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La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson

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con los dientes chuecos con quien me besaba en el patio de la escuela cristiana. Pero eso fue en cuarto<br />

grado. Tres años después me enamore loca y desesperadamente de Michelle Gill, una linda niña de nariz<br />

chata, cabello alborotado y boca ancha que probablemente se dedicó a dar buen sexo oral en la<br />

preparatoria. Pero mi oportunidad con ella se vino abajo durante una excursión para recabar fondos en la<br />

escuela cristiana, durante el cual trató de enseñarme al estilo francés. Yo no entendí ni el punto ni la<br />

técnica, y como consecuencia me convertí en el hazmerreír cuando ella le contó a todos en la escuela.<br />

A pesar de mi falta absoluta de experiencia, estaba determinado a perder mi virginidad con Jennifer en ese<br />

closet. Pero por mucho que trataba, lo único que me dejaba hacer era tocar su pecho plano. Para mi<br />

segunda semana en el hospital, ya se había aburrido de mí y me había botado.<br />

Los hospitales y las malas experiencias con mujeres, sexualidad y partes privadas eran completamente<br />

familiares para mí en ese momento de mi vida. Cuando tenía cuatro años, mi madre me llevó al hospital a<br />

que me alargaran la uretra porque mi vía urinaria no era lo suficientemente grande para que pudiera orinar.<br />

Nunca lo olvidaré, porque el doctor tomo un largo y afilado taladro y lo encajó en la punta de mi pene. Por<br />

varios meses después de eso sentía que orinaba gasolina.<br />

La neumonía arruinó mis años en la escuela elemental, enviándome al hospital por tres largas temporadas.<br />

Y en noveno grado, terminé de nuevo en el hospital después de que arreglé mi cabello, abroché mi<br />

cinturón, me puse una camisa rosa de botones y decidí ir a la pista de patinaje después de una larga<br />

ausencia. Una chica cuyo cabello rizado, nariz larga y uso excesivo de delineador recuerdo más que su<br />

nombre me pidió patinar con ella. Cuando terminamos, un gran tipo negro de anteojos gruesos conocido en<br />

el vecindario como Frog caminó hacia a nosotros. La hizo a un lado y, sin decir una palabra, me dio un<br />

golpe seco en el rostro. Me desplomé, y él bajó la vista hacia mi y escupió: “Tú bailaste con mi novia.” Yo<br />

me quedé ahí aturdido, con la boca sangrando y mi diente frontal chorreando sangre de la encía. Ahora<br />

que lo recuerdo, no debí haberme sorprendido tanto. Yo era un afeminado: hasta yo me habría golpeado.<br />

Ni siquiera me gustaba esa chica, pero casi me cuesta mi carrera como cantante. En la sala de<br />

emergencias, me dijeron que el daño era permanente. Hasta el día de hoy, aún tengo Síndrome ATM<br />

(articulación temporomandibular), un desorden que me da dolores de cabeza y una mandíbula tensa y<br />

adolorida. El stress y las drogas no ayudan mucho.<br />

Frog de alguna forma consiguió mi número el día siguiente, llamó para disculparse y me preguntó si quería<br />

hacer ejercicio con él alguna vez. Decline su oferta. La idea de sudar levantando pesas con un tipo que<br />

acababa de patearme el trasero y la probabilidad de tener que tomar una ducha con él después no parecía<br />

muy atractiva esa tarde.<br />

La siguiente vez que terminé en la sala de emergencias fue por culpa de Jennifer. Cuando regresé a la<br />

escuela después de dos semanas en el hospital, vagué por los salones solo y humillado. Nadie quería<br />

hacer amistad con un chico excéntrico de pelo largo con un cuello cubierto de erupciones asomándose por<br />

su playera. Para empeorarlo todo estaban mis lóbulos, que colgaban sospechosamente por debajo de mi<br />

cabello como dos testículos mal colocados. Pero una mañana mientras salía de mi primera clase, John<br />

Crowell me detuvo. Resultó que teníamos algo en común: nuestro odio por Jennifer. Así que formamos una<br />

alianza contra ella, y empezamos a idear formas de atormentarla.<br />

Una noche recogí a John y a mi primo Chad en mi Ford Galaxie 500 azul cielo y conduje a una tienda de<br />

tiempo completo, donde robamos veinte rollos de papel sanitario. Los lanzamos al asiento trasero del auto<br />

y nos dirigimos a la casa de Jennifer. Arrastrándonos en su patio trasero, comenzamos a cubrir su casa de<br />

papel sanitario, colgándolo de cualquier lugar que nos venía a la mente. Caminé hasta su ventana para<br />

escribir alguna obscenidad sobre ella. Pero, mientras trataba de pensar en algo convenientemente<br />

obsceno, alguien encendió la luz. Salí corriendo, alcanzando un roble justo cuando Chad estaba saltando<br />

de una rama. Cayó directamente sobre mí, y caí al piso. Chad y John tuvieron que arrastrarme con un<br />

hombro dislocado, una barbilla sangrante y una lesión en la mandíbula que, según me dijeron más tarde en<br />

la sala de emergencias, era aún peor que la anterior.<br />

De regreso en la escuela, tenía muchas razones apremiantes para querer tener sexo: para vengarme de<br />

Jennifer; para estar en iguales condiciones con John, quien supuestamente había cogido a Jennifer entre<br />

muchas otras; y para que todos dejaran de burlarse de mí por ser virgen aún. Incluso me uní a la banda de<br />

la escuela para conocer chicas. Comencé tocando instrumentos masculinos como bajo y timbales. Pero<br />

terminé tocando el último instrumento que cualquiera que se sienta inseguro sobre si mismo debería estar<br />

tocando: el triángulo.

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