La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson
La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson
La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
“¿Quién?,” pregunto.<br />
“Esa.”<br />
“¿Quién es esa?”<br />
“Traci Lords, bastardo con suerte.”<br />
En el piso debajo de nosotros hay un hombre alto y jorobado de largo cabello negro y el rostro pintado de<br />
blanco. Está usando botas de plataforma, medias de red rotas, pantaloncillos de cuero y una playera negra<br />
hecha pedazos. Se ve igual que yo, o como una parodia de mí. Me pregunto si él es yo.<br />
Una chica gorda con la mitad de la cara cubierta de aretes y la otra mitad pintada con lápiz labial se da<br />
cuenta de que observo al hombre alto. Sube por las escaleras, empuja a un guardaespaldas -¿mío?- y, al<br />
mismo tiempo que su cara parpadea grotescamente, me dice, “¿Quieres saber quien es ese tipo? Nadie<br />
sabe su nombre. No tiene hogar. Gana dinero prostituyéndose, y después lo gasta todo tratando de<br />
parecerse a ti. Siempre viene aquí y baila con tus discos.”<br />
Escucho la música de nuevo. El DJ ha puesto Sweet Dreams de Eurythmics. Pero suena más lenta, más<br />
oscura, más ruda. Y la voz que canta es la mía. Necesito escapar de esta escena irreal, de toda esta gente<br />
que me trata como si yo fuera una estrella de la cual pueden obtener un poco de brillo. Traci toma mi mano<br />
y me lleva hacia fuera, moviéndonos como mercurio a través de las adulantes ruinas. Caminamos detrás<br />
de una cortina blanca y entramos a un cuarto privado lleno de sándwiches intactos y nos sentamos. Hay<br />
algo en mi mano.... un pedazo de papel. Trato de concentrarme en las gruesas y borrosas líneas. “Amado<br />
Brian,” comienza. “Quiero echar a mi novio, y quiero que tu te mudes conmigo. Dijiste que no estabas feliz<br />
con la forma en que iban las cosas con Teresa” –diablos, es de Nancy- “Yo te haré tan feliz. Sé que puedo.<br />
Nadie te cuidará como yo lo haré. Nadie te cogerá como yo lo haré. Tengo tantas cosas que darte.”<br />
La dejo. No puedo lidiar con eso ahora, no mientras estoy en este viaje. ¿Alguna vez terminará este viaje?<br />
Nancy está de pie en la puerta del baño mirándome, su vientre desnudo ligeramente inflamado bajo su<br />
ajustada camisa marinera. Su pulgar está metido dentro de la cintura de su pantalón y se está mordiendo<br />
el labio inferior. No se ve sexy. Se ve extraña y fuera de lugar, como una fotografía de Joel-Peter Witkin.<br />
Me pongo de pie y camino hacia ella. Teresa y Carl están sentados en mi cama viendo la película,<br />
completamente ajenos a nosotros y a la extraña charla de Stephen.<br />
La brisa entra fresca y lógica a través de la ventana de mi baño, la cual está pintada de negro. Aunque las<br />
luces en mi cabeza aún parpadean. Busco a tientas el borde de porcelana de la bañera y me siento,<br />
tratando de aquietar mi cabeza y de recordar lo que iba a decirle a Nancy. Puedo escuchar la música<br />
ahora, demasiado grande y ruidosa para mi baño. Siento que me voy a desmayar y lucho por evitarlo.<br />
La música se hace más ruidosa dentro de mi cabeza. “This is not my beautiful house! This is not my<br />
beautiful wife!”<br />
La música ya no sólo está dentro de mi cabeza. Son los Talking Heads, Once in a Lifetime, y está<br />
completamente sobre mí, vibrando contra mi espalda. Estoy tendido en el piso, parpadeando y tratando de<br />
estar conciente.<br />
“And you may ask yourself, ‘Well, how did I get here?’”<br />
Ella –Traci- se inclina sobre mí, jalando mi playera sobre laceraciones que no sabía que tenía. Su otra<br />
mano trabaja en los botones de mi pantalón. Su boca es cálida y dulce, y puedo saborear cigarrillos y Jack<br />
Daniel’s. Comienza a hacer cosas con esa boca y con esas pequeñas manos y uñas color rojo que<br />
millones de hombres han visto en videos por años –películas en las cuales nunca estuve interesado, a<br />
pesar de mi fascinación por su vida. Me baja los pantalones y, con los brazos perfectamente cruzados, se<br />
quita la blusa. Se levanta la falda, no para quitársela sino para mostrarme que no lleva ropa interior. Estoy<br />
petrificado. No se ve sucia, como si estuviera interpretando un papel en una película porno, aunque me<br />
está dando sexo oral. Es delicada, protectora y angelical, una pluma suspendida en el aire sobre un<br />
infierno de degradación y carnalidad. Estoy borracho, y por ese medio segundo, también estoy enamorado.<br />
A través de la delgada cortina que separa nuestro nudo de lengua, uñas y carne del resto del club, puedo<br />
ver la silueta del guardaespaldas contra la luz estroboscópica, cuidando la entrada como San Pedro.