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Finalmente, los oficios que predominaron en los hogares de las prostitutas en 1904 evidencian la extracción urbana y popular de sus integrantes. El 34,9%, de las labores mencionadas se ubicaron entre los conocidos como domésticos (cocineras, aplanchadoras, costureras y lavanderas). Aquí habría que recordar la importancia que tenía para las meretrices declarar la domesticidad como un oficio y de este modo evadir los registros sanitarios y policiales. Los familiares de las prostitutas también trataron de señalar un oficio honesto, tal vez para no ser censurados o penalizados con las leyes de vagancia. La declaración de un oficio por las rameras también puede indicar que ellas tuvieron más de un oficio y se dedicaran a la prostitución como un medio subsidiario para mantener a su familia; tal y como sucedió en Inglaterra, según los trabajos de Judith Walkowitz y Frances Finnegan. ( 564 ) Los oficios artesanales agruparon a un 19,5% de los miembros de los hogares de prostitutas y la mitad de ellos estaban relacionados con el mundo obrero femenino. Estos datos podrían corroborar la relación hipotética establecida por Virginia Mora entre obrerismo josefino y la prostitución. ( 565 ) En cuanto a los que declararon la ocupación de estudiantes, estos resultaron ser el 15.4% de la muestra. La mayoría de ellos estudiaban en los centros de primaria capitalinos. Esto refuerza la imagen de la prostituta como la proveedora de una buena parte de los recursos económicos de su hogar. Por último, los que declararon labores relacionados con el área de servicios fueron varones, que trabajaban en actividades tales como la carnicería y el denominado “comercio detallista”. Muchos de ellos fueron hijos o concubinos de las prostitutas. Por el tipo de faenas que desarrollaron puede afirmarse que estos pertenecían a los sectores populares más que a las “clases medias” de la época. Si bien el enlace de las bases de datos sobre prostitutas y el censo de 1904 no mostró toda la realidad cotidiana y hogareña de ellas, si permitió establecer y comprobar con 35 casos particulares las tendencias generales de las 2615 meretrices detectadas en los expedientes policiales y sanitarios resguardados en el Archivo Nacional de Costa Rica. 564 Walkowitz, Judith. Prostitution and Victorian Society. Women, Class and The State. Cambridge, Estados Unidos. Cambridge University Press. 1980 y Finnegan, Frances. Poverty and Prostitution. A Study of Victorian Prostitutes in York. Cambridge, Estados Unidos. Cambridge University Press. 1979. 565 Cfr. Mora, Virginia "Mujer e Historia: La Obrera Urbana en Costa Rica, 1892-1930. (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica), pp.112-119 483

La comparación de estas fuentes permite señalar que a comienzos del Siglo XX existió un grupo importante de prostitutas que se habían apartado del mundo rural y ajustado a los nuevos requerimientos del espacio urbano el cual ganaba constantemente más territorio, en la Costa Rica de principios del siglo XX. En 1904, había varias meretrices que llegaron a formar parte del mundo obrero o asumiendo las tareas de jefas de hogar. En todo caso estas dimensiones de su vida no impidieron que fueran vigiladas por las autoridades, ya que se les consideró potencialmente peligrosas. El censo municipal de San José, efectuado en 1904, evidenció que estas mujeres tomaron la prostitución como una alternativa, al no ser absorbidas por un mercado laboral que les impedía integrarse en otras labores que no fueran los de empleadas domésticas. En consecuencia, cuando algunas mujeres escogieron ejercer la ramería lo hicieron como una forma de complementar sus ingresos familiares o solucionar los problemas económicos de su hogar. 3- EL BURDEL COMO ESPACIO DE CONTACTO COTIDIANO DE LAS PROSTITUTAS. Uno de los espacios cotidianos de las prostitutas josefinas fue el burdel. A su alrededor se crearon percepciones muy disímiles entre vecinos, autoridades, legisladores, moralistas y las mismas meretrices. Los lupanares capitalinos tendieron a caracterizarse por lo diverso de sus formas, por el tipo de actividad que en el ejecutaban las rameras y por las vivencias cotidianas que ellas desarrollaron en su interior. En primer lugar habría que indicar que los prostíbulos josefinos tuvieron una larga vinculación con la sociabilidad de los sectores populares desde la época colonial. De esta forma, los denominados “tiangues” a pesar de ser burdeles muy poco sofisticados y nada lujosos se convirtieron en un centro de entretenimiento de los sectores populares. En esencia los tiangues podían ser casas o negocios (principalmente pulperías y cantinas) que ocultaron el ejercicio de la prostitución a través de las ventas de tamales, abarrotes y licores; o bien simulando ser casas de remiendos y de costura. Carlos Molina reveló la asociación entre las pulperías y los “tiangues”. Así mismo, para él: “... estos negocios servían al 484

La comparación <strong>de</strong> estas fuentes permite señalar que a comienzos <strong>de</strong>l Siglo XX<br />

existió un grupo importante <strong>de</strong> prostitutas que se habían apartado <strong>de</strong>l mundo rural y ajustado<br />

a los nuevos requerimientos <strong>de</strong>l espacio urbano el cual ganaba constantemente más<br />

territorio, en la Costa Rica <strong>de</strong> principios <strong>de</strong>l siglo XX.<br />

En 1904, había varias meretrices que llegaron a formar parte <strong>de</strong>l mundo obrero o<br />

asumiendo las tareas <strong>de</strong> jefas <strong>de</strong> hogar. En todo caso estas dimensiones <strong>de</strong> su vida no<br />

impidieron que fueran vigiladas por las autorida<strong>de</strong>s, ya que se les consi<strong>de</strong>ró potencialmente<br />

peligrosas. El censo municipal <strong>de</strong> San José, efectuado en 1904, evi<strong>de</strong>nció que estas mujeres<br />

tomaron la prostitución como una alternativa, al no ser absorbidas por un mercado laboral<br />

que les impedía integrarse en otras labores que no fueran los <strong>de</strong> empleadas domésticas. En<br />

consecuencia, cuando algunas mujeres escogieron ejercer la ramería lo hicieron como una<br />

forma <strong>de</strong> complementar sus ingresos familiares o solucionar los problemas económicos <strong>de</strong><br />

su hogar.<br />

3- EL BURDEL COMO ESPACIO DE CONTACTO COTIDIANO DE LAS<br />

PROSTITUTAS.<br />

Uno <strong>de</strong> los espacios cotidianos <strong>de</strong> las prostitutas josefinas fue el bur<strong>de</strong>l. A su<br />

alre<strong>de</strong>dor se crearon percepciones muy disímiles entre vecinos, autorida<strong>de</strong>s, legisladores,<br />

moralistas y las mismas meretrices. Los lupanares capitalinos tendieron a caracterizarse por<br />

lo diverso <strong>de</strong> sus formas, por el tipo <strong>de</strong> actividad que en el ejecutaban las rameras y por las<br />

vivencias cotidianas que ellas <strong>de</strong>sarrollaron en su interior.<br />

En primer lugar habría que indicar que los prostíbulos josefinos tuvieron una larga<br />

vinculación con la sociabilidad <strong>de</strong> los sectores populares <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la época colonial. De esta<br />

forma, los <strong>de</strong>nominados “tiangues” a pesar <strong>de</strong> ser bur<strong>de</strong>les muy poco sofisticados y nada<br />

lujosos se convirtieron en un centro <strong>de</strong> entretenimiento <strong>de</strong> los sectores populares. En<br />

esencia los tiangues podían ser casas o negocios (principalmente pulperías y cantinas) que<br />

ocultaron el ejercicio <strong>de</strong> la prostitución a través <strong>de</strong> las ventas <strong>de</strong> tamales, abarrotes y licores;<br />

o bien simulando ser casas <strong>de</strong> remiendos y <strong>de</strong> costura. Carlos Molina reveló la asociación<br />

entre las pulperías y los “tiangues”. Así mismo, para él: “... estos negocios servían al<br />

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