La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson
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por la publicidad gratuita, algo que en ese entonces necesitábamos desesperadamente. Pero nunca llegó a<br />
los diarios porque, como una precaución, el juez llegó a un acuerdo con mis abogados de que si hablaba<br />
con la prensa o hacía público el incidente, me iría peor. Como la policía no tenía evidencia, los cargos<br />
eventualmente desaparecieron.<br />
La siguiente vez que me encontré con LaVey, un año y medio después, durante nuestro tour Antichrist<br />
Superstar en 1996, teníamos mucho que discutir. Había visto a los enemigos a los que enfrentaba, y no<br />
sólo eran capaces de detener shows y hacer demandas irracionales sobre nuestras actuaciones, sino que<br />
eran capaces de, sin ninguna razón, robar la única cosa que LaVey y yo apoyamos: libertad personal. Al<br />
igual que LaVey, yo también había descubierto lo que ocurre cuando dices algo poderoso que hace pensar<br />
a la gente. Te tienen miedo, y neutralizan tu mensaje al ponerte una etiqueta que no está abierta a<br />
interpretaciones, como fascista, adorador del demonio o defensor de la violación y la violencia.<br />
En esta visita a la casa de LaVey, traje a Twiggy conmigo. Nos permitió entrar a uno de los únicos cuartos<br />
de su casa en el que no había estado. Estaba detrás de la puerta de la que su gordo mayordomo me había<br />
alejado la primera vez que visité la casa. El cuarto era un museo privado de antigüedades. La entrada era<br />
un sarcófago egipcio gigante que había sido empotrado en la puerta. Había una silla mecedora que<br />
supuestamente había pertenecido a Rasputín, la pipa de Aleister Crowley, un altar satánico con un<br />
pentagrama gigante sobre él, y un sofá forrado con la piel de algún animal en peligro de extinción. Nos<br />
sentamos en una vieja mesa de madera (probablemente la que Aleister Crowley usaba para inhalar<br />
cocaína) y comimos carne.<br />
Hablamos de religión, y sobre como tan sólo es una costumbre que preserva códigos prácticos de salud,<br />
moral y justicia que ya no son necesarios para supervivencia de un grupo (como el no comer animales con<br />
pezuñas). Tiene mucho mas sentido seguir la Biblia Satánica, escrita teniendo en cuenta a la humanidad<br />
del siglo veinte, que un libro que fue escrito como compañero de una cultura muerta hace bastante tiempo.<br />
Quien dice que dentro de cien años algún idiota no va a encontrar una playera de Marilyn Manson –o una<br />
gorra de Collapsing Lungs, en todo caso- y va a clavarla a una pared y rezarle.<br />
Mientras discutíamos esto, cada diez minutos LaVey salía del cuarto. Tenía el presentimiento de que nos<br />
miraba a través de los ojos de una de sus pinturas, así que conscientemente me quedaba callado cada vez<br />
que él no estaba ahí.<br />
También platicamos sobre Traci Lords porque LaVey me preguntó que había pasado con ella. Le dije que<br />
ella me había botado y que su predicción optimista acerca de nuestra relación estaba equivocada. Pero<br />
después de nuestro show del día siguiente, me encontré con que ella había tratado de encontrarme todo el<br />
tiempo. Como para ese entonces yo tenía un álbum en el top ten y había estado en la portada de Rolling<br />
Stone, nuestra relación había girado sobre su eje, como LaVey dijo que pasaría. Cuando conocí a Traci por<br />
primera vez el hecho de que ella era una estrella la hacía parecer distante e inalcanzable. Me aplastó, lo<br />
cual me hizo más fuerte, llenándome del deseo –la necesidad- de convertirme más en una estrella de rock.<br />
Ahora me había vuelto una. Esta vez yo estaba a cargo, y ya no importó más por que sólo la quería cuando<br />
no podía tenerla.<br />
El año siguiente unos días después de Halloween, recibí una llamada a las cuatro de la mañana<br />
diciéndome que LaVey había muerto. Me sorprendió lo triste que me sentí, por que él realmente se había<br />
convertido en una figura paterna para mí y nunca pude decirle adiós o siquiera agradecerle por su<br />
inspiración. Pero al mismo tiempo sabía que aunque la Tierra había perdido un gran filósofo, el infierno<br />
había ganado un nuevo líder.<br />
Abuso, partes 1 y 2<br />
Encuentro terrible la noción de que otros pueden hacerme lo que yo les hago a ellos.<br />
Abuso: Cometido<br />
-Duran Duran, Barbarella<br />
Ciento noventa y cuatro libras de carne abusada, músculos atrofiados y duros huesos, Tony Wiggins era<br />
una aspiradora de pecado. Sus ojos azules brillaban con la luz de una fiesta perpetua y sus labios se<br />
enrollaban y desenrollaban con amenazadora atracción. Sólo su encanto, que manaba de su cola de<br />
caballo rubia y su barba al estilo del Coronel Sanders, señalaban algún rastro de modales, decencia y