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Efectivamente, la asignación de recursos, los compadrazgos de un funcionario con
las altas autoridades, las ocurrencias o caprichos de un empleado medio, la pugna por
conseguir reconocimiento ante sus superiores o, en general, las luchas clásicas de la
burocracia baja y media en su función llevaron a que la colaboración, en muchos casos,
fuera un verdadero milagro. Las incoherencias en este caso se alimentaron por el hecho de
que el sistema no especificó las funciones legales de cada funcionario.
Las discrepancias nacieron, por ende, de los choques jurisdiccionales entre las
autoridades y de las diversas representaciones sociales que tenía cada persona de su labor, de
los delincuentes y de las formas de hacer justicia. Esto se puede clarificar con un ejemplo.
En 1922 Sor María de Santa Leontina, Superiora del Buen Pastor, a raíz de la liberación de
una prostituta de la cárcel denunció que:
“La Agencia de Policía de Profilaxis, fue creada para facilitar el despacho de los
asuntos relativos a infracciones de la ley de Profilaxis Venérea, de que antes
conocían las Agencias Principales de Policía de San José; y no hay ninguna
disposición que atribuya jurisdicción especial a aquel funcionario para conocer
de todas las transgresiones de policía cometidas por mujeres inscritas, de las
cuales puede, por consiguiente conocer a prevención con el Agente Principal de
Policía”. ( 314 )
Las ausencias y silencios de la ley dieron paso a la imaginación de las autoridades
quienes actuaron a su mejor parecer. Esta situación causó roces personales, evasión de
funciones, endoso de tareas a otros funcionarios o simplemente el actuar según dictaba
habilidad o pericia. En este caso, los criterios de las autoridades pesaron más que los
preceptos legales, de ahí que la ley fuera reinterpretada por los funcionarios según bajaba o
subía en la jerarquía estatal. Por ende, la inteligencia o espíritu de la ley tuvo muchas
lecturas y conclusiones.
Precisamente, en 1922 el Secretario de Estado les enfatizó a los Gobernadores y a
los directores de los Correccionales que la libertad de las mujeres del hospital venéreo sólo
podía ser dada por el Agente Principal de Policía de Profilaxis Venérea, atribución que al
314 ANCR. Gobernación. No. 5813, folio 252.
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