercó al número<br />

147 y llamó al timbre del 4º 4ª, que era el piso donde vivía<br />

González. Nadie contestó a la primera, ni a la segunda ni<br />

a la tercera llamada. Cuando estaba a punto de marcharse<br />

vio a una señora que tendía sus sábanas en uno de los balcones<br />

del bloque y le gritó: “Señora, ¿ha visto usted salir a Juan<br />

González, el vecino del cuarto cuarta?”; “¿Cuál vecino me<br />

dice, el del cuarto? Yo no sé, mire usted, pero hace días<br />

que no se le oye”; “Sí –interrumpió la conversación una<br />

mujer que en esos momentos abría con dificultad la puerta<br />

82


La corbata<br />

de entrada al edificio–, hace dos noches le vi levantando<br />

el capó de ese coche familiar que tiene. Como no me podía<br />

dormir salí al balcón a tomar la fresca y me fijé que estaba<br />

cargando, él solo, una cajonera de madera grandísima. Cuando<br />

consiguió subirla a lo alto del coche se quedó quieto<br />

mirando hacia aquí y lanzó un saludo. Aunque era imposible<br />

que me viese, pensé que era a mí a quien se dirigía, porque,<br />

si no, ¿a quién saludaba, a los geranios de las ventanas? Fui<br />

entonces a decirle adiós pero arrancó muy rápido y bajó<br />

hasta el final de la avenida. Eran las tres de la madrugada<br />

y ya le digo que yo estaba tomando la fresca, que me importa<br />

a mí muy poco lo que haga cada uno.”<br />

El resto forma parte ya de las cosas que nadie comenta<br />

en Badia; de la junta que se celebró sin González y de la<br />

indignación de los directivos al comprobar que la cuenta<br />

bancaria del club estaba sin líquido y que incluso el dinero<br />

de los chándales, que se guardaba en las oficinas, también<br />

había desaparecido; de las llamadas que el presidente,<br />

el señor Anselmo, hizo a la Real Federación de Fútbol<br />

Española, preguntando por Juan González, portero que el<br />

Atlético de Madrid fichó el año cincuenta y nueve procedente<br />

del Badajoz, y de la contestación por fax de un funcionario<br />

que era el responsable del archivo, quien envió a la sede<br />

de la U.D. Badia un parte de defunción por accidente de<br />

tráfico, el 15 de julio de 1963, de dos futbolistas del Atlético<br />

Aviación cuyos nombres eran Elías Pedrazo y Pedro González,<br />

este último defensa central, nacido en Pontevedra,<br />

que llegó al club madrileño sólo cuatro meses antes de perder<br />

la vida en tan trágicas circunstancias.<br />

85<br />

Mi padre dice que lo único interesante de los años<br />

ochenta fue el Mundial de Fútbol de 1982 y que del resto<br />

no se acuerda de casi nada. Tengo que hacer un trabajo<br />

para la asignatura de historia y el profesor nos ha encargado<br />

que entrevistemos a cuatro familiares distintos. He empezado<br />

por mi padre porque en esa época trabajaba de camionero<br />

y hacía muchos viajes y porque siempre me dice<br />

que sólo hablo con mi madre y que al no tener ningún hijo<br />

se siente víctima de la ignorancia femenina de su mujer<br />

y sus dos niñas, pero, para una vez que lo intento, ahora<br />

dice que en los ochenta no pasó nada importante. Dice<br />

que no se acuerda de cómo eran los coches, ni de la moda,<br />

ni de los grupos musicales, ni de los programas de televisión.<br />

Dice que los socialistas gobernaban España y que pronto<br />

abandonaron las chaquetas de pana y las patillas pobladas<br />

y se compraron yates y chalets con el dinero de los ciudadanos,<br />

pero que aparte de eso no hubo nada que mereciese<br />

la pena recordar. Dice que lo más importante fue que nacimos<br />

mi hermana y yo y que él dejó el camión porque<br />

quería dormir todos los días en su cama. Le explico que<br />

el trabajo no es sobre la vida personal de nuestras familias<br />

sino sobre la época, sus acontecimientos, su economía, su<br />

política, su arte, etc., y me contesta que el arte es una pantomima<br />

para ricos y señoras ociosas y que Dalí era un farsante<br />

que pegaba cuatro brochazos en una tela y la vendía<br />

por cantidades de dinero desorbitadas y que Camilo José<br />

Cela se tiró un pedo en el Congreso de los Diputados y, en<br />

lugar de meterlo preso, le dieron el Nobel de Literatura.<br />

84<br />

La memoria Valentín Roma Arquitectura prematura 611


que cuando él era joven trabajó de extra en películas de<br />

cine y le contrataron para salir en una que se titulaba El<br />

Cid, con Sofía Loren y Charlton Heston, y que pudo comprobar<br />

que el cine es, igual que las noticias, una mentira,<br />

porque los castillos son construcciones de madera que no<br />

tienen nada detrás y las tropas de soldados son chicos que<br />

trabajan en talleres y fábricas y que necesitan un sobresueldo<br />

para salir con sus novias los fines de semana. Le pregunto<br />

si El Cid es una película de los años ochenta y si se rodó en<br />

Badia y me dice riéndose que no, que la pasaron en los<br />

cines a principios de los sesenta y que Badia es, también,<br />

un decorado de película, pero de película donde nadie gana<br />

y todos pierden.<br />

Le explico que nuestro profesor dice que la memoria de un<br />

país es su principal riqueza y me replica que todo eso son<br />

mentiras, como las noticias, que para lo único que sirven<br />

es para engañar a la gente y mantenerla distraída. Dice<br />

que, por ejemplo, es imposible que en España haya más de<br />

tres millones de parados, porque de ser así la gente estaría<br />

todo el día en el supermercado robando comida y, sin embargo,<br />

cada vez se venden más coches nuevos. Y también<br />

dice que en un año ETA mata a bastantes menos personas<br />

que las que mueren cualquier fin de semana por accidente<br />

de tráfico y que, sin embargo, eso nunca se comenta en los<br />

telediarios. Le digo que yo tengo que hacer un simple trabajo<br />

sobre los años ochenta, y no sobre “las mentiras” y “las<br />

noticias” y me responde que en el colegio nos hacen perder<br />

el tiempo y nos entretienen con tonterías para que no nos<br />

demos cuenta de lo que ocurre en el mundo, no vaya a ser<br />

que a alguno de nosotros le dé por hacerse revolucionario<br />

o terrorista. Después de este discurso insiste en que lo más<br />

importante de los años ochenta fue el Mundial de Fútbol<br />

de España, motivo por el cual compramos el televisor en<br />

color que tenemos ahora, y que lo que de verdad no se le<br />

olvidará nunca fueron los dos partidos que pudo ver en<br />

directo gracias a una rifa que le toco en el bar de Manolo.<br />

Cambio de tema preguntándole cómo era Badia y me responde<br />

que más o menos igual que ahora, aunque cree que<br />

en 1988 se empezó a construir el Centro Cívico de la avenida<br />

Vía de la Plata, ese que hoy, doce años más tarde, aún no<br />

ha sido acabado. Dice que Badia es un pueblo fantasma,<br />

que sólo sirve para salir en las enciclopedias por su número<br />

de habitantes por kilómetro cuadrado, y continúa diciendo<br />

612 Arquitectura prematura Valentín Roma La memoria<br />

87<br />

86

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!