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1836, basado en las leyes españolas dadas por las Cortes de Cádiz. ( 230 ) Entre las
disposiciones que se aprobaron se prohibía la prostitución y se preveían multas a los
alcahuetes o a cualquier persona que provocara la perversión y corrupción de mujeres. Tal
legislación, sin embargo, tuvo poco éxito y en muy pocos casos se aplicó.
La aprobación de una ley prohibitiva de la prostitución en 1836, si bien retardó el
proyecto liberal morigerador de las costumbres, no por eso dejó de regular las costumbres de
los sectores populares al establecer en materia legal dos tipos de féminas. Por un lado, las
mujeres malvadas pero sujetas al control eclesiástico y por otro lado, las mujeres honestas
que todavía no vivían con el decoro necesario.
El peso eclesiástico y de las tradiciones populares en las décadas de 1830 y 1850
hicieron que la creación de las “instituciones” de control acorde con los principios liberales
se dilatara. De esta forma, en esas décadas, la reglamentación del lenocinio no pudo
delimitar los espacios públicos y privados; retraer a las mujeres del poder y de la
administración publica para consagrarla al hogar; brindarle a los caballeros la oportunidad
de desahogar sus pasiones en lechos extra matrimoniales sin poner en peligro el patrimonio
familiar y sosegar los ímpetus sexuales de los solteros, ofreciéndoles alternativas al rapto, la
violación o el engaño de señoritas prominentes de la alta sociedad. ( 231 )
En ese sentido, las discusiones sobre la reglamentación de la “putería” tuvieron un
marcado carácter sexista, pues procuraban normar las conductas, precisar los roles y
comportamientos sexuales; regular las sociabilidades y definir las acciones tolerables para
cada uno de los géneros. Tal actitud se manifestó el 8 de julio de 1843 en el periódico
Mentor Costarricense. Este retomaba un artículo de una publicación francesa que informaba
sobre el Código Conyugal de los Chinos. El artículo señalaba, entre otras cosas, que no
existía más Dios para la mujer que su marido; a pesar de que su consorte fuera alcohólico y
déspota ella debía tratarlo como soberano; así mismo no debía comer con su marido, pues
230 Según Francisco Núñez Roldán fue hasta el 14 de junio de 1820 que el monarca español encargó a una
comisión redactar un proyecto de sanidad que tomará en cuenta la prostitución tolerada, pero dicho
proyecto se aprobó hasta setiembre de 1822. Véase Mujeres Públicas, pp. 158.
231 Algunos trabajos valiosos que demostraron estos usos de las leyes de profilaxis venérea en América
Latina fueron los de Guy, Donna. Public Health, Gender and Private Morality: Paid Labor and the
Formation of the Body Politic in Buenos Aires. En: Gender & Historia. Vol. 12. No.3. 1990, pp. 297-
314 y Di Liscia, María, Billorou María José y Rodríguez Ana María. Prostitutas: Registros y Fotos. En:
Villar, Daniel, María Di Liscia y María Caviglia (edts). Historia y Género…, pp. 11-32. Otro trabajo muy
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