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Reclusión en 1906. ( 222 ) Este decreto significó también el fin de la continuidad de la Casa
de Reclusión la cual feneció legalmente el 3 de agosto de 1906. Con esa decisión los
legisladores y gobernantes procuraban poner a trabajar a todas las presas, acorde con las
nuevas doctrinas y funciones que cumpliría la cárcel.
La idea de sujetar a las reas a un riguroso sistema laboral no era nueva, ya desde
1876 se encuentran algunas referencias que urgían el empleo de las presidiarias en algún
oficio acorde a su sexo femenil. Sin embargo, esa medida entre 1876 y 1906 difícilmente
se implementó en forma constante. ( 223 ) La regeneración de las mujeres supuestamente
viciosas a través del trabajo hizo que este tomará un papel preponderante como medida
correctiva y de enaltecimiento moral. En tal circunstancia, los talleres de la Algodonera
vinieron a cumplir ese papel glorificador. Así, sin duda, todas las rameras josefinas y del
Valle Central comenzaron a conocer los rigores laborales que imponía ese augusto local.
A pesar del progreso de las penas carcelarias y del aumento de los correccionales,
todavía a mediados del Siglo XX, el destierro era considerado como un castigo altamente
punitivo y como última esperanza de regeneración de las rameras y mujeres viciosas. Cabe
indicar que tanto desde la perspectiva en el ámbito humano como en la del proyecto
morigerador de la élite, la deportación resultaba totalmente abusiva. Tan injusta era que
algunas autoridades debían aplicar su juicio para evitar mayores ultrajes. Así el 4 de mayo
de 1900, el Gobernador de la Comarca de Limón haciendo uso de su conmiseración aceptó
solicitar al Secretario de Estado en el Despacho de Gobernación y Policía que conmutará la
pena de destierro a la prostituta María Chavez, quien había sido exiliada con su niñita a las
inhóspitas tierras limonenses. Según el señor Gobernador:
222 - El decreto gubernamental señalaba: “En vista de que el Local que ocupa la Casa de Reclusión de
Mujeres en esta capital no es suficiente, se acuerda agregar a dicho plantel el local conocido como el
nombre de “La Algodonera”, el cual se habilitará para el caso”. Véase: Ortiz, Bienvenido.
Compilación de Leyes, Decretos..., p. 12 y 34.
223 - Costa Rica. Memoria de Gobernación, Policía, Agricultura e Industria 1879. Imprenta Nacional. San
José, Costa Rica. 1879, p.4.
Así a principios del Siglo XX, un observador se quejó de la molicie de las prostitutas. Así
decía un funcionario judicial: “... he podido observar durante el desempeño de esta
judicatoria que muchas mujeres acostumbradas a la ociosidad y que ya por sus años o
ya por su mala figura fisica no pueden ganarse la vida con sus vicios, no cesan de
permanecer recluidas y cada vez que cumplen su condena salen dejando sus vestidos y
abrigos porque procuran cometer nueva falta y que la Policía les ponga la mano para
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