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accionar de los pocos agentes disponibles. Pero más que eso las autoridades debieron
enfrentarse a sus representaciones sociales que muchas veces distaban de los criterios de sus
superiores; el gran y diverso acervo cultural de los sectores populares y las sociabilidades
que disponían las clases subalternas dificultaban su regulación. De este modo, las
observaciones de don Vicente Herrera, alto funcionario del Estado, no deben extrañarnos en
absoluto.
La ley de Higiene no había podido cumplirse cabalmente por la ausencia de
instituciones y autoridades competentes. A pesar de esto, según los propósitos de la élite, la
Ley de Higiene de 1875 logró algunos avances con respecto a su homónima de la vagancia
de 1864. Entre ellos se puede citar la precisión jurídica del concepto de prostituta y buenas
costumbres; pues se pedía sólo la inscripción de las mujeres públicas reconocidas y no de
todas aquellas consideradas como de conducta disoluta. Según esa ley, las autoridades
deberían enlistar a todas las que rompieran con el prototipo de moralidad definida por la ley.
En teoría los funcionarios sólo llevarían una vigilancia estricta de las rameras que ejercían
públicamente; aunque esto se tradujo en la realidad en una mayor persecución de cualquier
mujer que quebrantara la amplia imagen de decencia que poseían las autoridades medias y
sus subalternos.
4- LA COMUNIDAD MEDICA Y EL ETIQUETAMIENTO SOCIAL.
A partir de la década de 1870, la relación entre el proyecto liberal, la redefinición de
los roles de género y la modernización de las instituciones de control social encontró en la
comunidad médica un nuevo sustento ideológico y social. Fue en este decenio en el que la
terapéutica se convirtió en parte intrínseca de la edificación de los mecanismos formales de
control, tal y como ocurría en esos mismos años en Europa y los Estados Unidos. ( 240 )
240 Los recientes trabajos de Mark Weatherall, Luke Davidson y María Rosa Medina señalaron la
importancia de advertir cómo se creó una identidad profesional médica. Según, ellos observando ese
proceso se pueden reconocer los diversos fenómenos que intervinieron en el desarrollo de las políticas
sociales dentro de los estados actuales; pero especialmente, el cómo se trasmitía la simbología y las
representaciones de esa colectividad al resto de la sociedad. Ellos encontraron que los médicos al definirse
como un gremio profesional y distintivo inventaron su propia notoriedad y necesidad social, llegando a
presentarse como indispensables a la sociedad. Su particular proyecto gremial hacía que los facultativos
emprendían una agresiva apropiación y dominio de la cultura. Una de las facetas de esto, fue la
incalculable pretensión de los doctores de monopolizar en sus manos todas las prácticas curativas. Así, por
ejemplo, los galenos procuraron evidenciar lo pernicioso de las costumbres sanadoras del pueblo. Véase
Weatherall, Mark. Making Medicine Scientific: Empiricism, rationality and Quackey in Mid Victorian
Britain. En: Social History of Medicine. Vol. 9. No. 2. 1996, pp. 175-194; Davidson Luke. “Identities
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