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La restauración y creación de una policía moderna, antes que cualquier otra
institución, fue la que permitió a la clase dominante ir transformando las costumbres de los
sectores populares. En 1864, los moralistas e higienistas utilizaron a la institución policial
para reforzar el ideal de mujer honesta, y persiguieron los delitos de vagancia, mendicidad y
prostitución. Así por ejemplo, los higienistas y legisladores nacionales establecieron un
código contra la vagancia que, entre otras cosas, pretendía vigilar a las rameras o mujeres
supuestamente deshonestas a través de cuidadosos registros al cuidado de las autoridades
policiales. En esos libros los policías asentaban el nombre completo y la dirección exacta de
todas esas mujeres considerados por ellos como vagabundas, así mismo estas autoridades les
exigían a todas aquellas sospechosas de vagabundear, un trabajo remunerativo honesto que
les permitirá vivir. Cuando resultaban condenadas por esta falta, los policías se las
arreglaron para enviarlas a trabajar a casas honestas. Las mujeres que tenían muy mala fama
y no pudieron ser concertadas como sirvientas se les apercibió con la cárcel o la expulsión
del Valle Central a tierras inhóspitas. ( 235 )
Con la ley de vagancia de 1864 el Estado y la clase dominante pretendieron
centralizar el control de las rameras, fortalecer aún más el arquetipo de mujer necesaria para
la sociedad liberal y supervisar las sociabilidades de los sectores populares. En la década de
1860, la clase dominante procuró convertir a la ley como un arbitro de la sociedad y
permitió que los sectores populares denunciaran aquellas mujeres supuestamente indolentes
que rompían la paz vecinal o arreglaran las disputas locales dadas con ciertas mujeres.
También en ese decenio, una buena parte de la oligarquía perseguía que la Iglesia no tuviera
tanta injerencia en sus propósitos.
No obstante, tales pretensiones tuvieron dos grandes dificultades: por un lado, la
insuficiencia de agentes e instituciones represivas, que todavía en 1864 no podía controlar
todos los espacios de la provincia de San José y del territorio nacional; por otro lado, hubo
constantes choques, pareceres y actuaciones entre las distintas autoridades policiales y
sanitarias que dificultaron la configuración de un sistema de control más coherente y
sistemático en esa década. El enfrentamiento entre las autoridades y la insuficiencia de
235 Al respecto véase: Fallas, Carlos Luis. El movimiento obrero en Costa Rica..., p. 108.
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