catálogo "el arte ausente" - Ayto. Vélez Málaga
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Y sin embargo...<br />
En la obra de Antonio de <strong>Vélez</strong> -“informalista”,<br />
“figurativa”, “abstracta romántica” y todos<br />
los clichés que la crítica ha tenido a bien en<br />
definir-, subyace <strong>el</strong> espíritu libre no a la manera<br />
política con que se utiliza hoy la palabra,<br />
sino la d<strong>el</strong> ser humano que se sabe libre<br />
y, por tanto, sentimental, de ahí que pueda<br />
exponer en Nueva York o Roma, dormir<br />
<strong>el</strong> sueño de la abstracción o ser un incomprendido<br />
en su propia tierra, porque todo da<br />
igual cuando en su obra late una búsqueda<br />
incansable en la que un trocito de su ap<strong>el</strong>lido<br />
artístico siempre está presente, así como<br />
un eterno bucle que discurre desde <strong>el</strong> futurismo<br />
pictórico a las fuentes primarias de la<br />
Historia. Y viceversa. Al fin y al cabo, ¿qué<br />
somos sino T<strong>arte</strong>ssos? ¿Quién puede interrogar<br />
a la Historia mejor que uno que ha nacido<br />
y recibido los dones artísticos de esta<br />
tierra milenaria? El advenimiento jüngueriano<br />
sobrevu<strong>el</strong>a de nuevo la obra de Antonio,<br />
cuando se contempla como al milagro<br />
que emerge transfigurando y cualificando la<br />
vida en un estado de plenitud desconocida.<br />
Su nombre quedó para la Historia, en enciclopedias<br />
y en algún busto maltratado, pero su esencia<br />
impregnó para siempre sino una escu<strong>el</strong>a,<br />
sí una forma de ser artista -quizá de ahí su ap<strong>el</strong>lido<br />
v<strong>el</strong>eño-, titánica promoción que corrió a<br />
cargo de José Muñoz Anglada y que llega hasta<br />
nuestros días de las formas más variopintas.<br />
Así, Hernández recorre Europa como un ente sinestésico<br />
que sobrevu<strong>el</strong>a tendencias, estilos, sufre<br />
<strong>el</strong> vértigo de Sthendal ante Piero de la Francesca<br />
y Migu<strong>el</strong> Áng<strong>el</strong>, abrumado como la condesa<br />
Thun ante <strong>el</strong> Fid<strong>el</strong>io de Beethoven, y vu<strong>el</strong>ve cargado<br />
de misterios y experiencias que refleja en la<br />
naturaleza mística de la r<strong>el</strong>igión. Cristos, áng<strong>el</strong>es,<br />
vírgenes pasados por <strong>el</strong> tamiz de los tagträume<br />
hernandianos. Figuras a veces grandiosas, a veces<br />
trascendentes. Figuras que reflejan la condición<br />
humana y la búsqueda de respuestas ante la<br />
soledad cósmica d<strong>el</strong> hombre. O, como diría Chateaubriand,<br />
sólo es hermoso y grande lo misterioso.<br />
El antiguo suspenso en dibujo muestra <strong>el</strong> mundo<br />
<strong>el</strong> dominio d<strong>el</strong> pinc<strong>el</strong>, <strong>el</strong> trazo firme y la maestría<br />
de quien tiene <strong>el</strong> don eterno de la vieja escu<strong>el</strong>a<br />
española, pero también que es capaz de acometer<br />
la expresión surrealista de su propio universo.<br />
Pese a que muchos recuerdan a Lorca, a Migu<strong>el</strong>