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Mención de honor

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Cuénta-<br />

noslo<br />

con<br />

arte<br />

Edición VIII


Introducci<br />

Introducción<br />

Nos gustaría po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>cir que en este libro presentamos todos los trabajos<br />

que lograron transmitir al jurado la fuerza y la alegría <strong>de</strong> los afectados <strong>de</strong><br />

párkinson, pero fueron muchos, más <strong>de</strong> 200 las obras que aunque no estén<br />

aquí refl ejadas hoy recordamos y que nos provoca una gran emoción y alegría,<br />

porque sentimos que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> siete años este concurso sigue vivo.<br />

Muchas <strong>de</strong> ellas nos llegaron <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las asociaciones <strong>de</strong> párkinson, que trabajan<br />

en los talleres <strong>de</strong> pintura, fotografía y relato con los afectados, talleres<br />

que cumplen una importante función <strong>de</strong> rehabilitación tanto para pacientes<br />

como familiares y amigos. En estos talleres se trabajan las emociones<br />

que provoca la enfermedad y se intentan canalizar a través <strong>de</strong>l arte. Crear<br />

nos ayuda a expresar nuestros pensamientos y nos ayuda a relacionarnos<br />

con los <strong>de</strong>más.<br />

Javier Colás<br />

Dtor. Gral. Medtronic<br />

Carles Guinovart<br />

Presi<strong>de</strong>nte F.E.P<br />

Cuéntanoslo con arte 3


07ed


Indice Índice<br />

Relato Breve<br />

1 er premio<br />

“Staccato”,<br />

Beatriz Langa Castaño. Barcelona<br />

2 o premio<br />

“La casa <strong>de</strong> los recuerdos dormidos”<br />

Yose Álvarez-Mesa. Asturias<br />

3 er premio<br />

“Caminaba muy <strong>de</strong>spacio”<br />

Francisco E. Montesinos Lahoz. Madrid<br />

Premio especial Pablo Lizcano<br />

2009 al relato más original<br />

“Historia <strong>de</strong> un <strong>de</strong>sencuentro”<br />

Mª Antonia González Albero. Pamplona<br />

Cuéntanoslo con arte 5


Dibujo y pintura<br />

1 er premio<br />

“Regata”<br />

Raúl Vicente Maiorano. Villafranca <strong>de</strong>l Penedés. Barcelona<br />

2 o premio<br />

“Menina”<br />

Amparo Carbonell Juan. Valencia<br />

3 er premio<br />

“Metamorfósis”<br />

Obra colectiva <strong>de</strong> la Asociación Bahía <strong>de</strong> Cádiz.<br />

<strong>Mención</strong> <strong>de</strong> <strong>honor</strong><br />

“Entre la marisma y el cielo”.<br />

José Pedro Dominguez Ortiz. Valencia<br />

<strong>Mención</strong> <strong>de</strong> <strong>honor</strong><br />

“Mi amigo el perro”.<br />

Feliz López Castaño. Madrid<br />

Indice Índice<br />

6 Cuéntanoslo con arte


Fotografía<br />

1 er premio<br />

“Chanclos”<br />

Mª Amada Pérez Rodríguez. Asturias<br />

2 o premio<br />

“Dignidad”<br />

Vicente Guill Fuster.<br />

3 er premio<br />

“Escapada en el tiempo”<br />

José Jesús García Hoyuelos<br />

<strong>Mención</strong> <strong>de</strong> <strong>honor</strong><br />

“Equilibrio inestable”.<br />

Lorena Rodríguez Calero. Madrid<br />

<strong>Mención</strong> <strong>de</strong> <strong>honor</strong><br />

“Sombras”.<br />

Mario Beltrán Hayán. Madrid<br />

Indice Índice<br />

Cuéntanoslo con arte 7


Relato Breve


1 er<br />

premio<br />

Beatriz<br />

Langa<br />

Castaño<br />

Barcelona


Staccato<br />

Siempre empiezo a leer los periódicos por la última página. No me importa que<br />

me expliquen el fi nal <strong>de</strong> una película antes <strong>de</strong> verla. En las comidas me encanta<br />

llegar a los postres. Me gusta leer la última página <strong>de</strong> los libros que me han<br />

recomendado. Cuando viajo quiero llegar antes <strong>de</strong> partir. Escuchar el fi nal <strong>de</strong><br />

una canción. Comer la punta <strong>de</strong> una barra <strong>de</strong> pan o gastar las últimas monedas<br />

que me quedan en el mone<strong>de</strong>ro comprando unos caramelos.<br />

Me interesa que mi mejor amigo me <strong>de</strong>talle cómo fue ese primer momento al<br />

conocer a la mujer que ahora ama. Me gusta levantarme y oler el rocío <strong>de</strong> la<br />

mañana. Observar cómo se ha dispuesto la mesa antes <strong>de</strong> empezar a comer.<br />

Me gusta ver dón<strong>de</strong> nacen los ríos. Cómo escribe la inicial <strong>de</strong> su nombre, cómo<br />

me mira por primera vez. Reírme cuando no han acabado <strong>de</strong> explicar un chiste.<br />

Entrar en una cama recién hecha y elegir el primer bombón <strong>de</strong> una gran caja.<br />

Me gustan los principios y los fi nales. Me pasa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> pequeño, supongo que<br />

hubiera querido correr antes que caminar y leer antes <strong>de</strong> balbucear. Yo era pequeño,<br />

pero me acuerdo: oí por la radio algo que no había oído en toda mi<br />

vida. Un sonido que era más que un sonido. Mi abuelo me dijo que aquello que<br />

escuchaba era un concierto para violín. Esa misma tar<strong>de</strong> fui a una tienda a ver<br />

el instrumento y me gustó. Ese fue mi principio, el principio <strong>de</strong>l fi n. Yo quería<br />

tocar ese concierto.<br />

Hoy soy músico. Soy violinista, sigo tocando el violín y una <strong>de</strong> las cosas que<br />

más me gusta es ese concierto. Para mi tocar es como un ritual sagrado. Mi<br />

momento <strong>de</strong> mayor placer es cuando tomo mi violín y lo poso suavemente<br />

en mi hombro. Lo miro <strong>de</strong> reojo, es muy brillante, lo acaricio con mi mejilla y<br />

lo siento ahí, acurrucado y solemne. Se mueve y huele a música. Él me da y yo<br />

le doy, nos tocamos y a veces hasta logro sentir esa antigua sensación, aquello<br />

que pasó cuando escuchaba la radio, tocar y ser tocado.<br />

Reitero que me gustan los principios y los fi nales. Es difícil <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r pero fácil<br />

<strong>de</strong> sentir el porqué no me gustan los trayectos. Solo hay un trayecto que me<br />

gusta recorrer y es ese que se encuentra entre el primer movimiento que hago<br />

para tomar mi violín y el último con el que fi nalizo. La música que me da, estar<br />

ahí, es el único trayecto en el que me siento bien. Es una mezcla <strong>de</strong> comprensión,<br />

responsabilidad, placer, libertad y paz. Cada vez que toco es diferente,<br />

cada pieza es distinta a las <strong>de</strong>más, cada trayecto es nuevo, así que sentado en<br />

una silla yo viajo constantemente. Y cuando improviso, ahí directamente vuelo.<br />

10 Cuéntanoslo con arte


Tocar me llena <strong>de</strong> energía, es una tensión entre la frescura <strong>de</strong> estar por primera<br />

vez y el poso <strong>de</strong>l que lleva tocando mucho tiempo. Soy más “yo” que nunca, no<br />

estoy haciendo algo concreto, “sólo” estoy transitando. Escuchar nuestra música,<br />

sentir ese diálogo, me enseña más <strong>de</strong> mí que otra cosa. Cuando lo consigo,<br />

me sobra todo y no necesito nada. Es lo más parecido a la plenitud.<br />

Ahora intento poner palabras a todo lo que me ha ido pasando últimamente.<br />

Es casi una necesidad vital. Margherite Duras <strong>de</strong>cía que “escribir es intentar saber<br />

qué escribiríamos si escribiéramos”. Pues eso es lo que intento. Des<strong>de</strong> hace<br />

unos meses estoy ante un <strong>de</strong>safío: fui al médico un día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un ensayo.<br />

Llegué a la consulta pensando que las cosas no podían ir mal, “soy una buena<br />

persona”- pensé-, como si eso tuviera que ver con lo que se avecinaba…<br />

Le expliqué que un día, ensayando una pieza, llegó un momento en que mi<br />

movimiento cambió. La partitura marcaba un staccato y no me salió, no sonó<br />

como un staccato. Mi cuerpo no estaba presente y mis <strong>de</strong>dos, mi columna<br />

vertebral, mis piernas estaban en un estado diferente. Llevaba unos días con el<br />

cuello rígido, era como un dolor sordo, parecía que no había dolor pero estaba<br />

allí. Se lo comenté a mi esposa y a mis hijos y me dijeron que <strong>de</strong>jara <strong>de</strong> ser tan<br />

perfeccionista y que <strong>de</strong>jara <strong>de</strong> tocar unos días, pero, ¿cómo hacerlo?, ¿cómo<br />

voy a no tocar?, ¿cómo explicar qué se siente cuando uno se enamora? Me<br />

empecé a sentir especialmente solo.<br />

Al cabo <strong>de</strong>l tiempo esa sensación empezó a presentarse en otras ocupaciones<br />

<strong>de</strong> mi vida diaria, no sólo tocando el violín. Decidí ir al médico otra vez y tras<br />

unos meses, tras las consabidas pruebas diagnósticas, se constató lo que yo ya<br />

sabía, que algo no iba bien. El médico me dijo que no era culpa <strong>de</strong>l staccato,<br />

todo eso tenía otro nombre…. Párkinson. Bueno, la enfermedad <strong>de</strong> Parkinson.<br />

Yo, sinceramente, no conocía a ese señor, conozco a Strauss, Bach, Debussy,<br />

Stravinsky… pero no al tal Parkinson. La verdad es que oír su nombre me cayó<br />

como un jarrón <strong>de</strong> agua fría en el vacío <strong>de</strong> la nada.<br />

Cuando llegué a casa toqué el violín hasta la extenuación con rabia, pasión, dolor<br />

y embriagado <strong>de</strong> algo que ni sabía qué era. Yo tenía ganas <strong>de</strong> morir, mejor<br />

dicho, me daba igual vivir. La verdad es que me cuesta poner palabras a toda<br />

esta situación. Y yo pensaba: -¿Esto hará que todo cambie?, ¿qué pasará?, ¿podré<br />

tocar?, ¿alguien me querrá con esta papeleta?, ¿qué será <strong>de</strong> mí?-. Como en<br />

esos momentos no sabía ni lo que sentía, me entraron unas ganas tremendas<br />

<strong>de</strong> tocar con mi violín lo que me pasaba por mis entrañas. Y lo hice pensando<br />

que quizás algún día no pueda hacerlo más. Toqué durante horas y me excedí,<br />

me embriagué y me empaché <strong>de</strong> éxtasis y dolor. El exceso me pasó factura<br />

Cuéntanoslo con arte 11


porque al fi nal me dolía todo el cuerpo, me sentía mareado, me dolía el estómago,<br />

tenía contracturas por todo el cuerpo, me sentía pesado, me daba asco… Fue<br />

como una sobredosis vital que me <strong>de</strong>jó en peor estado.<br />

Ahora se podría <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace poco ya sé lo que me pasa. Estoy en mi<br />

terreno, me acaban <strong>de</strong> dar un diagnóstico, estoy en “un principio”. Cuando me dispongo<br />

a escribir, como ahora, también me suce<strong>de</strong> lo habitual, no he empezado a<br />

escribir y ya quiero llegar al fi nal <strong>de</strong> la página, leer lo que he escrito y po<strong>de</strong>r pensar:<br />

- esto es lo que quería <strong>de</strong>cir-. Así que se supone que <strong>de</strong>bo ser un tipo inseguro,<br />

impaciente, miedoso, ansioso, neurótico, controlador y perfeccionista, lo que me<br />

conduce a la mediocridad más absoluta. Creo que no es un buen perfi l<br />

para ser violinista. En su momento no me importó, pero ahora me encuentro en<br />

una tesitura diferente porque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace un tiempo estoy ante un trayecto que,<br />

irremediablemente, tengo que recorrer, y lo “peor” es que no se cómo acabará. Así<br />

que mi dualidad “principio-fi nal” se ha roto. La verdad es que no tengo ni la más<br />

remota i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> nada y no sé qué va a pasar con mi vida. Me recuerda la sensación<br />

que tenemos los músicos en esos momentos en que tocando surge la inspiración,<br />

pero a veces se bloquea o <strong>de</strong>scarrila por circunstancias inevitables <strong>de</strong> la vida.<br />

Entonces, se supone que se trata <strong>de</strong> liberar esos bloqueos y ver cómo hacemos<br />

para tocar <strong>de</strong> nuevo. Es una sensación <strong>de</strong> atascamiento horrible. Es pegajoso, se<br />

incrusta en tu ser. Y pue<strong>de</strong> durar tanto…<br />

Mi primer maestro <strong>de</strong> violín me <strong>de</strong>cía que la música, lo que íbamos a expresar, ya<br />

está <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros, así que es cuestión <strong>de</strong> <strong>de</strong>sbloquear. Y yo pensaba – pues<br />

vale, ¿cómo se hace eso?-. Es como <strong>de</strong>cirle a alguien,- venga… ¡<strong>de</strong>sbloquéate!-, -<br />

<strong>de</strong>bes ser espontáneo-, o más difícil todavía, -sé creativo ante eso-, -tranquilo, ya<br />

saldrá-, -ten confi anza en ti-, -te tienes que querer más a ti mismo- y un largo etcétera.<br />

Eso si no te dicen lo contrario –te estás equivocando-, -estás <strong>de</strong>sorientado-,<br />

-por ese camino no vas bien-, -te va a dar algo si sigues así-, -tu hazme caso a mí<br />

porque no tienes ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lo que te pasa-, -qué más te da si no te sale, tu lo que<br />

tienes que hacer es trabajar y ya verás que algo saldrá-, -si me hubieras hecho caso<br />

esto no te pasaría… Mi pensamiento, acompañado <strong>de</strong> la banda sonora <strong>de</strong> dichas<br />

frases, es a lo que me refi ero cuando digo que tengo la certeza <strong>de</strong> no saber qué<br />

pasará conmigo tras el diagnóstico. Normalmente, ante semejantes frases uno se<br />

queda <strong>de</strong>sconcertado y piensa que, en realidad, todos se han perdido menos tú,<br />

pero que tú estás más perdido que nadie. No obstante, paradójica o es tanto.<br />

Defi nitivamente, a veces creo que ya estoy más enfermo <strong>de</strong> lo que estoy. Tengo<br />

sentimiento <strong>de</strong> culpa y ansiedad, que se parece a llevar grilletes. Ansiedad por<br />

dudar, por “no hacer”, por pensar que no vale la pena, que no soy la persona in-<br />

12 Cuéntanoslo con arte


dicada para pasar por esto, que soy <strong>de</strong>masiado corriente para apostar por algo<br />

maravilloso, que no sé si vale la pena continuar “a pesar <strong>de</strong>”, que ya estoy cansado<br />

<strong>de</strong> mi lucha diaria y la que me espera, porque sólo yo sé que soy muy capaz <strong>de</strong><br />

echarlo todo por la borda, porque quiero llegar a la meta aunque sea un <strong>de</strong>sastre.<br />

A<strong>de</strong>más, ya soy mayor para esperar o empezar, no quiero per<strong>de</strong>r el tiempo, no<br />

quiero sufrir tanto, quiero hacerlo bien, quiero tocar el violín bien, que mi vida<br />

sea como hasta ahora, ser normal… en fi n, a veces pienso que lo mío no tiene<br />

nombre. Aunque, últimamente, empiezo a pensar que no hay una única forma <strong>de</strong><br />

ver las cosas y ya está.<br />

En fi n, la cuestión es que no hay que pensar en eso, hay que pensar en el día a<br />

día. En realidad eso <strong>de</strong> “hay que” y “no hay que” ya no me gusta, porque lo importante<br />

es transitar y caminar con lo que ahora empieza con fuerza, miedo, tristeza,<br />

fealdad, pérdida y carencia, pero también con novedad, esperanza, autenticidad y<br />

sensibilidad porque es algo consciente, presente y real. Voy sabiendo que a veces<br />

iré hacia <strong>de</strong>lante y otras retroce<strong>de</strong>ré, y eso no querrá <strong>de</strong>cir que haya perdido. Un<br />

error no es un fracaso. No he tenido una vida fácil, aparentemente sí… pero en<br />

mi caso lo no aparente es lo que cuenta. Me gustaría que mi pasado no fuera un<br />

lastre, aunque siempre se las apaña para aguarme la fi esta, es un animal al acecho,<br />

vence la mayoría <strong>de</strong> las veces, pero me doy cuenta. Esa es la diferencia, ahora ya<br />

le veo venir. No obstante, me gana y me tumba, me <strong>de</strong>ja K.O. y no puedo con el<br />

siguiente asalto <strong>de</strong> esta vida. En esos momentos <strong>de</strong> caída me siento miserable, soy<br />

una mota <strong>de</strong> polvo, la bajeza, la <strong>de</strong>crepitud, el dolor, lo <strong>de</strong>forme, la vergüenza…<br />

soy un No. Y cuando pienso que nadie me entien<strong>de</strong>, voy en busca <strong>de</strong> mi bendito<br />

violín, él siempre me escucha y espera. Es con el único que puedo compartir ese<br />

momento tan difícil… él recoge mis migajas.<br />

No obstante, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que todo esto ha entrado en mi vida, he conocido a gente<br />

nueva que está ahí, en mi principio, entrando conmigo por la puerta <strong>de</strong> mi enfermedad.<br />

No me <strong>de</strong>jan correr, ellos saben que soy un virtuoso en eso <strong>de</strong> empezar y<br />

acabar, pero no en eso <strong>de</strong> estar en el trayecto. Me están enseñando que la única<br />

forma <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> la complejidad es a través <strong>de</strong> ella. No existen las varitas mágicas,<br />

algo que por otra parte es una pena, porque a mí la magia me encanta. En otra<br />

vida me hubiera gustado ser mago o, mejor dicho, ser brujo.<br />

La vida es misteriosa, no le encuentro la lógica, por ello lo que está vivo no pue<strong>de</strong><br />

ser analizado, enseñado o aprendido. Se apren<strong>de</strong> una técnica, eso sí, que normalmente<br />

te ayuda a ver qué cosas la bloquean, y ésta no es tan misteriosa, pero el<br />

resto está en otras manos. Por eso hoy bendigo el staccato, mi staccato, que me<br />

hizo saber cómo era lo que venía y me hizo saber quién era yo. Y en ese camino<br />

estoy, conociéndome y reconociéndome <strong>de</strong> nuevo con ese<br />

Cuéntanoslo con arte 13


Parkinson que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace poco me acompaña. A mis amigos suelo <strong>de</strong>cirles que<br />

yo no tengo un Parkinson, que a mí me diagnosticaron un Staccato. Desdramatizar<br />

mi drama me <strong>de</strong>scarga mucho. Intento no per<strong>de</strong>r el sentido <strong>de</strong>l humor, mis<br />

amigos y yo nos echamos unas risas y en ese preciso instante –aunque a veces<br />

dura poco- pienso que vale la pena vivir la vida. Me encanta reírme y siempre<br />

me las apaño para hacer reír a los <strong>de</strong>más con alguna ocurrencia. Es mi drama,<br />

pero el “show” <strong>de</strong>be continuar, es mi homenaje para hacer que las personas que<br />

me acompañan se sientan bien pero sin que se <strong>de</strong>n cuenta… me daría mucho<br />

pudor que lo supieran, así que esos momentos entre risas compartidos con ellos,<br />

en realidad, <strong>de</strong>seo que pasen por la sensación <strong>de</strong> “estar bien conmigo” y no por el<br />

pensamiento <strong>de</strong> “estar bien conmigo”.<br />

El staccato, en italiano ‘<strong>de</strong>stacado’, es una manera <strong>de</strong> ejecución en que una notación<br />

musical se indica mediante un punto situado sobre la fi gura. Signifi ca que<br />

la duración <strong>de</strong>be abreviarse y, por lo tanto, “<strong>de</strong>stacarse” <strong>de</strong>l siguiente sonido, sosteniéndola<br />

durante un lapso menor (según algunos puristas, a la mitad) <strong>de</strong> su<br />

duración total. Así que ahora voy todos los días con el punto sobre mi cabeza, por<br />

lo que mi duración se abrevia pero a la vez se <strong>de</strong>staca. Cada día me abrevio y me<br />

<strong>de</strong>staco. Me doy cuenta que mi vida es mía, soy protagonista <strong>de</strong> mi propia vida,<br />

mi sonido es mío y espero que mi violín me siga acompañando y me regale sus<br />

notas. El siguiente compás es una novedad y me <strong>de</strong>bo sostener con lo que me<br />

pasa en ese lapso <strong>de</strong> tiempo hasta la siguiente nota que me brin<strong>de</strong> la vida. Y mi<br />

cuerpo me sostendrá con lo que no se mueve, lo que se mueve y lo que me conmueve<br />

hasta lo próximo, y hasta lo siguiente, lo otro y lo <strong>de</strong> más allá, hasta fi nalizar<br />

la partitura. Con este cuerpo “staccato” es con el que aprendo a quererme, con el<br />

que me juego la vida, con el que me siento incapaz y capaz al mismo tiempo, con<br />

el que me invento cada día y con el que me enfrento al mundo. Debo <strong>de</strong>cir que el<br />

staccato afecta a la duración, no al volumen, no aumenta la dinámica <strong>de</strong>l sonido.<br />

Más bien la i<strong>de</strong>a es que entre la nota “staccata” y la siguiente se <strong>de</strong>be generar un silencio<br />

cortísimo, sin afectar el ritmo global ni el volumen <strong>de</strong>l sonido. Así que también<br />

estoy preparado para el silencio, creo que aunque esta enfermedad afecte a<br />

mi movimiento, afectará a la duración <strong>de</strong> éste, pero mientras tanto <strong>de</strong>l volumen<br />

ya me ocuparé yo. Probablemente, llegará un día en que no pueda tocar el violín,<br />

pero seguiré siendo violinista porque seguiré moviendo hasta la última celulita<br />

sana que me que<strong>de</strong> para seguir emitiendo con un buen volumen mi sonido, un<br />

sonido vital, cercano, dulce, vibrante y emocionante.<br />

Esta enfermedad me enseña que cada momento <strong>de</strong> la vida es como un pequeño<br />

concierto, es como una pequeña representación teatral, y aun en los espectáculos<br />

más íntimos siempre tenemos, al menos, un espectador: nosotros mismos. Y eso<br />

es sufi ciente. Sé que mi enfermedad avanza día a día, y a pesar <strong>de</strong> ello, espero po-<br />

14 Cuéntanoslo con arte


<strong>de</strong>r leer estas palabras <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un tiempo para recordar <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> partí y recordarlo<br />

siempre. Y si alguna vez no lo puedo leer, espero que alguien me lo lea. También<br />

una petición: acompañando la lectura pongan el concierto para violín que<br />

escuché en la radio cuando era pequeño. Ese concierto como música <strong>de</strong> fondo,<br />

el primer concierto <strong>de</strong> violín que llegó a mi espacio íntimo. Me apetecerá escucharlo<br />

<strong>de</strong> vez en cuando. Será un verda<strong>de</strong>ro placer y lo más próximo a la felicidad.<br />

Fin<br />

Cuéntanoslo con arte 15


2 o premio<br />

Yose<br />

Álvarez-<br />

Mesa<br />

Asturias


La casa<br />

<strong>de</strong> los recuerdos dormidos<br />

Cuando traspaso el umbral siento un ligero estremecimiento por todo el cuerpo.<br />

La oscuridad, añadida a una corriente <strong>de</strong> aire salida <strong>de</strong> alguna parte, me<br />

cruza la cara en una bofetada <strong>de</strong> bienvenida. A través <strong>de</strong> una ventana mal cerrada,<br />

allá al fondo, se cuela una rendija <strong>de</strong> luz que da a la estancia un aspecto<br />

fantasmagórico. Voy hacia ella y la abro completamente, <strong>de</strong>scorriendo las cortinas<br />

mientras una nube <strong>de</strong> polvo cae en cascada sobre el aire.<br />

La habitación es exactamente como la recordaba. Podría recorrerla con los ojos<br />

cerrados y reconocer cada arañazo en los muebles, cada libro <strong>de</strong> las estanterías,<br />

cada una <strong>de</strong> las fotografías enmarcadas diseminadas por doquier. La memoria<br />

se me vuelve <strong>de</strong> chocolate, <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra recién encerada, <strong>de</strong> zapatillas <strong>de</strong> invierno<br />

y <strong>de</strong> mandilón ver<strong>de</strong> agua con mi nombre bordado en el bolsillo <strong>de</strong>l pecho<br />

con hilo rojo.<br />

El corazón se me encoge un poco. La puñalada <strong>de</strong> añoranza hume<strong>de</strong>ce mis<br />

ojos y la tristeza me recorre la piel como un latigazo. El sillón don<strong>de</strong> la abuela<br />

tejía sin cesar con sus <strong>de</strong>dos temblorosos sigue intacto. Casi puedo notar<br />

cómo me mira por encima <strong>de</strong> sus gafas, con aquel bamboleante movimiento<br />

<strong>de</strong> cabeza, regañándome por alguna travesura, o conminándome a terminar<br />

mi cena porque “los niños que no comen no se hacen gran<strong>de</strong>s”. Cuántos abrazos<br />

y mimos me dio en aquel sillón, cuántas reprimendas y cuántas enseñanzas<br />

que hicieron <strong>de</strong> mi la persona que soy.<br />

Recorro el resto <strong>de</strong> la casa abriendo las ventanas para que el aire penetre y<br />

<strong>de</strong>vuelva al lugar la vida que el correspon<strong>de</strong>, mientras observo cada milímetro<br />

<strong>de</strong> mi pasado. Ese pasado que suavicé con una capa <strong>de</strong> amnesia para que no<br />

doliera tanto, y que periódicamente asomaba a mi memoria porque en realidad<br />

nunca quise olvidar.<br />

Ahora se presenta ante mí, en toda su <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z, cada momento <strong>de</strong> mi infancia<br />

expuesto en las pare<strong>de</strong>s, en los muebles, en los marcos <strong>de</strong> las puertas, en las<br />

tonalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cada rincón... Y vuelvo a ser el niño que correteó por la casa<br />

envuelto en la feliz ignorancia <strong>de</strong> todo el sufrimiento que vendría <strong>de</strong>spués.<br />

Me dirijo a la cocina y abro el grifo, <strong>de</strong>jando correr el agua un buen rato antes<br />

<strong>de</strong> aclarar un vaso y llenarlo hasta el bor<strong>de</strong>. En la alacena aún pervive la loza <strong>de</strong><br />

Cuéntanoslo con arte 17


50 años atrás, el cuenco <strong>de</strong> las cerezas, los vasos metálicos <strong>de</strong> colores con la jarra<br />

a juego. La gran mesa <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra sin barnizar guarda todavía restos <strong>de</strong>l último tazón<br />

<strong>de</strong> leche que tomé la mañana que me fui para siempre. Instintivamente paso<br />

los <strong>de</strong>dos por la superfi cie; aún recuerdo el día en que el abuelo la construyó con<br />

sumo cuidado, lijando y lijando la gruesa tabla hasta <strong>de</strong>jarla lisa y suave como el<br />

mármol. Un nudo en el centro era el sol, y las vetas <strong>de</strong> la ma<strong>de</strong>ra eran los caminos<br />

que habían <strong>de</strong> recorrer mis papás por el universo para llegar al lugar don<strong>de</strong> todos<br />

nos reuniríamos. Papá y mamá murieron por rojos, me habían dicho, y entonces<br />

supuse que era porque se les rompieron las venas y la sangre les inundó todo el<br />

cuerpo y ya no pudieron respirar más. Yo apenas podía recordarlos, porque fallecieron<br />

siendo muy pequeño. Pero el abuelo siempre me hablaba <strong>de</strong> ellos y fui<br />

creando recuerdos que me acompañaron durante toda la vida.<br />

Por la puerta <strong>de</strong> la cocina salgo a lo que un día fue nuestro hermoso jardín. Ahora<br />

es una jungla <strong>de</strong> hierbajos entremezclados sin or<strong>de</strong>n ni concierto. La ausencia <strong>de</strong><br />

las manos cuidadoras <strong>de</strong> la abuela ha llenado <strong>de</strong> caos aquel lugar que antaño fue<br />

el rincón <strong>de</strong> la fantasía, don<strong>de</strong> los árboles ejercían <strong>de</strong> lugares misteriosos a los que<br />

trepar en busca <strong>de</strong> nuevos horizontes. El muro <strong>de</strong> piedra bor<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> madreselva<br />

me parece hoy más bajo que entonces. Recuerdo que me subía a un cajón <strong>de</strong><br />

ma<strong>de</strong>ra para po<strong>de</strong>r atisbar el más allá <strong>de</strong> mis dominios infantiles. Hoy ese más allá<br />

se ve cercano, al alcance <strong>de</strong> cualquier pretensión. De niño, el temor a lo que allí<br />

encontraría me hacía fantasear con historias y aventuras sin fi n.<br />

Contemplo ahora el portón <strong>de</strong> entrada a la fi nca, con sus rejas <strong>de</strong>svencijadas y el<br />

cerrojo oxidado y fuera <strong>de</strong> sitio. Muchos años atrás crucé aquel portón con lágrimas<br />

en los ojos y el corazón encogido, pensando en los porqués <strong>de</strong> aquella huida<br />

impuesta por alguien que no era yo. Ni papá ni mamá habían estado allí para <strong>de</strong>spedirme,<br />

ni tampoco el abuelo, que había muerto meses antes en un acci<strong>de</strong>nte<br />

con el tractor. Sólo la abuela lloraba tristemente en la cancela, enjugando los ojos<br />

en su <strong>de</strong>lantal <strong>de</strong> cuadros grises, sus torpes movimientos aquejados <strong>de</strong> aquellos<br />

sempiternos temblores.<br />

Habían <strong>de</strong> pasar muchos años para que yo alcanzase a compren<strong>de</strong>r lo que sintió en<br />

aquel momento que a mi me pareció que me abandonaba a mi suerte. Lo que supuso<br />

para ella enviarme con unos parientes lejanos a los que ni siquiera conocía, al otro lado<br />

<strong>de</strong>l país, porque se vio incapacitada para seguir cuidándome. “Es lo mejor para ti, mi niño”,<br />

me repetía aquellos últimos días antes <strong>de</strong> mi partida. Tardé en saber que su enfermedad<br />

iba <strong>de</strong>generando tan <strong>de</strong>prisa que apenas podía mantenerse <strong>de</strong> pie, y que la rigi<strong>de</strong>z en<br />

sus músculos la imposibilitaba para las labores más sencillas. Pero en aquel momento yo<br />

sólo veía que la abuela, la única persona que me quedaba en el mundo, me echaba <strong>de</strong><br />

su lado por alguna razón que <strong>de</strong>sconocía.<br />

18 Cuéntanoslo con arte


Entro <strong>de</strong> nuevo a la casa, es hora <strong>de</strong> tomar mi medicación. Saco las pastillas <strong>de</strong> la<br />

maleta y pienso qué hubiera pasado si la abuela hubiera podido acce<strong>de</strong>r a este<br />

tratamiento. Yo tengo mis síntomas controlados, y mi pronóstico no es tan malo<br />

como el suyo, tengo mucho tiempo por <strong>de</strong>lante para vivir mi vida sin tropiezos. Y<br />

según avanza el tiempo, hay más posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ir frenando el paso inexorable<br />

<strong>de</strong> este mal. Pero entonces no había lo que hoy, y la abuela hubo <strong>de</strong> pasar sus últimos<br />

años recluida en uno <strong>de</strong> aquellos horribles asilos, sin los cuidados necesarios,<br />

sin nadie que la visitara, con todos sus recuerdos apilados en una caja <strong>de</strong> cartón<br />

don<strong>de</strong> guardaba las cartas que yo le enviaba cada vez más <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>jando<br />

que la enfermedad acabara en poco tiempo en todo cuanto fue.<br />

No volví a este lugar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquel lejano día <strong>de</strong> mi marcha. La abuela murió tres<br />

años <strong>de</strong>spués y la casa pasó a ser <strong>de</strong> mi propiedad, pero cuando me hice mayor y<br />

pu<strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rla, jamás tuve el valor para hacerlo. Tal vez no quería <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rme<br />

<strong>de</strong> un pasado que no llegué a asumir, o tal vez no <strong>de</strong>seaba que nadie profanara<br />

mis recuerdos dormidos. Y ahora que la edad me lo permite, y el peso <strong>de</strong> la vida<br />

se ha vuelto más liviano, y las priorida<strong>de</strong>s han variado su rumbo, puedo recorrer<br />

todos estos rincones sólo con la añoranza <strong>de</strong> los tiempos felices, y no con el odio<br />

enfermizo a todo lo que cercenó mi infancia.<br />

Empieza a refrescar, así que cierro las ventanas y me preparo para poner un poco<br />

<strong>de</strong> or<strong>de</strong>n en la casa. He <strong>de</strong> empezar la tarea que me trajo hasta aquí: escribir mis<br />

memorias y la historia <strong>de</strong> mi familia, esa que me fue arrebatada por circunstancias<br />

que no estuvo en mi mano compren<strong>de</strong>r hasta pasado mucho tiempo. Mi portátil<br />

me espera ansioso. Es tanto lo que tengo que <strong>de</strong>cir...<br />

Fin<br />

Cuéntanoslo con arte 19


3 er<br />

premio<br />

Francisco E.<br />

Montesinos<br />

Lahoz<br />

Madrid


Caminaba muy <strong>de</strong>spacio<br />

Caminaba muy <strong>de</strong>spacio, <strong>de</strong>leitándose con el crujido vegetal que producían sus<br />

pasos sobre la capa <strong>de</strong> hojas otoñales. Podía estar contando pisadas durante horas<br />

y horas sin que la reiteración <strong>de</strong>l acto mermase su interés.<br />

No necesitaba mucho más para ser feliz. Tan sólo no encontrarse a nadie, no ver a<br />

nadie, no tener que saludar a nadie, no compartir nada con nadie.<br />

Eso era el paraíso: la más absoluta <strong>de</strong> las soleda<strong>de</strong>s. Cosme García Padilla era así.<br />

Quizá había nacido con una misión a cumplir que marcase <strong>de</strong> alguna forma su<br />

carácter <strong>de</strong> hombre estepario.<br />

Nadie podía <strong>de</strong>cir, en justicia, nada malo <strong>de</strong> él. Claro que tampoco, en justicia, se<br />

podía <strong>de</strong>cir nada bueno <strong>de</strong> él, porque no se sabía nada <strong>de</strong> él. Cosme García Padilla<br />

era solamente una entrada en el padrón municipal <strong>de</strong> habitantes.<br />

Siempre volvía a casa ansiando reencontrarse con la soledad doméstica que tanto<br />

añoraba durante las horas <strong>de</strong> trabajo. Nadie esperándole, nadie que le aguardase<br />

con un beso, ningún animal <strong>de</strong> compañía, ninguna planta, excepto unos cuantos<br />

tomates y algunas piezas <strong>de</strong> fruta en la nevera. En <strong>de</strong>fi nitiva...nadie, el estado<br />

perfecto.<br />

No tenía más afi ciones que la lectura y los paseos. La primera le permitía asomarse<br />

al mundo sin tener que tocarlo. Para la segunda, solía coger su coche y recorrer<br />

los once kilómetros que le separaban <strong>de</strong> un robledal don<strong>de</strong> nunca había nadie.<br />

Aquella tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> mediados <strong>de</strong> junio y luz interminable, Cosme llegó allí un poco<br />

antes <strong>de</strong> lo habitual y se encontró con un coche negro aparcado don<strong>de</strong> moría el<br />

camino que daba acceso al bosque.<br />

Unos “intrusos“ se le habían a<strong>de</strong>lantado, por lo que <strong>de</strong>cidió esperar a que salieran<br />

para no toparse con ellos durante el paseo. Pero el tiempo avanzaba y no se producía<br />

el esperado regreso <strong>de</strong> los excursionistas. Cosme se aventuró a entrar, pues<br />

si no, se le acabaría echando la noche encima.<br />

Al cabo <strong>de</strong> un tiempo tuvo a la vista a alguien que caminaba aun más lento que<br />

él. Al menos era uno solo, eso ya mejoraba las cosas. Pensó en ralentizar su marcha<br />

Cuéntanoslo con arte 21


para no alcanzarle, pero <strong>de</strong>sistió. Le picaba la curiosidad <strong>de</strong> averiguar quién era<br />

esa persona que parecía tener sus mismos hábitos.<br />

Al llegar a su altura , ella, pues <strong>de</strong> una mujer se trataba, se apercibió <strong>de</strong> su presencia<br />

y le <strong>de</strong>dicó una sonrisa. Era una mujer bellísima, vestida <strong>de</strong> negro, con una<br />

mirada intensa, provocadora, que produjo un anormal e inmediato impacto en<br />

Cosme. Nunca había visto una mujer tan atractiva.<br />

“Hola, magnífi ca tar<strong>de</strong> para pasear, ¿verdad? Me llamo Soledad, ¿y usted?”<br />

“Yo Cosme, encantado“.<br />

“¿Le gusta la soledad? No me refi ero a mi , claro, ja ja ja... porque a este sitio no<br />

viene casi nadie“.<br />

“Sí, me gusta pasear solo, como a usted. ¿Me equivoco? “<br />

“No, no se equivoca en absoluto “.<br />

“¿Rompemos la norma, aunque sólo sea por esta vez? “, propuso él. Ella aceptó.<br />

A Cosme nunca le habían interesado gran cosa las mujeres, tampoco los hombres,<br />

pero esta vez era distinto; había algo inmediato casi sobrenatural entre los<br />

dos, se podía percibir explícitamente. Llevaban unos minutos caminando cuando<br />

Soledad se <strong>de</strong>tuvo, le miró a los ojos, le cogió ambas manos y le besó apasionadamente.<br />

Cosme estaba confuso, excitado, le seguía el juego sin tener alternativa. Soledad<br />

volvió a la carga, esta vez con pretensiones <strong>de</strong> ir más allá. Él accedió e inmediatamente<br />

sintió como si una especie <strong>de</strong> sumi<strong>de</strong>ro gigante le tragase. Iba girando en<br />

una casi total ausencia <strong>de</strong> gravedad hasta que se posó muy suavemente sobre un<br />

lecho <strong>de</strong> fi lloas enormes recién hechas.<br />

Sobre su cabeza, a bastante altura, se veía un pasillo largo y vacío iluminado por<br />

una intensa luz blanca. Del para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Soledad no sabía nada pero tampoco le<br />

preocupaba, fue bonito mientras duró.<br />

Lo primero que hizo fue probar las fi lloas que estaban buenísimas y muy, muy<br />

recientes. Aquello <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser, por lógica, Galicia, pero el aspecto <strong>de</strong>solado <strong>de</strong>l<br />

lugar no era compatible con esa hipótesis. Caminó un buen rato hasta que vio a lo<br />

lejos un enjambre <strong>de</strong> edifi cios <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rable altura.<br />

Se acercó lo sufi ciente para comprobar que aquello estaba totalmente <strong>de</strong>shabitado.<br />

Era una especie <strong>de</strong> poblado fantasma <strong>de</strong>l lejano Oeste, pero con dimensiones<br />

22 Cuéntanoslo con arte


y aspecto <strong>de</strong>l siglo XXI. De pronto, un vehículo todo terreno rojo se le acercó a<br />

gran velocidad precediendo a una polvareda in<strong>de</strong>scriptible. Se <strong>de</strong>tuvo junto a él y<br />

bajaron dos tipos mal encarados con monos rojos y una tarjeta i<strong>de</strong>ntifi cadora que<br />

<strong>de</strong>cía “Departamento <strong>de</strong> Clasifi cación“.<br />

“A ver, tú, ¿qué haces por aquí? “<br />

“¡Y sin tarjeta <strong>de</strong> preclasifi cación, ni nada que se le parezca! Esto es cosa <strong>de</strong> Soledad,<br />

como es el ojito <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> Lucifer... “.<br />

Lucifer era el apócope <strong>de</strong> Lucía Fernán<strong>de</strong>z, la directora ejecutiva <strong>de</strong> Human Energy<br />

Resources. La H.E.R, Human Energy Resources, era una empresa multiuniversal<br />

<strong>de</strong> capital privado, con un inmenso volumen <strong>de</strong> negocio. Basaba su rentabilidad<br />

en el principio <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>nación eterna, por el cual los castigados al infi erno<br />

ardían sin consumirse, aportando los kilojulios necesarios pero sin que su masa<br />

disminuyese nunca. Esto era la máquina perfecta, la que contravenía aquella memez<br />

<strong>de</strong> que “la energía ni se crea ni se <strong>de</strong>struye, solo se transforma”.<br />

Era cierta y absolutamente normal, por otra parte, la relación entre Lucía Fernán<strong>de</strong>z,”<br />

Lucifer “, y Soledad Expósito, “the woman in black “, como era conocida en el<br />

infi erno por sus hábitos indumentarios. Ambas compartían un lujoso apartamento<br />

en la zona más “chic” <strong>de</strong>l infi erno <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía más <strong>de</strong> media eternidad.<br />

Ellas se movían en el círculo <strong>de</strong> la “beautiful people“ infernal tanto <strong>de</strong> resi<strong>de</strong>ntes,<br />

caso <strong>de</strong> centenares <strong>de</strong> personalida<strong>de</strong>s insospechadas por su aparente trayectoria<br />

terrenal, como <strong>de</strong> escritores, artistas o multimillonarios que, tras haber probado el<br />

turismo espacial lo hacían ahora con el <strong>de</strong>l averno.<br />

Dante Alighieri, Ieronimus Bosch y otros muchos frecuentaban el infi erno como<br />

lugar <strong>de</strong> inspiración para su obra, y al fi nal el ambiente calaba en ellos y <strong>de</strong>cidían<br />

pasar una parte <strong>de</strong> la eternidad allí o incluso toda.<br />

Volviendo a Cosme y los tipos mal encarados, uno <strong>de</strong> ellos, el más corpulento, le<br />

cogió <strong>de</strong>l brazo y en una rapidísima maniobra se lo retorció para interrogarle.<br />

“Y ahora, muchachito indocumentado, nos vas a <strong>de</strong>cir para quién trabajas, ¿verdad?<br />

“<br />

“Para la Diputación <strong>de</strong> Segovia “, respondió Cosme con voz dolorida.<br />

“Escúchame bien, estúpido espalda mojada, has entrado ilegalmente en el infi erno,<br />

no tienes ninguna documentación, luego probablemente serás un “anti algo”,<br />

así que no te pases <strong>de</strong> listo conmigo y dime; ¡¡¡ PARA QUIÉN TRABAJAS ¡¡¡ “<br />

Cuéntanoslo con arte 23


“Es verdad lo que le digo, agente...aaaaaaaaaaay, por favor, suélteme, me hace<br />

daño “.<br />

“Para la Diputación <strong>de</strong> Segovia , vaya, vaya ...entonces yo soy el Rey Arturo y este<br />

Lancelot...es tu última oportunidad, arcángel funcionario, canta lo que sepas o te<br />

haré comerte todas las fi lloas que sobraron <strong>de</strong> la semana pasada y te advierto <strong>de</strong><br />

que estarán completamente revenidas...jajajajaja, ¡¡¡ CANTA !!!<br />

Cosme, con un hilo <strong>de</strong> voz, contestó: “Mire usted: yo, cantar, lo que se dice cantar,<br />

canto mal. Pero le juro que trabajo para la Diputación <strong>de</strong> Segovia. Me ocupo <strong>de</strong><br />

trámites administrativos. No soy más que un pobre diablo”.<br />

Al oír esto los dos tipos mal encarados se pusieron fi rmes y saludaron militarmente<br />

a Cosme quien, atónito ante el giro que había dado la situación y percatándose<br />

al instante <strong>de</strong> que la palabra “diablo “que había pronunciado por casualidad había<br />

sido la causante <strong>de</strong> ello, se dirigió a los dos hombres y les dijo:<br />

“Esta bien, por esta vez lo <strong>de</strong>jaremos así, pero tened cuidado mucho cuidado.<br />

Nunca se sabe cuando vas a toparte con alguien <strong>de</strong> Asuntos Internos “.<br />

Acto seguido subió en el vehículo rojo todo terreno, mandó <strong>de</strong>scanso y se alejó<br />

precediendo a una increíble nube <strong>de</strong> polvo.<br />

Unos cientos <strong>de</strong> kilómetros más a<strong>de</strong>lante ya en la autopista vio anunciado un “The<br />

Best Filloas drive in“. Tenía hambre y se <strong>de</strong>tuvo allí.<br />

“¿Qué va a ser? “<br />

“¿Qué me recomienda? “<br />

“Oiga, amigo, aquí el cliente es usted. Usted es el que pi<strong>de</strong> y yo la que le sirvo lo<br />

que usted me pi<strong>de</strong>,¿está claro? No me pagan para recomendar “.<br />

“ Señorita, soy nuevo aquí y nunca he probado las fi lloas <strong>de</strong> este establecimiento.<br />

Sólo le he pedido un consejo, no que baile conmigo”.<br />

“Escúcheme: no se atreva a pedirme que baile con usted, ¡no me toque! Tengo un<br />

Winchester recortado bajo el mostrador y no dudaré en usarlo”.<br />

“ Pero por Dios, señorita, yo no pretendo otra cosa que las fi lloas estén recientes“.<br />

“ ¡¡¡RECIENTES, RECIENTES!!! ¿ESTÁ INSINUANDO ACASO QUE NUESTRAS FILLOAS,<br />

LAS FILLOAS DE THE BEST FILLOAS DRIVE IN ESTÁN REVENIDAS?”<br />

24 Cuéntanoslo con arte


Cosme tenía <strong>de</strong>trás otros cuatro coches que empezaban a impacientarse haciendo<br />

sonar sus cláxones. Se acercó el encargado <strong>de</strong>l “drive in “y, metiendo el brazo<br />

por la ventanilla, le cogió <strong>de</strong> la solapa y le dijo en tono muy elocuente:<br />

“EH, AMIGO, PIDA Y LÁRGUESE “<br />

Cosme se fi jó en el panel que contenía los diversos menús y eligió uno :<br />

“ Dos Best Filloas gran<strong>de</strong>s con sirope <strong>de</strong> jengibre y Coca Cola “<br />

“¿ La Coca Cola gran<strong>de</strong>, extragran<strong>de</strong>, megagran<strong>de</strong> o gigagran<strong>de</strong>?<br />

“ Pues.... normal “<br />

“¿GRANDE. EXTRAGRANDE, MEGAGRANDE O GIGAGRANDE?”<br />

“ Está bien, está bien...¿normal gran<strong>de</strong>?”<br />

Paró en el aparcamiento y <strong>de</strong>voró las fi lloas con sirope <strong>de</strong> jengibre que, a <strong>de</strong>cir<br />

verdad, estaban muy recientes. Le entró sueño y se dispuso a dar una cabezada.<br />

Miró su reloj, estaba parado. Se durmió.<br />

Despertó sobresaltado por un megáfono: “Le habla el teniente Hell. Está ro<strong>de</strong>ado,<br />

es mejor que se entregue, no empeore las cosas. Por ahora solo se le acusa <strong>de</strong><br />

robo sin fuerza <strong>de</strong> un vehículo ofi cial “.<br />

Cosme no daba crédito a lo que estaba oyendo, pensó que tal vez era solo un sueño<br />

y adicto como era a la novela negra, les siguió el juego: “ ¡Malditos bastardos,<br />

tengo a la chica, no mováis un <strong>de</strong>do o la mataré! “<br />

“ ¿Qué chica? “<br />

“ ¡Eso no importa ahora! “<br />

“ Señor, el sospechoso tiene a la chica“.<br />

“ ¿Qué chica? “<br />

“ Eso no importa ahora. Calculamos que solo le queda un cuarto <strong>de</strong> eternidad en<br />

el <strong>de</strong>pósito <strong>de</strong> combustible “. “ Está bien. Será mejor que le <strong>de</strong>jemos ir y le sigamos<br />

para cogerle antes <strong>de</strong> llegar a la frontera y, recuer<strong>de</strong>n; no quiero disparos, tiene a<br />

la chica “.<br />

“ ¿Qué chica? “<br />

Cuéntanoslo con arte 25


“¡¡ ESO NO IMPORTA AHORA!! “<br />

Cosme encendió el motor <strong>de</strong>l todo terreno y salió <strong>de</strong> allí sin que los polizontes<br />

le siguiesen, al menos eso parecía porque al poco tiempo vio por el retrovisor<br />

como se le acercaban numerosos vehículos rojos a toda velocidad. Aceleró, pero<br />

un poco más a<strong>de</strong>lante un control le impedía el paso.<br />

Sin pensarlo dos veces dio un volantazo a la <strong>de</strong>recha y abandonó la carretera, metiéndose<br />

por mitad <strong>de</strong>l campo hasta que arrancó <strong>de</strong> cuajo unos cuantos metros<br />

<strong>de</strong>l cercado <strong>de</strong> alambre que <strong>de</strong>limitaba una fi nca. El motor <strong>de</strong>l coche se paró y<br />

Cosme pensó que allí acababa todo, pero extrañamente sus perseguidores dieron<br />

la vuelta y se marcharon.<br />

La fi nca parecía inmensa y la tierra muy fértil. Crecía hierba fresca por todas partes,<br />

como en un anuncio <strong>de</strong> jabón Heno <strong>de</strong> Pravia, había muchísimos árboles frutales<br />

<strong>de</strong> los que colgaba el producto fi nal, ya envasado y etiquetado. Eran muy llamativos<br />

los árboles <strong>de</strong>l melocotón en almíbar, presentado en unos elegantes frascos<br />

<strong>de</strong> vidrio, y las matas <strong>de</strong> fresas que estaban provistas <strong>de</strong> ban<strong>de</strong>jitas para la nata<br />

montada y unos microchip refrigeradores para mantenerla fría.<br />

En mitad <strong>de</strong> aquella impresionante pra<strong>de</strong>ra, un cartel clavado en la hierba <strong>de</strong>cía:<br />

“SE CEDE ESTA FINCA. RAZÓN AQUÍ “.<br />

“Aquí, ¿dón<strong>de</strong> es aquí?”, se preguntaba Cosme en voz alta.<br />

“ Pues aquí “, contestó un anciano <strong>de</strong> barba y cabellos blancos que apareció junto<br />

a él“.<br />

“¡¡¡Qué susto me ha dado, caramba!!! ¿Dón<strong>de</strong> estaba usted? “<br />

“ Yo estoy en todas partes, Cosme “.<br />

“ ¿Cómo sabe mi nombre?“<br />

“ Yo lo sé todo “.<br />

“ ¿Y si está en todas partes y lo sabe todo, entonces por qué quiere <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse<br />

un sitio tan magnífi co como este? Es un paraíso“.<br />

“ Sí que lo es, sí, pero, ¿sabes?, aquí no sube nadie.<br />

“ ¿Nadie, nadie? “<br />

“ Nadie. Y la culpa es <strong>de</strong> ese Newton, Isaac Newton. Des<strong>de</strong> que <strong>de</strong>scubrió la ley<br />

26 Cuéntanoslo con arte


<strong>de</strong> la gravedad, cada vez que alguien está a punto <strong>de</strong> subir, zas...una fuerza insuperable<br />

le hace caer abajo, al infi erno, y luego una vez allí, como siempre se<br />

encuentran con algún conocido, pues acaban quedándose. Y cuando le pregunto<br />

a Newton qué explicación tiene para esto, contesta: “g “.<br />

“ ¿Se ríe? “<br />

“ No hombre, no. G es la constante <strong>de</strong> gravitación, en tu planeta son 9,8 metros<br />

por segundo al cuadrado. Sea como fuere, yo ya estoy mayor para un sitio tan<br />

gran<strong>de</strong> y tan vacío, me aburro soberanamente y; ¡sólo he <strong>de</strong>scansado un día en<br />

la última eternidad¡”<br />

A Cosme le convencía aquel lugar, tanto como para quedarse allí a vivir, pero faltaba<br />

un <strong>de</strong>talle importante.<br />

“ Y, dígame, ¿las fi lloas son recientes? “<br />

“ No trabajamos ese artículo, lo siento. Pero, dime tú; ¿te gusta la horchata?”<br />

“Por supuesto que sí”, dijo Cosme.<br />

“ Entonces sígueme, te enseñaré algo “<br />

Las matas <strong>de</strong> las chufas brotaban con un vaso a cada lado con la leyenda líquida<br />

o granizada y una pajita <strong>de</strong>ntro.<br />

Fue <strong>de</strong>fi nitivo. Nunca nadie volvió a ver a Cosme García Padilla.<br />

Fin<br />

Cuéntanoslo con arte 27


Premio<br />

especial<br />

Pablo<br />

Lizcano<br />

2009


Mi marido, Pablo Lizcano, siempre me <strong>de</strong>cía que yo viajaba <strong>de</strong>masiado,<br />

y <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> tener razón, porque un viaje <strong>de</strong> trabajo a Suecia me<br />

impi<strong>de</strong> estar hoy en esta entrega <strong>de</strong> premios, cosa que me hubiera<br />

encantado po<strong>de</strong>r hacer.<br />

Des<strong>de</strong> que se instituyeron estos galardones, hace ya siete años, Pablo<br />

Lizcano fue pieza esencial <strong>de</strong> su gestión, organización y promoción.<br />

Como siempre, hizo un trabajo meticuloso y concienzudo;<br />

pero en este caso, a<strong>de</strong>más, era un trabajo que le salía <strong>de</strong>l corazón.<br />

Pocas veces, por no <strong>de</strong>cir ninguna, le he visto tan comprometido<br />

emocionalmente con un proyecto laboral, cosa que, por otra parte,<br />

comprendo muy bien, porque Cuéntanoslo con arte es un proyecto<br />

precioso. Yo participé como jurado en la primera edición; entonces<br />

era algo mucho más pequeño, creo recordar que sólo se trataba <strong>de</strong><br />

un concurso <strong>de</strong> relatos, pero ya me pareció una propuesta llena <strong>de</strong><br />

vitalidad y <strong>de</strong> autenticidad. Ahora recuerdo aquel acto <strong>de</strong> entrega<br />

<strong>de</strong> los primeros premios con especial cariño, con especial nostalgia.<br />

Este año he vuelto a ser jurado <strong>de</strong> la sección literaria, y me he<br />

encontrado con unos galardones mucho más <strong>de</strong>sarrollados y asentados.<br />

Y con unos relatos formidables, dicho sea <strong>de</strong> paso: mi enhorabuena<br />

a los vencedores.<br />

A<strong>de</strong>más, también me he encontrado con una iniciativa conmovedora<br />

por parte <strong>de</strong> los patrocinadores <strong>de</strong> los premios: la creación <strong>de</strong> un<br />

galardón literario que lleva el nombre <strong>de</strong> Pablo Lizcano, que murió<br />

hace ahora once meses.<br />

No tengo palabras para agra<strong>de</strong>cer este <strong>de</strong>licado y espléndido <strong>de</strong>talle:<br />

sólo sé pensar en lo mucho que a él le hubiera gustado, en<br />

lo mucho que le hubiera emocionado, aunque él hubiera hecho lo<br />

posible porque no se le notara esa emoción, porque era tremendamente<br />

pudoroso y reservado. También era una persona que no podía<br />

soportar el fi ngimiento, la impostura. Por eso siempre se encontró<br />

tan bien en estos premios tan sinceros, tan verda<strong>de</strong>ros. Y por eso<br />

me parece consolador y hermoso que su nombre que<strong>de</strong> unido a este<br />

proyecto. Enhorabuena <strong>de</strong> nuevo a los ganadores, especialmente a<br />

la persona que ha ganado el primer premio Pablo Lizcano con un<br />

cuento precioso que estoy segura <strong>de</strong> que a él le habría gustado, y<br />

muchas, muchísimas gracias a todos.<br />

Rosa Montero


Premio<br />

especial<br />

Pablo Lizcano<br />

Relato más<br />

original<br />

09<br />

Mª Antonia<br />

González<br />

Albero<br />

Pamplona


Historia <strong>de</strong> un <strong>de</strong>sencuentro<br />

Era mi casa. Efectivamente, era mi casa y era hermosa y confortable; nueva,<br />

cómoda y acogedora. Me proporcionaba un gran bienestar y no me daba<br />

problemas.<br />

Yo vivía en ella como en el mejor <strong>de</strong> los mundos. Me sentía orgullosa <strong>de</strong> ella.<br />

La cuidaba y la mimaba y la ponía guapa y arreglaba según la época <strong>de</strong>l año,<br />

según las horas <strong>de</strong>l día, según las necesida<strong>de</strong>s, según las activida<strong>de</strong>s.<br />

Había otras más altas, más esbeltas, más bonitas, pero yo estaba contenta<br />

con la mía.<br />

Éramos una sola cosa y nos entendíamos a las mil maravillas. Éramos inseparables;<br />

cómo uña y carne.<br />

Juntas hemos vivido toda una vida. Lo bueno y lo malo. En ella, y con ella,<br />

he nacido y experimentado el amor, he engendrado y he dado a luz a mis<br />

criaturas, he jugado, he bailado, he comido, he bebido. He disfrutado <strong>de</strong> la<br />

naturaleza, <strong>de</strong>l movimiento, <strong>de</strong>l reposo, <strong>de</strong> la amistad, <strong>de</strong> todo.<br />

De repente, ella empezó a revelarse, a estar triste, a abandonarse. Casi me<br />

avergonzaba <strong>de</strong> ella. Ya no formábamos ese tán<strong>de</strong>m perfecto. Tomó vida<br />

propia. Tomaba las <strong>de</strong>cisiones por su cuenta sin contar conmigo. Tuve que<br />

ponerme fuerte. Le daba ór<strong>de</strong>nes que no atendía. Quería traerla a mandamiento,<br />

pero no hacía caso. Por mucho que la fregara, la barriera, la encerara<br />

o la perfumara, ella persistía en su actitud. Se volvió hostil, inhóspita, no respondía<br />

a mis halagos ni a mis cuidados. Hacía lo que quería, prescindiendo<br />

<strong>de</strong> mí. Se fue <strong>de</strong>teriorando. Ya no era el refugio amable y apacible. Se quejaba<br />

<strong>de</strong> todo y su estructura crujía por las noches. Se convirtió para mí en una<br />

jaula que me tenía atrapada.<br />

Nuestra unión, una unión <strong>de</strong> por vida, <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser amigable. Yo me enfadaba<br />

con ella y ella conmigo. Éramos como un matrimonio mal avenido que “ni<br />

contigo, ni sin ti”, pero no podíamos vivir la una sin la otra.<br />

Pedimos ayuda a albañiles, fontaneras, <strong>de</strong>coradoras, carpinteros etc..., para<br />

ver si arreglaban nuestra simbiosis, pero, a pesar <strong>de</strong> su buena voluntad, todo<br />

Cuéntanoslo con arte 31


fue inútil. “Procurar llevaros bien”, <strong>de</strong>cían. “Poner alguna maceta, cambiar la<br />

tapa <strong>de</strong> water, poner cortinas ver<strong>de</strong>s. Llegar a un entendimiento, ¡habéis<br />

vivido tantos años juntas! ¡Habéis sido tan felices...!<br />

Pero mi irritación iba en aumento. ¿Por qué se ha puesto así?, me preguntaba,<br />

y nadie sabia contestarme.<br />

Poco a poco nos hemos ido reconciliando. Nos queremos y en el fondo nos<br />

compren<strong>de</strong>mos. Yo he reconocido que ella es mayor y tiene <strong>de</strong>recho a su<br />

autonomía y a hacer un poco lo que quiera (sólo un poco). ¿Y ella? ¡Ella, se<br />

muere por mí!<br />

Fin<br />

32 Cuéntanoslo con arte


Pintura y dibujo


1 er<br />

premio<br />

Raúl<br />

Vicente<br />

Maiorano<br />

Villafranca <strong>de</strong>l Penedés<br />

Barcelona


“Regata”<br />

Acrílico s/harboard entelado<br />

Medidas 40x50 cm<br />

Cuéntanoslo con arte 37


2 o premio<br />

Amparo<br />

Carbonell<br />

Juan<br />

Valencia


“Menina”<br />

Pintura acrílica y collage<br />

sobre lienzo.<br />

Fondo mezcla <strong>de</strong> pintura<br />

acrílica, agua y arena<br />

Cuéntanoslo con arte 39


3 er<br />

premio<br />

Obra colectiva<br />

<strong>de</strong> la Asociación ón<br />

<strong>de</strong> Familiares<br />

y enfermos <strong>de</strong> e<br />

Párkinson<br />

San Fernando. Cádiz ád


“Metamorfosis”<br />

Cuéntanoslo con arte 41


<strong>Mención</strong><br />

<strong>de</strong><br />

Honor<br />

José Pedro<br />

Domínguez<br />

Ortiz<br />

Betera. Valencia


“Entre la marisma y el cielo”<br />

Acrílico sobre tablilla<br />

Cuéntanoslo con arte 43


<strong>Mención</strong><br />

<strong>de</strong><br />

Honor<br />

Félix<br />

López L<br />

C<br />

Madrid Ma<br />

Castaño


“Mi amigo el perro”<br />

Óleo sobre lienzo<br />

Cuéntanoslo con arte 45


Fotografía


1 er<br />

premio<br />

Mª Amada<br />

Pérez<br />

Rodríguez<br />

Asturias<br />

48 Cuéntanoslo con arte


Chanclos<br />

Cuéntanoslo con arte 49


2 o premio<br />

Vicente<br />

Guill<br />

Fuster


Dignidad<br />

Cuéntanoslo con arte 51


3 er<br />

premio<br />

José Jesús<br />

García<br />

Hoyuelos


Escapada en el tiempo<br />

Cuéntanoslo con arte 53


<strong>Mención</strong><br />

<strong>de</strong><br />

Honor<br />

Lorena<br />

Rodríguez<br />

Calero<br />

Madrid


Equilibrio inestable<br />

Cuéntanoslo con arte 55


<strong>Mención</strong><br />

<strong>de</strong><br />

Honor<br />

Mario<br />

Beltrán<br />

Hayán<br />

Madrid


Sombras<br />

Cuéntanoslo con arte 57


Autorida<strong>de</strong>s:<br />

Agra<strong>de</strong>cim<br />

Agra<strong>de</strong>cimientos<br />

Sr D. Ramiro F. Ruiz Medrano<br />

Pte. <strong>de</strong> la Diputación <strong>de</strong> Valladolid<br />

Dª. Rosa Hernán<strong>de</strong>z<br />

Concejal <strong>de</strong> Bienestar Social, empleo y familia <strong>de</strong>l Ayto. Valldolid<br />

Sr. D. José Mª Pino Morales<br />

Director General <strong>de</strong> Asistencia Sanitaria <strong>de</strong> la Junta <strong>de</strong> Castilla y León<br />

Jurado:<br />

• Oscar Campillo<br />

• Vidal Arranz<br />

• Rosa Montero<br />

• Jorge Praga<br />

• Marisa Álvarez<br />

A los autores <strong>de</strong> todas las obras recibidas<br />

• Lorenzo Colomo<br />

• Jorge Adrados<br />

• Javier Redondo<br />

• Rosa Fernán<strong>de</strong>z<br />

A todas las asociaciones <strong>de</strong> párkinson especialmente a la Asociación<br />

Párkinson Valladolid<br />

A todas las personas <strong>de</strong>l Palacio <strong>de</strong> Pimentel que hicieron posible esta<br />

magnífi ca exposición, personalizado en Concha Gay<br />

58 Cuéntanoslo con arte


Miembros <strong>de</strong>l<br />

Jurado 2009<br />

Cuéntanoslo con arte 59


Prem<br />

60 Cuéntanoslo con arte


iados 2009<br />

Cuéntanoslo con arte 61


07<br />

edición<br />

2009

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