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Así mismo, puesto que el agua se recogía en cubetas de las acequias circundantes por lo que no podía ser consumida. Incluso, el agua bebida ocasionaba constantes problemas que provocaban diversas enfermedades estomacales, que se agravaban por los efectos secundarios de los tratamientos antivenéreos basados en el mercurio, el arsénico y el bismuto. Cuando esos medicamentos no empeoraban los males gástricos de las prostitutas si lo hacían las dietas basadas en fríjoles y harinas. Las descripciones y recomendaciones de don Pedro Loría nunca fueron atendidas por las autoridades. El 17 de setiembre de 1907, el Alcalde del centro de reclusión se apresuró a contestar un informe de visitas realizado el mes anterior. Según él: “... Como dije en notas anteriores, la Casa Algodonera, destinada para recluir á las que se juzga por vagancia y de Hospital Venéreo, se encuentra en un estado deplorable. La Puerta del saguan por el lado norte, caída. Algunas ventanas les falta vidrios sin poner. Aun no se ha calado el edificio, como medida higienica. Por el lado de la quebrada que divide la casa ó colindante con esta, se necesita hacer una cerca con teja de zing de qué de alguna seguridad á fin de evitar la fuga de reclusas. Se hace necesario mantener un peón para el aseo del edifico y patios .... [pues] estan enmontados y se nota la falta de desagues, para que circulen las aguas pluviales”. ( 638 En dicho comentario queda claro que las condiciones de la Algodonera casi no habían mejorado y eran igualmente insalubres y transmisoras de mil y una enfermedades. Las instalaciones ruinosas y la falta de desagües hacían que las mujeres allí recluidas vieran acrecentadas sus dolencias. El dormir era una verdadera tortura para las recluidas. En 1911, el director de la Cárcel de Mujeres hacía mención que: “...las pocas camas que hay en la cárcel de mujeres están en muy mal estado, razón por la que las recluidas se ven la obligación a dormir en el piso, y sin frasada, pues en este establecimiento no hay una sola, y me parece que esto es de necesidad”. ( 639 ) Para ordenar las horas de trabajo y de comida, se hace indispensable un reloj, puede conseguirse por 5 colones, también se necesitan 50 vasos de noche, pues á las detenidas no debe permitirseles salir de sus habitaciones en la noche. Véase ANCR. Policía. No. 483. 638 ANCR. Policía. No. 472, nota 854. 639 ANCR. Policía. No. 6241. 515

Al parecer, las autoridades ministeriales no se preocuparon mucho por resolver esos problemas, pues todavía en 1917 continuaban los suplicios de las heteras a la hora de pernoctar. ( 640 ) En algunas ocasiones, las autoridades hacían gala de cierto altruismo o misericordia. El 21 de junio de 1918 el Gobernador aprobó la compra de: “veinticinco frasadas de algodón para el servicio del hospital de la cárcel de mujeres de esta ciudad [además] .... suminístrese a las penadas por faltas o simples delitos, todas las mañanas, una taza de aguadulce”. ( 641 ) Desgraciadamente, tales actos misericordiosos fueron esporádicos y en general, no vinieron a mejor las tristes condiciones de las rameras. La década de 1940 siguió acusando estos problemas. Las mismas autoridades veían como los ideales de regeneración y castigo no se podían cumplir. En 1940, la Directora de la Cárcel de Mujeres, sor María de la Asunción Abadía, informaba a sus superiores acerca de la falta de seguridad, los constantes robos y del deterioro de la Cárcel por lo que pedía no se abriera una calle que uniera a San Sebastián con Barrio Keith; puesto que con ello aumentaría la inestabilidad del correccional. ( 642 ) Como era de suponerse, el entorno carcelario en esa década siguió siendo igualmente deplorable. La ubicación de las cárceles de mujeres reflejó el deseo de los legisladores y los altos empleados de los Poderes Judicial y Legislativo de invisibilizar a las reclusas y las enfermas venéreas. En efecto, tanto la “Casa Nacional de Corrección de Mujeres” y la “Algodonera” se colocaron en las afueras de la capital, cerca de las cloacas josefinas, por lo que evidentemente el lugar era totalmente insalubre. ( 643 ) De este modo, cualquier 640 El 5 de julio de 1917 en respuesta al Secretario de la Corte de Justicia las autoridades de Gobernación y Policía aceptaron que las prostitutas “... duermen sin abrigo y sobre la tela de alambre de las camas” (Véase ANCR. Gobernación. No.5729, folio 116). Un mes después el Juez Segundo del Crimen le informó al Ministro de Justicia la “...inexistencia de jabones, desinfectante y hasta algunas medicinas” (Véase ANCR. Gobernación. No.5729, folio 203). 641 ANCR. Gobernación. No.5790, folio 195. Las mejoras en la cárcel no fueron constantes, pues tan sólo tres años después el Secretario de Gobernación y Policía manifestó: “... como indiqué en mi informe del año anterior, es de urgente necesidad proveer esa carcel de una enfermería bien atendida, así como de utensilios de cocina y buenas camas para las recluídas, quienes carecen de lo indispensable” (Véase: Costa Rica. Memoria de Gobernación y Policía de 1921. Imprenta Nacional. San José, Costa Rica. 1922, p. 86). 642 ANCR. Gobernación. No.8922, legajo 97 y ANCR. Gobernación. No.22210. 643 Ortiz, Bienvenido. Compilación de Leyes, Decretos y Circulares referentes a Medicina e Higiene del año 1821 hasta 1921. Imprenta Nacional. San José, Costa Rica. 1921, p, 12. En Diciembre de 1916, 516

Así mismo, puesto que el agua se recogía en cubetas <strong>de</strong> las acequias circundantes<br />

por lo que no podía ser consumida. Incluso, el agua bebida ocasionaba constantes<br />

problemas que provocaban diversas enfermeda<strong>de</strong>s estomacales, que se agravaban por los<br />

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bismuto. Cuando esos medicamentos no empeoraban los males gástricos <strong>de</strong> las prostitutas<br />

si lo hacían las dietas basadas en fríjoles y harinas.<br />

Las <strong>de</strong>scripciones y recomendaciones <strong>de</strong> don Pedro Loría nunca fueron atendidas<br />

por las autorida<strong>de</strong>s. El 17 <strong>de</strong> setiembre <strong>de</strong> 1907, el Alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong>l centro <strong>de</strong> reclusión se<br />

apresuró a contestar un informe <strong>de</strong> visitas realizado el mes anterior. Según él:<br />

“... Como dije en notas anteriores, la Casa Algodonera, <strong>de</strong>stinada para recluir á<br />

las que se juzga por vagancia y <strong>de</strong> Hospital Venéreo, se encuentra en un estado<br />

<strong>de</strong>plorable. La Puerta <strong>de</strong>l saguan por el lado norte, caída. Algunas ventanas<br />

les falta vidrios sin poner. Aun no se ha calado el edificio, como medida<br />

higienica. Por el lado <strong>de</strong> la quebrada que divi<strong>de</strong> la casa ó colindante con esta,<br />

se necesita hacer una cerca con teja <strong>de</strong> zing <strong>de</strong> qué <strong>de</strong> alguna seguridad á fin <strong>de</strong><br />

evitar la fuga <strong>de</strong> reclusas. Se hace necesario mantener un peón para el aseo <strong>de</strong>l<br />

edifico y patios .... [pues] estan enmontados y se nota la falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagues, para<br />

que circulen las aguas pluviales”. ( 638<br />

En dicho comentario queda claro que las condiciones <strong>de</strong> la Algodonera casi no<br />

habían mejorado y eran igualmente insalubres y transmisoras <strong>de</strong> mil y una enfermeda<strong>de</strong>s.<br />

Las instalaciones ruinosas y la falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagües hacían que las mujeres allí recluidas vieran<br />

acrecentadas sus dolencias.<br />

El dormir era una verda<strong>de</strong>ra tortura para las recluidas. En 1911, el director <strong>de</strong> la<br />

Cárcel <strong>de</strong> Mujeres hacía mención que:<br />

“...las pocas camas que hay en la cárcel <strong>de</strong> mujeres están en muy mal estado,<br />

razón por la que las recluidas se ven la obligación a dormir en el piso, y sin<br />

frasada, pues en este establecimiento no hay una sola, y me parece que esto es<br />

<strong>de</strong> necesidad”. ( 639 )<br />

Para or<strong>de</strong>nar las horas <strong>de</strong> trabajo y <strong>de</strong> comida, se hace indispensable un reloj, pue<strong>de</strong> conseguirse por<br />

5 colones, también se necesitan 50 vasos <strong>de</strong> noche, pues á las <strong>de</strong>tenidas no <strong>de</strong>be permitirseles salir <strong>de</strong><br />

sus habitaciones en la noche. Véase ANCR. Policía. No. 483.<br />

638 ANCR. Policía. No. 472, nota 854.<br />

639 ANCR. Policía. No. 6241.<br />

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