Esfera, Pez y Hexagrama: - Fundación Pablo Neruda
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[ 24 ] NERUDIANA – nº 3 – 2007<br />
Publicaciones<br />
David SCHIDLOWSKY, Las furias y<br />
las penas: <strong>Pablo</strong> <strong>Neruda</strong> y su tiempo,<br />
dos tomos, Berlín, Wissenschaftlicher<br />
Verlag, 2004. –1337 pp.<br />
Voy a tratar de comprender<br />
lo que no debo hacer y hacerlo,<br />
y así poder justificar<br />
los caminos que se me pierdan,<br />
porque si yo no me equivoco<br />
quién va a creer en mis errores?<br />
Si continúo siendo sabio<br />
nadie me va a tomar en cuenta.<br />
[“Partenogénesis”, Estravagario]<br />
Una de las lecciones que imparte la<br />
vida y la obra de <strong>Neruda</strong> es precisamente<br />
ésa: la de ser autocrítico, y que esa negación<br />
lleve a su superación. Esto lo han señalado<br />
varios críticos, pero pienso en particular<br />
en Hernán Loyola quien dice —en<br />
su magnum opus, <strong>Neruda</strong>: la biografía literaria—<br />
que «<strong>Neruda</strong> no fue un santo, ni<br />
mucho menos, pero fue un hombre íntegro».<br />
1 Es por esa combinación dialéctica<br />
de esperanzas y desilusiones, logros y errores,<br />
posturas dignas y algunas indignas, que<br />
el poeta fue, según Gabriel García<br />
Márquez, «el mejor poeta del siglo XX,<br />
en la lengua que sea» 2 y que seguimos<br />
como lectores volviendo a su obra porque,<br />
como afirma José Emilio Pacheco, «no<br />
hacerlo empobrecería nuestra vida». 3 Se<br />
trata entonces de ver los errores y las contradicciones<br />
como fenómenos productivos<br />
que forman parte de un todo: <strong>Neruda</strong>, su<br />
poesía y su cosmovisión política.<br />
Siempre se corre el riesgo de desprender<br />
el fragmento del todo, de concentrarse<br />
excesivamente en aquél y no éste, trátese<br />
de los errores o el elogio de la forma poética.<br />
Si los lectores que dudan del don poético<br />
de <strong>Neruda</strong> son pocos y muchos los que<br />
se alimentan de su obra, hay quienes pue-<br />
den apreciar su poesía por su brillo formal<br />
y por el manejo magistral de las técnicas y<br />
los tropos y, sin embargo, frenar ante la<br />
plasmación del contenido, sobre todo en<br />
cuanto atañe a lo político. De hecho, como<br />
se sabe, la crítica nerudiana sigue dividiéndose<br />
nítidamente entre aquellos críticos que<br />
comparten los ideales marxistas del poeta y<br />
aquellos que se oponen rotunda u oblicuamente<br />
a esa postura aun en esta época supuestamente<br />
desprovista de los conflictos<br />
de la guerra fría. La enorme biografía reciente<br />
de David Schidlowsky, Las furias y<br />
las penas: <strong>Pablo</strong> <strong>Neruda</strong> y su tiempo, se<br />
acomoda con el segundo grupo pese a las<br />
intenciones del autor de ser objetivo. El que<br />
sea así no quiere decir que no tenga méritos:<br />
incluye valiosos documentos inéditos,<br />
corrige errores registrados en otras biografías,<br />
propone una narrativa que es una “extensa<br />
cronología biográfica”, y es el fruto<br />
de años de labor intensa. Y hay pasajes sugerentes<br />
en que el crítico logra captar el<br />
momento histórico y el papel que desempeña<br />
el poeta en él, como por ejemplo,<br />
“Años 30: <strong>Neruda</strong> y los Congresos de Escritores<br />
para la Defensa de la Cultura”, que<br />
se publicó en el último número de<br />
Nerudiana. Pero el partidismo del autor se<br />
refleja en su método que, como indicó<br />
Schidlowsky en una entrevista en El Mercurio,<br />
sigue las pautas de su ex-director de<br />
tesis doctoral en la Freie Universität (Berlín),<br />
Víctor Farías. Todos los documentos<br />
acumulados y la provechosa labor empleada<br />
se dejan regir por ese método que destaca,<br />
ante todo, las fallas del poeta para así<br />
poner en duda el carácter de <strong>Neruda</strong> y la<br />
legitimidad de sus posturas políticas.<br />
Podría ofrecer muchos ejemplos al<br />
respecto, pero me limitaré a cinco que se<br />
hallan condensados ya en la introducción<br />
del libro y luego elucidados en los dos tomos<br />
de la biografía. Empecemos por el<br />
título: Las furias y las penas: <strong>Pablo</strong> <strong>Neruda</strong><br />
y su tiempo. De entrada esto muestra señas<br />
de una selección particular, tendenciosa,<br />
al elegir un poema de la Tercera residencia<br />
y sugerir que eso representa la<br />
quintaesencia de su vida y obra. Así se le<br />
juzga según una época desolada de su peregrinación<br />
vital que el mismo poeta sometió<br />
una y otra vez a una crítica severa y<br />
que declaró haber superado en numerables<br />
textos, entre ellos, “Alturas de Macchu<br />
Picchu”. Es decir, la enajenación que sufre<br />
y que se despliega en su obra en los<br />
años 20 y 30 llega a absorber toda una etapa<br />
de la obra del Nobel chileno. Basta comparar<br />
los títulos de las biografías sobre<br />
<strong>Neruda</strong> —<strong>Neruda</strong> (Volodia Teitelboim),<br />
<strong>Pablo</strong> <strong>Neruda</strong>: A Passion for Life (Adam<br />
Feinstein), y la ya mencionada <strong>Neruda</strong>: la<br />
biografía literaria (Hernán Loyola)— para<br />
darse cuenta del punto de vista del biógrafo.<br />
Un autor más imparcial habría señalado<br />
que “Las furias y las penas” encaja en<br />
la unidad de la Tercera residencia como<br />
momento que, en la dialéctica de la obra,<br />
se ve eclipsado por las etapas posteriores<br />
en ese mismo poemario.<br />
Así Schidlowsky retrata a un <strong>Neruda</strong><br />
angustiado y oportunista que no dejó pasar<br />
ocasión en su vida para conseguir la<br />
fama y el reconocimiento que tanto<br />
añoraba. Insistentemente sostiene a lo largo<br />
de la biografía y en la introducción que<br />
<strong>Neruda</strong> cultivó sus amistades con el fin<br />
calculado de conseguir lo que quería: «Desde<br />
su juventud serán de gran trascendencia<br />
para el joven Neftalí Reyes y futuro