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historial en los registros venéreos, por ello cambió su nombre el cual le permitía no tener antecedentes en dichos registros. A continuación solicitó declarantes para que probaran su condición de concubina honrada. De esta forma, Doña María consiguió que las autoridades tomaran la declaración de sus testigos con el siguiente dicho: “Digan como es cierto, les consta que siempre he observado y observo conducta irreprochable. Digan como es cierto, les consta que el unico hombre que he vivido es el señor José Muñoz. Que así mismo digan como lo es que vivo en completo retraimiento hace más de un año en compañía de mi madre. Digan también como es cierto que vivo honradamente para ayudarle á mi madre” ( 525 ) A pesar de haber conseguido cuatro testigos (dos artesanos y dos jornaleros) que reafirmaron su declaración, el Secretario de Profilaxis, don José León Quijano Garbanzo se opuso, pues la joven de 18 años había entrado al Hospital de Sanidad, aquejada de un mal venéreo; el cual a los ojos de las autoridades era una prueba irrefutable de su vida licenciosa. En este caso, ni la convivencia con su madre, ni el concubinato, ni la declaración de un trabajo honesto, corroborado por cuatro testigos fueron suficientes para desvirtuar dos realidades: su padecimiento incriminatorio y su peligrosa edad que la hacía apetecible a eventuales clientes. Estos reparos llevaron, más tarde, al Jefe de Profilaxis, Manuel Leiva a descubrir la simulación de personalidad. ( 526 ) La utilización de la madre como testigo para comprobar la existencia de una vida hogareña y domestica fue también otro recurso que usaron las rameras josefinas. Por tal razón no fue extraño que doña María Díaz Cubero empleara esa táctica al pedir que sus testigos confirmarán que vivía: “... honradamente, al lado de mi madre, trabajando en oficios honestos con los cuales proporcionarme mis alimentos y vestuario. Expresen como es cierto que no soy mujer escandalosa con mi conducta, que á mi casa no se vé ningún hombre entrar por interés de mi persona, ni tampoco mis vecinos jamas han tenido queja respecto á mi comportamiento”. ( 527 ) 524 ANCR. Gobernación No. 31384. 525 ANCR. Gobernación No. 30312 526 ANCR. Gobernación No. 30312, en especial véase las manifestaciones de José León Quijano y don Manuel Leiva del 7 de diciembre de 1895. 527 ANCR. Gobernación No. 29853. 447

Al igual que la señora María Vargas, doña María Díaz no pudo lograr ser borrada de los registros venéreos. En su caso, la delataron sus continuas dolencias e infecciones venéreas. En efecto, en menos de tres años había entrado 10 veces al hospital de profilaxis con enfermedades como la gonorrea y sífilis en sus grados de ulceración, secundaria y terciaria. Cuando no una había madre que justificará una vida honrada y familiar, algunas prostitutas presentaron a sus propios hijos como jefes del hogar en que ellos vivían. El 24 de marzo de 1894, doña María Montero Chacón, otra popular ramera de la época, se presentó ante el jefe de profilaxis diciendo que: “,,, vivo al cuidado de mi hijo Rafael de 13 años de edad el cual no doy ningún mal ejemplo”. ( 528 ) A pesar de sus argumentos la señora Montero no logró su emancipación de los registros sanitarios. Todos estos casos dejaron claro que las prostitutas usaron a su gusto y convivencia el estado civil que poseían. El uso de esta estrategia parece que fue muy común, por lo que las autoridades trataron de controlar esta vía de evasión. En efecto, a partir de las disposiciones dadas por el artículo 13 del Reglamento de Profilaxis Venérea los diferentes Directores de Profilaxis: Fermín León, Manuel Leiva, José María Castro y Fernando Vázquez, entre otros, se dieron cuenta de que las meretrices recurrían a declarar amancebados y esponsales falsos. De los 249 casos descubiertos en este trabajo, todas apelaron tener un concubino y, en menor grado, un esposo; muchos de ellos falsos por lo que las sospechas de estos funcionarios parecían estar bien fundadas. Ante ese subterfugio los Directores de Profilaxis constantemente alertaban a sus subalternos y superiores de las astutas tácticas que empleaban las meretrices. En 1895, uno de los directores, don Manuel Leiva señaló que la Aclaratoria Ministerial de 1894 buscaba que las jóvenes abandonaran a su corruptor o al que las hubiere pervertido; además de favorecer a sus hijos para que estos tuvieran una madre honrada y en última instancia, permitirles a ellas el abandono de su vergonzosa ocupación. No obstante, Leiva prevenía a 528 ANCR. Gobernación. No. 31069. 448

historial en los registros venéreos, por ello cambió su nombre el cual le permitía no tener<br />

antece<strong>de</strong>ntes en dichos registros. A continuación solicitó <strong>de</strong>clarantes para que probaran su<br />

condición <strong>de</strong> concubina honrada. De esta forma, Doña María consiguió que las autorida<strong>de</strong>s<br />

tomaran la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> sus testigos con el siguiente dicho:<br />

“Digan como es cierto, les consta que siempre he observado y observo conducta<br />

irreprochable. Digan como es cierto, les consta que el unico hombre que he<br />

vivido es el señor José Muñoz. Que así mismo digan como lo es que vivo en<br />

completo retraimiento hace más <strong>de</strong> un año en compañía <strong>de</strong> mi madre. Digan<br />

también como es cierto que vivo honradamente para ayudarle á mi madre”<br />

( 525 )<br />

A pesar <strong>de</strong> haber conseguido cuatro testigos (dos artesanos y dos jornaleros) que<br />

reafirmaron su <strong>de</strong>claración, el Secretario <strong>de</strong> Profilaxis, don José León Quijano Garbanzo se<br />

opuso, pues la joven <strong>de</strong> 18 años había entrado al Hospital <strong>de</strong> Sanidad, aquejada <strong>de</strong> un mal<br />

venéreo; el cual a los ojos <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s era una prueba irrefutable <strong>de</strong> su vida licenciosa.<br />

En este caso, ni la convivencia con su madre, ni el concubinato, ni la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> un<br />

trabajo honesto, corroborado por cuatro testigos fueron suficientes para <strong>de</strong>svirtuar dos<br />

realida<strong>de</strong>s: su pa<strong>de</strong>cimiento incriminatorio y su peligrosa edad que la hacía apetecible a<br />

eventuales clientes. Estos reparos llevaron, más tar<strong>de</strong>, al Jefe <strong>de</strong> Profilaxis, Manuel Leiva<br />

a <strong>de</strong>scubrir la simulación <strong>de</strong> personalidad. ( 526 )<br />

La utilización <strong>de</strong> la madre como testigo para comprobar la existencia <strong>de</strong> una vida<br />

hogareña y domestica fue también otro recurso que usaron las rameras josefinas. Por tal<br />

razón no fue extraño que doña María Díaz Cubero empleara esa táctica al pedir que sus<br />

testigos confirmarán que vivía:<br />

“... honradamente, al lado <strong>de</strong> mi madre, trabajando en oficios honestos con los<br />

cuales proporcionarme mis alimentos y vestuario. Expresen como es cierto que<br />

no soy mujer escandalosa con mi conducta, que á mi casa no se vé ningún<br />

hombre entrar por interés <strong>de</strong> mi persona, ni tampoco mis vecinos jamas han<br />

tenido queja respecto á mi comportamiento”. ( 527 )<br />

524 ANCR. Gobernación No. 31384.<br />

525 ANCR. Gobernación No. 30312<br />

526 ANCR. Gobernación No. 30312, en especial véase las manifestaciones <strong>de</strong> José León Quijano y don<br />

Manuel Leiva <strong>de</strong>l 7 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1895.<br />

527 ANCR. Gobernación No. 29853.<br />

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