La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson
La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson
Era el teléfono sonando. Contesté cansadamente. ‘Hola, ¿Qué tal?’ dijo una voz que no reconocí. ‘¿Quién es?’ ‘Soy yo, Chad.’ Pareció ofendido de que no lo reconociera –después de todo, éramos primos y una vez fuimos mejores amigos- pero muchas cosas habían pasado desde entonces. ‘¿Recibiste mi invitación?’ ‘¿Qué invitación, cariño?’ ‘Para mi boda. Voy a casarme en Septiembre, y significaría mucho para mí si vinieras.’ ‘Estoy a la mitad de mi álbum en este momento, pero tal vez pueda escaparme. Lo intentaré, ¿ok?.’ ‘Ok, significaría mucho para mí.’ Me sentí insincero en el teléfono, como todos los idiotas sonrientes dos caras que odie de niño, pero no sabía que decir. No quería regresar a Canton, Ohio, y ver la vida normal de casado que podría estar llevando ahora. Podría sentirme tentado –porque la vida en New Orleans apestaba. Cuando Missi despertó, fuimos al estudio. El trabajar ahí había comenzado a sentirse como escapar de una trampa para dedos china: mientras más duro intentábamos, más difícil se volvía. En cuanto entré, Twiggy, quien cada día se convertía más en una marioneta de Casey, salió planeando del cuarto trasero con una fotografía en un marco de madera en sus manos, gritando, ‘¡El Capitán Larry Paul está listo para despegar!’ Capitán Larry Paul era el nombre que Twiggy le había dado a un retrato a lápiz de Trent hecho por un fan. Twiggy pensó que se veía como un tonto gerente para el cual trabajó una vez en una tienda de discos en Florida donde, igual que yo, solía robar CD’s. La fotografía se había convertido en una superficie portátil para cortar e inhalar drogas, ritualmente sacado de su escondite en un viejo closet lleno de tubos de aire acondicionado, calentadores de agua, y un húmedo olor que me recordaba al sótano de mi abuelo. Un encuentro con el Capitán Larry Paul se había convertido en el típico inicio de un día sin trabajar en el estudio. Nunca en una vida de uso de drogas había llenado mis fosas nasales con tanto polvo blanco. Cada día, nos poníamos tan drogados que no podíamos concentrarnos en grabar nada, una situación que se convertiría en nuestra enemiga, tanto que nos volvíamos más paranoicos e inútiles. Para entonces, todos en el estudio parecían haber olvidado el álbum. Trent comenzaba a sentirse resentido porque necesitaba comenzar a componer y grabar la continuación de The Downward Spiral, y Dave nunca parecía estar cuando había trabajo que hacer. Ginger ya casi no era parte de la banda, porque estaba demasiado ocupado tratando de divertir un patético harem de desnudistas que había recogido cerca del estudio. Y Daisy raramente estaba en el cuarto de controles. En vez de eso, pasaba la mayor parte del tiempo en el lobby del estudio con sus audífonos puestos, tocando gastados licks de hard rock en su grabadora de cuatro tracks. Él nunca había escuchado heavy metal cuando era adolescente, así que constantemente creía que sus clichés eran originales. Usaba una vieja guitarra Jaguar –como la que usaba Kurt Cobain- no porque sonaba bien sino porque él mismo la había reconstruido. La guitarra había sido supuestamente destruida durante la filmación del video de Sweet Dreams, pero Daisy la había salvado orgullosamente de la pila de la basura. ‘Que importa si hace ruido,’ explicaba. ‘Invertí tanto tiempo en reconstruirla que sería un desperdicio el no usarla.’ Tan excitado estaba Daisy con el progreso que estaba haciendo en su grabadora de cuatro canales que quería ponerse a trabajar en serio y grabar algunos riffs para el álbum, tal vez en Wormboy, la canción que más incorpora sus ideas musicales. Entró al cuarto de grabación, emocionado de encontrar a Trent ahí. El resto de nosotros permaneció junto a la mezcladora, monitoreando el cuarto de grabación a través de dos cámaras de televisión de circuito cerrado. En la pantalla, pudimos ver a Daisy presumiendo con entusiasmo su guitarra reconstruida a Trent, quien en realidad parecía interesado. Observamos mientras Trent tomaba la guitarra, la ponía bajo su brazo, golpeaba las cuerdas algunas cuantas veces y después sin piedad la estrellaba contra el amplificador, confinándola al destino para el que había sido sentenciada medio año antes. Trent salió del cuarto casualmente, y Daisy se quedó ahí de pie sorprendido por varios segundos antes de salir furioso del estudio, dándose el resto del día libre para tratar de comprender lo que acababa de pasar.
Habíamos alcanzado una nueva frontera en nuestro trabajo en Antichrist Superstar. Ahora, no sólo no éramos productivos, éramos destructivos. En los días siguientes, la primera caja de ritmos de la banda sería lanzada de la ventana de un segundo piso, las paredes de Trent serían atravesadas a puñetazos, el equipo de Twiggy sería aplastado y la grabadora de cuatro tracks de Daisy sería colocada en un microondas a máxima potencia, friendo sus circuitos más allá de lo reparable. El cuatro de Julio, el día en el estudio consistió en que todos se emborracharon mientras que Trent y yo encendíamos fuegos artificiales, los lanzábamos a un microondas, y lanzábamos todo ese desastre radioactivo a la calle. Esto fue seguido por la destrucción de mi colección de figuras de Spawn junto con una figura de acción de Venom, un villano de los comics de Spiderman sacado del mercado porque decía, ‘quiero comer tu cerebro,’ como las drogas que ahora consumíamos casi todos. Lo único que teníamos en común era la constante lluvia de botellas que caía sobre Ginger –no por sana diversión, sino por resentimiento porque había logrado encontrar un poco de felicidad en sus vacías desnudistas. La única compañía que el resto de nosotros podía encontrar era la tristeza. Para el amanecer, Twiggy estaba buscando malvaviscos para cocinar sobre la consola mezcladora que Trent planeaba incendiar. No sólo era destrucción: era una forma muy violenta de postergación. El estado de nuestro equipo era muy parecido al estado de la banda: demolido. En pocas semanas, Daisy había dejado el grupo. El marica había actuado como un hombre por primera vez en su vida y había hecho una junta y había renunciado. La junta salió sorpresivamente bien. De alguna forma, en realidad sentí respeto por mantenerse firme en lo que quería hacer en lugar de permanecer con nosotros. En ese entonces, lo tomé como una broma, diciendo a todos que la única cosa que extrañaría sería ver a Daisy, el Conserje Sexual, levantar condones usados mientras sacudía y trapeaba los desórdenes de la banda, comprando chocolates y flores en un intento por seducir a las chicas con las que todos los demás habíamos dormido. Pero la verdad es que me sentí peor que nunca. Todas las personas con las que había formado la banda se habían ido, y todos los que quedaban comenzaban a unirse en mi contra. Yo era el único con novia en New Orleans y el único que parecía querer trabajar. Incluso Twiggy se estaba convirtiendo en un extraño, controlado en parte por las drogas de Casey y en parte por Trent, acercándosele tanto que parecía que estaba más interesado en ser un miembro de Nine Inch Nails que de Marilyn Manson. Él había comenzado a llamarme Arch Deluxe, como la hamburguesa de McDonald’s que era sólo para adultos, y todos los demás pronto se le unieron. Constantemente me sentía como la figura paterna, odiado por tratar de hacer que todos los demás hicieran su tarea. Siempre que quería hablar sobre los libros que estaba leyendo sobre el Apocalipsis, numerología, el Anticristo, y la cábala, a nadie le importaba. Cuando terminaba de grabar algo, alguien invariablemente lo odiaba y quería hacerlo más ruidoso y duro –o incluso usar una caja de ritmos en vez de una batería real. ¿Era esto producción o sabotaje? Las únicas veces en que todos estaban de acuerdo conmigo era cuando sugería llamar a Casey. Fuera del estudio, New Orleans era una alcantarilla. Todos los lugares en los que habíamos pasado el tiempo el varano pasado ahora estaban llenos de turistas góticos. La ciudad había cambiado de un lugar en el que nadie nos conocía a uno en que éramos clichés andantes, parodias de nosotros mismos. Cada noche bebía, tragaba e inhalaba todo lo que podía para escapar. Una noche, Missi y yo terminamos en un bar llamado The Hideout, el cual, el año anterior, había sido un lugar para patinadores con tres o cuatro clientes y una rockola que tocaba a Whitesnake y Styx. Nos gustaba beber ahí porque estaba vacío, porque era una broma y porque los baños tenían puertas que cerraban. Cuando Missi y yo regresábamos a The Hideout, el lugar se había convertido en un lugar popular. Todos ahí eran fríos e indiferentes, como si fueran demasiado cool para reconocernos, incluso cuando la única razón por la que estaban ahí era porque sabían que nosotros estaríamos ahí. En medio de las ropas negras, el delineador y el tinte de pelo, vi una llama de plata –una esfera disco humana- una chica de cabello castaño cubierta de brillos y sombra y lápiz labial metálicos. Se paró en el centro del lugar como una gran señal de neón que daba testimonio de mi infidelidad –ella me había dado sexo oral el verano pasado. Cualquiera que sea el radar que tiene las chicas, el de Missi estaba encendido esa noche, e instantáneamente notó la tensión entre yo y la bola disco humana. Mientras más ebrios nos poníamos, más volátil se volvía la situación. Missi seguía preguntándome quien era ella y si había dormido con ella, y yo seguía negándolo. Mientras tanto, la chica coqueteaba conmigo como si Missi fuera un fantasma, en el que de alguna forma se había convertido. Cuando me paré para ir al baño, la chica se metió mientras cerraba la puerta. Yo estaba borracho y mareado, y encerrado con esta sucia chica en esta sucia habitación, que tenía el piso cubierto de orina coagulada incrustada de vellos púbicos. Lo primero que hizo la chica sucia fue sentarse en el retrete y
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Era el teléfono sonando. Contesté cansadamente.<br />
‘Hola, ¿Qué tal?’ dijo una voz que no reconocí.<br />
‘¿Quién es?’<br />
‘Soy yo, Chad.’ Pareció ofendido de que no lo reconociera –después de todo, éramos primos y una vez<br />
fuimos mejores amigos- pero muchas cosas habían pasado desde entonces. ‘¿Recibiste mi invitación?’<br />
‘¿Qué invitación, cariño?’<br />
‘Para mi boda. Voy a casarme en Septiembre, y significaría mucho para mí si vinieras.’<br />
‘Estoy a la mitad de mi álbum en este momento, pero tal vez pueda escaparme. Lo intentaré, ¿ok?.’<br />
‘Ok, significaría mucho para mí.’<br />
Me sentí insincero en el teléfono, como todos los idiotas sonrientes dos caras que odie de niño, pero no<br />
sabía que decir. No quería regresar a Canton, Ohio, y ver la vida normal de casado que podría estar<br />
llevando ahora. Podría sentirme tentado –porque la vida en New Orleans apestaba.<br />
Cuando Missi despertó, fuimos al estudio. El trabajar ahí había comenzado a sentirse como escapar de<br />
una trampa para dedos china: mientras más duro intentábamos, más difícil se volvía. En cuanto entré,<br />
Twiggy, quien cada día se convertía más en una marioneta de Casey, salió planeando del cuarto trasero<br />
con una fotografía en un marco de madera en sus manos, gritando, ‘¡El Capitán Larry Paul está listo para<br />
despegar!’ Capitán Larry Paul era el nombre que Twiggy le había dado a un retrato a lápiz de Trent hecho<br />
por un fan. Twiggy pensó que se veía como un tonto gerente para el cual trabajó una vez en una tienda de<br />
discos en Florida donde, igual que yo, solía robar CD’s. La fotografía se había convertido en una superficie<br />
portátil para cortar e inhalar drogas, ritualmente sacado de su escondite en un viejo closet lleno de tubos<br />
de aire acondicionado, calentadores de agua, y un húmedo olor que me recordaba al sótano de mi abuelo.<br />
Un encuentro con el Capitán Larry Paul se había convertido en el típico inicio de un día sin trabajar en el<br />
estudio. Nunca en una vida de uso de drogas había llenado mis fosas nasales con tanto polvo blanco.<br />
Cada día, nos poníamos tan drogados que no podíamos concentrarnos en grabar nada, una situación que<br />
se convertiría en nuestra enemiga, tanto que nos volvíamos más paranoicos e inútiles.<br />
Para entonces, todos en el estudio parecían haber olvidado el álbum. Trent comenzaba a sentirse<br />
resentido porque necesitaba comenzar a componer y grabar la continuación de The Downward Spiral, y<br />
Dave nunca parecía estar cuando había trabajo que hacer. Ginger ya casi no era parte de la banda, porque<br />
estaba demasiado ocupado tratando de divertir un patético harem de desnudistas que había recogido<br />
cerca del estudio. Y Daisy raramente estaba en el cuarto de controles. En vez de eso, pasaba la mayor<br />
parte del tiempo en el lobby del estudio con sus audífonos puestos, tocando gastados licks de hard rock en<br />
su grabadora de cuatro tracks. Él nunca había escuchado heavy metal cuando era adolescente, así que<br />
constantemente creía que sus clichés eran originales. Usaba una vieja guitarra Jaguar –como la que usaba<br />
Kurt Cobain- no porque sonaba bien sino porque él mismo la había reconstruido. La guitarra había sido<br />
supuestamente destruida durante la filmación del video de Sweet Dreams, pero Daisy la había salvado<br />
orgullosamente de la pila de la basura. ‘Que importa si hace ruido,’ explicaba. ‘Invertí tanto tiempo en<br />
reconstruirla que sería un desperdicio el no usarla.’<br />
Tan excitado estaba Daisy con el progreso que estaba haciendo en su grabadora de cuatro canales que<br />
quería ponerse a trabajar en serio y grabar algunos riffs para el álbum, tal vez en Wormboy, la canción que<br />
más incorpora sus ideas musicales. Entró al cuarto de grabación, emocionado de encontrar a Trent ahí. El<br />
resto de nosotros permaneció junto a la mezcladora, monitoreando el cuarto de grabación a través de dos<br />
cámaras de televisión de circuito cerrado. En la pantalla, pudimos ver a Daisy presumiendo con<br />
entusiasmo su guitarra reconstruida a Trent, quien en realidad parecía interesado. Observamos mientras<br />
Trent tomaba la guitarra, la ponía bajo su brazo, golpeaba las cuerdas algunas cuantas veces y después<br />
sin piedad la estrellaba contra el amplificador, confinándola al destino para el que había sido sentenciada<br />
medio año antes. Trent salió del cuarto casualmente, y Daisy se quedó ahí de pie sorprendido por varios<br />
segundos antes de salir furioso del estudio, dándose el resto del día libre para tratar de comprender lo que<br />
acababa de pasar.