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Esfera, Pez y Hexagrama: - Fundación Pablo Neruda

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Rafael Fontes con el título La CIA y la<br />

Guerra Fría cultural (Madrid, Editorial<br />

Debate, 2001). Esos mismos datos de<br />

Saunders han sido recogidos y ampliados<br />

por Adam Feinstein en su <strong>Pablo</strong> <strong>Neruda</strong>:<br />

a Passion for Life (London, Bloomsbury,<br />

2004), páginas 333 y siguientes.<br />

Entre los personajes estelares del libro<br />

de Saunders figuran John Hunt, Michael<br />

Josselson y Melvin Lasky (ver foto de<br />

portada de la edición española), funcionarios<br />

encargados de asuntos culturales desde<br />

1947. Ellos, con Keith Botsford, lanzaron<br />

la operación destinada a impedir el Premio<br />

Nobel a <strong>Neruda</strong> a través de Gorkin, Paseyro<br />

y René Tavernier: «cuando Irving Kristol le<br />

preguntó a Hunt si era cierto que el<br />

Congreso (por la Libertad de la Cultura)<br />

estaba ‘difundiendo rumores’ sobre <strong>Neruda</strong>,<br />

Hunt replicó socarronamente que era<br />

inevitable que la candidatura del poeta al<br />

Premio Nobel suscitara controversias» (p.<br />

486). Michael Josselson murió en enero de<br />

1978. Su viuda Diana Dodge, funcionaria<br />

ella misma, en entrevista con Saunders<br />

(1997) declaró: «Es evidente que<br />

organizaron una campaña para que <strong>Neruda</strong><br />

no obtuviera el Premio Nobel. Es un hecho<br />

cierto.» (p. 488). Feinstein resume: el<br />

Congreso, «sponsored by the Central<br />

Intelligence Agency», operaba en unos 35<br />

países, incluidos los de América Latina. Y<br />

uno de sus blancos principales fue <strong>Pablo</strong><br />

<strong>Neruda</strong>. (p. 334).<br />

La operación tuvo éxito y el Premio<br />

Nobel 1963 no lo ganó <strong>Neruda</strong> (tampoco<br />

Sartre ni Beckett) sino el poeta griego<br />

Guiorgos Seferis. Seguramente fue un duro<br />

golpe para las naturales expectativas de<br />

<strong>Neruda</strong>, acentuadas ese año por los<br />

pronósticos de la prensa mundial, pero el<br />

poeta respondió con dignidad y elegancia<br />

a través de un hermoso artículo: “El Premio<br />

Nobel en Isla Negra”, publicado en el<br />

diario El Siglo (24.11.1963), más tarde<br />

recogido en el libro Una casa en la arena<br />

(1966) y ahora en el volumen III de mi<br />

edición de Obras completas (Barcelona,<br />

Galaxia Gutenberg, 2000), páginas 111-<br />

114. En ese artículo <strong>Neruda</strong> toma el asedio<br />

de los periodistas (antes de la asignación<br />

del Premio) como pretexto y marco para<br />

NERUDIANA – nº 3 – 2007<br />

una bellísima secuencia de la aparición y<br />

desarrollo de la primavera en torno a su<br />

casa. La mirada del poeta se detiene sobre<br />

cada una de las plantas y flores de su jardín,<br />

las examina y las describe con precisión<br />

de botánico, hasta completar un espléndido<br />

ramillete de formas y colores vegetales. Al<br />

final del texto, uno de esos toques sutiles<br />

del maestro.<br />

Por último hablaré de las docas (que) llevan<br />

un nombre griego: aizoaceae. El esplendor<br />

de Isla Negra en estos tardíos días de<br />

primavera son las aizoaceae que derraman<br />

una invasión marina, como la emanación<br />

de la gruta del mar, de los racimos que<br />

acumuló en su bodega Neptuno Marinero.<br />

/ Y, justo en este momento, la radio nos<br />

anuncia que un buen poeta griego ha<br />

obtenido el renombrado Premio. Ya,<br />

Matilde y yo, nos quedamos tranquilos.<br />

Con solemnidad retiramos el gran candado<br />

del viejo portón para que todo el mundo<br />

siga entrando sin llamar a las puertas de<br />

mi casa, sin anunciarse. Como la<br />

primavera.<br />

No hace falta mucha perspicacia para<br />

captar el enlace que el texto instaura entre<br />

los nombres griegos de las flores y del<br />

poeta triunfador. Así respondió <strong>Neruda</strong>,<br />

como escritor de raza que fue, a la sordidez<br />

y miseria de la operación actuada en su<br />

contra aquel año de 1963.♦<br />

<strong>Neruda</strong> en Poitiers (12.07.2004)<br />

— Hernán Loyola<br />

Oh, metamorfosis mística / de todos los<br />

sentidos fundidos en uno, escribe<br />

Baudelaire acerca de la memoria. Hoy día,<br />

cuando se cumple el centenario del<br />

nacimiento de <strong>Neruda</strong>, a más de treinta<br />

años de su muerte, plazo en que generalmente<br />

se inscribe el desarrollo de una<br />

generación, y a algo más también de<br />

cuarenta años de nuestras relecturas<br />

juveniles de la Residencia, quisiéramos<br />

encontrar incólumes en el recuerdo el<br />

rumor interior, inefable, de las emociones<br />

de esos instantes. Volver a ellos como se<br />

reencuentra el pasado en los efluvios de<br />

[ 23 ]<br />

un perfume, en un sabor, un fraseo<br />

musical, un tacto inadvertido. Un pasado<br />

mental y emocional, fantasmal, en una<br />

palabra, y como todo pasado revisitado<br />

por nuestros sentidos, bordado de<br />

fugacidades, entretejido de motivos<br />

translúcidos y deshilachados. Luego de<br />

años de frecuentar sus poemas, y gracias<br />

a uno de esos giros propicios de la vida,<br />

se me ofreció la fortuna de conocer al<br />

poeta en su persona; un encuentro hecho<br />

de ocasiones escasas, si se quiere, pero<br />

en circunstancias que siguen siendo para<br />

mí sucesos marcadores. Mi vínculo con<br />

su poesía no fue, no es todavía, de ningún<br />

modo sereno, ni se ha congelado en una<br />

sola forma de aceptación o de rechazo. Y<br />

en eso mismo aquella relación ha sido la<br />

de un diálogo. ¿Hay otro modo auténtico<br />

de entrar en contacto con un clásico?<br />

Porque si no hay gran mérito en reconocer<br />

hoy día que <strong>Neruda</strong> es uno de ellos, y de<br />

los más indiscutibles, en mi opinión lo es<br />

sobre todo por todas y cada una de las<br />

páginas de aquella formidable obra de<br />

juventud.<br />

Pero, ¿qué es ser un clásico? La<br />

respuesta a esta pregunta la encontré en las<br />

líneas de una entrevista a George Steiner.<br />

Dice el filósofo: “es ser releído constantemente,<br />

continuar siendo inagotable y<br />

seguir provocando profundas disensiones…<br />

pero es igualmente ser mal leído”.<br />

Y da enseguida como ejemplo unas páginas<br />

de crítica de La Ilíada debidas a la pluma<br />

de la filósofa francesa Simone Weil.<br />

Lectura “errónea de punta a cabo”<br />

—asevera Steiner—, y se apresura en<br />

agregar: “pero sólo alguien como Homero<br />

es susceptible de provocar una tal interpretación”.<br />

Fuente de errores y de revelaciones,<br />

en este mismo sentido, la Residencia es<br />

más que perfecta porque obra incumplida<br />

en un contexto de perfección. Se trata,<br />

pues, de un clásico, y seguirá siéndolo<br />

porque nada nos asegura que no se seguirán<br />

haciendo malas lecturas suyas, e incluso<br />

lecturas tan malas como la mía…♦<br />

— Waldo Rojas<br />

París

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