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fue denegada por el Ejecutivo. El Secretario de Gobernación y Policía pensó que lo mejor
era aplicarle a las rameras, tanto las leyes de profilaxis como de vagancia; antes que aceptar
una desregulación de la ramería.
De esta forma, la denominada ley de Profilaxis de 1894 sobrevivió, pero levemente
reformada. No fue hasta el 24 de setiembre de 1901 con la ley No. 10 que los congresistas
procuraron complementar los vacíos dejados por la jurisprudencia dictada contra la vagancia
y las enfermedades venéreas. En ese año, el artículo 9 de la Ley de Profilaxis reafirmó que
las meretrices fueran castigadas según las disposiciones dictadas contra la vagabundería.
( 262 ) A partir de ley de 1901 y las posteriores leyes o proyectos de vagancia, las meretrices
fueron consideradas como ociosas y podían ser perseguidas por las autoridades médicas y
policiales.
A finales del siglo XIX e inicios del XX, el poder de los médicos como
etiquetadores y empresarios morales creció. De esta forma, en la década de 1910, además
del uso de las leyes contra la vagancia y la profilaxis venérea, los médicos nacionales
reclamaron un mayor protagonismo del Estado y solicitaron una mayor supervisión de los
sectores populares a través de ellos mismos.
Los galenos, utilizaron sus revistas especializadas para insistirle al Estado en su
obligación de velar por la sanidad del país. En 1913, la Gaceta Médica reprodujo un artículo
europeo en el cual recordó la responsabilidad del control estatal para erradicar la sífilis,
atacando a la prostitución reglamentada. Según la gacetilla, en lugar de la execrable
reglamentación estatal:
“ ... precisa establecer un sistema de medidas simplemente sanitarias en la
convicción de que las diferentes fuentes de infección no pueden evitarse por
ningún sistema de vigilancia ...[ el control] debe aplicarse de igual modo a los
dos sexos, teniendo cuidado de no estigmatizar legalmente como prostitutas a
las personas aisladas, ni ponerles medidas de excepción tales como la matrícula,
visita preventiva o control policial; pues bastaría en la mayor parte de las
262 Zeledón, Marco Tulio. Legislación Sanitaria 1937 - 1939, p.160. Un alto funcionario del Gobierno
don Ricardo Pacheco, señaló que era imposible derogar la ley de profilaxis venérea pues según él::
“Piensa el Gobierno que á los intereses de la salubridad pública que esa ley se ocupa de proteger,
conviene el mantenimiento de ella” a pesar de su evidente ineficacia, pues nunca se construyó el famoso
“Hospicio en que se recluirá á las enfermas” por ello el gobierno sólo aceptó volver a los principios de la
ley de vagancia donde se castigaba a las rameras como ociosas e indolentes. Véase: ANCR. Congreso.
No. 2671, f. 1-2.
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