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Ejemplos como al anterior se multiplicaron entre las autoridades policiales de bajo
rango así como en ciertos círculos médicos. Tal situación hizo que los altos funcionarios
cuestionaran los principios de la ley, al decir que esta no se cumplía. En 1907, al respecto
decía el Secretario de Gobernación y Policía:
“... las enfermedades venéreas [seguirán ganando terreno]... mientras las leyes de
policía no impongan especiales reglas de higiene y desinfección de las
habitaciones donde se hallen los pacientes, sobre lavaderos públicos y otros
medios de transmisión del mal; mientras no se erijan sanatorios, que al propio
tiempo que de medios de recobrar la salud, sirvan de lugares de aislamiento, y
mientras no se persiga ó reglamente con provecho la prostitución y queden
inhabilitadas para su tan triste como vergonzoso comercio, las mujeres
públicas que no estén sanas y lo comprueben eficazmente”. ( 309 )
La reglamentación fue un problema que se agravó con la desidia de ciertos
funcionarios, al punto de que algunas autoridades no tuvieron empacho en decir que no
cumplía con la ley. Así por ejemplo, el 2 de junio de 1911 le llegó una nota al Director de
Policía donde se le informó que el Agente Primero Principal de Policía de la ciudad de San
José no: “pena á las mujeres que no cumplen con la obligación del Registro de Sanidad
y demás prescripciones a que la ley las remite”. ( 310 ) En este caso, después de una
reprimenda y sutil conversación el funcionario ofreció ajustarse a los dictados de la ley.
Tal situación se siguió repitiendo. Así en 1915, la Gobernación dirigió a todos los
Agentes Principales de Policía una circular donde se les instó a conocer las infracciones
cometidas a la Ley de Profilaxis Venérea e imponer las penas correspondientes. Según la
Secretaría de Estado en el Despacho de Gobernación y Policía esos casos le correspondían a
dichos funcionarios y no al Jefe de Higiene en quienes los Agentes Principales querían hacer
recaer toda la legislación venérea. ( 311 )
Las pugnas se dieron por varias situaciones. Las más corrientes fueron los celos por
dinero o por rencillas personales. El primero de los casos se dio por los continuos atrasos en
los pagos salariales o en los desembolsos de los dineros requeridos por las instituciones de
309 Costa Rica. Memoria de Gobernación y Policía de 1907..., p LXX.
310 ANCR. Gobernación. No. 3310, folio 430.
311 ANCR. Gobernación. No. 5719, folio 451.
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