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( 266 ) El segundo, continuó con la precisión jurídica de las prostitutas al diferenciar los
castigos según las categorías de meretrices que se definían en la misma la ley. Así por
ejemplo, este proyecto introdujo por primera vez la distinción entre rameras infantiles y
juveniles con respecto al resto de las cortesanas. De hecho, la breve tiranía tinoquista
decretó una guerra frontal a este nuevo tipo de lenocinio. Finalmente, con el proyecto del
doctor Vicente Castro la administración de Federico Tinoco pretendió crear un Consejo
Superior de Salubridad que a la vez centralizaría la inspección sanitaria no sólo de las
prostitutas, sino también de todos los sectores populares. A pesar de los anhelos del
Gobierno de Tinoco, el primer proyecto nunca se aplicó en su administración y no fue hasta
1921 en que a las prostitutas se les reglamentaron las diversas circunstancias que las
llevarían a la Cárcel de Mujeres como vagas. Según esa ley:
“Las mujeres que escandalicen con sus malas costumbres o que habitualmente
se encuentran en casas de juego, tabernas o parajes sospechosos. Estas últimas
no podrán ser enviadas a la colonia penal, pero sufrirán la pena respectiva en
la Casa de Reclusión obligandolas a trabajar en oficios propios de su sexo”.
( 267 )
En la década de 1920 se pudo concretar el sueño tinoquista de regular aún más a las
prostitutas, gracias a que en ese decenio la oligarquía y su “intelligentsia” continuaron con
la sistematización de los ideales de la llamada “Profilaxis Venérea Social”; la cual se
enmarcaba en la intervención estatal de los hábitos y costumbres cotidianas de los sectores
populares. ( 268 ) Con estos tres proyectos, Tinoco ambicionó lograr la precisión jurídica de
las prostitutas, aumentar la intervención estatal en la vida cotidiana y fomentar el apoyo
sanitario a los médicos y a la inspección higiénica y civilizar a los sectores populares en
266 ANCR. Congreso. No. 11356, f. 6 y 10. El interés de Tinoco por la higiene no sólo nacía de los
deseos de la clase dominante por morigerar las costumbres de los sectores populares, al parecer él mismo
sufrió de graves padecimientos que en la época se asociaron a los males venéreos. Así por ejemplo, por
una extraña alopecia debía retocarse con delineadores sus cejas, según se evidencia en sus retratos
fotografías. Por otra parte, su esposa sufrió continuos abortos y nunca pudo darle una descendencia a su
marido. Estos síntomas posiblemente fueron asociados al discurso alarmista de los médicos para quiénes
dichas dolencias eran indicios de las temidas “enfermedades de la sangre”.
267 ANCR. Policía No. 5724, f. 408
268 Sobre el apoyo de los médicos al proyecto Sanitario del dictador Federico Tinoco véase: Gaceta
Médica. No.44. Mayo. 1917, p517-519; Gaceta Médica. No.45. Junio. 1917, p. 529-531 y Gaceta Médica.
No.49. Octubre. 1917, p 577-579.
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