Mención de honor

Mención de honor Mención de honor

fedesparkinson.org
from fedesparkinson.org More from this publisher
11.05.2013 Views

Staccato Siempre empiezo a leer los periódicos por la última página. No me importa que me expliquen el fi nal de una película antes de verla. En las comidas me encanta llegar a los postres. Me gusta leer la última página de los libros que me han recomendado. Cuando viajo quiero llegar antes de partir. Escuchar el fi nal de una canción. Comer la punta de una barra de pan o gastar las últimas monedas que me quedan en el monedero comprando unos caramelos. Me interesa que mi mejor amigo me detalle cómo fue ese primer momento al conocer a la mujer que ahora ama. Me gusta levantarme y oler el rocío de la mañana. Observar cómo se ha dispuesto la mesa antes de empezar a comer. Me gusta ver dónde nacen los ríos. Cómo escribe la inicial de su nombre, cómo me mira por primera vez. Reírme cuando no han acabado de explicar un chiste. Entrar en una cama recién hecha y elegir el primer bombón de una gran caja. Me gustan los principios y los fi nales. Me pasa desde pequeño, supongo que hubiera querido correr antes que caminar y leer antes de balbucear. Yo era pequeño, pero me acuerdo: oí por la radio algo que no había oído en toda mi vida. Un sonido que era más que un sonido. Mi abuelo me dijo que aquello que escuchaba era un concierto para violín. Esa misma tarde fui a una tienda a ver el instrumento y me gustó. Ese fue mi principio, el principio del fi n. Yo quería tocar ese concierto. Hoy soy músico. Soy violinista, sigo tocando el violín y una de las cosas que más me gusta es ese concierto. Para mi tocar es como un ritual sagrado. Mi momento de mayor placer es cuando tomo mi violín y lo poso suavemente en mi hombro. Lo miro de reojo, es muy brillante, lo acaricio con mi mejilla y lo siento ahí, acurrucado y solemne. Se mueve y huele a música. Él me da y yo le doy, nos tocamos y a veces hasta logro sentir esa antigua sensación, aquello que pasó cuando escuchaba la radio, tocar y ser tocado. Reitero que me gustan los principios y los fi nales. Es difícil de entender pero fácil de sentir el porqué no me gustan los trayectos. Solo hay un trayecto que me gusta recorrer y es ese que se encuentra entre el primer movimiento que hago para tomar mi violín y el último con el que fi nalizo. La música que me da, estar ahí, es el único trayecto en el que me siento bien. Es una mezcla de comprensión, responsabilidad, placer, libertad y paz. Cada vez que toco es diferente, cada pieza es distinta a las demás, cada trayecto es nuevo, así que sentado en una silla yo viajo constantemente. Y cuando improviso, ahí directamente vuelo. 10 Cuéntanoslo con arte

Tocar me llena de energía, es una tensión entre la frescura de estar por primera vez y el poso del que lleva tocando mucho tiempo. Soy más “yo” que nunca, no estoy haciendo algo concreto, “sólo” estoy transitando. Escuchar nuestra música, sentir ese diálogo, me enseña más de mí que otra cosa. Cuando lo consigo, me sobra todo y no necesito nada. Es lo más parecido a la plenitud. Ahora intento poner palabras a todo lo que me ha ido pasando últimamente. Es casi una necesidad vital. Margherite Duras decía que “escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiéramos”. Pues eso es lo que intento. Desde hace unos meses estoy ante un desafío: fui al médico un día después de un ensayo. Llegué a la consulta pensando que las cosas no podían ir mal, “soy una buena persona”- pensé-, como si eso tuviera que ver con lo que se avecinaba… Le expliqué que un día, ensayando una pieza, llegó un momento en que mi movimiento cambió. La partitura marcaba un staccato y no me salió, no sonó como un staccato. Mi cuerpo no estaba presente y mis dedos, mi columna vertebral, mis piernas estaban en un estado diferente. Llevaba unos días con el cuello rígido, era como un dolor sordo, parecía que no había dolor pero estaba allí. Se lo comenté a mi esposa y a mis hijos y me dijeron que dejara de ser tan perfeccionista y que dejara de tocar unos días, pero, ¿cómo hacerlo?, ¿cómo voy a no tocar?, ¿cómo explicar qué se siente cuando uno se enamora? Me empecé a sentir especialmente solo. Al cabo del tiempo esa sensación empezó a presentarse en otras ocupaciones de mi vida diaria, no sólo tocando el violín. Decidí ir al médico otra vez y tras unos meses, tras las consabidas pruebas diagnósticas, se constató lo que yo ya sabía, que algo no iba bien. El médico me dijo que no era culpa del staccato, todo eso tenía otro nombre…. Párkinson. Bueno, la enfermedad de Parkinson. Yo, sinceramente, no conocía a ese señor, conozco a Strauss, Bach, Debussy, Stravinsky… pero no al tal Parkinson. La verdad es que oír su nombre me cayó como un jarrón de agua fría en el vacío de la nada. Cuando llegué a casa toqué el violín hasta la extenuación con rabia, pasión, dolor y embriagado de algo que ni sabía qué era. Yo tenía ganas de morir, mejor dicho, me daba igual vivir. La verdad es que me cuesta poner palabras a toda esta situación. Y yo pensaba: -¿Esto hará que todo cambie?, ¿qué pasará?, ¿podré tocar?, ¿alguien me querrá con esta papeleta?, ¿qué será de mí?-. Como en esos momentos no sabía ni lo que sentía, me entraron unas ganas tremendas de tocar con mi violín lo que me pasaba por mis entrañas. Y lo hice pensando que quizás algún día no pueda hacerlo más. Toqué durante horas y me excedí, me embriagué y me empaché de éxtasis y dolor. El exceso me pasó factura Cuéntanoslo con arte 11

Tocar me llena <strong>de</strong> energía, es una tensión entre la frescura <strong>de</strong> estar por primera<br />

vez y el poso <strong>de</strong>l que lleva tocando mucho tiempo. Soy más “yo” que nunca, no<br />

estoy haciendo algo concreto, “sólo” estoy transitando. Escuchar nuestra música,<br />

sentir ese diálogo, me enseña más <strong>de</strong> mí que otra cosa. Cuando lo consigo,<br />

me sobra todo y no necesito nada. Es lo más parecido a la plenitud.<br />

Ahora intento poner palabras a todo lo que me ha ido pasando últimamente.<br />

Es casi una necesidad vital. Margherite Duras <strong>de</strong>cía que “escribir es intentar saber<br />

qué escribiríamos si escribiéramos”. Pues eso es lo que intento. Des<strong>de</strong> hace<br />

unos meses estoy ante un <strong>de</strong>safío: fui al médico un día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un ensayo.<br />

Llegué a la consulta pensando que las cosas no podían ir mal, “soy una buena<br />

persona”- pensé-, como si eso tuviera que ver con lo que se avecinaba…<br />

Le expliqué que un día, ensayando una pieza, llegó un momento en que mi<br />

movimiento cambió. La partitura marcaba un staccato y no me salió, no sonó<br />

como un staccato. Mi cuerpo no estaba presente y mis <strong>de</strong>dos, mi columna<br />

vertebral, mis piernas estaban en un estado diferente. Llevaba unos días con el<br />

cuello rígido, era como un dolor sordo, parecía que no había dolor pero estaba<br />

allí. Se lo comenté a mi esposa y a mis hijos y me dijeron que <strong>de</strong>jara <strong>de</strong> ser tan<br />

perfeccionista y que <strong>de</strong>jara <strong>de</strong> tocar unos días, pero, ¿cómo hacerlo?, ¿cómo<br />

voy a no tocar?, ¿cómo explicar qué se siente cuando uno se enamora? Me<br />

empecé a sentir especialmente solo.<br />

Al cabo <strong>de</strong>l tiempo esa sensación empezó a presentarse en otras ocupaciones<br />

<strong>de</strong> mi vida diaria, no sólo tocando el violín. Decidí ir al médico otra vez y tras<br />

unos meses, tras las consabidas pruebas diagnósticas, se constató lo que yo ya<br />

sabía, que algo no iba bien. El médico me dijo que no era culpa <strong>de</strong>l staccato,<br />

todo eso tenía otro nombre…. Párkinson. Bueno, la enfermedad <strong>de</strong> Parkinson.<br />

Yo, sinceramente, no conocía a ese señor, conozco a Strauss, Bach, Debussy,<br />

Stravinsky… pero no al tal Parkinson. La verdad es que oír su nombre me cayó<br />

como un jarrón <strong>de</strong> agua fría en el vacío <strong>de</strong> la nada.<br />

Cuando llegué a casa toqué el violín hasta la extenuación con rabia, pasión, dolor<br />

y embriagado <strong>de</strong> algo que ni sabía qué era. Yo tenía ganas <strong>de</strong> morir, mejor<br />

dicho, me daba igual vivir. La verdad es que me cuesta poner palabras a toda<br />

esta situación. Y yo pensaba: -¿Esto hará que todo cambie?, ¿qué pasará?, ¿podré<br />

tocar?, ¿alguien me querrá con esta papeleta?, ¿qué será <strong>de</strong> mí?-. Como en<br />

esos momentos no sabía ni lo que sentía, me entraron unas ganas tremendas<br />

<strong>de</strong> tocar con mi violín lo que me pasaba por mis entrañas. Y lo hice pensando<br />

que quizás algún día no pueda hacerlo más. Toqué durante horas y me excedí,<br />

me embriagué y me empaché <strong>de</strong> éxtasis y dolor. El exceso me pasó factura<br />

Cuéntanoslo con arte 11

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!