La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson

La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson

juliocosdrums
from juliocosdrums More from this publisher
03.10.2012 Views

En dos meses, ya estaban viviendo juntos. Pero cada que pasaba a visitarlo por la tarde mientras Janine estaba trabajando, él parecía nervioso, como si no me quisiera ahí. Una tarde estaba actuando más extraño de lo usual, tratando de sacarme del departamento. Naturalmente, yo no quería irme porque tenía curiosidad por lo que estaba escondiendo. Después de que pasé quince minutos viéndolo jugar incómodamente con sus trencitas verdes y moradas, dos chicas negras emergieron riendo del armario envueltas en una nube de humo y cargando pequeños tubos de vidrio. Mientras platicaban, me di cuenta de que los tubos eran pipas para fumar crack, que las chicas eran prostitutas y que Brad era un drogadicto. He aquí otra persona que yo creía conocer y que después supe que tenía una vida secreta. Una vez que conocí el hecho de que era adicto a la heroína, las señales fueron obvias. Se veía terrible, pasaba por violentos cambios de animo, era increíblemente paranoico, bebía demasiado, faltaba a los shows, perdía peso cada día, llegaba tarde a los ensayos, nunca tenía energía, y siempre pedía dinero prestado. El y su novia anterior, Trish, pensaban que eran Sid y Nancy, pero nunca pensé que su tributo llegara tan lejos. Ahora cada vez que lo veía, lo único que sentía era odio y asco. Mi mensaje completo y todo por lo que intentaba ser como persona iban en dirección totalmente opuesta a Brad. Yo quería ser fuerte e independiente, pensar por mí mismo y ayudar a otras personas a pensar por sí mismas. No podía (y aún no puedo) tolerar a un debilucho que vive de una cuchara y una aguja. Una noche Janine me llamó y me despertó. “¡Brad está muerto!” gritaba. “Debí haberlo detenido.¡Está muerto! Finalmente lo logró. ¡Está muerto! ¿Qué hago? ¡Ayúdame!” Corrí a su casa, pero ya era demasiado tarde. Una ambulancia ya estaba saliendo. Janine estaba hablando por teléfono con sus abogados porque cuando alguien tiene una sobredosis y los paramédicos encuentran jeringas hipodérmicas y otra parafernalia de drogas, están obligados a llamar a la policía. Me quedé con Janine esa noche hasta que supimos que Brad había sido resucitado y arrestado inmediatamente después. Hablamos por horas sobre ello. Me sentía mal por Brad porque él era un tipo creativo y bueno por naturaleza y me encantaba escribir canciones con él. Pero también era un adicto. Una parte de mí deseaba que en realidad hubiera muerto por la sobredosis, por su propia paz mental. Para ese entonces su vida era la heroína. Tocar el bajo sólo era una forma de matar el tiempo entre cada inyección. Cuando volvía ver a Brad, me senté con él y, por primera vez, me di cuenta de lo importante que era realmente esta banda para mí y que toleraría que nadie la arruinara. Ya no era un juego. “Escucha,” le dije. “Esta fue tu última oportunidad. O te limpias o estás fuera de la banda.” Brad rompió en lágrimas, disculpándose en sollozos por su conducta y prometiendo no volver a inyectarse droga nunca más. Como yo no había tenido ninguna experiencia previa con drogadictos, le creí. Le creí la segunda y tercera veces también. Había tocado el único punto débil que aún quedaba en mi negro y frío corazón: compasión, una palabra que en el duro año por venir sería extirpada de mi vocabulario. Meses después fuimos a Orlando a dar un importante show para varias compañías disqueras interesadas en contratarnos. La noche anterior había recibido una llamada de Janine, quien estaba asustada por que Brad se había inyectado heroína otra vez y había chupado el pene de otro tipo esa noche. Confronté Brad, él negaba haber usado drogas pero no dejaba de hablar de cómo había hecho realidad su fantasía de chupar el pene de otro tipo, un tipo promiscuo que lavaba el cabello en el salón en que Brad se teñía el cabello (lo cual era irónico ya que las trenzas de Brad siempre estaban sucias y apestosas). En el escenario, Brad parecía fuera de sí, pero yo tenía cosas más importantes en la cabeza que sus brazos marcados. Después del show, desapareció, pero de nuevo yo tenía cosas más importantes en que pensar porque íbamos a quedarnos con unas lindas chicas. Normalmente me habría importado, pero estaba harto de ser su niñera. A las tres de la mañana, llegó a la casa con tres strippers a las que ninguno de nosotros conocía. Aún estaba usando la misma ropa que en el show –una playera morada sin mangas con estrellas plateadas, pantalones cortos de mujer sobre medias rojas y botas militares- y estaba más que ebrio. Sus ojos se movían de lado a lado tan rápidamente que eran un borrón y jugueteaba maniáticamente con el arete de su labio mientras balbuceaba incoherentemente sobre algo que parecía importante para él. Mirándolas de cerca, las strippers tenían las piernas, brazos y cuello lastimados y descoloridos, como si se les estuvieran acabando las venas en que inyectarse. Sus dientes estaban rotos y chuecos como velas derretidas en un pastel. Al tiempo que se tambaleaban salvajemente por la habitación, ofreciendo a todos heroína, valiums y cualquier cosa que estuviera recolectando pelusa en sus bolsillos, Brad parecía colapsarse, se retorcía en el sofá y estaba tan desorientado que no recordaba su propio nombre. El sudor corría por su rostro y goteaba sobre su ropa. Por un segundo, pareció recobrar sus sentidos. Me miró a los ojos, después cayó

al piso, inconsciente. Su rostro estaba verde pálido a causa del tinte que le había escurrido a la frente junto con el sudor y sus uñas sin pintura ahora estaban azules y moradas. Las strippers, probablemente acostumbradas a estas situaciones, huyeron de la casa. Al principio, intentaba despertar a Brad, ayudando a todos a darle la vuelta, darle bofetadas y vaciando baldes de agua fría sobre él. Pero lo que en realidad quería hacer era patearle las costillas. Yo estaba abrumado por mi odio hacia él y por el cliché en que se había convertido su vida. Alguna vez había amado a Brad como a un hermano menor, lo cual me hacía más fácil el odiarlo. No sólo el amor y el odio son emociones estrechamente relacionadas, sino que es más fácil odiar a alguien que alguna vez te importó que a alguien que no. Nos alejamos de su cuerpo inerte y hablamos, no sobre como podíamos ayudarlo, sino de como podíamos lastimarlo. Yo sugerí voltearlo y dejarlo ahogarse en su propio vómito. Si los investigadores no se daban cuenta de que había sido movido, la muerte de Brad habría sido a tribuida a su propia estupidez. Nos sentamos a debatir sobre si seríamos arrestados y con cargos por asesinato. Aunque aún sentía un poco de compasión, pensé en su muerte como un suicidio con ayuda, me sentía como si él ya hubiera cometido suicidio, porque el Brad que conocí en el Kitchen Club cuando concebí la banda por primera vez años atrás estaba muerto, era un extraño para ambos. Pero no quería que él arriesgara a la banda con su muerte como lo había hecho en vida. Al final, fue el sólo el miedo de ser atrapados lo que evitó que lo matáramos. Era una forma de pensar monstruosa, pero no pude evitarlo. Me estaba convirtiendo en el monstruo frío y carente de sentimientos que siempre había querido ser, y no estaba tan seguro de que me gustara. Pero era demasiado tarde. La metamorfosis ya había avanzado demasiado. Al día siguiente llamé al estudio en que Jeordie estaba trabajando en el primer álbum independiente de Amboog-A-Lard. Era un gran progreso para Jeordie, porque estaba tocando la guitarra y el bajo y produciendo al mismo tiempo. Pero también sabía que quería unirse a Marilyn Manson tanto que se había hecho amigo de Brad y lo llevaba a beber y a tomar drogas después de que le había advertido que se limpiara. Siempre me pregunté si este había sido un acto deliberado de sabotaje de parte de Jeordie. Si así fue, fue muy astuto. “¿Quieres estar en nuestra banda?,” le pregunté. “Bueno, estoy a la mitad de este disco,” suspiró Jeordie. “Siempre has pertenecido a nuestra banda.” “Si, ya sé.” “Y tu banda te odia y quiere darte una paliza.” “Te llamaré en un momento,” dijo, y supe que ya lo tenía.

al piso, inconsciente. Su rostro estaba verde pálido a causa del tinte que le había escurrido a la frente junto<br />

con el sudor y sus uñas sin pintura ahora estaban azules y moradas.<br />

Las strippers, probablemente acostumbradas a estas situaciones, huyeron de la casa. Al principio,<br />

intentaba despertar a Brad, ayudando a todos a darle la vuelta, darle bofetadas y vaciando baldes de agua<br />

fría sobre él. Pero lo que en realidad quería hacer era patearle las costillas. Yo estaba abrumado por mi<br />

odio hacia él y por el cliché en que se había convertido su vida. Alguna vez había amado a Brad como a un<br />

hermano menor, lo cual me hacía más fácil el odiarlo. No sólo el amor y el odio son emociones<br />

estrechamente relacionadas, sino que es más fácil odiar a alguien que alguna vez te importó que a alguien<br />

que no.<br />

Nos alejamos de su cuerpo inerte y hablamos, no sobre como podíamos ayudarlo, sino de como podíamos<br />

lastimarlo. Yo sugerí voltearlo y dejarlo ahogarse en su propio vómito. Si los investigadores no se daban<br />

cuenta de que había sido movido, la muerte de Brad habría sido a tribuida a su propia estupidez. Nos<br />

sentamos a debatir sobre si seríamos arrestados y con cargos por asesinato. Aunque aún sentía un poco<br />

de compasión, pensé en su muerte como un suicidio con ayuda, me sentía como si él ya hubiera cometido<br />

suicidio, porque el Brad que conocí en el Kitchen Club cuando concebí la banda por primera vez años atrás<br />

estaba muerto, era un extraño para ambos.<br />

Pero no quería que él arriesgara a la banda con su muerte como lo había hecho en vida. Al final, fue el sólo<br />

el miedo de ser atrapados lo que evitó que lo matáramos. Era una forma de pensar monstruosa, pero no<br />

pude evitarlo. Me estaba convirtiendo en el monstruo frío y carente de sentimientos que siempre había<br />

querido ser, y no estaba tan seguro de que me gustara. Pero era demasiado tarde. La metamorfosis ya<br />

había avanzado demasiado.<br />

Al día siguiente llamé al estudio en que Jeordie estaba trabajando en el primer álbum independiente de<br />

Amboog-A-Lard. Era un gran progreso para Jeordie, porque estaba tocando la guitarra y el bajo y<br />

produciendo al mismo tiempo. Pero también sabía que quería unirse a Marilyn Manson tanto que se había<br />

hecho amigo de Brad y lo llevaba a beber y a tomar drogas después de que le había advertido que se<br />

limpiara. Siempre me pregunté si este había sido un acto deliberado de sabotaje de parte de Jeordie. Si así<br />

fue, fue muy astuto.<br />

“¿Quieres estar en nuestra banda?,” le pregunté.<br />

“Bueno, estoy a la mitad de este disco,” suspiró Jeordie.<br />

“Siempre has pertenecido a nuestra banda.”<br />

“Si, ya sé.”<br />

“Y tu banda te odia y quiere darte una paliza.”<br />

“Te llamaré en un momento,” dijo, y supe que ya lo tenía.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!